J. Eduardo Ponce Vivanco

Lescano ofende la memoria de Belaunde Terry

Con sus propuestas populistas y demagógicas

Lescano ofende la memoria de Belaunde Terry
J. Eduardo Ponce Vivanco
25 de febrero del 2021


Antes de terminar su primer año de gobierno el Presidente Belaunde promulgó la Ley General de Minería (Decreto Legislativo 109) evidenciando lo prioritaria que era para él la inversión en esa industria vital para que el Perú se desarrolle sobre bases normativas modernas y estables, renovando el régimen de concesiones. Para inspirar confianza en la inversión extranjera designó al Vice Presidente Fernando Schwalb como Embajador en Washington y al financista Manuel Ulloa como Primer Ministro y Ministro de Economía al mando de un destacado equipo de tecnócratas y especialistas.  Fueron gestos coherentes con su pensamiento político y una campaña electoral en la que jamás habría cometido la imprudencia de ofrecer medidas incongruentes con sus ideas ni con el régimen de concesiones mineras que pensaba incluir en su futura legislación. 

No habría incurrido, sin duda, en ligerezas tan irresponsables como las del candidato Yonhy Lescano, al anunciar que su (eventual) gobierno fijaría el precio que los importadores deberían pagarnos por los metales que exportamos y que acabaría con el mecanismo de concesiones.  El candidato olvidó que este régimen preserva la norma constitucional que establece la propiedad del Estado sobre los recursos naturales, siendo al mismo tiempo una institución jurídica que facilita la inversión privada para poner en valor los yacimientos mineros que se otorgan en concesiones reguladas por ley. Ningún político informado y serio sería capaz de afirmar que tales concesiones son la razón de “los precios ridículos” que, según él, se pagan por nuestros metales. Por haber trascendido al exterior (Reuters, Mining.com. y otros medios) son declaraciones que ya afectaron las expectativas de inversión y la confianza internacional que Perú necesita.

Es chocante que un singular correligionario de Acción Popular quiebre su tradición partidaria y amenace con quebrar al Perú, arruinando su economía, su recaudación tributaria, y los empleos directos e indirectos que generan las inversiones mineras. Con una peligrosa mezcla de incultura y demagogia, Lescano  ignora –o prefiere ignorar– que los precios de las materias primas resultan del equilibrio global  entre la oferta y la demanda, y que la productividad de una industria minera es la que determina su competitividad frente a otros exportadores. También ignora que las economías de países mineros tan desarrollados como Noruega, Canadá y Australia se basan en la explotación privada de sus recursos naturales, en la eficiencia de sus potentes cadenas de valor y en su destreza para competir en un mercado internacional de commodities, cuyo funcionamiento conocen en profundidad. 

Colocándose en la esquina opuesta, Lescano cree infantilmente que su voluntad puede cambiar el funcionamiento de un mercado internacional con dos siglos de existencia y en el que se compite con sofisticada habilidad. Emulando al chavismo y a Cuba, quiere “desglobalizar” al Perú aplicando un recetario que incluye la revisión unilateral y posible renegociación de los tratados de libre comercio (que potencian nuestras exportaciones y tienen rango constitucional); también anuncia un “catastro” de los yacimientos mineros que se pueden explotar y cuáles no; la supresión del régimen de concesiones mineras; la prohibición definitiva de Tía María; la inversión en la Refinería de Talara; la aerolínea de bandera; el Estado inversionista; una mayor regulación; regímenes laborales que aumentarían la informalidad; y, por cierto, una nueva Constitución. 

Es una mezcla explosiva que rivaliza con la de Verónika Mendoza. Una argamasa de demagogia populista y nacionalismo revolucionario que parece nacer de las ideas socialistas de Velasco Alvarado,  el General que derrocó y deportó a Belaunde Terry en 1968 para instaurar una dictadura socialista que destrozó al Perú. Debe recordarse que uno de los admirados inspiradores del Comandante Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI fue el dictador Velasco Alvarado y su Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, de los que decía ser ferviente admirador.

Los descolocados dirigentes históricos de Acción Popular, el partido fundado con el ideario de su primer líder, el dos veces presidente Belaunde Terry, no pueden ser tolerantes con quien deshonra su memoria y justifica la imagen peyorativa de “federación de independientes” que tantos le endilgaron en sus sesenta y tantos años de travesía por la política peruana. 

El señor Lescano sería consecuente y respetuoso de la mejor tradición de ese partido si creara un  movimiento o partido independiente, que responda a sus propias ideas y a su desviado programa de gobierno. 

J. Eduardo Ponce Vivanco
25 de febrero del 2021

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