Hablar de la sinceridad, no resulta fácil. A pesar de tratarse de un valor altamente positivo que está relacionado con la verdad, la autenticidad y con el mostrarse tal y como uno es, en el momento de transmitir, de comunicar esta verdad es necesario que haya unas condiciones mínimas sin las cuales la comunicación puede transformarse fácilmente en un conflicto.

Es decir, cuando uno hace algo bien hecho, resulta fácil y agradable decirle que eso está bien, pero cuando ocurre al revés, cuando uno no hace lo que debería hacer, decirle que aquello no está bien, ya es más complicado, porque no todos están dispuestos a recibir una corrección.

A veces quien la recibe no es muy consciente de su error, y puede parecerle que la corrección es injusta. Por eso la sinceridad sólo puede producirse en un ámbito de confianza plena y de respeto mutuo.

En una sociedad en la que no hay una cultura de la sinceridad, donde todo es apariencia, sus miembros nunca se sienten del todo seguros para dar un paso adelante y modificar actitudes y comportamientos. En el fondo, posiblemente hay cierta confusión, porque ser sincero no significa ser complaciente, sino ser transparente y presentarse tal y como uno es.

Cuando uno ha sido víctima de un engaño, especialmente si proviene de alguien en quien se confiaba, resulta una experiencia tan desagradable, que nos hace aún más desconfiados. Ésta es la gravedad del engaño, que genera desconfianza.

La cosa se complica aún más cuando el engaño perjudica a una tercera persona. ¿Qué hacemos? ¿Hay que advertir a la persona que está siendo engañada? Cuando se trata de un engaño material es necesario ser diligentes y esclarecer los hechos. Pero cuando se trata de un engaño relacionado con afectos y/o sentimientos, aquí es indispensable la prudencia, porque ser fiel a la verdad, no nos disculpa de ser fieles también a la compasión, a no hacer daño.

Por todo ello, este valor de la sinceridad debe acompañarse de otro valor, el de la delicadeza y el respeto por el otro. Aquí sí podríamos decir que no todo vale en honor a la verdad, porque la sinceridad sólo puede ser plena, cuando la confianza es plena.


 

Acerca del autor

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Licenciado en Ciencias Químicas, Master en Astronomía, casado con Blanca, dos hijos, cuatro nietos, colaborador habitual de Ràdio Estel, de Ciutat Nova y de CAT-Diàleg. Asesor ocasional de la Eurocámara en temas de medio ambiente.

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