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Tiempo Ordinario

La verdadera familia de Jesús
Tiempo Ordinario. Si Cristo dice que quien cumple la voluntad de Dios es su hermano, su hermana y su madre, ¡Yo quiero ser hermano de Jesús!


Por: Carlos Llaca | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo llegaron la madre de Jesús y sus hermanos, y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada a su alrededor le dijo: ¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan. El les responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Oración introductoria
Señor, vengo ante Ti en este momento de oración buscando tener un momento a solas contigo, en silencio. Te consagro todos mis pensamientos, palabras y obras. Concédeme vivir con la ilusión de cumplir hoy, en todo, tu voluntad.

Petición
Padre mío, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad para que renueve minuto a minuto mi opción por Ti.

Meditación del Papa Francisco

Nuestra mayor alegría es ser pastores, y nada más que pastores, con un corazón indiviso y una entrega personal irreversible. Es preciso custodiar esta alegría sin dejar que nos la roben. El maligno ruge como un león tratando de devorarla, arruinando todo lo que estamos llamados a ser, no por nosotros mismos, sino por el don y al servicio del “Pastor y guardián de nuestras almas”.

La esencia de nuestra identidad se ha de buscar en la oración asidua, en la predicación y el apacentar.

No una oración cualquiera, sino la unión familiar con Cristo, donde poder encontrar cotidianamente su mirada y escuchar la pregunta que nos dirige a todos: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y poderle responder serenamente: “Señor, aquí está tu madre, aquí están tus hermanos. Te los encomiendo, son aquellos que tú me has confiado”. La vida del pastor se alimenta de esa intimidad con Cristo.  (Homilía de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2015).

Reflexión
Ahí tenemos a Cristo que está predicando a sus "ovejuelas". Pero he aquí que de pronto alguien viene con la noticia de que su Madre y su parentela quieren verlo. ¿Por qué Cristo no se ha levantado presuroso a recibir a la que más amó en la tierra, su mamá? ¿Por qué en cambio ha respondido de una manera casi indiferente? Pero nada de eso estaba en el Corazón del mejor de los hijos. Si su Madre lo buscaba iría a recibirlo. Y si respondió así la ensalzó sobre todos y como que nos remontó a aquel suceso de años, cuando a la niña María la presentaron en el Templo. "¿Quién es mi Madre y mis hermanos?... Quien cumpla la voluntad de Dios" enseñaba el Maestro.

¿Y quién cumplió mejor en esta tierra esa Voluntad de Dios sino María? Su Madre, Ella, la Siempre Fiel. Por eso la puso de modelo. Todo aquel que llegue a cumplir los deseos de su Padre podrá asemejarse a aquella Dulce Madre, Fidelísima a quien se le confiaron tesoros tan grandes. Y así como una vez fue presentada en el Templo para consagrarla totalmente al Señor ahora Ella, de labios de su Hijo, fue confirmada en su ofrenda total ante el Padre celestial, porque sólo Ella ha logrado vivir consagrada plenamente a los deseos del Señor.

Benditos aquellos que son llamados Hijos de Dios. Pero lo mejor de todo es que cada uno de nosotros, católicos bautizados, también somos hijos predilectos de Dios. Basta con cumplir su voluntad en todo momento.

¿Y cómo saber cuál es la voluntad de Dios? Es muy fácil, a todos nosotros se nos pide ir a Misa todos los domingos y fiestas de guardar. Se nos pide perdonar las ofensas que recibimos, confesarnos y comulgar, hacer bien nuestro deber, evitar los vicios.

Ahora, siempre hay que tomar las palabras de Jesús como verdaderas, de otra forma, nuestra fe no valdría de nada. Y si Cristo dice que quien cumple la voluntad de Dios es su hermano, su hermana y su madre, ¡Yo quiero ser hermano de Jesús! Es cuestión de pensar un momento: ¡Tener a Dios como hermano!...

Propósito
Pedir luz y fuerza al Espíritu Santo para conocer y cumplir la voluntad de Dios en mi vida.

Diálogo con Cristo
Gracias, Jesús, por considerarme como tu hermano, como tu madre, pidiendo simplemente que te ame por encima de todo. Que ponga tu voluntad en primer lugar, porque ésta debe ser siempre mi norma suprema, por encima del ambiente, de las costumbres del mundo, de mis caprichos… Abrazar todo lo que me ayude a cumplir tu voluntad y rechazar lo que me estorbe para seguirla, ése es el camino de la santidad. Señor, dame la gracia de convencerme de que no hay vida más fecunda y hermosa que la que se gasta cumpliendo con tu voluntad santísima.







 









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