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De las cuevas de Altamira hasta Zimbabue: una exposición en París reivindica la universalidad del arte rupestre

El Museo del Hombre resalta la diversidad y la riqueza del arte prehistórico presente no solo en cuevas europeas, sino en todos los rincones del planeta

Pintura rupestre Brandberg
Pintura rupestre en Brandberg (Namibia) de figuras antropomorfas y antílopes.Jean-Loic Le Quellec (MUSEO DEL HOMBRE DE PARÍS)

Hace decenas de miles de años, el Homo sapiens fue dejando sus huellas en paredes y objetos de todo el mundo. A medida que emprendía su larga migración, los adornaba con dibujos y pinturas de animales, símbolos y algunas veces se representaba incluso a sí mismo. Desde las cuevas de Altamira en Cantabria hasta los murales de la serranía de La Lindosa en Colombia, pasando por el macizo de Matobo en Zimbabue, el arte rupestre nos permite adentrarnos —aunque de manera muy limitada— en los mundos simbólicos del hombre moderno. Una exposición en el Museo del Hombre de París resalta su riqueza y diversidad.

“En todos los lugares donde hubo Sapiens hubo imágenes”, señala Patrick Paillet, experto en arte prehistórico y uno de los comisarios de la muestra. Las obras, descubiertas en todos los continentes y en paisajes de los más variados, son el testigo de la memoria más antigua de la humanidad. El Homo sapiens “marcó esos lugares con su personalidad, su cultura, sus símbolos”, apunta el también profesor del Museo Nacional de Historia Natural de Francia.

Cartel de la exposición 'Arte y prehistoria', del Museo del Hombre de París.
Cartel de la exposición 'Arte y prehistoria', del Museo del Hombre de París.Museo del Hombre

En el sur de China, por ejemplo, representaciones humanas adornan paredes de más de 10 metros de altura. Los dibujos, de cientos de siglos atrás, se realizaron sobre las laderas de unos acantilados que dominan un valle con un río. En ese sitio, llamado Zuojiang Huashan, se pueden observar bocetos de barcos, armas, tambores, animales y formas geométricas. Todo está pintado de rojo.

A miles de kilómetros de ahí se tallaron también hace 25.000 años decenas de animales en las superficies de unas rocas. El valle de Côa, en el norte de Portugal, alberga grabados de caballos, bueyes, cabras y ciervos. Una verdadera galería de arte prehistórico que demostró que este tipo de arte no solo se hacía en espacios cerrados como las cuevas como se creyó durante un tiempo.

Representaciones humanas en Zuojiang Huashan (China).
Representaciones humanas en Zuojiang Huashan (China). Jean-Loïc Le Quellec (MUSEO DEL HOMBRE DE PARÍS)

Hay otros cientos de ejemplos en todo el planeta: los petroglifos de Tamgaly en Kazajistán, los camellos y las figuras humanas del parque nacional de Tassili N’Ajjer en el sur desértico de Argelia, las representaciones de caza en la región de los montes Matobo de Zimbabue o los enormes paneles de piedra de la serranía de La Lindosa en Colombia. Aún quedan muchos por descubrir e incluso en sitios en los que ya se está trabajando se encuentran elementos nuevos. En 2021 por ejemplo, los investigadores revelaron la obra de arte figurativo más antigua descubierta hasta ahora: un jabalí pintado hace 45.500 años con pigmentos minerales rojos en una cueva de la isla de Célebes en Indonesia.

Elementos comunes

Tras más de un siglo de descubrimientos, las bases de datos de los expertos en arte paleolítico se llenaron de miles de representaciones de la naturaleza, de símbolos y trazos. Las muestras revelan que no solo se produjo un mismo fenómeno en todo el planeta, sino que, además, los dibujos presentaban ciertas similitudes a miles de años de intervalo.

“Hay una gran diversidad, una gran riqueza [en los dibujos], pero que se basa en referencias muy compartidas”, explica Éric Robert, investigador de arte prehistórico para el Museo Nacional de Historia Natural y que también comisionó la exposición. Los Sapiens solían representar sobre todo a animales, símbolos geométricos y, en menor medida, figuras humanas, muchas veces siluetas.

Rara vez se han encontrado representaciones más detalladas de un rostro. La exposición en París abre de hecho con uno de ellos: un perfil grabado hace 17.000 años en una plaqueta de piedra descubierta en los años treinta en la cueva de La Marche en Francia.

Perfil grabado en una plaqueta de piedra hallada en la cueva de La Marche en Francia.
Perfil grabado en una plaqueta de piedra hallada en la cueva de La Marche en Francia.J. C. Domenech (MUSEO DEL HOMBRE DE PARÍS)

Al analizar estas figuras, los científicos percibieron la diversidad de estilos y técnicas usadas. Pero como insiste Paillet, descubrieron sobre todo indicios de la relación de los Sapiens con la naturaleza. “Sabemos que estaban profundamente arraigados, que dependían y pertenecían a la naturaleza que los rodeaba”, señala. “La naturaleza proporciona infinidad de cosas, materiales, pero también pensamientos. Y la iconografía prehistórica nos muestra todo aquello”, explica. Sin embargo, la relación con el entorno difiere según el lugar y los años, insiste.

Enigmas

El significado concreto de las obras sigue siendo un misterio. “Estamos frente a humanidades que desaparecieron por completo, no hay rastros escritos o testimonios”, resalta Eric Robert. De hecho, es probable que nunca sepamos lo que estas civilizaciones de la prehistoria quisieron decir con ellas.

Un ejemplo paradigmático es la omnipresencia de manos tanto negativas [siluetas con un halo] como positivas [impresión directa] en el arte rupestre. Un motivo universal y también atemporal que ha sido encontrado en ubicaciones tan alejadas como la cueva de Altamira en España, la Tierra de Arnhem en Australia o en el sur de Argentina, en un lugar que justamente se llama la Cueva de las Manos.

Pastores y ganado pintados en el techo de una cueva en Gilf Kebir (Egipto).
Pastores y ganado pintados en el techo de una cueva en Gilf Kebir (Egipto).Jean-Loic Le Quellec

¿Hacen referencia a una presencia? ¿A una ausencia? ¿Se trata de una firma? “El sentido se nos escapa, aunque las imágenes nos hablan”, indica Paillet. Las motivaciones de los autores también siguen siendo materia de debates hasta hoy en día.

En el documental Sapiens, o el nacimiento del arte, la especialista en arte prehistórico Carole Fritz indica que estas primeras imágenes producidas por la humanidad están relacionadas con una necesidad. Se trata de una sociedad “que se va a complejizar y que necesita una organización que pide que se inscriban cosas (...) sobre paredes y objetos”.

Los Sapiens conciben seres fantásticos, motivos geométricos y símbolos para comunicar las “ideas y los conceptos que van a surgir en su cerebro”, abunda Paillet. Son formas de ver y percibir el mundo, de proyectarse en él.

Detrás de cada imagen podrían existir sistemas de pensamientos, principios de mitos y cosmogonías. Elementos que siguen fascinando a los arqueólogos y que son parte de un imaginario inagotable. El arte rupestre, por eso, constituye una referencia universal para la humanidad entera, concluye el parisino Museo del Hombre.

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