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COLUMNA
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‘Imprescindibles’: bravo por Nino Bravo

El programa de La 2 reúne material inédito y los recuerdos del entorno del cantante. Su muerte, hace 50 años, fue una conmoción en una España que necesitaba canciones como ‘Libre’

Ricardo de Querol

Era La Voz, nuestro Sinatra, o quizás él prefería compararse con Tom Jones. Otros grandes cantantes de ese tiempo, últimos sesenta y primeros setenta, cultivaron su forma de entonar; Nino Bravo llevaba en la garganta un prodigio de la naturaleza. Tenía 28 años cuando murió en un accidente de tráfico en Cuenca. Era 1973. Fue una conmoción en aquella España que estrenaba la tele en color, necesitaba canciones como Libre y en la que miles de niñas se llamarían Noelia.

Nino Bravo: vivir, el último capítulo de Imprescindibles, emitido en La 2 y disponible en RTVE Play, se dedicó a Luis Manuel Ferri, como se llamaba en realidad el cantante valenciano, al cumplirse medio siglo de su desaparición. Se desvela material inédito, de RTVE y del archivo familiar, incluida su única grabación en directo con el grupo (entonces se decía conjunto) Superson. En sus inicios, cuando versionaba Only You, uno de sus músicos le dijo: “¡Qué buen falsete tienes!”. Él respondió: “No es falsete”.

Se hizo un nombre en Valencia, pero le costó entrar en Madrid: en uno de sus primeros intentos fue abucheado por problemas de sonido. Pero su carácter y su vozarrón derribaron todos los obstáculos y se pusieron a su servicio los mejores compositores: Augusto Algueró, José Luis Armenteros o Pablo Herrero. Le escribían canciones con muy mala leche para desafiar su descomunal rango vocal, pero él siempre llegaba a donde no llegaba casi nadie. Intentó dos veces ir a Eurovisión, en los programas tipo OT de la época, pero fueron elegidos Julio Iglesias y Karina. Daba igual. Su fama cruzó el charco, fue a cantar a América Latina, participó en el festival de Montreux.

Acababa de grabar América, América, y estaba escribiendo una canción llamada Vivir, su primer tema original, cuando llegó la tragedia. El reportaje reúne los recuerdos de colaboradores, colegas, periodistas y amigos. Y a sus dos hijas, Amparo y Eva, una nacida poco antes de su muerte, la otra poco después. Lo vemos con la primera, un bebé, en brazos. Dice que no va a improvisar una nana: tendría que ser la mejor. La segunda tuvo ocasión, ya adulta, de cantar un dueto sobre una de sus grabaciones. Son extraños los sentimientos de estas mujeres: no tuvieron un padre que puedan recordar, pero siempre tuvieron presente su mito.

Solo tres años después de morir Nino Bravo, en 1976, esa España que empezaba a verse en color perdió, en otro maldito automóvil, a Cecilia. Otra voz icónica truncada, otro talento que no pasó de joven. Tenía 27 años. Ella queda para otro Imprescindibles.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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