Decisión de amor
Alberto Decker era el levanta-puentes del paso del fluvial Río Passaic en nueva york. Era una tarde como cualquiera otra. Simplemente se debían esperar los horarios de la ruta del tren y disponer todo para que el puente hidráulico bajase hasta que el tren pasara. Entonces, el puente era nuevamente alzado. El corazón de Alberto saltó de alegría al ver correr su único hijo hacia él, por el malecón; era todo cuanto tenía. Pero en unos minutos ese mismo corazón de padre se horrorizo ante la escena. Pedro, su hijo resbaló y cayó al profundo Río. Justo cuando se disponía a bajar para socorrerlo, la potente bocina anunció que, en escasos minutos, el tren llegaría al puente para cruzarlo a más de 120 k/h. Dudo por unos segundos. Esos segundos que parecieron una eternidad. Si descendía a salvar a su hijo, que para él sería cosa fácil, no alcanzaría a regresar para activar el sistema hidráulico del puente. Ese tren con más de 500 pasajeros, caería a l Río irremediablemente. El costo de vidas perdidas seria enorme. Mientras el puente bajaba, Alberto observaba como el cuerpo de su hijo se hundía en las frías aguas del río Passaic mientras su mirada se clavaba en la de su padre implorando socorro. A la vez, el tren cruzaba y sus pasajeros disfrutaban del viaje, indiferentes a la tragedia que se cernía bajo los rieles. Apenas el tren cruzó, Alberto descendió lo más rápido que pudo. Una vez en la orilla, llorando abrazó el frío cuerpo de su propio hijo yacía inerte en sus brazos. En el funeral, todos los pasajeros asistieron para acompañar a Alberto en su dolor y agradecerles por haberles salvado la vida. Hace más de dos mil años, otro padre apartó la vista de su hijo agonizante, por salvar a miles y millones de personas de todo el mundo. Todavía resuenan las palabras de Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿ por qué me has desamparado?” un antiguo himno responde esa pregunta: “para amarme a mí”. Sólo aquellos que tributamos agradecimiento y honra a Aquel que permitió que su hijo muriera y resucitara para salvarnos, tenemos esperanza de vida. Alberto Decker no lanzó a su hijo al río, pero Dios si lo hizo con el suyo porque te amaba y sabía que era la única forma de salvarte.
Hoy muchos disfrutan, indiferentes, su viaje en el tren de la vida”. Ignorando que alguien pagó el precio de la muerte.
lunes, 20 de enero de 2014
jueves, 9 de enero de 2014
Molido, Prensado.
Molido, Prensado.
El relato de los evangelios nos presenta a Jesús en las
instancias finales de su ministerio, en un cuadro con sabor a debilidad, Solo,
en crisis y angustiado, se arrodilla en el suelo húmedo de un huerto solitario y ruega a sus amigos
que lo conforten en oración. Suda gotas de sangre; el alma se le arruga como un
pañuelo; el pecho se comprime y con un nudo en la garganta exclama: “Padre, si
es posible, pasa de mí esta copa amarga.” La palabra “Getsemaní” significa prensa
de aceite, y en aquel huerto de olivares había muchas, formada con grandes y
firmes palos en un extremo y en el otro, pesas. A mayor peso, mayor presión;
allí se disponían bandejas con aceitunas y comenzaba la prensada. Es en este contexto que el
evangelista Lucas en el capítulo 22:44 relata, “Y estando en agonía, oraba más
intensamente.” Nadie le ayudó. Nos asombra verle en sus inicios y hallarle
igual, solo indefenso, necesitando ser asistido por sus padres José y María,
con un establo como único paisaje y animales como simples espectadores del
milagro de amor más grande de la historia. Creo que tanto al nacer como al
despedirse nos trasmitió la misma lección: “No dudes en buscar socorro cuando
te encuentres en necesidad, aunque para eso debas mostrarte vulnerable ¿Cuál es
problema? ¿ y que si te notan triste, débil y necesitado? ¿Qué es lo vergonzoso?
Te van a llevar al huerto, te lo
aseguro, como lo hiciera aquel jueves por la noche con sus discípulos. Ese
lugar de soledad, incomprensión y desamparo que Él pisó antes que tú. Cuando te
encuentres en tu huerto, en tu prensa, llegarás a exclamar lo que Él: “que
pases de mí esta copa, pero que no se haga mí voluntad, si no la tuya.” Lo que
debe ser prensado en tu voluntad, tal vez tus planes, tu “imagen”, tus sueños. Aceptación
y entrega incondicional a su designio, será el aceite más puro que encenderá la
lámpara de la verdadera adoración a Dios, que el padre está buscando. Si no,
seguirá siendo pura religión de apariencias.
Aun en su despedida nos dejó una lección.
Él se mostró frágil y no tuvo vergüenza de hacerlo
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miércoles, 8 de enero de 2014
Cada Cosa en su lugar.
Cada Cosa en su lugar.
Usualmente tropezamos con aquellas cosas que están fuera de
su lugar “¿quién dejó esta mochila en medio del corredor?”, grita la abuela
desde el piso, mientras la mamá corre a socorrerla a la vez que mira con
reproche a su hijo que , descuidadamente “arrojó” su mochila al piso al llegar
de la escuela. Escena cotidiana, ¿Verdad? La misma escena que se repite en el salón
de nuestra alma cuando lo que debe estar en su lugar no lo está. Me estoy
refiriendo al lugar que Cristo anhela tener en nuestras vidas. Uno de los
títulos compartidos del Señor es “La Roca”, una piedra angular es la principal de una construcción. La que
marca el perfil o ángulo del resto del edificio. Y cuando esta piedra no está
en su “ángulo” apropiado, cuando está en otro lugar inferior se transforma automáticamente
en una piedra de tropiezo que hará caer a cualquiera, tal como la abuela que
tropezó con algo fuera de su lugar o Pedro, el discípulo del Señor. La escena
se relata en el evangelio de Mateo capítulo 26. Allí, el mismo Señor le
advirtió a Pedro que se escandalizaría de Él esa noche, refiriéndose a su negación
cobarde. La palabra “escandalizarse” proviene del vocablo griego: “skándalon”,
que significa: tropezar. En Lucas 7:23 Jesús le dijo a los mensajeros de Juan
Bautista: “Bienaventurado el que no halle tropiezo en mí.” Pedro dudo en
aceptar un discipulado asociado al sufrimiento y al sacrificio; Juan el
Bautista vio tambalear su fe desde la prisión y envió a preguntar por la comisión del Mesías; tú y yo
cuando sacamos a Cristo del primer lugar en nuestras vidas porque preferimos un
cristianismo sin cruz, tropezamos con el mismo en Quien deberíamos fundar
nuestra fe. Esa fe muchas veces dolorosa, incongruente y sangrante, pero
victoriosa al fon y preciosa. Si su cruz con frecuencia te ofende, si tus pies están
lastimados de tanto tropezar, el problema solamente es tuyo. Pon a Cristo en su
lugar y deja ya de tropezar con su Cruz.
Cuando no le doy a Dios el lugar que Él se merece sufro a diario las dolorosas
consecuencias.
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martes, 7 de enero de 2014
Avanza igual.
Avanza igual.
La nueva y joven generación hebrea estaba frente al río Jordán
a punto de alcanzar el sueño dorado que sus padres no fueron capaz de lograr. La
generación anterior pereció en el desierto como consecuencia de su cobardía e
incredulidad. Bajo el mando de Josué, único sobreviviente de aquella fatídica
tragedia y junto a Caleb, este grupo de muchachos cargaba una pesada mochila de
desgracias y modelos disfuncionales. Huérfanos e inexpertos, nacidos en el
anonimato del desierto, pero influenciados por Josué y animados por las
palabras de su Dios. Del otro lado del río estaba la tierra prometida. Había
gigantes que derrotar y ciudades que conquistar, pero también abundantes frutos
y una tierra en la que fluía leche y miel. Tres fueron las decisiones que
tuvieron que tomar. Primero, la de avanzar. Aunque las aguas del caudaloso rio estaba todavía corriendo,
Jehová les dijo que en el mismo instante que sus pies se mojaran, se abriría un camino
seco. Pero ellos deberían dar el primer paso, el de avanzar. Es un paso de fe. Es
el estilo de caminar de los justos. La segunda decisión fue la de abandonar. Parecía
una locura, después de cruzar el río, listos para la guerra, rodeados de
ejércitos con sed de combate, la palabra de Dios dice: “circuncidados”.
¿Queeeeeé? Con un pos operatorio de 40
días y soldados sin experiencia era, estratégicamente hablando, una total
locura. Pero Dios dijo y había que obedecer. De lo contrario, caerían en el
mismo pecado de sus padres. Bueno, la victoria fue de Jehová. La tercera y última
decisión fue la de alimentarse. Sí, cuando se animaron a comer del fruto de la
tierra, esé mismo día cesó el maná que les había mantenido por cuarenta años. Pero
siempre, el primer paso era de ellos. Tú vida y la mía están en constantes
desafíos y conquistas nuevas. De nuevas fronteras, decisiones de fe. Dios te
animará de diferentes maneras. No te paralices.
Quien decide obrar puede equivocarse pero quien no hace nada
ya está equivocado
sábado, 4 de enero de 2014
Algo de Reflexión.
Algo de Reflexión.
Hay muchos dichos sabios que nos ayudan a reflexionar,
veamos algunos que son populares:
© El sabio puede pararse en un hormiguero, pero
sólo el necio se queda sentado en él.
©
Puedes saber si un hombre es sabio por las preguntas
que hace.
©
Los sabios son los que buscan la sabiduría. Los necios
los que piensan que ya la encontraron.
©
El que tiene lo que no merece difícilmente da
gracias por ello.
©
Si tienen mucho pero crees que es poco, no
deberías tener nada.
©
Devolver mal por bien es diabólico; devolver
bien por bien es humano; devolver bien por mal es divino.
©
Si quieres ser sabio aprende a interrogar
razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar
cuando no tengas nada que decir.
©
No hay que confundir el conocimiento con
sabiduría. El primero nos ayuda a ganarnos la vida, el segundo a vivir.
©
El sabio no se sienta a lamentarse, si no que se
pone alegremente a la tarea de reparar el daño hecho.
©
La riqueza es como el agua salada, cuanto más se bebe más sed produce.
©
¿qué es la avaricia? Un continuo vivir en la
pobreza por temor a ser pobre.
©
El camino a la riqueza depende fundamentalmente
de dos palabras trabajo y ahorro.
©
Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos
el nuestro.
©
Si hacemos el bien por interés seremos astutos,
pero nunca buenos.
©
Cuando todos los días parecen iguales es porque
el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez
que el sol surca el cielo.
©
Bueno es dar cuando nos pidan, pero mejor es dar
sin que nos pidan, como buenos entendedores.
©
Una palabra dura pone fin a una amistad.
©
Un pequeño dolor puede ser amplificado en
nuestra mente al punto de convertirse en una enfermedad incurable.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová
viernes, 3 de enero de 2014
Hoy lo entiendo
Hoy lo entiendo
En el banco de mi memoria reposan recuerdos de mi infancia y
del hogar, muy especiales. Algunos cotidianos, casi insignificantes para muchos,
pero valiosos para mí. Son recuerdos que toman un brillo especial al
comprenderlos desde la óptica del adulto, algunas décadas después. Siempre, me
intrigó, por ejemplo, porqué mi mamá soplaba la leche hervida en el jarro antes
de llenar mi taza. Me preguntaba si lograría enfriar toda esa cantidad de leche
caliente solo con soplar… Hoy lo entiendo. No pretendía enfriarla si no impedir
que la nata formada en la superficie cayera a mí taza. Cierto día mi padre me
reprochó el dejar salpicada la pileta del baño cada vez que me lavaba las manos.
¿puede ser esto tan importante como para enojarse así?... Hoy
lo entiendo. Cada vez que mi esposa deja la casa impecable, trato de que dure
por lo menos ese día, persigo a mis hijas para que colaboren con el aseo. Me contaron de una
esposa que cortaba los extremos del pescado antes de sumergirlo al sartén. Intrigado
su esposo le preguntó el motivo: “ No sé. Siempre vi a mi madre hacerlo de esa
manera. Preguntémoselo a ella.” Al hacerlo se sorprendieron de la respuesta:
“Hijita, es que éramos tan pobres que no teníamos más que una pequeña sartén. Debía
cortarle los extremos si quería que cupiera en el recipiente. Pero tú, con ese sartén
tan grande que tu esposo te compró no necesitas hacerlo”… La vida nos enseña
con el paso del tiempo cosas que en algún momento no comprendíamos. Son lecciones
que deben ser aprendidas a medida que atravesamos pruebas. Lección reprobada, lección
que hay que repetir. Creo que una de las tragedias de la vida, es atravesar
prueba sin “cosechar” las lecciones que nos quieren enseñar. Es Dios el que está
detrás de esas pruebas; son lecciones que necesitamos aprender y que Dios nos
quiere enseñar. Ver las cosas incomprensibles desde otra óptica cambia la vida.
Hoy lo entiendes, tal vez ayer no. Hoy no entiendes, tal vez mañana sí,
Descansa, confía, observa, considera.
La escuela aún no termina, y aquí no hay
graduados.
La graduación de la escuela de la vida será allá, en el
cielo.
jueves, 2 de enero de 2014
Advierte el peligro.
Advierte el peligro.
Cierto conductor, en una noche lluviosa de Ohio, aceleraba
su auto en la ruta. De repente, parado en la vía surgió en medio de la nada, un
hombre que agitaba sus manos como queriendo que el auto se detuviera. Ante la
sospecha que se tratara de una emboscada para un asalto, el conductor aceleró
su vehículo. Pero el sospechoso bajo la lluvia no retrocedía ni un tramo y movía
más enérgicamente sus manos para que se detuviera. El conductor continuo la
marcha y faltando escasos metros para el impacto, se paró literalmente sobre
los frenos y vario de resbalar varios metros se detuvo, justo antes de golpear
al hombre. Se bajó enfurecido del vehículo y le increpó:
“¡usted está demente! ¿Qué es lo que está haciendo?. ¡por
poco lo atropello y lo dejo tirado en la ruta sin vida!” la respuesta fue más
desconcertante todavía:
“Mi señor , es que el puente que está en la próxima curva
acaba de desplomarse por la lluvia. Quienes iban delante de mí, cayeron. Yo me
detuve a tiempo y estoy advirtiendo a
los que vienen detrás.” Esa advertencia salvó la vida de este conductor y de otros
tantos. ¿Sabes? La vida nos presenta “Curvas Peligrosas”, caminos engañosos que
parecen derechos pero tienen un final
trágico. Muchos han caído y siguen cayendo al vacío por no seguir las señales;
por desatender concejos y advertencias. De alguna manera, la labor del pueblo
de Dios redimido es justamente esa, advertir a cuantos puedan del peligro que
depara el camino ancho y espacioso que propone este mundo pero que conduce a la
perdición. Si estas advertido y rechazas las señales que amigos cristianos te hacen, debes saber que tu final no será
otro que el de los conductores que iban adelante del hombre bajo la lluvia: La
muerte. Si fuiste advertido, detuviste a tiempo tu marcha y hoy transitas por
un camino nuevo y verdadero, libre de riesgos. No te olvides de los que vienen detrás
de ti, amigos, familiares y vecinos y adviérteles. La próxima vez, cuando
alguien te llame a la reflexión sobre el destino eterno de tu alma, como hoy a
través de estas palabras, no pienses que es una locura. Hemos sido rescatados y
eso es lo que podemos hacer por ti.
El que habiendo sido rescatado de la muerte, cierra su
corazón al que está en el mismo peligro, es un homicida.
miércoles, 1 de enero de 2014
Aceptando a los demás
Will roger dijo: " el problema con el mundo es la
gente". Naturalmente nos es difícil convivir con nuestro prójimo.
Es una patología que afecta a todas las culturas, naciones y
épocas. Si tan solo nos esforzáramos en concentrarnos más en lo que pueden
llegar a ser los demás que en lo que son ahora, se no haría más fácil
aceptarlos. Todos tenemos faltas y debilidades. No podemos esperar la perfección en los demás así como nosotros no
podemos producirla. Es interesante ver la manera en que Jesús acepto a sus
seguidores, no los desestimo cuando fallaban, más bien construyo sobre ellos.
Cuando conoció a pedro, por ejemplo, él era una roca (justamente eso
significaba ese nombre), pero le vemos glorificado en apocalipsis siendo una
gran piedra preciosa como el cimiento de la nueva Jerusalén (Apocalipsis
21:14-20). Creo que Jesús, con sus ojos de amor, no se concentró en lo que era
si no en lo que podía llegar a ser. Podemos aceptar a las personas sin aprobar
necesariamente sus acciones. Nos cuesta aprender a distinguir entre lo que es
aprobar el comportamiento y a probar a la persona. Son dos cosas diferentes.
Cuando alguien tiene un mal comportamiento puede estar influenciado por la
crianza, su trasfondo, quizás un mal día o un mal entendido. No debemos juzgar
apresuradamente a las personas. Es mejor equivocarse por excesiva gracia que
por demasiada ley. Se necesita un nivel de amor especial en las relaciones
interpersonales. En todo ámbito de convivencia se debe aprender a “negociar”
con empatía. Debe existir una posición para discutir con altura y ser sensible
al consenso del grupo. Si siempre quieres salirte con la tuya te sugiero que
nunca te involucres en un proyecto grupal porque acabaras con la gente y luego
Dios te acabará a tí: “si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá
a él, porque el templo de Dios es santo, y es eso lo que vosotros sois.” (1a
Corintios 3:17). No te das una idea de la riqueza de carácter que
encontrarás en este tipo de actitudes. Porque para que un hierro se afile
necesita, aunque no le guste, desgarrarse en el roce con otro hierro. Lo mismo
sucede entre las personas. (Proverbios 27:17)
Que la meta para este
nuevo año sea aprender a amar a las personas, aunque no necesariamente
aceptemos sus acciones.
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