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DEDICATORIA

Quiero dedicar este libro a todas las personas que aún


están en la búsqueda de la perfecta voluntad de Dios para
sus vidas... A todos los que no están conformes con lo
que han alcanzado y están sedientos de más… Hay más...
hay mucho más si solo te ocupas de buscar sin cesar…
También a esas personas que se cansaron de los
sistemas religiosos y han abierto su corazón para
explorar la libertad de Dios en Cristo Jesús: ¡El velo se
rasgó! ¡Gloria a Dios porque nos lleva de las tinieblas a su
luz admirable!
CONTENIDO

Agradecimientos ...................................................... 5
Introducción ............................................................ 7
CAPÍTULO 1
Definición de apóstoles y adoración ............................. 9
CAPÍTULO 2
Nuestro verdadero llamado como reyes y sacerdotes ..... 17
CAPÍTULO 3
Siete pasos para una adoración efectiva ....................... 33
CAPÍTULO 4
La restauración de los cinco ministerios en la iglesia ....... 51
CAPÍTULO 5
El espíritu de Grecia, sistemas egipcio y babilónico ......... 59
CAPÍTULO 6
La manifestación de los tabernáculos .......................... 63
CAPÍTULO 7
El privilegio del llamado ............................................. 75
CAPÍTULO 8
De la unción a la gloria .............................................. 87
CAPÍTULO 9
El letargo litúrgico frente al amanecer de la adoración ...... 91
CAPÍTULO 10
Cómo fluir estableciendo el reino ............................... 101
CAPÍTULO 11
Niveles: Ministrando con entendimiento ...................... 119
CAPÍTULO 12
Discipulado: Procreando una nueva generación ............ 135
CAPÍTULO 13
El principio de las cosas eternas ................................ 139
AGRADECIMIENTOS

Agradezco primeramente a mi Dios, mi Rey, mi Señor y Salvador por


darme el privilegio de caminar con él por tanto tiempo, descubriendo
las riquezas de su reino tomados de la mano. Reconozco que este
esfuerzo de tantos años no hubiera sido posible sola, por eso doy
gracias a esas personas que me ayudan, inspiran, motivan y empujan
a dar lo mejor de mí para obtener lo mejor de Dios. A mi familia, por
siempre creer en la obra de Dios en mi vida aunque no entiendan
mucho de mis «locuras». A Madeline, por ser la persona que Dios usa
para instarme a no demorar el proceso. ¡Tu trabajo en Cristo nunca es
en vano! A Idania, gracias por ser mi partera, por las horas invertidas
leyendo, escribiendo, indagando y asistiendo para que este libro
fuera todo un éxito. Eres mi regalo. A Luís y Elizabet, por prestarme
este tesoro tantas horas para producir cosas grandes en el reino. A
los líderes y el equipo de oración del Tabernáculo y Casa Firme de
Brasil por sus horas de ayuno y oración para que este libro saliera a
la luz y Dios lo llevara hasta las vidas necesitadas. Sus esfuerzos han
sido apuntados en el libro de la vida y serán recompensados por el
Padre grandemente.
Por último, a todos los que han orado, ayunado, inspirado, motivado,
instruido mi vida, a mis pastores, mentores y lectores: Gracias, este
libro es producto de todo lo que han aportado a mi diario vivir... por
cada consejo, cada enseñanza, cada corrección, cada pregunta, cada
testimonio, cada experiencia...¡Gracias!

·5·
INTRODUCCIÓN

«Escoge: Ser un loco para el mundo o un loco para Dios».


—Pastora D.

Estamos viviendo una época en la que el Espíritu de Dios está


haciendo cosas que muchos en la historia deseaban ver y experimentar.
Como nunca antes se está despertando un hambre, una sed, una
pasión genuina por conocer más de Dios. Si últimamente sientes que
hay más por descubrir, que no estás conforme ni satisfecho con tu vida
espiritual, no es una coincidencia… es una «Dioscidencia». Dios, por
medio de su Espíritu, está provocando hambre y sed de él en ti. Dentro
de este mover está levantando un ejército de «hambrientos y sedientos»
que cada día buscan hasta que encuentran eso que tanto necesitan… la
misma esencia... no solo la presencia, sino más bien la esencia de Dios
en sus vidas.
Tenemos el gran privilegio de ser llamados a vivir y fluir en lo
sobrenatural. Durante los últimos cuarenta o cincuenta años Dios ha
venido restaurando los cinco ministerios, y dentro de ellos uno de los
más importantes, el ministerio apostólico.
En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo
lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen
milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos,
los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en
diversas lenguas (1 Corintios 12:28).
Me he dado cuenta de que muchos le temen a esa palabra por
miedo a sonar demasiado religiosos o simplemente porque no saben
la profundidad del ministerio apostólico y todo lo que implica. Otros,
a su vez, usan el termino de apóstol como un nuevo léxico, un nuevo
estilo. En los últimos tiempos muchos se autoproclaman apóstoles y
hacen sus propios congresos «apostólicos»; sin embargo, están muy
lejos de lo que en verdad es un apostolado o un fluir apostólico.
Al mismo tiempo, Dios está levantando al ejército de Judá, levitas
influenciados por la gracia de Dios, salmistas, verdaderos adoradores...
como les quieran llamar, los cuales están convencidos de su llamado y se
mueven en una dimensión sobrenatural rompiendo barreras culturales,
tradicionales y religiosas por medio de la música y las artes en general.
Y no solo eso, sino que ya Dios ha salido en búsqueda de esos
verdadero adoradores, el pueblo está despertando y dándose cuenta

·7·
de que la adoración no se trata de la música o los intérpretes, la
adoración es parte de la vida. Al fin el Padre está encontrando un
remanente de apasionados radicales a los que no les importan que los
escuchen gritar: «Te amo Dios», gente que no está mirando el reloj para
determinar cuántas alabanzas son suficientes, sino más bien están
despertando a la realidad de que esta es su vida: «Soy adorador... soy
un verdadero adorador... toda mi vida es una adoración al Padre».
Si bien hay una evidencia de que Dios se encuentra restaurando
el ministerio apostólico, como consecuencia está aumentando el fluir
apostólico en la adoración apostólica por medio de esos verdaderos
adoradores, vestidos con el manto apostólico, que al fin están
entendiendo lo que significa adorar «en espíritu y en verdad».
La adoración apostólica está transformando la historia
eclesiástica, y si no sabemos qué es ni cómo fluir en ella, se nos
pasará la nube y no seremos parte del gran mover de Dios para
estos días. Solo seguiremos de espectadores sin entender nada y
criticándolo todo.
En los próximos capítulos vamos a analizar el significado de lo que
en realidad es la adoración apostólica y explorar este mover de Dios en
nuestros días. Nota que no digo que es un nuevo movimiento, ya que
no hay nada nuevo bajo el sol. Este mover ha sido experimentado por
los siervos de Dios desde los comienzos y está siendo redescubierto
por el Espíritu en nosotros, por lo cual necesitamos entender hoy lo
que Dios está haciendo y a dónde nos lleva para poder fluir con toda
libertad, autoridad y denuedo.
Entremos pues a la tierra prometida donde en verdad fluye leche y
miel. Ya no necesitamos espías para ver qué hay allí, sino que tenemos
acceso libre para descubrir y poseer lo que es nuestro.
Le pido a Dios ahora mismo en el nombre que es sobre todo
nombre que toda venda religiosa que pueda estar cegando los ojos
de tu entendimiento se caiga en este mismo instante, y que por el
poder del Espíritu Santo de Dios tu vida sea llevada a una dimensión
más profunda y más alta en el Señor. Declaro que la mente de Cristo
que está en ti ahora mismo operará para romper todo precepto y
noción preconcebida que impiden que el «zoe» de Dios fluya como
manantial en tu interior. En el nombre de Jesús declaro que tu vida
como adorador nunca más será igual. Amén.
Espero que a través de este libro llegues a entender con profundidad
tu llamado y a poseer lo que Dios siempre ha deseado para tu vida.
Deuteronomio 10 dice que Jehová es la herencia de los levitas hasta
hoy. Mi deseo es que llegues a poseer tu herencia a plenitud y fluyas
en ella seas músico o no, estableciendo el reino de Dios en las mentes
y en los corazones de su pueblo.

·8·
· CAPÍTULO 1 ·

DEFINICIÓN DE
Apóstoles y adoración

«Soy porque creo y creo lo que soy».


—Pastora D.

Para entender hacia dónde vamos necesitamos conocer dónde


estamos, y para ello es esencial definir algunos términos como base
y fundamento que amplificarán el conocimiento y te llevarán a una
revelación aún mayor de la Palabra.

Adoración
Mucho se ha escrito acerca de la adoración: libros referentes a la
adoración congregacional, la adoración personal, la adoración en la
intimidad, etc. Sin embargo, al hacer una encuesta en la iglesia en
general, si preguntas qué significa la palabra adoración la mayoría de
las personas dirían: “La adoración es una canción suave que habla de
Dios”. Otros indicarán: “La adoración es ese momento en el servicio
cuando levantamos nuestras manos y cantamos al Señor”. ¿Ya se
van dando cuenta del punto que trato de establecer?
Veamos la definición real de esta palabra. Adoración significa
adorar, expresar reverencia y homenaje. Proviene del término griego
proskuneo [pros-koo-neh’-o], cuyo significado es besar la mano de
uno en reverencia (lamer la mano como un perro a su amo); una
forma intensificada de amar; tener en alta estima; sentir la pasión
del amante, devoción, o ternura hacia uno; (1) acariciar (2) tocar
amorosamente (3) tener intimidad con; gustar o desear activamente;
encontrar placer en.
El diccionario Webster la define como adorar u honrar igual que a una
deidad o a lo divino, tener en estima con admiración amorosa y devoción.
Según estas definiciones, podemos decir que un adorador es uno
que: Expresa homenaje y reverencia; expresa devoción y entrega

·9·
completa; muestra agradecimiento y lealtad (como un perro a su
amo) por medio de una pasión intensa. Es uno que desea tener
intimidad, tocar, acariciar, gustar activamente de aquel que ama.
Si hablamos en términos seculares y simples, podemos ver que
el ser un adorador requiere de una relación íntima. Uno no puede
adorar lo que no conoce. La adoración viene de una constante unidad
y comunicación. De un acercamiento constante que te lleva a desear
cada vez más. La adoración no es una parte de la vida, simplemente
es la vida, es un estilo de vida que te lleva a expresar tu devoción a
Dios. No es parte de una reunión, es la base de toda la reunión. No
es un relleno musical mientras llega el resto de la congregación, es
la razón por la que nos congregamos. Y bueno, la lista puede seguir.
En la Biblia encontramos un ejemplo interesante en el Evangelio de
Juan. Jesús nos enseña por medio de su conversación con una
mujer samaritana.
Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. En eso
llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo:
—Dame un poco de agua (Juan 4:7-8).
Jesús le dice: «Dame de beber», exponiendo la condición de
sequía. El agua es necesaria para refrescar y nutrir el cuerpo. Él,
siendo la cabeza, nos muestra la sequía en su cuerpo por medio de
esa petición, descubriendo así nuestro propio estado de sequía por
causa de las tradiciones y la religiosidad en la vida.
—Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá —le dijo Jesús (Juan 4:16).
Jesús le dice: “Ve y llama a tu marido”, queriendo conocer al que
ocupaba un lugar en su mente y corazón; aquel con quien ella tenía
intimidad. Hoy Jesús te dice lo mismo: “Ve y llama a tu marido”.
Quizás no eres casada, y si eres hombre puede que me digas: “Oiga
pastora, cuidado, que yo soy varón... no tengo marido”. Sin embargo,
el asunto no se refiere a lo natural, recuerda que Jesús siempre
usaba lo natural para brindar más luz a lo espiritual. Él te dice: “Ve y
llama a tu marido”, y en realidad te está diciendo: “Ve, escudriña en tu
interior y muéstrame quién o qué cosa ocupa tus pensamientos. Ve y
preséntame eso que es más importante que todo para ti, lo que pones
primero, tu primer pensamiento en la mañana y el último del día”, y
quizás le digas como la samaritana: “No tengo marido”. Entonces el
Señor te dirá hoy: «Bien has dicho, porque aun eso que actualmente
ocupa tu tiempo, tus fuerzas, tu pasión y tu corazón no te pertenece.
Cinco has tenido y aun el sexto no te pertenece, claro que no, porque
fuiste creado y formado solo para tener un “marido”, fuiste creado

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para estar por lo siglos de los siglos con el séptimo. Tu intimidad con
el séptimo es la base y fundamento de tu vida nueva en Dios».
—Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni
en Jerusalén adorarán ustedes al Padre (Juan 4:21).
Jesús establece que la adoración no se reduce a una expresión
externa ni se rige por tradiciones. Él le responde a la samaritana:
“Ni en este monte ni en Jerusalén”. Por medio de su repuesta nos
enseña que la adoración no es un acto religioso ni tan siquiera
congregacional. Aun cuando la mujer quiso realzar su tradición y
práctica religiosa antes Jesús, él afirmo que la adoración es algo
personal, individual, constante y activo, no algo mecánico, religioso,
rígido o dogmático.

Estado de sequía
Este encuentro divino con la samaritana fue necesario para poder
establecer los fundamentos en nuestra vida de adorador. En primer
lugar, Jesús quiere que nos demos cuenta de nuestra necesidad de
él, la sequía que hay en nosotros por causa de los ritos religiosos
(como la búsqueda del agua todos los días con el cántaro en el caso
de la mujer).
Hemos confundido la adoración con los actos tradicionales,
rutinarios y religiosos. Pensamos que estamos alcanzando algo como
adoradores cuando entonamos un cántico. Jesús quiere llevarte al
momento donde sueltes tu «cántaro», dejes el «pozo», y te des cuenta
de la necesidad del agua que él te ofrece y la desees. «Dame de esa
agua para que no tenga sed jamás ni venga a buscarla». Nosotros
somos su cuerpo, y su declaración: «Dame de beber» confirma que
el cuerpo necesita agua; sin embargo, es tiempo de desear no aguas
estancadas, no aguas de pozo, no aguas inaccesibles e inalcanzables,
sino de que anhelemos encontrar los ríos de agua viva, no en un lugar
externo, ni tan siquiera geográfico, sino logrando acceder a los ríos
de agua viva en nuestro interior. «De su interior correrán ríos de agua
viva”.

Quién ocupa el trono de tu corazón


El próximo punto que el Señor desea conquistar es el de quién tiene
ocupado tu mente y tu corazón, con quién tienes intimidad. Por eso
te dice: “Ve y llama a tu marido”. Hay personas que tienen relaciones
con otros «maridos», otras actividades que están ocupando el lugar
que solo le corresponde a Jesús. Por eso él dice: “Bien has dicho
que no tienes marido... porque cinco has tenido y el que tienes no es

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tuyo”, o sea, que la mujer estaba con el sexto marido y Jesús le indica
con claridad: “Ese no te pertenece”. En otras palabras, has estado
entenebrecida por cinco maridos que han consumido tus fuerzas y
tu vida, y aún tienes ocupado tu corazón por un marido que no te
pertenece. El número seis representa toda la humanidad que hay en
ti, todo aquello que es producto de tus “propias fuerzas”. El marido
representa la cabeza, el sacerdote. El Señor desea llevarte al punto
en que te des cuenta de que el único que puede ocupar ese lugar es
él... ¡solo él! Jesús le hablaba con tanta convicción a la mujer porque
él era el séptimo. El número siete representa en la Biblia la perfección
divina. Así que el marido que ella tenía no le pertenecía porque el
séptimo había llegado para redimirla y transformarla.

En espíritu y en verdad
“Los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren”.
Hemos escuchado muchas canciones y prédicas que usan la
frase «en espíritu y en verdad». Y en ocasiones pensamos que
podemos manejar esto cerrando nuestros ojos con fuerza, alzando
la voz, levantando nuestras manos y creyendo que mientras más
gritamos, más en el espíritu estamos. Sin embargo, cuando la mujer
samaritana le preguntó a Jesús cómo hemos de adorar, él rompe el
esquema que estaba establecido en ella al decir: «Ni en este monte
ni en Jerusalén». No era en el Monte Gerizim ni en Jerusalén, no era
por medio de expresiones externas con las manos alzadas en una
montaña para que todo ojo lo viera. Jesús estableció con claridad
que la hora había llegado, que el tiempo había cambiado, que ya no
se trataba de ritos religiosos en público, sino que ahora era tiempo
de manifestarse en la intimidad, que todo lo que se gestionara en lo
íntimo crearía su propio monte.
No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse;
tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado
(Marcos 4:22).
Pero el Señor le dijo a Samuel:
—No te dejes impresionar por su apariencia ni su estatura, pues yo
lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo
en el corazón (1 Samuel 16:7).
El tiempo de las apariencias de adoración cesó con la aparición de
la máxima expresión de adoración a Dios… Jesucristo en el corazón
del hombre. Cuando decimos «en espíritu y en verdad», nota que la
palabra espíritu no está escrita en letra mayúscula, sino en minúscula,

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pues habla de la esencia del hombre. Cuando hablamos de espíritu,
la Palabra de Dios nos enseña que se refiere a la actitud de tu mente.
Muchas personas piensan que debido a que tengo un título u ocupo
cierta posición, al levantar mi voz, como soy un ser espiritual, estoy
adorando en espíritu; sin embargo, la actitud de tu mente está
determinada por la verdad que vives, no puedes adorar en espíritu y
en verdad si no conoces al Dios verdadero. Tu adoración en espíritu y
verdad aquí en la tierra trasciende la adoración de los ángeles. Hace
unos días tuvimos una experiencia de adoración congregacional
sobrenatural donde Dios me hizo discernir a batallones de ángeles
que llenaban nuestro templo. Algunos tocaban instrumentos y otros
cantaban, no obstante, pude ver (con los ojos espirituales) a ciertos
ángeles que se paseaban en medio de la gente y se paraban al lado
de las personas llorando. Podía escuchar lo que decían: «Nosotros le
ofrecemos adoración a Dios como su creación, pero ustedes tienen
el privilegio de brindarle adoración como sus hijos, ustedes pueden
llamarle Abba, Padre, ustedes pueden amarle como hijos… y muchos
no lo hacen». Esa noche esa manifestación abrió mis ojos para que
entendiera por qué el Padre busca a sus verdaderos adoradores.
Si la adoración de los ángeles fuera suficiente, el Padre no tendría
necesidad de nada más; pero millares y millares de ángeles cantando
jamás se podrán comparar con el corazón de un hijo adorando
apasionadamente en espíritu y verdad.
Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres (Juan 8:32).
¿Quién es tu verdad? Para la samaritana, la verdad estaba
representada por las enseñanzas de sus antepasados. Su adoración
verdadera se identificaba con el Monte Gerizim porque no conocía
otra verdad. Sin embargo, cuando aquel que es «el camino, la verdad
y la vida» se paró delante de ella, todo cambió, su patrón de adoración
fue alterado, su adoración nunca más sería igual. Lo que determina
nuestra adoración verdadera es nuestra relación con el Verdadero.
Cuando Jesús hizo el llamado a los adoradores a adorar en espíritu
y en verdad, en realidad nos llamaba a una intimidad en lo secreto
con Dios.

Lo que hagas en secreto


Por lo tanto, podemos resumir que la adoración en espíritu y en verdad
no se relaciona con la música ni con el canto, no tiene que ver con un
monte u otro, ni con tu expresión pública al Padre, es netamente un
fruto del estado de intimidad con el Padre. Y si el Padre tiene que salir
a buscar este tipo de adoradores es porque no son muy notorios. El

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Padre está buscando lo que un día sembró en ti, una pasión radical
por intimar con él.
Después de descubrir la intimidad del corazón, establece los
requisitos para llegar a ser contado como un verdadero adorador. No
obstante, cada paso te llevará al próximo:
1. Necesitas reconocer tu sequía y tu necesidad del agua viva.
2. Necesitas apartarte de los «maridos» que no te pertenecen.
3. Necesitas dejar los sistemas religiosos y adorar en espíritu y en
verdad.
4. Necesitas soltar el cántaro de la rutina, la tradición y la religión.
5. Necesitas beber del agua viva que Dios te brinda.
No puedes llegar a un paso sin pasar por el anterior. Es como una
cadena en el camino, un paso te lleva al próximo, y la experiencia
adquirida en el paso anterior te ayudará a tomar decisiones en
los pasos futuros. Todos tenemos a un verdadero adorador en lo
profundo de nuestro ser. El ser un verdadero adorador no es para un
grupo élite o especial, no hay necesidad de ser un cantante o músico
como tal; por el contrario, todos hemos sido llamados a expresar
una vida de «verdadero adorador». Cuando fuiste creado en la mente
de Dios y luego formado, él puso en ti la semilla de ese verdadero
adorador. Ahora el Padre está buscándolo, como alguien que sabe
que puso sus llaves del carro en la mesa y luego no las encuentra,
así está buscando el Padre con desesperación al verdadero adorador
en ti. Y el Padre no solo lo busca en ti, sino que lo espera manifestar.
Cada momento de vida es una oportunidad más de manifestar al
verdadero adorador en ti, en palabras y hechos.

Apóstol
La palabra apóstol proviene del griego apóstoles, que significa:
uno enviado a, uno enviado por otro, un mensajero, un emisario, una
misión. La raíz griega de la palabra es apostello, donde apo significa
separación, una parte del total que es tomada, cualquier tipo de
separación de una cosa a otra; y stello significa establecer, poner,
ordenar, arreglar; enderezar, preparar, equipar, arreglar, proveer para
algo, juntar, contratar, acortar, disminuir, revisar, causar el cesar.
Podemos deducir entonces a partir de estas definiciones que
un apóstol es alguien enviado en específico con un mensaje y una
misión. Uno que es separado para establecer, ordenar, arreglar,
enderezar, preparar, equipar a fin de arreglar lo roto, proveer un
camino, restaurar e impulsar la obra de Dios, impidiendo cualquier
obstáculo o retraso en la misma.

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Un apóstol es uno que hace lo que nadie ha hecho, para alcanzar
lo que nadie ha podido alcanzar. Un pionero, un visionario, uno que va
al frente estableciendo.
Aunque la palabra apóstol aparece por primera vez en el Nuevo
Testamento, podemos ver hombres y mujeres de Dios que fluían bajo
un manto apostólico, bajo una unción que los llevaba precisamente
a ir haciendo lo que nadie había hecho y a lograr cosas grandes
para Dios. Desde Génesis en adelante, Dios estaba estableciendo
«apóstoles», gente enviada con una misión específica para lograr
cosas eternas, personas como Moisés, Josué, David y Eliseo, entre
otros.
Aunque David nunca fue reconocido como «el apóstol David»,
la evidencia es contundente en la adoración apostólica que fue
establecida por medio de su vida. Aun siendo un hombre imperfecto,
poseía el corazón de Dios, buscando día y noche como “ciervo que
brama por las aguas” (Salmo 42:1), como siervo de Dios, desesperado
por obtener su herencia, dispuesto a perder incluso hasta su vida por
tener en medio de ellos el arca del Pacto que representaba la presencia
de Dios, manifestando al adorador desesperado y radical que en
verdad era. ¿Cuál fue el fruto? David no se conformó con el patrón de
adoración establecido. En aquel entonces el pueblo adoraba según el
patrón estableció en el tabernáculo de Moisés, un lugar que estaba
compuesto por el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo. Aunque
más adelante entraremos en un estudio profundo del tabernáculo de
Moisés, sí les diré que el pueblo se quedaba a la puerta del atrio y solo
los levitas funcionaban dentro del atrio, preparando el camino para
el lugar santo y esperando que el sumo sacerdote, que era el único
que podía entrar al lugar santísimo, no quedara muerto por no estar
personalmente listo y limpio delante de Dios. Lo más terrible y lo que
más me molesta es que a pesar de que el arca estaba en manos de
los filisteos y ya la presencia de Dios no estaba en el tabernáculo, los
ritos y los sacrificios seguían como si la misma Shekina, la gloria de
Dios, estuviera entre ellos. Lo triste es que así mismo hay muchas
congregaciones hoy, que adoran por rutina y la presencia de Dios no
se encuentra entre ellos. Nunca es tarde para una reforma, si Dios
ha puesto este libro en tus manos ya la revolución en tu interior ha
comenzado. Pastor, líder, no apagues lo que Dios quiere comenzar en
ti... una adoración, una intimidad en tu interior que explote y afecte a
todos lo que te rodean.
Ahora bien, debido a que David era un adorador en espíritu y en
verdad radical y apasionado, arrebató el arca del pacto y al final la

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llevó a su mismo patio (la ciudad de David), estableciendo un marco
diferente. Su corazón apasionado por Dios no le permitía divisiones,
no permitía puertas ni barreras, su pasión interna por Dios estableció
su expresión externa para Dios: El Tabernáculo de David, instituyendo
así una adoración que establece, ordena, arregla, endereza, prepara,
equipa provee para algo, junta y restaura: La adoración apostólica.
Por esta razón, Dios nunca deseó reencontrarse en el tabernáculo
de Moisés, la Palabra dice en Amós 9:11: “En aquel día levantaré la
choza caída de David. Repararé sus grietas, restauraré sus ruinas y la
reconstruiré tal como era en días pasados”. Dios estaba apasionado
por ese tipo de adoración, por la adoración que establece y transforma
de adentro hacia afuera, no fingida ni rutinaria, una adoración sin
hipocresía y sin barreras, una adoración apostólica.
La adoración apostólica toma estas características y establece
un nuevo sonido en la tierra. Uso la palabra nuevo simplemente
porque es algo que quizás esta generación nunca ha escuchado,
sin embargo, para el espíritu no es algo nuevo, siempre ha existido,
mas ahora ha llegado la hora de escuchar al fin este sonido. El Padre
está descubriendo en nosotros e iluminando por medio de su Espíritu
lo que siempre ha existido, como en el Génesis hizo surgir la luz de
las tinieblas. Nunca antes podíamos escucharlo ni reconocerlo
porque existían otros “sonidos” (dogmas, doctrinas de hombres) que
interrumpían y destruían en vez de establecer y edificar. El concierto
celestial ha comenzado y lo que se está escuchando es un fluir del
mismo “zoe” de Dios.

· 16 ·
· CAPÍTULO 2 ·
NUESTRO VERDADERO LLAMADO
Como Reyes y Sacerdotes

«Soy porque creo y creo lo que soy».


—Pastora D.

Ya sé que algo se está conmoviendo en lo profundo de tu interior. Lo


sé porque lo mismo está pasando dentro de mí. Qué increíble saber
que el Espíritu de Dios está destapando nuestros ojos y quitando
vendas para poder no solo ver, sino también entender la obra de Dios
en nosotros y lo que él quiere hace a través de nuestra persona. Lo
que más impide la obra de Dios en nuestras vidas es el vivir aferrado
a las cosas pasadas o a las cosas materiales. Es un tiempo nuevo
para el pueblo de Dios, en el cual el Rey está siendo levantado.

Es tiempo de ungir al verdadero rey


El Señor le dijo a Samuel: «¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por
Saúl si ya yo lo he rechazado como rey de Israel?» Dios te pregunta
a ti: «¿Cuánto tiempo vas estar llorando por aquello que representa
lo viejo y lo antiguo? ¿Cuánto tiempo vas estar llorando por eso viejo
que ya no te corresponde?» Hay gente que vive añorando ministerios
que dejaron atrás, cosas, artículos materiales, posesiones, casas,
carros, trabajos. Sin embargo, el Señor viene ahora y te pregunta:
«¿Cuánto tiempo más vas a estar llorando por eso, porque ya no
tiene mi bendición, es tiempo de mirar hacia delante, es tiempo de
mirar hacia arriba, es tiempo de alinear tu vista y tu corazón con el
corazón del Padre, no es tiempo de llorar lo viejo, es tiempo de mirar
y alegrarte por lo nuevo que ha de venir, es tiempo de mirar hacia
adelante y bendecir a Dios por lo que viene». Dios le dice a Samuel,
mejor llena de aceite tu cuerno y ponte en camino, voy a enviarte a
Belén a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a unos de sus
hijos. El Señor mira a Samuel y ve que el profeta estaba destruido,
porque cuando el pueblo de Dios ya estaba cansado de los jueces y

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querían un rey, Dios envió a Samuel a ungir a Saúl. Así que Samuel
era el padre espiritual de Saúl, por lo que conocía los defectos de
su hijo espiritual y le dolía mucho saber cómo profeta que ya Dios
estaba rechazando a Saúl. Dios había llegado al punto de exclamar:
«No puedo soportar más esto», porque en el corazón de Saúl había
surgido la rebelión. Saúl estaba fuera de orden, había desobedecido a
Dios, no se había sometido al plan de Dios, y el Señor se arrepintió. Él
no quería más a Saúl como rey pues existía uno que había cautivado
el corazón del Padre.
No podemos aferrarnos a los «Saules» con los que nos
encontramos durante nuestra vida. No podemos quedarnos atados a
esas cosas viejas que quizás un día Dios permitió en nuestras vidas.
Nos confundimos: «Pero Señor, si tú me diste esto, tú me diste esta
casa, este carro, este ministerio, esta posición, Señor, fuiste tú quien
me los diste». Y el Señor dice: «Sí, pero ya terminó el tiempo. Ya el
tiempo de esta gloria ha terminado, ahora es tiempo de algo nuevo.
Ya yo no quiero esto, ahora quiero lo otro». Él es Rey, él es Dios, y hace
cuanto quiere, como quiere y con quien quiere.
Nosotros no somos nadie para cuestionar quién es Dios, y él
pregunta: «¿Hasta cuándo vas a seguir llorando? ¿Hasta cuándo vas
a seguir lamentándote por lo que dejaste atrás? ¿Hasta cuándo vas
a seguir llorando por Saúl? Mientras llores por Saúl no podrás ver al
nuevo rey que tengo para ti, mientras llores por Saúl no podrás ver
la nueva bendición que tengo para ti, mientras añores a Saúl en una
posición lo nuevo que tengo para ti no podrá ocupar su posición». Y
luego Dios le dice: «Tengo una mejor idea, levántate, llena de aceite
tu cuerno y ponte en camino. Recarga las baterías llena de aceite tu
cuerno, llénate de la esencia, llénate de la unción de Dios y ponte en
camino, sal de ese lugar, de ese estancamiento y ponte a caminar,
pero no te vayas al camino sin llenar tu cuerno de aceite, vete por el
nuevo camino, el plan de Dios».
No te quedes estancado en un lugar, en el momento en que
alguien, una cosa, un sentimiento, algo te ata y te estanca, ahí viene
Dios y te remueve, porque nada te puede estancar, nada te puede
atar a un lugar; siempre tienes que estar en movimiento. Siempre
digo lo mismo, Dios le proveía al pueblo de día una columna de nube
y de noche una columna de fuego para que caminaran día y noche.
El plan de Dios es que sigas moviéndote, que sigas caminando, que
sigas hacia la meta y que nada te aguante ni te estanque. Ese es el
plan de Dios para ti. Sin embargo, si sigues anhelando y llorando a
Saúl, no puedes seguir hacia delante; si sigues viviendo en tu pasado,

· 18 ·
si continúas pensado en quince años atrás cuando Dios te hablaba,
nunca verás lo nuevo. ¡Ese tiempo terminó! Dios tiene un nuevo
tiempo, y él dijo: «Echa aceite a tu cuerno y ponte de camino a Belén.
Vete a la casa de Isaí, pues en esa casa yo he escogido unos de sus
hijos como rey». Y Samuel mira al Señor y le dice: «¿Y cómo voy a ir?
… ¿Si Saúl llega a enterarse me matará?» Samuel estaba a punto de
no hacer lo que Dios le había pedido por temor al pasado, por temor
a lo viejo. «Pero Señor, ¿cómo puedo llegar a hacer esto si todavía lo
otro está pendiente?» «Señor, ¿cómo puedo tener éxito en lo de ahora
si todavía lo de más atrás me tiene atado?» «Señor, ¿cómo puedo
mirar hacia delante, cómo puedo ser bendecido en lo económico si
todavía tengo tantas deudas?». Y el Señor nos dice: «Deja de llorar
por Saúl, echa aceite en tu cuerno, ponte en camino y ve a la casa del
pan, sumérgete en medio de la Palabra, la Palabra es tu pan, Belén
significa casa del pan, sumérgete en ella, aliméntate allí, porque es
ahí donde tengo el Rey para ti, es ahí donde yo quiero ungir el nuevo
Rey». Samuel fue obediente cuando llegó a casa de Isaí, él llamó a sus
siete hijos y quedó impresionado por ellos. Samuel se impresiona por
todo lo que ve por fuera, pero Dios le seguía diciendo: «Ese no es, ese
no es, no te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura,
pues yo lo he rechazado, la gente se fija en las apariencias pero yo
me fijo en el corazón».
La versión Reina Valera dice: «No mires su parecer, ni a lo grande
de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que
mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos,
pero Jehová mira el corazón». El Señor no mira las apariencias, él
mira la esencia, mientras que el ser humano está muy acostumbrado
a las apariencias. Precisamente lo que representa Saúl en nuestras
vidas es la apariencia de realeza; y es eso lo que representa porque
Saúl aparentaba ser rey, pero su corazón estaba muy lejos de serlo.
En el momento en que Dios le dio una orden, Saúl dijo: «Está bien, pero
yo voy hacer lo que me da la gana». Dios le había dicho: «No tocarás
nada del botín, vas a matar al rey, vas a matar a su familia, vas a
matar a todos y no tocarás nada». ¿Pero qué hizo Saúl? Fue, agarró
el botín y no mató al Rey, e hizo lo que le dio la gana y trajo maldición
a su vida. Ese Saúl representa la realeza falsa, esa apariencia de algo
que parece bueno pero en realidad no lo es. Dios tiene algo mejor, si
sigues llorando esa apariencia, nunca vas a ver lo mejor de Dios. No
mires la apariencia; no te dejes engañar por lo que ves por fuera.
La Palabra dice que vana es la hermosura y engañoso es el
corazón. La hermosura es la apariencia, es lo que está por fuera.
El pueblo de Dios está demasiado acostumbrado a caminar en lo

· 19 ·
obvio, una puerta se abre y decimos: «Ah, este tiene que ser Dios,
algo bueno sucede así que esto tiene que ser de Dios». Estamos tan
acostumbrados a caminar en lo obvio que no nos damos cuenta de
que lo obvio no es siempre de Dios. Yo he aprendido tanto con lo
obvio porque me he equivocado muchas veces con lo que parecía
evidente. «Pues es obvio que si un negocio te va a traer muchas
ganancias, debes llevarlo a cabo». Sin embargo, lo obvio no siempre
es la voluntad de Dios, y lo obvio para Samuel era que el hijo mayor
de Isaí, el grande, el hermoso, fuera rey. Eso era lo obvio para Samuel,
pero Dios le dijo que él no miraba las apariencias sino el corazón, y
era evidente que todos los hijos de Isaí eran bellos pero faltos de algo
interno, carecían de ese corazón, carecían de esa pasión. A veces
nos enredamos tanto en la apariencia, en lo externo, que lo esencial
se escapa. La gente se fija en las apariencias pero el Señor se fija en
el corazón, y dice la Escritura que Isaí le presento a siete de sus hijos,
pero Samuel le indicó: «El Señor no ha escogido a ninguno de ellos,
¿estos son todos tus hijos?» A lo que Isaí respondió: «Queda el más
pequeño, uno que está cuidando el rebaño». Siete hijos presentó Isaí,
y el número siete significa la perfección divina. «¡Vaya!», puedes decir.
«¡Tremendo, esto tiene que ser lo perfecto, tiene que ser de Dios».
Pero no era así aunque era lo obvio, lo que parecía la perfección. Dios
tenía en mente algo nuevo, porque el número ocho representa un
nuevo comienzo de cosas eternas, así que David representaba una
nueva etapa en la historia de la humanidad. David no era lo obvio,
David era lo nuevo, lo escondido, el que estaba cuidando las ovejas, el
que estaba guardando el rebaño, ahí estaba David. Quizás estás tan
aferrado a tu Saúl porque no puedes ver a tu David. Tu David no está
delante de ti, está encargándose de tu futuro, está ocupándose de tu
bienestar, está sembrado allá y todavía tú no lo puedes ver. Nosotros
somos como ovejas; si uno estudia la vida de una oveja ve que la
misma simplemente se deja llevar, no puede razonar, ni tan siquiera
tiene visión para ver.
Muchas veces quedamos atrapados en la apariencia de lo que
tenemos por delante, nos quedamos atrapados en la apariencia que
parece real y no miramos hacia allá adonde está el David que guarda
nuestro mañana y asegura el plan de Dios es nuestra vida.
Dios no va a hacer lo que es obvio en tu vida. Isaí mandó a buscar
a David, y cuando lo trajeron se hizo evidente que era buen mozo.
Fíjate, Samuel miraba a todos los hermanos de David y decía: «Este
tiene que ser, mira qué alto, mira qué fuerte», sin embargo, cuando
fueron a buscar a David, estaba sucio y sudoroso, aunque era bello,
trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: «Este es,

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levántate y úngelo». Yo no sé si esto causa algo en ti, pero a mí me
conmueve el saber que Dios ve a ese mismo David representado en
nuestras vidas. ¿Qué representa David para ti? ¿Qué es eso nuevo
que Dios quiere hacer en tu vida? Dios desea llevarte a otro nivel, a
otra dimensión, a otra etapa, aunque ahora sí no de apariencia de
realeza. Dios desea llevarte a la plena realeza. El Señor te ha colocado
ahora mismo en un momento donde ese David más que reinar está
sirviendo en los campos. Quizás estás aferrado a un ministerio que en
algún momento llevaste a cabo, tal vez estás aferrado a una posición;
por ejemplo, puedes decir: «Fui gerente de banco durante muchos
años, ¿cómo es que ahora me encuentro realizando un trabajo de
menor categoría?» Es que ese gerente de banco era el Saúl en tu
vida que aparentaba felicidad, aparentaba buenas cosas, pero no era
la esencia de Dios; y ahora Dios te ha colocado en un nivel inferior
pero está formando al rey, está formando el David en ti, ahí está Dios
haciendo nacer al David que hay en tu interior, porque ya Dios le ha
dado la orden a Samuel de ir y ungir al hijo menor de la casa de Isaí.
Ya Dios ha lanzado la orden en tu vida, ya Dios ha decretado que
David tiene que ser coronado, Saúl va a perder su corona, va a perder
su reinado, y tú no quieres aferrarte a eso, quieres aferrarte a lo nuevo,
quieres aferrarte a ese rey que tiene el corazón del Padre, ese rey que
tiene el corazón semejante al de Dios. Ese es el rey que quieres que
sea coronado en tu vida.
—Éste es; levántate y úngelo.
Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de
sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre
David, y desde ese día estuvo con él (1 Samuel 16:12-13).
En el momento en que el siervo de Dios tomó ese cuerno y lo ungió,
la Palabra de Dios dice que el Espíritu vino con poder, ya no solo era
una palabra decretada, ahora era una palabra sellada con poder,
ahora Dios había cumplido la palabra que había decretado desde
hacía mucho tiempo porque se había dejado de llorar por lo pasado,
porque Samuel fue capaz de dejar de llorar por Saúl. Dios está a
punto de adentrarte en este nuevo tiempo de fuego y poder. No es un
tiempo de apariencias, ya has estado demasiado tiempo caminando
en ese tiempo, ahora se trata de un tiempo de poder y fuego de Dios;
un tiempo de una realeza real, no una realeza de apariencias. Sin
embargo, Dios requiere y manda hoy que dejes de llorar por Saúl, que
te liberes de Saúl. Una persona muy sabia dijo hace mucho tiempo:
«Solo sé que no sé nada». Cuando te haces sabio en tu propia opinión,
cuando pretendes haberlo conseguido todo y sigues aferrado a eso,

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continúas aferrado a tu Saúl, nunca vas a recibir la corona de David.
Tanta era la pasión de Dios por ese rey, tanto le entusiasmaba a Dios
ungir a ese pequeño, que no permitió que los otros hermanos fueran
ungidos. Tanto deseaba Dios ungir a ese pequeñito con olor a ovejas
y a campo para que llevara a cabo el destino que le había trazado, que
el libro de Amós dice que en aquel día el Señor levantará el tabernáculo
no de Saúl, no de los hijos de Isaí, sino el de aquel cuidador de ovejas,
el de aquel que no era obvio, el de aquel que se pasó años sirviendo,
trabajando en el campo. Ese es el tabernáculo que Dios va a levantar,
no el tabernáculo de apariencias, no el tabernáculo de decepción, no
el tabernáculo de una falsa realeza, sino el tabernáculo de ese que
estaba metido en el campo de batalla, que se enfrentó a un Goliat
siendo jovencito.
A lo mejor tú no tienes mucho conocimiento, sin embargo, solo
basta con que el Padre te toque, solo hace falta el poder y la unción
de Dios sobre tu vida para que te levantes en el nombre del Señor y
mires a ese Goliat, y sin mucho conocimiento, sin nada de armadura,
lo mires y digas: «Tú vienes contra mí con espada y jabalina, pero yo
vengo contra ti en el nombre del Rey de reyes y Señor de señores,
vengo con poder, vengo con gloria, vengo con el respaldo de mi
Padre». Ahora te pregunto, ¿vas a seguir llorando por lo viejo o vas
a entrar en este nuevo tiempo de Dios? El Señor tiene una verdadera
realeza destinada para ti, tiene poder y fuego para tu vida; y créeme
que en este nuevo tiempo vamos a necesitar de ese fuego, vamos
a necesitar de ese poder. Ya no es tiempo de apariencias, ahora es
tiempo de lo real, y cuando menciono la palabra real me refiero a
sus dos definiciones, que tienen que ver con lo verdadero y con la
realeza. Este es un tiempo real. ¡Deja de llorar por lo viejo y comienza
vivir lo nuevo!

Llamado tripartito
Usando a David como ejemplo del adorador apostólico, vemos que
en él se manifestaba el llamado tripartito de profeta, sacerdote y rey.
Los tres se pusieron de manifiesto en diferentes momentos de su
existencia, y todos estaban sujetos a la máxima autoridad de su vida
que era Dios. Ahora bien, a pesar del hombre que David fue, todo
comenzó por un llamado y una figura espiritual, la del profeta Samuel,
a quien David le rindió cuentas durante toda su vida. Podemos decir
que para caminar en autoridad necesitamos estar bajo autoridad,
para estar bajo autoridad necesitamos entender primero a qué hemos
sido llamados, y para saber a qué fuimos llamados necesitamos
identidad.

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Samuel llegó a la vida de David para establecer primero una
identidad, para ungirlo como rey. «Samuel tomó el cuerno de aceite
y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu
del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con
él. Luego Samuel regresó a Ramá» (1 Samuel 16:13). Aunque David
era un niño ya tenía identidad, propósito y destino. De igual manera
vemos que Abraham, que era incluso identificado como amigo de
Dios, se sometió a la autoridad de Melquisedec.

Poseyendo identidad
Desde Génesis hasta el final de Apocalipsis nos encontramos con
un tema central. Dios quiere que conozcas tu principio para que
conozcas tu final a fin de que llegues a poseer una identidad. El ser
humano sin identidad jamás llegará a tomar posesión de su destino y
cumplirlo. El problema en la sociedad de hoy en día es que hay miles
de personas con una crisis de identidad crónica, por eso pasan la
mayoría de sus vidas «encontrándose». Van de religión en religión, de
filosofía en filosofía, intentando encontrar una identidad. Las crisis
de identidad existen en diferentes niveles y formas, por ejemplo, hay
millonarios que tienen crisis de identidad y viven en la miseria; hay
empresarios potenciales que por sus inseguridades y temores no
tienen identidad y trabajan soportando todo tipo de injusticias de
parte de sus jefes; hay mujeres que por causa de falta de identidad
piensan que sería mejor ser hombre, y hombres que por la misma
razón desean ser mujeres. Hay músicos que todavía no poseen su
identidad y andan de carpinteros; profetas y ministros que aún no se
han identificado con el llamado que Dios ha hecho para sus vidas y
viven frustrados porque saben que hay algo más para ellos pero no
saben que es. ¡Crisis de identidad! Muchos hombres y mujeres en la
Biblia atravesaron por esto, pero lo importante fue que la mayoría no
se quedó en esa condición, sino más bien ellos fueron procesados
por Dios y llegaron a poseer su propósito y destino. ¿Quién eres?
¿Para qué te ha llamado Dios? ¿Qué estás haciendo ahora? ¿A qué
capacidad estás haciendo lo que Dios te ha enviado a hacer? ¿Estás
ejerciendo toda la autoridad que Dios te da? ¿Entiendes y conoces la
autoridad de Dios y hasta qué punto él te llama a obrar?
El Espíritu de Dios irá contestando todas estas preguntas a
partir de ahora y hasta el final de este libro. Mientras tanto, vamos
a comenzar a recibir nuestra identidad obteniendo conocimiento a
través de diferentes personajes que Dios nos ha dado, para que así
lleguemos a conquistar la mente carnal y fluir en espíritu y en verdad.

· 23 ·
A. Melquisedec
No se conoce mucho acerca de Melquisedec, el sumo sacerdote que
se menciona en Génesis 14:18 junto a Abraham y al que se hace
luego referencia en el Nuevo Testamento en Hebreos 5:6.
Lo interesante de Melquisedec y el ministerio que nos reveló es que
es tipología de Cristo como sumo sacerdote. Las Escrituras hablan
de sus características como rey de Salén y sumo sacerdote. (Salén
= Shalom = paz). O sea, Melquisedec representaba a uno enviado en
autoridad como rey y sacerdote, como rey de paz; y tanto fue así que
la Biblia dice con claridad que Abraham lo reconoció como autoridad
a tal punto que tomó sus diezmos y se los entregó a él.
No he encontrado a muchas personas que enseñen o prediquen
sobre el ministerio de Melquisedec, sin embargo, hay muchos
misterios por descubrir en esta área. Cosas que ojo no ha visto, ni
oído ha escuchado, ni mente humana ha concebido (1 Corintios 2:9)
son las que el Padre nos desea revelar en el espíritu, y Melquisedec
tiene mucho que ver con esto. Estoy convencida de que cuando
descubramos y aceptemos el llamado y ministerio de Melquisedec
en cada uno de nosotros, llegaremos a fluir en otra dimensión. No
en una dimensión de dogmas y estructuras, ya que Melquisedec no
representaba cosa semejante. Puede que algunos sientan dudas en
cuanto a esto, pero le pido al Padre en el nombre de Jesús que los
ayude a entender poniendo la mente de Cristo en ellos.
Mientras más miro a Melquisedec, más logro entender que el
Padre quería revelar por medio de él lo que iba a venir más tarde
a través del ministerio de Cristo (nota que digo Cristo y no Jesús,
pues el ministerio de Jesús es diferente al ministerio de Cristo).
Alguien podría estar pensando: Ahora sí que no entiendo de qué
habla la pastora. Pues sí, necesitamos entender las diferencias entre
el ministerio de Jesús, el de Cristo, y el propósito de Cristo Jesús
en la tierra. Nunca olvide que para Dios los nombres representan
naturalezas, y esto es precisamente lo que nos ayuda a entender
con profundidad por medio del estudio de la Palabra el porqué de
muchas cosas. Por ejemplo, veamos cuando Dios le habla a Jacob y
luego a Israel en Isaías 43:1: «Pero ahora, así dice el Señor, el que te
creó, Jacob, el que te formó, Israel: “No temas, que yo te he redimido;
te he llamado por tu nombre; tú eres mío”». Aquí se está hablando
de la misma persona, sin embargo, se hace referencia a diferentes
naturalezas. Al mencionar a Jesús y su ministerio en la tierra,
hablamos del ser que dejó el trono de gloria para nacer como hombre
y vivir entre los seres humanos. El ministerio de Jesús representa

· 24 ·
el ministerio del Salvador como hombre (Yeshua = salvación), para
entregar su vida en la cruz. Jesús nos habla de la obra terrenal hasta
llegar a la muerte en la cruz. Al hablar del ministerio de Cristo todo
cambia, ya que al resucitar todo se transformó. En su muerte, Jesús
le quitó la autoridad a la muerte y al pecado y resucitó en gloria como
Cristo el vencedor, que ha sido exaltado a lo sumo y es la cabeza
de la iglesia. En griego (Strong Concordance 5547), Cristo significa
ungido, y en hebreo (Strong Concordance 4899), Mesías significa
ungido, consagrado. Dios entregó a su único Hijo Jesús, su costado
fue traspasado con una lanza, y de ese Jesús que representa al
segundo Adán nació la iglesia, su cuerpo... el Jesús glorificado, que
ahora posee la naturaleza del Cristo. ¿Ya lo ves? ¿Puedes ver por qué
Jesús hablaba de una semilla que tenía que caer en tierra y morir
para dar fruto? Jesús (el hombre solo) vino con la misión de morir
para que de él (la semilla) brotara el fruto del Cristo (la cabeza con su
cuerpo en gloria) y así cumplir el ministerio de Cristo Jesús: La iglesia
glorificada en el perfecto gobierno de Dios como Padre, con Cristo
como la cabeza, la iglesia como su cuerpo en la tierra y el Espíritu
Santo dando testimonio de todo.
Al revelar el ministerio de Cristo, este deja de ser algo ajeno o
externo. Al hablar del Cristo y su misión en la tierra cada uno de
nosotros estamos directamente involucrados, porque formamos
parte del cuerpo de Cristo. ¡Imagínese! Melquisedec no hubiese
logrado nada en lo absoluto si cuando se presentó delante de Abram
este hubiera visto solo su cabeza… ¡es más, creo que Abraham
hubiera dado un grito de espanto!
¿Qué pasaría si hoy en día para que Dios pudiera hacer su obra
aquí en la tierra enviara solo la cabeza de Cristo? Olvídate del terror
que provocó Freddy Kruger... una cabeza sin cuerpo no funciona y es
un monstruo. Melquisedec fue quien fue porque estaba en perfecta
sincronización con su cuerpo. De igual manera, Cristo necesita
estar en perfecta unidad con su cuerpo… ¡tú y yo! El ministerio de
Melquisedec es lo que nos muestra que antes de la fundación del
mundo ya estaba en el corazón del Padre la idea de que tú y yo
formáramos parte de este sumo sacerdocio de paz... ¡y con la
autoridad de un rey! ¡Vaya! ¡Gózate ahora porque estas son buenas
nuevas!
Mientras más pronto comiences a caminar en la identidad que
Dios tiene para ti, más pronto verás el ministerio de Cristo realizado a
través de tu vida. Esto es precisamente el llamado de Cristo Jesús, la
misión de la iglesia en gloria aquí en la tierra.

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Recuerda estas palabras: Hasta que no te des cuenta de
quién eres en el cuerpo de Cristo y para qué fuiste creado, nunca
encontrarás tu identidad, sin la cual jamás podrás ser un verdadero
adorador efectivo y apostólico en este tiempo.

B. Reyes y sacerdotes
Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo
escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu
sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y
nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio
de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra» (Apocalipsis 5:9-10).
Pero a ustedes los llamaran «sacerdotes del Señor»; les dirán
«ministros de nuestro Dios» (Isaías 61:6).
Estamos viviendo como levitas llamados a servir según el orden
de Melquisedec, sumo sacerdote y tipo de Cristo, unos días muy
excitantes como pueblo. Me imagino que la nube de testigos de
la cual habla en Hebreos 12:1 está gritando y aplaudiendo, y a su
vez deseando estar en la tierra para experimentar lo que nosotros
estamos viviendo.
Como nunca antes Dios por medio de su Espíritu está levantando al
verdadero adorador en cada uno de sus escogidos. Esta generación
de sacerdotes del altar que se está formando es una generación
osada y valiente, que no compromete sus principios. Estamos viendo
a una generación que denuncia de forma sincera la religiosidad y el
espíritu religioso. Estamos viendo cómo las líneas de división entre
las denominaciones se están borrando poco a poco. El León de la
Tribu de Judá se ha levantado y está rugiendo con voz de trueno para
hacer sonar la trompeta de la gloria que ha de manifestarse a través
de su cuerpo, la iglesia, tú y yo. Hoy en día hay bautistas hablando
lenguas nuevas y pentecostales que simplemente no quieren seguir
con el sobrenombre de ser «pentecostales», pues han entendido que
lo que importa no es cómo te llames, sino más bien el fruto que hay en
tu vida. Los sistemas conciliares están buscando auxilios y ejemplos
en modelos no-conciliares para ajustarse un poco al palpitar de la
sociedad de hoy. Cuando Jesús nos encomendó ir y predicar, nos
dejó libres para buscar formas creativas de llegar a las necesidades
de la humanidad a través de los años. Estamos viendo cómo aun en
el mundo secular está teniendo lugar un «fenómeno», como muchos
lo llaman, por medio del cual las emisoras seculares programan
música cristiana y obtienen mayor índice de audiencia cuando estas
canciones salen al aire.

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El ser parte de este ejército de reyes y sacerdotes del altar en este
tiempo es un oficio importante que no puede ser tomado a la ligera.
Dios no está jugando a los soldaditos. Dios está descubriendo el plan
de las edades para nuestra generación. Estamos experimentando un
gran mover estratégico en el plan supremo de Dios. ¿Y sabes qué es
lo más interesante? Que Dios te ha llamado a ti para que seas parte
de lo que está aconteciendo. Él te creó y te formó desde antes de la
fundación del mundo para esta hora. Te hizo levita para convertirte
en un sacerdote según el orden de Melquisedec, según el patrón de
Cristo, según el ejército de Judá.

¿Por qué rey y sacerdote?


Rey
El rey fluye en la dimensión de la autoridad absoluta. Lo que dice un
rey es ley. Jesús nos dio su propia autoridad:
Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y
escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá
hacer daño (Lucas 10:19).
La versión Reina Valera nos dice que nos ha dado potestad, y
las Escrituras también nos indican que somos herederos de Dios y
coherederos con Cristo:
Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo (Romanos 8:17).
Este es el beneficio de ser un hijo de Dios. Hay muchas personas
que son hijos y sin embargo van por el mundo pensando y actuando
como si fueran esclavos, sin tener identidad, sin poseer autoridad ni
ocupar su verdadera posición en el reino ni en sus vidas, por lo tanto,
no saben cómo ser guiados por el Espíritu Santo que mora en ellos,
cómo reconocer la voz de Dios en sus vidas, cómo reconocer su
llamado y caminar hacia el cumplimiento de su propósito y destino
dentro del cuerpo.
Ahora bien, para poder apropiarnos de la autoridad que se nos da
aquí en estos versículos de Romanos 8, existen ciertas condiciones.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos
de Dios. (Romanos 8:14).
Primero se deja establecido que el fruto de un hijo de Dios es ser
guiado por el Espíritu. En segundo lugar vemos que por ese Espíritu
podemos clamar Abba Padre, indicando que existe una intimidad,

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una familiaridad. Y en tercer lugar, el mismo Espíritu da testimonio de
nuestra posición como hijos: Y si somos hijos, somos herederos de
Dios y coherederos con Cristo (v. 17).
1. No toda la creación llega a ser un hijo de Dios.
2. El ser hijo de Dios da fruto y el Espíritu lo testifica.
3. Cuando pasamos a ser hijos, entonces poseemos.
¿Cómo llegamos a poseer y ser herederos de Dios y coherederos
con Cristo? En Romanos 8:17 dice: «Si ahora sufrimos con él, también
tendremos parte con él en su gloria». Como hijos, necesitamos
padecer con él. ¿Qué? Él dijo: «Si alguien quiere ser mi discípulo,
tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme». El padecer
con Cristo significa identificarnos con él en la cruz y crucificar lo
mismo que él crucificó. No estoy diciendo que vayas y te cuelgues
literalmente de un madero. La evidencia física de la crucifixión de
Jesús fue su cuerpo en una cruz, sin embargo, cuando hablamos
de estar crucificados junto a él, se está estableciendo la necesidad
de darle muerte a esas cosas que hay en nuestras vidas que tienen
que ver con la carne. Deseos, malos hábitos, vicios, en fin, las obras
de la carne de las que se habla en Gálatas 5:19-21. ¿Quieres ejercer
la autoridad de un rey en la tierra? Entonces tienes que crucificar
las cosas terrenales en tu vida. Ese día, en esa «cruz», con toda tu
humanidad y carnalidad colgando en ella, en la parte de arriba habrá
un pequeño cartel con unas palabras proféticas talladas que digan:
«Aquí se encuentra un rey», tal como en la cruz de Jesús había un
cartel que decía: «Rey de los judíos».
El fundamento para llegar a ejercer tu oficio como rey en esta tierra
es ese: toda autoridad te es dada cuando llegas a identificarte con
la cruz. De esa experiencia de muerte resucitas en gloria con poder.

Sacerdote
El sacerdocio es otra faceta. ¿Cuál es el trabajo de un sacerdote? Unos
dicen: «Servir en el templo». Otros afirman: «Preparar el sacrificio».
Y todo eso está bien bajo los oficios del orden levítico, el cual es
fundamental. No obstante, cuando estudiamos bien el sacerdocio
según el orden de Melquisedec, él sirve como un mediador entre Dios
y el hombre. Es aquel intercesor que se para en la brecha tomando la
mano de Dios y la mano del hombre y uniéndola. Muchos dirán: «Pero
si eso es lo que Jesús es, porque hay un solo mediador». Es cierto, pero
las Escrituras dicen que él nos compró y nos hizo reyes y sacerdotes,
en otras palabras… ¡nos dio autoridad y nos hizo mediadores! Si lo

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analizamos bien, no se trata de muchos sacerdotes, se trata de uno
solo; nosotros somos el cuerpo de ese Sumo Sacerdote, somos su
extensión en la tierra y tenemos la potestad para ejercer el oficio con
autoridad.
Todo lo que he explicado envuelve lo que es la expresión de
alabanza y adoración a Dios.
Para cumplir como rey y sacerdote, tu vida tiene que estar
fundamentada como verdadero adorador que anuncia las virtudes
de aquel que nos amó (alabanza). Ciertamente, digo que Dios está
manifestando poco a poco esta nueva generación de hombres y
mujeres que han entendido que no se trata de ellos, sino de Cristo.
Que han comprendido que para que Cristo crezca es necesario
menguar (a la carne). Juan 3:30 dice: «A él le toca crecer, y a mí
menguar». Para poder ejercer como reyes y sacerdotes en toda
potestad, necesitamos ser hijos afirmados por el Espíritu mediante
el fruto en nuestra vida; y ese fruto es el amor. A partir de todo esto
podemos llegar a una conclusión: Como ministro del altar, músico,
cantante, danzador, mimo, sonidista, actor, servidor, obrero, ujier,
etc., el fruto que se manifiesta y nos mueve será siempre el amor,
cumpliéndose así la Palabra:
Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el
amor. Pero la más excelente de ellas es el amor (1 Corintios 13:13).
Eres llamado a la realeza y la grandeza por medio de la
mansedumbre y la humildad. Eres llamado a poseer tu lugar como rey
y sacerdote, perfeccionando primero tu llamado a servir. Y aun todo
esto no es para la vanagloria personal, sino para que impartas vida.
La vida que Cristo ofrece tiene que estar envuelta en lo mismo que
envolvió a Jesús: el amor, el amor del Cristo en ti. ¡Que tu ministerio y
toda tu vida sean movidos no por agendas escondidas o motivos de
conveniencia, sino por el amor!
En estos momentos lanzo un reto a tu vida: Ya que has leído
estas palabras y has sido confrontado con la verdad del llamado, te
desafió a que hagas un análisis de tu vida (sé honesto... no puedes
engañar a nadie más que a ti mismo). ¿Te sientes siervo, dispuesto
a hacer todo lo que es demandado de ti, sin opiniones ni quejas? ¿O
te miras sentado en el trono de tu ministerio como rey y señor, con
muchos a tu alrededor que te sirven? Si es así, es un buen momento
para cambiar, arrepentirse y pedirle al Espíritu de Dios un corazón
semejante al de Jesús, el cual vino primero que todo a servir. Esto no
solo se aplica a las personas que apenas comienzan sus ministerios,

· 29 ·
también se aplica al pastor de años, al evangelista, al maestro, al
profeta, al apóstol. Toda posición comienza por el servicio y todo
servicio comienza por el amor.

Ministerio completo
Profeta
Bien, hemos visto el llamado de Dios en nuestras vidas para ejercer
el oficio de rey y sacerdote. ¿Todavía te quedan dudas? Sin embargo,
falta un oficio más para que se establezca el llamado completo, y es
el de profeta. Sé que existen escuelas de profetas y que hoy en día
se ha hablado mucho sobre el ministerio profético. Lo que más me
hace hervir la sangre es que el misticismo en la iglesia ha escalado
al punto de que un profeta de Dios llega a ponerse en el mismo plano
que Walter Mercado (reconocido astrólogo y adivino). Hoy en día
las profecías abundan, es más, basta solo con decirle a alguien que
profetice para que una persona comience a hacerlo. Esto no es lo
que estoy estableciendo en cuanto al llamado de Dios en nuestras
vidas como profetas. El profeta abre la boca para expresar el sentir
del corazón del Padre, a fin de edificar, exhortar e instruir. No con el
fin de adivinar.
Veamos y estudiemos Isaías 61:1-3 para darnos cuenta de que en
realidad hemos sido llamados a manifestar la gloria de Dios.
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a
sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos
y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y
el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que
están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sion. Me ha enviado
a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de
luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados
robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria.

«Necesitas conocer quién eres para poseer lo que tienes».


—Pastora D.

Volviendo al tema de la identidad y de conocer quiénes somos en


Cristo y quién es Cristo en nosotros, podemos obtener nuestra
identidad de evangelistas, pastores y maestros como sacerdotes, la
identidad de profetas, y la identidad de apóstoles como reyes a partir
de estos tres versículos. Observa:

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Autoridad en Dios:
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha
ungido… ¿Para qué?
Para anunciar buenas nuevas a los pobres - Profeta
A sanar los corazones heridos - Sacerdote
A proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros - Rey
En el primer versículo de este pasaje vemos el llamado tripartito
en su manifestación total. Tu oficio de profeta no es completo sin
tu oficio de sacerdote, y el oficio de sacerdote no es completo sin la
autoridad de rey en tu vida.
Dirás: «¿Yo profeta?» Sí, tú eres un profeta llamado por Dios, y
más adelante en otro capítulo veremos cómo Dios escogió para el
ministerio a hombres aptos e instruidos para profetizar.
La característica profética en tu vida es parte esencial de tu
adoración apostólica porque estableces el corazón del Padre para
estos tiempos. ¡Así que regocíjate y canta, porque el Padre te levanta
como todo un sacerdote con voz de profeta y autoridad de rey! ¡Aleluya!

Resumiendo:

Profeta
Para anunciar buenas nuevas a los pobres.
A pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de
nuestro Dios.

Sacerdote
A sanar los corazones heridos.
A consolar a todos los que están de duelo.

Rey
A proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros.
A ordenar en Sion que se dé una corona en vez de cenizas, aceite de
alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento.
Aquí vemos cómo la unción del profeta, el sacerdote y el rey están
fluyendo en su máxima capacidad, y estas tres conforman al apóstol,
que es la unión, el cumplimiento en sí mismo, fluyendo bajo una
unción ahora mayor.
Ahora mismo yo oro al Padre que esto se haga un «rema» en
tu espíritu, que el Espíritu Santo le revele a tu espíritu ahora que la

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adoración apostólica proviene de un corazón que posee la identidad
de Cristo a capacidad. ¡Que en el nombre de Jesús todo temor
y miedo para llegar a cumplir tu destino eterno se disipen en este
momento, y que puedas recibir la valentía que él te entrega ahora en
el nombre de Jesús! ¡Amén!
En Efesios 4:11-12, Pablo dice:

Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al
pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de
Cristo.
Ahora bien, Pablo también nos enseña a colocar lo carnal en lo
carnal y lo espiritual en lo espiritual. Si hablamos de ministerios
individuales en la tierra como el del pastor o el evangelista, estamos
claros de que no todos poseen los mismos dones. Sin embargo, por la
Palabra, estoy convencida de que en cada uno de nosotros están los
cinco ministerios gritando por ser manifestados en nuestras vidas.
¿Cómo lo sé? Porque el mejor ejemplo lo vemos en el ministerio
de Jesús en la tierra. Él fue todo un maestro, evangelista, apóstol,
profeta y por supuesto el buen pastor. Y si formamos parte de ese
cuerpo, esto significa que todo lo que él fue en la tierra, que al morir y
resucitar fue glorificado, está en cada uno de nosotros hoy como una
capacidad para fluir no individualmente sino más bien por completo.
La tierra gime esperando la manifestación de los hijos de Dios.
«Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto» (Romanos 8:22). La creación está esperando a que
al fin te des cuenta de tu identidad y la poseas. Imagínate qué pasaría
en la próxima reunión dominical si todos los músicos y cantantes
ministraran con el entendimiento de que cada uno está ahí para fluir
con la unción de apóstol, profeta, maestro, evangelista y pastor… que
su instrumento ha sido consagrado como instrumento profético; que
el cántico está estableciendo algo que ese pueblo nunca conoció
(apóstol); que el director de alabanzas instruya y enseñe (maestro) al
pueblo porque el Padre procura verdaderos adoradores, viendo cómo
a través de ciertas canciones aun el corazón más duro se quebranta
delante del Señor; y que se toque o cante con la pasión de ver a cada
miembro de su iglesia experimentar un encuentro transformador
con el Padre (evangelista). ¡Oye, mi hermano amado, se manifestaría
la gloria de Dios!

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· CAPÍTULO 3 ·
SIETE PASOS PARA UNA
Adoración Efectiva

«Reconoce quién eres en él y él te hará conocer quién es en ti».


—Pastora D.

Estoy segura de que a estas alturas tu corazón está siendo renovado


por la Palabra para que logres un entendimiento de quién eres. No
eres poca cosa mi hermano, entiende que has sido creado y llamado
para este momento, para esta hora, para que tu vida afecte, impacte,
contagie e impregne a esta humanidad con la esencia de Dios. Para
eso Dios te amo y envió a su único hijo en rescate por ti. Vuelvo y
repito, no eres poca cosa. Ahora bien, para que tu vida sea efectiva, tu
vida de adorador tiene que ser activa y agresiva. Entremos a estudiar
algunos pasos básicos para que nuestra adoración apostólica sea
efectiva en nuestros tiempos y afecte a las generaciones venideras.

La adoración como un estilo de vida: «Practica lo que predicas»


«Si lo hablamos y no lo hacemos, somos como los que
respiramos y no vivimos».
—Pastora D.
No estamos viviendo la vida que tenemos porque no caminamos en
las promesas que poseemos, es así de sencillo. Dios se ha encargado
de derramar promesas ilimitadas sobre nuestras vidas y la mayoría
de nosotros vivimos confesándolas como si fueran a efectuarse por
obra de la magia; sin embargo, Dios nos diseñó para caminar en lo
declarado, para tomar posesión de lo establecido y para andar en
todo momento. Tú no has sido diseñado por Dios para detenerte.
En el único lugar que la Biblia habla de detenerse es en el Salmos
46:10, que dice: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios».
Si practicamos lo que predicamos, es decir, ponemos en práctica lo
que aprendemos de la Palabra, caminaremos según la vida de Jesús.
Jesús estaba hablando con los jefes de los sacerdotes, gente
religiosa que pensaba conocerlo todo de Dios, gente que se creían

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en autoridad para hablar sobre Dios y el reino de los cielos. Después
de cuestionar la autoridad de Jesús, el Señor prueba sus corazones
a través de la siguiente parábola:
Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le
pidió: «Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo.» «No quiero», contestó,
pero después se arrepintió y fue. Luego el padre se dirigió al otro
hijo y le pidió lo mismo. Éste contestó: «Sí, señor»; pero no fue.
¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?
—El primero —contestaron ellos.
Jesús les dijo: —Les aseguro que los recaudadores de impuestos
y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios
(Mateo 21:28-31)
Aquí Jesús le ofrece la lección del siglo a esta gente religiosa. La
religión trae conformidad, complacencia, y te da un sentido de
superioridad. Y estos religiosos padecían de todos estos males.
En esta parábola Jesús compara a los religiosos con ese hijo
que se la pasaba diciéndole al padre: «Sí, sí», pero nunca hacía
nada. También compara a los recaudadores de impuestos y a las
prostitutas con ese hijo que, aunque no quería, se arrepintió y luego
hizo conforme al corazón del padre. Ese hijo que fue sincero y luego
de arrepentirse fue no solo un oidor, sino más bien un hacedor,
cumpliendo con la encomienda que su padre le había dejado. El otro
mostró ser un mentiroso, aparentando estar haciendo cuando en
realidad no hacía nada.
Así es el espíritu religioso, uno que engaña, aparenta reverencia,
finge su prepotencia, todo cubierto por una falsa humildad. Jesús, no
obstante, vino a desenmascarar ese espíritu y a descubrir la maldad
del corazón del hombre.
Jesús llegó a declarar las peores palabras que esos religiosos
podían escuchar: «Les aseguro que los recaudadores de impuestos
y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios».
¡Tremendo! ¡Esta afirmación dejó a esta gente estupefacta y sin saber
qué pensar! ¿Que unos ladrones y unas prostitutas van delante de
nosotros hacia el reino de Dios? ¿Cuándo nosotros hemos dedicado
tantos años a la religión? Precisamente... se dedicaron a la religión, se
dedicaron a artimañas de hombres, dogmas y pseudo doctrinas que
intentan alcanzar a Dios. Algo muy parecido a la torre de Babel, donde
los hombres de esa época intentaron llegar a Dios por sus propias
fuerzas y Dios envió juicio sobre ellos a tal punto que los confundió y
no se pudieron entender. La religión confunde, perturba y cancela la
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libertad y el amor en Cristo Jesús. La religión desata el juicio de Dios
sobre los que la imponen. Jesús fue muy tajante con la gente religiosa.
Si se fija se dará cuenta de que su mayor problema nunca fue con un
inconverso o un nuevo creyente, al contrario, las confrontaciones y
las palabras más fuertes que declaró Jesús se relacionaron con los
saduceos, fariseos, escribas, sacerdotes... ¡la gente religiosa!
¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Les
cierran a los demás el reino de los cielos, y ni entran ustedes ni
dejan entrar a los que intentan hacerlo (Mateo 23:13).
Cuando Jesús les hablaba a ellos, les llamaba hipócritas... claro,
porque por un lado decían: «Sí, sí, Señor» y por el otro no hacían nada;
sin embargo, imponían sus dogmas sobre la gente. Jesús les habló
del lugar de lloro y el crujir de dientes, les habló de su padre el diablo,
les habló de que eran como sepulcros blanqueados, fue muy duro
con ellos, pues la religión y el espíritu religioso matan por completo la
obra de Dios en el corazón del hombre.
Jesús sabía que le tocaba morir, pero no a manos ni en boca del
espíritu religioso. Él moriría según la perfecta voluntad de su padre.
En Juan 10:18 afirma con relación a su vida: «Nadie me la arrebata,
sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para
entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Éste es
el mandamiento que recibí de mi Padre».
El Señor entregó su vida en manos de la gracia de Dios, no de la ley
de los hombres. David era uno que conocía bien la diferencia entre las
dos. Cuando Dios lo confronta y lo hace escoger su propio castigo, él
respondió: «Es mejor que yo caiga en las manos del Señor, porque
su amor es muy grande, y no que caiga en las manos de los hombres
(1 Crónicas 21:9-13).
La adoración y la religión no compaginan. El verdadero adorador
que establece el reino no es alguien religioso, es uno que camina en
una relación libre y poderosa con el creador del universo. Sabe que
el caminar con Dios implica una constante auto examinación, un
escrutinio constante de las intenciones de su propio corazón en vez
de criticar las acciones o la falta de ellas de un hermano. Jesús dijo,
justo hablando en contra de ese espíritu religioso: «¿Por qué te fijas
en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia
a la viga que está en el tuyo?» (Mateo 7:3). El adorador vive una vida
de arrepentimiento y agradecimiento, de hecho, Jesús mismo también
señaló: «Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos
pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona,
poco ama» (Lucas 7:47). Al vivir agradecido a Dios, entregando cuerpo,

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alma y espíritu a él, no hay más remedio, tu vida se convierte en una
expresión tanto del querer como del hacer. Tu querer se convierte en
el querer de Dios. «Por segunda vez se retiró y oró: “Padre mío, si no
es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad”»
(Mateo 26:42). Tu voluntad se rinde ante la imponente y eterna voluntad
del Padre, y tu querer se convierte en hacer para Dios. Ya no existe más
el oidor olvidadizo, sino más bien el soldado diligente, que pone por
obra el sentir del corazón de su Padre.
No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan
ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra
pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un
espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo
es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad,
y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo,
recibirá bendición al practicarla (Santiago 1:22-25).
Adorar a Dios significa caminar en la palabra que escuchamos y
vivimos. ¿De qué nos vale hablar sobre algo si no lo vivimos? Ah,
déjame aclararte una cosa, Dios no puede ser burlado, créeme mi
amado. Si te atreves a predicar o a hablar de algo que no has vivido,
prepárate, porque Dios se encargará de que lo vivas antes de que el
tiempo pase, cuidado con lo que sale de tu boca porque así como
juzgas serás juzgado, y con la misma medida que lo haces, lo harán
contigo. Y esto lo hablo por experiencia.

La adoración efectiva
La adoración no se trata de música, yo creo que la iglesia necesita
aprender ese concepto. La adoración no tiene nada que ver con la
musicalización. La música es una forma más de nuestra adoración,
pero en realidad cuando el Padre te creó, la Biblia dice que «te creó
y te formó». Cuando el Padre te creó, te hizo como una entidad
de adoración. Cada uno de nosotros somos «adoradores». Nos
convertimos en cristianos en el momento en que decimos: «Jesús,
te recibo como mi Señor y Salvador», y ahí se activa la naturaleza del
adorador. La adoración no es parte de las disciplinas cristianas, como
la oración, el ayuno y todo lo demás. La adoración es el fundamento.
Toda tu vida cristiana parte de tu adoración.
Entendiendo estas cosas como base, uno puede ir un poquito más
allá y dejar de pensar que la adoración tiene que ver con la música.
En realidad, cantes o no, seas músico o no, tu llamado es ser un
«verdadero adorador». Así que no podemos identificar la adoración
con la música, porque en verdad no es así.

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Ahora, ¿cómo podemos establecer en nuestras vidas de adoración,
ya sea que seamos músicos o no, una adoración efectiva? ¿Cómo
podemos establecer este principio?
Tengo siete puntos acerca de cómo llevar a cabo una adoración efectiva:

1. La adoración efectiva tiene que partir del entendimiento


Necesitamos entender quién es Dios. Si no entendemos quién es
Dios en realidad, si tenemos una imagen errada de él, entonces
nuestra adoración va a estar dirigida a la imagen de ese «dios».
Por ejemplo, si tu imagen de Dios es la de un viejito decrépito que
está sentado en un trono bien viejo con telarañas por donde quiera, y
ese viejito de vez en cuando se pone de pie y te ayuda, cuando adores
o vivas o vayas a hacer cualquier cosa para el Señor, lo vas a hacer
como si fuera para ese viejito decrepito. Tu adoración va a ser en base
a la imaginación. Por eso mismo el Señor dijo: «No te harás imagen de
nada de lo que está en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra». En
el momento en que te formas una imagen, ya limitaste a Dios.
Nunca se me olvidará que años atrás me encontraba en una
habitación donde había un cuadro del juicio del gran trono blanco
(estoy segura de que muchos de ustedes lo han visto) en el que
aparece una escalinata con muchos ángeles y un trono arriba. ¿Se
acuerdan, verdad? Pues bien, mientras esperaba para una entrevista,
el Señor me dijo: Mira ese cuadro. Lo miré y el Señor añadió: ¿Qué
ves? «Señor, veo la pintura, el cuadro del juicio del gran trono blanco».
Luego el Señor señaló: ¿No dije que no hicieran imágenes de nada
de lo que estaba en el cielo, en la tierra o debajo de la tierra? «Sí…»
¿Y por qué ese cuadro? «No sé, Señor». Entonces me dijo: En el
momento en que hicieron ese cuadro, limitaron lo que es en realidad
el juicio ante el gran trono blanco… así no es. Exactamente eso fue
lo que dijo: Así no es.
En el momento en que te haces una imagen de quién es Dios o
formas una imagen de acuerdo a tu cultura o la denominación de tu
iglesia, ya adoras a ese «dios», no necesariamente al Dios verdadero.
Así que lo primero que necesitamos para una adoración efectiva
es entendimiento. Entender quién es Dios, el creador del universo.
Entender quién es nuestro fundamento, Cristo Jesús, nuestra
esperanza de gloria. Entender a través de las Escrituras quién es Dios,
quién dice la Biblia que es Dios, «el que hizo los cielos y la tierra», no
el que dice tu denominación. Hay denominaciones en las que Dios
es fuego consumidor; hay denominaciones donde Dios es «el que

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bautiza» (sin mencionar cuál es); hay denominaciones donde Dios
es el que envió a su hijo a la cruz, y todo es la cruz, la cruz y la cruz.
Gloria a Dios por la cruz, pero hay mucho más después de la cruz.
Así que si adoramos al dios de nuestra denominación, no estamos
adorando de manera efectiva. Si estamos viviendo nuestras vidas
según el dios de nuestra denominación, no estamos adorando a
Dios con entendimiento. Estamos adorando al Señor a través de una
imagen denominacional, pero hay que salir de la denominación y
adentrarnos en las páginas de la Biblia.
Una de las cosas que siempre le enseñó a mis discípulos es lo
siguiente: Tu opinión no da vida, lo que tú piensas no da vida, lo que da
vida es la Palabra de Dios, no me vengas a dar tu opinión, no me vengas
a decir: «Yo pienso». A veces les oriento alguna dinámica para que me
preparen un pensamiento a partir de un proverbio, y cuando comienzan
a decir: «Bueno, pastora, yo pienso…», enseguida les respondo: «¡No,
estás descalificado! No me digas lo que piensas porque tu opinión no
me da vida, lo que me da vida es la Palabra de Dios».
Así que ¿dónde está el entendimiento acerca de quién es Dios?
Dentro de las páginas de la Biblia. El adorador efectivo es un eterno
estudiante de la Palabra. Tú no puedes nunca llegar a decir: «Ya lo sé
todo… ya no hay nada más que aprender». El adorador efectivo será
para siempre un estudiante de la Palabra, porque la ama, está ligado
a la Palabra y no puede subsistir sin ella.
Por lo tanto, la Palabra llega a ser como esa golosina que te dan
ganas de comer por la noche cuando estás mirando la televisión. Así
es la Palabra para el adorador, algo necesario. Precisamos entender
que el entendimiento viene a través de la Palabra.

2. Identidad
La adoración efectiva no solo viene a través de un entendimiento de
quién es Dios, sino que también tenemos que tener identidad. ¿Quién
soy yo en Dios?
En aquel tiempo el Señor designó a la tribu de Leví para llevar el
arca del pacto y estar en su presencia, y para ministrar y pronunciar
bendiciones en su nombre, como hasta hoy lo hace. Por eso
los levitas no tienen patrimonio alguno entre sus hermanos,
pues el Señor es su herencia, como él mismo lo ha declarado
(Deuteronomio 10:8-9).
Es necesario entender quién es Dios y quién eres tú en Dios.

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Dios te separó. Y quiero romper un mito: Cuando hablamos de la
tribu de Leví, comparándola con «los músicos» (y los voy a escribir
entre comillas), estamos eliminando por completo a más de la mitad
de la iglesia. Desde el punto de vista espiritual, la tribu de Leví no se
refiere solo a los músicos, a los «los levitas del altar». ¡No se trata
de los músicos nada más! La tribu de Leví representa en realidad a
toda la iglesia. Porque Dios dijo: «Yo no quiero que tengan herencia
terrenal. Yo voy a ser su herencia». ¿Quién es nuestra herencia?
Jesús. Dice la Palabra que somos herederos del Padre y coherederos
con Cristo; por lo tanto, nuestra herencia es Dios, seas músico o no,
seas cantante o no. Acaba ya con el mito de que los levitas están
representados solo por los músicos. Por muchos años los músicos
se vanagloriaron: «Nosotros somos especiales… el resto de la iglesia
no». Cuando hablamos de la tribu de Leví, pensamos que toda la tribu
estaba llamada a servir como músicos en el templo. ¡Por supuesto que
no! Algunos levitas servían en la música; otros eran cantores; algunos
eran «carniceros», pues tenían que ser expertos en cómo degollar y
sacar las vísceras de los animales y preparar los holocaustos. Otros
trabajaban como porteros, otros más trabajaban cuidando todos
los utensilios del templo. Así que los levitas integraban diferentes
departamentos, algo muy parecido a… la vida de iglesia.
Por lo tanto, cuando hablamos de la tribu de Leví, estamos
hablando de toda la iglesia, todos los redimidos por la sangre de
Jesús. «Yo seré su herencia, no tendrán patrimonio alguno con sus
hermanos, porque yo seré su herencia». Dios será tu herencia, él te
dará todo lo que necesitas.
Esto me recuerda cuando Jesús envió a los comisionados para
evangelizar. Envió a setenta y dos más sus discípulos y les dijo: «No
lleven nada, no lleven cosa alguna» ¿Por qué? Si lo miramos desde
el punto de vista de hoy en día, cuando Dios nos lanza, aunque no
tengamos mucho, él es nuestra herencia, es todo lo que necesitamos.
Mi Dios pues suplirá todo, todo, todo lo que necesito, según sus
riquezas en gloria. Él realmente es nuestra herencia.
Pero sigamos ahora con lo de la identidad. ¿Quiénes somos nosotros
en él? ¿Qué dice la Biblia que somos? Somos «real sacerdocio», somos
«nación santa», somos «pueblo escogido por Dios». ¿Para qué? Para
anunciar las virtudes de aquel que nos llamó. No somos cualquier
cosa. Cuando entendemos quién es Dios y quiénes somos nosotros,
nuestra vida entonces comienza a tomar otro giro.
Por ejemplo, es muy diferente la persona que entra el domingo
como visitante a un hijo de la casa. Tú llegas a tu casa, llegas a tu

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iglesia, sueltas tu cartera y tus bultos, y vas y empiezas a trabajar.
Tienes identidad en esa casa, tienes propósito en esa casa. Cuando no
tienes identidad, no tienes rumbo, no tienes propósito, eres un visitante.
Entonces, hablando a efectos de la adoración efectiva, cuando no
tienes identidad nunca vas a ser efectivo, porque no sabes quién eres.
Así que, hablando ahora en términos musicales, cuando venimos con
una adoración musical, mira como suena: «Señor no soy digno, no soy
digno ni de que me escuches, pero Señor, aquí estoy, como un gusano,
como una hormiga, como una cucaracha. Señor, no soy ni siquiera
digno de entrar en la arca de Noé». Nuestra adoración no es efectiva.
Nunca se me olvidará un muchacho que conocí hace un tiempo
atrás que al parecer tenía mucha experiencia en dirigir la alabanza.
Mientras lo observaba dirigiendo, literalmente quedé espantada.
Cuando empezó a dirigir, era mejor que no siguiera, porque lo que
decía entre cántico y cántico era algo así como: «Soy un torpe, soy un
inútil. No soy absolutamente nada. Yo solo te quiero cantar y adorar,
pero no sirvo para nada, soy una escoria». Esa adoración no era
efectiva, porque la gente ya estaba a punto de llorar de tristeza por él
y decir: «Pobrecito, tiene complejos… ¡vamos a hacerle una sanidad
interior a este pobre muchacho!» No puedes adorar de manera
efectiva si no sabes quién eres.
Si has sido lavado por la sangre de Cristo, si has reconocido al Rey
de gloria como tu Rey, Señor y Salvador, no puedes andar diciendo
que eres un «gusano» o un «guiñapo» humano o una «cucaracha».
Porque yo no veo ningún lugar en la Palabra donde diga que Jesús
entregó su vida por una cucaracha.
Por lo tanto, cuando te presentas con esa falsa humildad, porque
esa es una falsa humildad, en realidad estás diciendo: «No tengo
entendimiento de la Palabra, no sé quién soy». Porque cuando
conoces quién eres y afirmas: «Yo soy hijo del Dios altísimo», no
estamos hablando de orgullo o presunción, ya que si eres hijo del
Dios altísimo, si eres coheredero con Cristo, también heredaste su
mansedumbre y su humildad. Cuando te levantas para decir: «Yo
soy hijo de Dios», no lo estás diciendo como si fueras alguien que lo
mereciera todo. Cuando te levantas y afirmas que eres hijo de Dios,
estás diciendo: «Estoy juntamente crucificado con Cristo, y no vivo
yo, él vive en mí». Entonces sí estás hablando de identidad, ahora me
estás permitiendo conocer que sabes quién eres.
Si dices: «No… es que a mí me da pena hermana, no me pongas
a cantar, no me pongas a hacer la oración final». ¿Qué significa esa
pena? Vamos a romper otro mito: ¿Sabes de dónde viene la timidez y
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la pena? ¿Cuál es la raíz de la timidez y la pena? ¿Por qué eres tímido?
¿Por qué sientes pena? «Es que imagínate si otros se ríen de mí». Ah,
o sea, que te interesa lo que otros piensan de ti. ¿Sabes cuál es la
raíz de la timidez? El orgullo. ¿No te lo imaginabas? El orgullo tiene
muchas facetas. Existe el orgullo manifiesto, como el que nos hace
levantar la nariz, ese que todo el mundo puede ver. Pero también está
el orgullo interno que nadie conoce, que se representa por medio de
la timidez. «Es que me da pena... es que no puedo». Eso me está
hablando a mí de falta de identidad.
Si no puedes hacer algo para el Señor por miedo a lo que piensen
de ti, o por miedo a fracasar, o por miedo a algo, eso significa falta de
identidad. Porque cuando sabes quién eres, sabes quién te llamó; y
cuando sabes quién te llamó, sabes que él no va a dejar que caigas
al suelo. Así que, cuando sabes quién eres, te levantas y haces lo que
tienes que hacer; porque sabes que aquel que te llamó cree en ti.
Cuando el pastor te dice: «Hijo mío, ya es tiempo de hacer», no le
digas: «No pastor, no, no…» Mis hijos me conocen muy bien, y a veces
me gusta lanzarlos a la piscina. Yo no sé ustedes los padres cómo son,
porque cuando hablo de hijos estoy hablando de hijos espirituales, ya
que no soy casada ni tengo hijos naturales todavía; sin embargo, soy
el tipo de mamá espiritual que le gusta lanzar a sus hijos a la piscina.
Esto se debe a que si lanzas a un bebé a la piscina, el bebé va a
nadar. Puede que le tenga miedo al agua, pero va a nadar. Y lo mismo
ocurre en la obra del Señor… ¡así que lánzate! Hay veces que el pastor
sabe que estás listo y quiere lanzarte, pero tú dices: «Ay no pastor, no,
no». Esto es falta de identidad. Si el pastor te identifica y te dice que
estás listo, no creas en ti, cree en la palabra del pastor. «Bueno pastor,
yo no lo veo, pero si usted lo ve, en el nombre de Jesús lo haré con su
ayuda». Y así Dios se glorifica
Por lo tanto, la adoración efectiva necesita entendimiento e
identidad.

3. Humildad
Ahora sí podemos hablar de la humildad. Este uno de los ingredientes
importantes de la adoración efectiva. Cuando hablamos del adorador
como músico, una de las áreas más importantes que Dios trata en
la vida de los músicos y de los cantantes por igual es el carácter,
así como también la situación que puede presentarse con el orgullo.
Porque todo artista, ya sea músico, danzador o escultor; todo artista,
por el simple hecho de estar creando algo, anhela mostrar lo que ha
creado. Y al mostrar su creación, desea que la gente lo reconozca, está

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buscando la aceptación, está buscando el aplauso, está buscando el
halago. Así que el músico por naturaleza, cuando va a hacer un solo
de guitarra y casi llega hasta el piso, está buscando que lo aplaudan
y lo ovacionen. Con el baterista sucede lo mismo. Y mientras más
hacen, más fluye. Eso es algo natural, esa es la naturaleza humana.
Con relación a la adoración efectiva, cuando Dios está trabajando
en nosotros, el área donde el Señor más nos confronta es el área del
orgullo. ¿Para qué o para quién estás haciendo lo que haces?
Cuando uno camina en humildad, el verdadero adorador sabe que
esta vida no se trata de él. Cuando tienes identidad, reconoces que
el hecho de estar en esta tierra no depende de ti, depende de Dios.
Cuando te levantas en la mañana y abres tus ojos, ahí comienza tu
vida para ese día, y como adorador exclamas: «Me doy cuenta de que
mi vida no tiene nada que ver conmigo Señor, tiene que ver contigo,
mi vida se trata de ti. Soy un instrumento en tus manos, úsame como
quieras, condúceme a la oficina, a la escuela, a donde quieras, úsame
según tu voluntad… esto se trata de ti».
Así que somos «mayordomos» de esta vida. Dios pone nuestra
vida en nuestras manos y nos dice: «De acuerdo, atiéndela bien…
sé buen administrador de lo que te pongo en tus manos», pero a
nosotros nos toca ser mayordomos de lo que le pertenece a Dios.
La adoración efectiva, tiene sus bases en la humildad.
Pues bien, veamos otra faceta de la adoración efectiva. Ya hemos
entrado en las facetas personales de la identidad, el entendimiento y
la humildad; pasemos ahora a la cuarta faceta: la autoridad.

4. Autoridad
Cuando sabes quién es Dios, cuando tienes identidad y la manejas en
humildad, entonces Dios comienza a darte autoridad. Jesús dijo: «Se
me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra», y esta misma
autoridad nos es dada a nosotros ahora.
Dentro de lo que analizamos en Deuteronomio 10:8-9, desearía
que no se te olviden las tres cosas para las que Dios nos llamó: para
llevar el arca del pacto, para presentarnos delante de él, para ministrar
y bendecir en su nombre como se hace hasta hoy.
Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías
y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este
último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la
asamblea (2 Crónicas 20:14).

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En otras palabras, Jahaziel era tataranieto de Asaf. ¿Y quién era
Asaf? Si vas a 1 Crónicas 25, puedes ver que David separó para el
ministerio a tres hombres: Asaf, Hemán y Jedutún; y al hacerlo no
solo separó a esos hombres sino a todos sus hijos. Así que Asaf
era músico, profeta bajo las órdenes del rey. Jedutún también era
un músico profeta, fluyendo con una unción profética por medio
de su instrumento. Y Hemán era un músico profeta porque en el
momento de fluir él era vidente, podía ver lo que estaba sucediendo.
David no era bruto, ya sabía que Dios quería moverse en un ambiente
profético, y lo que hizo fue cubrir todas las bases. Llamó a Asaf para
que fuera profeta. Llamo a Jedutún para que fluyera con el canto
o el instrumento profético, y llamó a Hemán para que pudiera ver,
establecer y confirmar lo que Dios estaba haciendo.
Y de ese linaje se levanta un Jahaziel, un tataranieto de Asaf. Y en
medio de todo lo que estaba sucediendo, Jahaziel dijo: «Escuchen,
habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad.
Así dice el Señor: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese
gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. Mañana,
cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos
y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. Pero
ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente,
quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el
Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo
ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el Señor,
estaré con ustedes”» (2 Crónicas 20:15-17).
Quiero que ustedes se den cuenta de algo, el que dijo esas palabras
no fue el viejito de la esquina que hace años estaba profetizando. El
que se levantó en la asamblea fue un músico. ¿Por qué sabemos que
era un músico? Porque Asaf, Hemán y Jedutún se dedicaron adiestrar
a sus hijos y a todo su linaje en lo que ellos hacían. Por lo tanto, fue
un músico el que se levanta en la asamblea, le habla al pueblo y al
rey, y les dice: «Sepan que la batalla es del Señor, no tengan miedo, no
hagan nada y vean la salvación del Señor».
Y Josafat recibe la palabra y dice en el versículo 20: «Habitantes
de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán
librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!» A mí me fascina
hablarle sobre esto a los músicos, porque por muchos años ellos
fueron marginados o condenados solo a tocar su instrumento, a ser
los primeros en llegar y los últimos en salir, a ser los que cargaban
con toda la culpa. He conocido a músicos que me han dicho cosas
como: «Mi pastor me dijo que mientras él fuera el pastor de esta

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iglesia, yo iba a ser el pianista». O sea, que han sido condenados a un
piano, su visión ha sido cortada por completo. «Tu sirves para tocar
el piano y nada más».
Tengo noticias para ti, la música es solo un pretexto de Dios para
llevarte a otro lugar. Imagínate si la vida del pastor René González,
pues ya hoy podemos llamarle pastor, hubiera estado confinada a
cantar por el resto de sus días. ¿Qué hubiese sucedido? Su visión se
habría visto truncada por completo. «Bueno, hay que hacer discos…
hay que escribir canciones». ¿Cuántas veces y de cuántas maneras
puedes hablar de la luna y las estrellas? ¿De qué forma? ¡Gracias
sean dadas al Señor por los hombres y mujeres de Dios que vienen y
nos hablan y decretan algo profético para nuestras vidas! «Tú serás
un siervo de Dios, un profeta, un evangelista». ¡Gracias a Dios que no
estamos confinados a un servicio, sino que estamos destinados a un
llamado! Y te digo, Dios no termina aún con la vida del pastor René,
su pastorado es solo una piedrecilla en la obra que Dios quiere hacer,
porque él ya está desarrollando un apostolado. Por lo tanto, nuestro
trabajo es continuar, la visión tiene que seguir.
Ahora, regresando la autoridad, ¿este joven tenía identidad? Sí.
¿Este joven tenía entendimiento? Sí, él sabía quién era Dios, pues
cuando comenzó a hablar no dijo: «¡Porque Jehová está enojado con
ustedes y va a venir mañana un fuego consumidor y los va a aniquilar
a todos!» No, el habló lo que Dios puso en su corazón. «Mañana verán
la salvación que el Señor les dará». Él tenía entendimiento, tenía
identidad y tenía humildad. La humildad significa simplemente hacer,
sin añadir ni quitar, lo que has sido llamado a hacer. Por lo tanto, se
levantó en autoridad. Los tres primeros pasos te llevan al cuarto paso.
La autoridad es resultado del entendimiento, la identidad y la
humildad. Así que se levantó en autoridad, y tanto fue así, que Josafat
dice: «Confíen en el Señor y serán librados, confíen en sus profetas y
tendrán éxito». Josafat confirmó y afirmó la palabra de ese joven profeta.
Confíen en el profeta y van a ser prosperados. ¡Confíen en el profeta!
Imagínense si Jahaziel no se hubiera levantado a dar esa palabra
porque tuviera miedo o pena. Nunca se habría escuchado esa
palabra: «Confíen en sus profetas… y así serán prosperados». Nunca
hubiéramos podido contar con esa porción de las Escrituras. Si no
ocupas el lugar que Dios te ha llamado a ocupar, nunca se escucharán
las cosas que están por escucharse. Porque quiero decirte algo: Dios
no es el Dios del plan B. Dios es un Dios de un solo plan. Y les voy
a decir más, ese plan no se va desenvolviendo a medida que tú vas
llevándolo a cabo o no. Ya el plan está establecido. Desde antes de

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la fundación del mundo ya el plan estaba determinado, es por eso
que sabemos que Dios no tiene un plan B. Hay un solo plan, un solo
camino. Y dentro de ese plan, tú eres una parte. Dios te ha llamado a ti,
y cuando no tomas tu lugar, nadie más puede hacerlo. Entiende lo que
estoy diciendo, Dios te hizo único y especial, no hay otro como tú, no
existe la clonación espiritual. Un pastor puede impartir su naturaleza
y su espíritu a una oveja o hijo espiritual, pero esta nunca puede ser
exactamente igual, porque es única y especial. Tus huellas digitales te
definen y dan evidencia de eso; no hay otra persona como tú.
Así que la vivencia que Dios te está haciendo tener con él es única y
especial. Cuando Dios te llama a una posición, nadie más puede hablar
o decir lo que tú vas a hablar o decir. Nadie pude hacer o decidir lo
que vas a decidir. Por consecuencia, si no ocupas tu lugar, nadie más
puede ocuparlo. Nadie puede hacer lo que estabas destinado a hacer.
¿Qué es lo que sucede entonces? Que Dios levanta a otras personas.
Por ejemplo, en el caso de Elías, estoy convencida de que él perdió su
ministerio antes de tiempo. Dios le dijo a Elías dos veces: «Levántate
y come, porque te espera un largo viaje». Y cada vez que Dios le
preguntaba: «¿Qué haces aquí?», Elías seguía en su depresión. «Es que
han matado a todos los profetas y solo he quedado yo». De acuerdo,
Dios lo toleró una vez. Mandó a un ángel y le envió provisión. «Todo
está bien… te espera un largo viaje, descansa». Entonces Elías entra
en una cueva, y cuando sale de la cueva Dios vuelve a preguntarle:
«¿Qué haces aquí?» Y ahí vuelve de nuevo la misma cantaleta de Elías,
la misma depresión. ¿Sabes lo que Dios le dijo después del fuego y del
terremoto? «¡Está bueno ya, se acabó! Ahora regresa por el camino que
escogiste, regresa por el camino del desierto… y vas a ungir a este y a
este otro como reyes, y a Eliseo para que sea profeta en tu lugar». Pero,
¿sabes qué? De las tres cosas que Dios le mandó a hacer a Elías, él
solo hizo una. ¡Ni eso pudo terminar por su estado de depresión!
¿Qué estoy tratando de decir? Nadie pudo hacer lo que Elías
estaba llamado a hacer. Eliseo se levantó y cumplió con lo que Elías
no había cumplido. Eliseo hizo más de lo que Elías hizo, pero él era
una persona distinta y tenía su propio llamado.
Es cierto que Eliseo se sometió, aprendió y siguió los pasos del
discipulado, y es por eso que pudo llegar a experimentar lo que
experimentó, pero nadie más en la historia de los profetas pudo
hacer lo que Elías estaba destinado a hacer.
¿Quién conoce historia más increíble que lo que sucedió con los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal? A lo mejor hubiésemos
leído y estudiado muchas otras historias increíbles de Elías, pero
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nunca las vamos a saber, pues él perdió su ministerio antes de
tiempo. Y esto ocurrió porque Elías, en un momento en el que tenía
que pararse en autoridad, se metió en una cueva.
Cuando Dios te llama, te da identidad, te da propósito, te da autoridad.
«En mi nombre echarán fuera demonios… en mi nombre estas señales
harán». Tienes que reconocer que Dios te ha dado autoridad para que
te pares en su nombre y afectes al resto de la eternidad. Porque una
persona que se para en su nombre tiene la habilidad y el llamado de
afectar a las generaciones venideras. Yo no sé si entiendes la eternidad
de esto. Estás llamado no solo a afectar a tu generación, sino a las
generaciones venideras. Necesitas entender ese principio.
Existen otras características de una adoración efectiva, y las
próximas tres van mano a mano. Después de la autoridad viene el
corazón, detrás del corazón viene la pasión, ambos no son lo mismo.
Y luego de la pasión viene la visión.
¿Quieres establecer una adoración efectiva en tu vida? Estos
últimos ingredientes son esenciales; y los tres los podemos estudiar
en la vida de David.

5. Corazón
La Biblia dice que a pesar de todas las faltas que tenía David, Dios
dijo que era un hombre conforme a su corazón. Había algo diferente
en ese hombre, en la constitución de ese ser humano. Dios había
puesto su corazón en ese joven. Cuando mandaron a llamar a David,
el rezagado, el sudoroso pastor de ovejas, luego de ver a todos sus
hermanos bien lindos y perfumados, ese jovencito se paró ante
Samuel y el profeta preguntó: «¿Señor, es este?» Y Dios le dijo: «No
mires su parecer, yo no miro lo que mira el hombre, yo miro el corazón».
Y luego añadió: «El corazón de ese joven es como el mío». Es por eso
que David pudo hacer lo que hizo. David pudo experimentar, siendo
rey, un ministerio sacerdotal y un ministerio profético. David encerró
ese llamado. Y estoy convencida de que fue por su corazón.
A mí me llama la atención una escritura en Apocalipsis 3:7, cuando
Jesús le está hablando a una de la iglesias y dice: «Escribe al ángel
de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene
la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y
nadie puede abrir». ¡Hay algo aquí… la llave de David! ¡Pues claro!
Jesús tenía el corazón de su Padre. David tenía un corazón conforme
al de Dios, no había una adoración más efectiva que la adoración
de David, exceptuando la de Jesús, pero me estoy refiriendo a los
seres humanos. David pudo establecer un patrón de adoración,

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algo totalmente diferente, un aire freso. ¿Por qué? Por su corazón.
Él tenía los otros ingredientes, tenía autoridad dada por Dios, tenía
humildad, tenía identidad (porque el profeta lo había identificado) y
tenía entendimiento de quién era Dios. Además pudo establecer, por
medio de su corazón, pasión.

6. Pasión
El corazón y la pasión son dos cosas diferentes. Tú puedes tener un
sentir en tu corazón por algo, pero si no te apasionas, nunca vas a ver
el fin. Puedes tener corazón para la música, pero si tu instrumento o tu
llamado no te apasionan, cuando vengan los momentos de dificultad,
a pesar de todo el corazón que tengas, te vas a retirar, vas a caer en
una depresión. Elías tenía corazón pero no tenía la pasión al final.
Así que la pasión es ese motor que te deja llegar hasta el fin. Venga
lo que venga, digan lo que digan, hagan lo que hagan, la pasión te
mantiene firme. David tenía pasión.
Y lo último que provoca una adoración efectiva es la visión.

7. Visión
Quiero que veas algo. En un tiempo en el que el pueblo está
acostumbrado a un tipo de adoración, a ciertos patrones de adoración,
podemos caer en esos patrones. Caemos en un pecado al que yo
llamo el pecado del músico. La tentación en la cual caemos es la de
querer provocar al pueblo, y eso es pecado. «Bueno, vamos a cantar
esto porque el pueblo se anima... remolineando… remolineando…
vamos a cantarlo porque le gusta al pueblo». ¡Eso es pecado! Estás
provocando una emoción, pero no estás adorando en espíritu y en
verdad. Ahora, si Dios te indica que lo hagas, entonces hazlo; pero
si estás buscando una estrategia para movilizar al pueblo, tienes el
enfoque en el lugar incorrecto. Tu enfoque debe ser primero:
• ¿Cuál es el corazón de Dios?
• ¿Dios, qué quieres cantar hoy?
• ¿Qué quieres hacer en este servicio hoy?
• ¿Cuál es la idea? ¿Qué es lo que quieres lograr?
La música es un complemento de lo que Dios está haciendo, una
herramienta, no es para promover las emociones. Aunque va a tocar
nuestras emociones, claro que sí, ese no debe ser nuestro enfoque.
Vean esto. En una época donde la vida de adoración estaba
establecida, el pueblo estaba acostumbrado a adorar a Dios a
través del tabernáculo de Moisés, esa era su visión. Y lo que más

· 47 ·
me irrita de todo esto es que esa gente tenía la osadía de ir, hacer
sus ritos y adorar… ¡incluso cuando el arca del pacto no estaba allí!
¡El arca del pacto no estaba en el tabernáculo de Moisés porque se
la habían robado! Los filisteos se la llevaron. Y esa gente adoraba
de igual forma, como si el arca estuviera allí. Lo mismo sucede en
muchos lugares hoy día, en los que nos encontramos adorando, pero
lo hacemos a través de la emociones. Cantamos «remolineando»,
decimos que estamos «cansados del camino» y le pedimos a Dios
que nos «sumerja» en el río de su Espíritu… ¡pero Dios no está ahí!
Hablando de Elías, Dios le dijo: «Preséntate delante de mí». Pero
él no se presentó, se quedó en la cueva. Vino un viento recio, pero
las Escrituras dicen que el Señor no estaba en el viento. Le siguió un
terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego vino un
fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Entienda algo, Dios
es omnipresente, pero él no se manifiesta en todos lados. Dios está
en todas partes, pero no se manifiesta donde quiera.
Yo no sé ustedes, pero mi oración cada vez que nos reunimos en la
iglesia es la siguiente: «Señor, si tú no te manifiestas en esta casa, en
vano hacemos lo que estamos haciendo». El sentir de mi corazón es:
«Señor, deseo llegar a tocarte hasta el punto de que este lugar estalle
con una manifestación tuya… ¡no quiero otra cosa!»
En ese tiempo lo que estaba establecido y la norma era adorar en el
tabernáculo de Moisés. De tal forma que tenías que lavarte, sacrificar
animales, y existía el lugar santo, el velo y todo lo demás. O sea,
que se adoraba a Dios de una forma rígida y religiosa. Sin embargo,
David fue más allá, no se conformó con un rito tradicional, sino que
fue consumido por su pasión, por la presencia de Dios, la cual le dio
visión para adorar. Y porque David tenía un corazón conforme al de
Dios y poseía pasión, desde que disfrutó de autoridad lo consumía
algo. Lo consumía el hecho de que el arca del pacto no estuviera con
él. David sabía que le pertenecía: «A mí me pertenece la presencia de
Dios… mía es la herencia de la presencia de Dios».
¡Tú eres levita! Dios te dijo: «Yo soy tu herencia». ¿Qué haces
entonces dejando el arca del pacto en otro lugar? A David lo consumía
la pasión por la presencia de Dios y no descansó hasta lograr su
propósito. ¡Aleluya! Llegó a tal punto que hasta cometió errores. Estaba
tan desesperado que la primera vez que trató de trasladar el arca lo
hizo sin seguir las reglas establecidas. Y Dios lo tuvo que reprender, le
tuvo que enseñar, pero fue debido a la pasión que lo consumía.
Cuando David vio que el arca estaba en casa de Obed Edom, que
por tres meses ellos disfrutaban de una total bendición, sintió que un

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fuego le consumía. Él decía: «¡No puede ser! ¡Esto me pertenece a mí!
Hay muchas veces que es más fácil quedarnos indiferentes.
Permanecer en el mismo lugar, en el mismo sitio, quedarnos sentados
en la misma banca, que el pastor no nos llame. Nos convertimos en
creyentes indiferentes. «Oh sí, el Señor se movió, aleluya, gloria a
Dios». Y el arca está en casa de otro, bendiciendo a otro. Y entonces
algo te consume y dices: «Pero, ¿cómo va a ser? Yo soy creyente
hace veinticinco años, mientras que ese entró el otro día a la iglesia
y mira cómo está, lleno de bendición y prosperidad… teniendo de
todo». ¡Es que ese tiene pasión por lo que le pertenece! ¡Ese tiene
pasión por el arca!
¿Qué te pasó a ti? Te acostumbraste, te acomodaste y te habituaste
al patrón establecido. No obstante, te digo algo, Dios está levantando
una generación que no se conforma al patrón establecido. Si no lo
sabías, hoy lo sabes.
Visión. David vio más allá del patrón establecido. La pasión que
lo consumió le hizo traer el arca a la ciudad de David. ¿Y sabe dónde
estaba la ciudad de David? En el patio de su casa. Cuando el salía y
miraba por su ventana, ahí estaba la ciudad de David. La gente puede
pensar que colocó el arca en un lugar especial, pero estaba en el patio
de su casa. Y ahí, ni tan siquiera consultó con el modelo establecido.
David dijo: «No, nada de tres divisiones, nada de tanto protocolo… y
lava esto y lava lo otro, y limpia esto y que si el candelero… no, no,
no… eso sirvió en algún tiempo, estableció un fundamento, instauró
un patrón… ¡pero ya basta! Lo que a mí me apasiona es estar con el
Señor. Dios no puede tener un límite. Dios no puede tener una cortina.
Dios tiene que estar accesible a toda hora». Y esa pasión lo llevo a la
visión del tabernáculo de David.
Una «carpa» que estaba abierta, disponible, con todo «en orden».
Sí, porque Dios es un Dios de orden. No quiero que confundas la
pasión con el desorden, y eso David lo aprendió de la forma difícil,
porque le costó la vida a una persona (2 Samuel 6:6-8). No obstante,
en su visión hay algo más. «Hay mucho más que esto que está
establecido… quiero establecer algo más… una carpa abierta y
accesible… una adoración efectiva».
Si David se hubiese conformado al patrón establecido, ¿esa
adoración habría sido efectiva? Hubiera ocurrido lo mismo, habrían
venido los filisteos otra vez y se hubieran robado el arca de nuevo.
¿Te das cuenta de que David estaba fluyendo hacia lo apostólico?
David estaba estableciendo lo no establecido. David estaba siendo

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un pionero. Instauró la casa de David, el tabernáculo de David.
Y lo último que quiero que veas es Amós 9:11.
En aquel día levantaré la choza caída de David.  Repararé sus
grietas, restauraré sus ruinas y la reconstruiré tal como era en días
pasados.
¿Quieres saber cuán efectiva fue la adoración de David? Tan efectiva
que el Padre la anhela.
Cuando te levantas con entendimiento, identidad, humildad y
autoridad. Cuando posees corazón, pasión y visión, cautivas el
corazón del Padre.
Tanto fue así que en Amos 9:11 dice que en aquel día Dios levantará
el tabernáculo caído de David. No dice el tabernáculo de Moisés, ni el
templo de Salomón. ¡Dice el tabernáculo de David! ¡Esa pasión, ese
corazón, esa visión, esa adoración… eso es lo que Dios quiere!
«Yo no quiero protocolo. No quiero religión, no quiero pompas ni
lujos hechos por manos de hombres, eso no es lo primordial para mí.
Yo no quiero formas humanas de adorar. Quiero ese mismo corazón.
Yo levantaré el tabernáculo caído de David. Voy a arreglar sus grietas.
Voy a reparar sus puertas. Voy a hacer lo que tenga que hacer…Yo
voy a levantar una generación de tabernáculos».
Dicho sea de paso, cuando leas la Biblia, no trates de visualizar
todo literalmente como hace mucha gente, que cuando lee que el
Señor dice que levantará el tabernáculo de David, imagina a Dios
haciendo la carpa y poniendo las estacas. ¡Tú eres el tabernáculo!
¡Dios está levantándote a ti como ese adorador efectivo! No como
un adorador según los ritos, pues el patrón de Moisés terminó. ¡La
sangre del cordero ya fue derramada, el velo se rasgó, y tú tienes
acceso al lugar santísimo!
Ahora bien, ¿sabes lo que quiere el padre? ¡Él quiere que salgas de ahí
y le cantes un canto desde el lugar santísimo hasta los atrios! Porque
hay gente que permanece en los atrios, que siguen cantando: «Llévame
al lugar santísimo»... «quiero ver el santo lugar», sin embargo, el lugar
santísimo ya está en ti. Tu adoración verdadera pone de manifiesto el
lugar santísimo y tu adoración apostólica lo establece en los atrios.
La adoración efectiva significa adorar entendiendo quién eres en
Dios y quién es Dios en ti; con pasión, corazón y visión. La adoración
efectiva te llevará más cerca del corazón del Padre, para así llevar el
corazón del Padre al corazón del pueblo.

· 50 ·
· CAPÍTULO 4 ·
LA RESTAURACIÓN DE LOS CINCO
Ministerios en la Iglesia

«Para ser testigos de la resurrección,


necesitas remover la piedra».
—Pastora D.

Ya hemos establecido la definición de la verdadera adoración


apostólica y el sentir del corazón del Padre hacia nosotros para así
alcanzar una adoración efectiva. Siempre digo que la mejor forma
de entender a dónde vamos por la gracia divina de Dios es conocer
y entender de dónde hemos venido y cuál ha sido el rumbo de la
trayectoria. «No te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios,
quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo»
(Deuteronomio 8:14).
Al hacer un estudio del desarrollo de la iglesia evangélica y el mover
de Dios en el siglo pasado, podemos ver varias transiciones que nos
traen a nuestro día presente y nos iluminan el camino para lo que ha
de venir. Durante el transcurso del siglo dieciséis, Dios comenzó a
moverse en su cuerpo como nunca antes. Aunque el catolicismo era
la religión oficial, no es menos cierto que existía un alto porcentaje
de «protestantes» a través del mundo entero. Estudiamos la vida de
Juana de Arco, que por su intimidad con Dios y su don profético fue
contada como bruja, hasta que sus convicciones y su pasión por Dios
la llevaron a ser quemada viva. Hoy sus gritos resuenan por el mundo
recordándonos que la religión del hombre y el sistema religioso
siempre serán los que matan la voz de Dios en la tierra. Miramos
a otra mujer como Madame Jeanne Guillon, cuya hambre y sed de
Dios la llevaron a una pasión insaciable que confrontó muchas de
las doctrinas establecidas por la iglesia católica en esos días. Fue
considerada una hereje y encarcelada por nunca claudicar en su
forma de pensar. Sus escritos hoy día iluminan y muestran la pasión
y convicción que debemos de poseer como verdaderos adoradores.

· 51 ·
Gente como Jacobo Boeme, contemporáneo de Madame Guillon y
buen amigo, escribía en secreto de su pasión por Cristo y su intimidad
con Dios. Habiendo obtenido altas posiciones dentro de la jerarquía
católica fue también marginado y tomado por hereje por causa de
sus escritos acerca de Cristo. Fue amenazado innumerables veces
de muerte si continuaba escribiendo lo que se consideraban herejías.
He aquí uno de sus escritos que fuera considerado así:
Siempre pensé mucho en cómo poder heredar el reino de los cielos;
pero encontrándome en una oposición poderosa, en los deseos que
le pertenecían a la carne y la sangre, comencé una batalla en contra
de mi naturaleza corrupta y con la ayuda de Dios decidí vencer la
herencia de la voluntad maliciosa… romperla, y entrar por completo
al amor de Dios en Cristo Jesús, busqué el corazón de Jesucristo,
el centro de toda verdad, y resolví mirarme como muerto en mi
forma heredada, hasta que el Espíritu de Dios tomara forma en mí,
de manera que en él y por él, pudiera conducir mi vida.
Permanecí en esta resolución, batallando conmigo mismo,
hasta que la luz del Espíritu, una luz completamente foránea a
mi naturaleza bestial, comenzó a traspasar las nubes. Entonces,
después de algunas luchas difíciles con los poderes de las
tinieblas, mi espíritu traspasó las puertas del infierno y penetró
a la más íntima esencia de la divinidad recién nacida, donde fue
recibido con gran amor, como un novio recibe a su amada esposa.
¡Ninguna palabra puede expresar el gran gozo y triunfo
experimentado, cómo la vida surgió de una muerte, cómo ocurrió
una resurrección en medio de los muertos! … mientras estaba en
este estado caminaba por un jardín de flores, en quince minutos, vi
a través del misterio de la creación lo original de este mundo y de
todas sus criaturas … luego por siete días estuve en un continuo
estado de éxtasis, rodeado por la luz del Espíritu, que me sumergió
en contemplación y gozo. Aprendí lo que Dios es y cuál es su
voluntad … ¡no sé cómo esto me ocurrió a mí, pero mi corazón
admiró y alabó al Señor por ello! 1
Entre tantos hombres y mujeres de Dios que ayudaron a establecer
lo que hoy podemos llamar «La Edad de la Iluminación», también se
1
Jacobo Boheme Tomado de la www.passtheword.org. Stoudt, John
Joseph, Sunrise to Eternity: A Study of Jacob Boehme’s Life and Thought,
University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1957, pp. 37-38. Traducción
del inglés al español por la pastora Doris Machín.

· 52 ·
encontró San Agustín, que fue canonizado por la iglesia católica por
ser un gran hombre de Dios, pero no sin antes dejar establecido un
cimiento para la posteridad por medio de inspiraciones que marcan
los corazones de sus lectores hasta el día de hoy. Todos vivieron
dentro de un sistema, sin embargo, nunca fueron parte del mismo.
Todos estos valiosos escritos han servido como una escuela para
adoradores serios y grandes hombres de Dios como A. W. Tozer, C.
S. Lewis y John Wesley, entre otros, y todavía hoy siguen formando
a hombres y mujeres que están parados en la brecha con el manto
apostólico, gritando desde los cuatro vientos el plan divino de las
edades mediante el verdadero adorador.
Por consiguiente, el siglo veinte vio surgir un gran desarrollo dentro
de las iglesias protestantes. Dios continuó avivando la pasión por la
proliferación del evangelio, y decenas de misioneros expusieron su
vida sembrando la semilla de la paz y el amor en lugares remotos de
la tierra. Mientras tanto, en la iglesia global tuvo lugar un despertar
por medio del Espíritu; los grandes avivamientos, como el de Azuza en
1906, marcaron la historia de la iglesia. Surgieron grandes avivalistas
(nota que dije avivalista y no evangelista; el avivalista es el que da
lugar a los grandes avivamientos) entre los que se encuentran Willian
Seymor, Frank Bartleman y en especial Smith Wiggleswort, cuya fe
valiente, forma colorida de predicar y métodos controversiales, junto
con los increíbles testimonios que lo seguían, lo convirtieron en una
leyenda ministerial, hasta el punto de que después de su muerte
y la de Aimee Semple McPherson y Charles S. Prices en los años
1940, algunos de los fieles dedujeron que la unción del Espíritu en
esos movimientos pentecostales había sido enterrada con ellos.
Sin embargo, en este tiempo Dios está levantando la generación de
Eliseo, la generación de la doble porción.
¡Y qué emocionante es saber que eres parte de este mover, que tu
herencia es recibir mayor porción que la que nuestros antepasados
recibieron, para hacer mayores cosas. «Fuera de ti, desde tiempos
antiguos nadie ha escuchado ni percibido, ni ojo alguno ha visto, a un
Dios que, como tú, actúe en favor de quienes en él confían» (Isaías
64:4). «Sin embargo, como está escrito: “Ningún ojo ha visto, ningún
oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios
ha preparado para quienes lo aman”» (1 Corintios 2:9). ¿Estás listo?
Cuando Dios establece los cinco ministerios, tal como lo vimos
en el libro de Efesios, lo hace con un orden específico: en primer
lugar apóstoles, en segundo profetas, en tercero maestros, en cuarto
pastores y en quinto evangelistas. Durante las pasadas décadas,

· 53 ·
Dios ha ido restableciendo estos ministerios y los ha colocado en
su orden apropiado. El Espíritu Santo ha comenzado desde el último
para traernos paso a paso hasta el primero.
Gracias al poder del Espíritu Santo y la pasión de los hombres y
mujeres en la historia de la iglesia, el evangelismo como tal nunca
llegó a menguar, sin embargo, a pesar de los grandes evangelistas-
avivalistas que existieron a principio del siglo veinte, vimos un resurgir
fuerte al final de los años cuarenta y comenzando la década de los
cincuenta. Hombres como Billy Graham, que fundó su asociación
evangelista en Minneapolis en el año 1950, la cual ha alcanzado
a miles de millones de personas con el poderoso mensaje de las
buenas nuevas, sin hacer distinción de sexo, edad, raza o estatus
social, incluyendo desde presidentes y gobernantes, anglos y latinos,
hasta gente humilde. Las páginas de la historia también guardan la
valiosa labor desarrollada por personas como Kathryn Kuhlman, Yiye
Ávila, T. L. Osbor, entre otros. Personas que han expuesto las buenas
nuevas de la salvación por las ondas de radio y televisión, dedicando
tiempo, talento y dinero a la impartición de este mensaje global, y
algunos incluyendo señales y milagros.
Puesto que los grandes movimientos evangelísticos producían
grandes números de nuevos creyentes, el avivamiento requería
seguimiento, por tanto era necesario que los mismos fueran
pastoreados. A pesar de que la figura pastoral siempre existió
dentro de la iglesia protestante, a partir de la década del cincuenta
y el sesenta, Dios comienza a afirmar el oficio pastoral, sembrando
en el corazón del Pastor la necesidad de realmente «pastorear» a
las ovejas, amándolas, cuidándolas, restaurándolas y llevándolas
a cumplir su propósito y destino. En Juan 21:15-17 se nos dice
que Jesús le preguntó a Pedro de diferentes maneras si lo amaba,
y cuando Pedro le respondió que sí, en las tres ocasiones Jesús le
replicó diciendo que apacentara sus corderos, cuidara y apacentara
sus ovejas, haciendo equivalentes el amor hacia Dios y el cuidado de
las ovejas.
Este oficio se ha ido desarrollando con el tiempo hasta el día actual,
en el que Dios ha depositado un corazón de padre y madre en pastores
y pastoras, cumpliéndose así la profecía escrita en Malaquías 4:6, que
dice: «El hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos
con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total».
¿Cuál es el propósito de Dios en medio de todo esto? Levantar no a
una generación de miembros que visitan o que se congregan en una
iglesia, sino más bien levantar generaciones de hijos por medio de

· 54 ·
sus padres espirituales. Al fin y al cabo, Romanos 8:17-19 dice que si
somos hijos, somos herederos, y que la creación gime esperando la
revelación de los hijos de Dios; o sea, toda la creación espera que se
manifiesten al fin los hijos de Dios.
En medio de las páginas de la Biblia encontramos el sentir del
corazón de Dios Padre, instruyendo a sus hijos. Siempre ha sido el
deseo de Dios Padre que se establezca ese orden en la tierra, que
su pueblo sea instruido en amor. En 2 Crónicas 17:7, 9 dice: «En el
año tercero de su reinado, Josafat envió a sus oficiales … para que
instruyeran a la gente en las ciudades de Judá … Llevaron consigo el
libro de la ley del Señor para instruir a los habitantes de Judá. Así que
recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando al pueblo».
Siguiendo el orden cronológico que hemos venido estableciendo, y
contando con que ya existían algunos maestros dentro de la iglesia,
en la década del sesenta y setenta, Dios comienza a restaurar y a
levantar como nunca el ministerio del maestro, personas instruidas
con fundamentos sólidos para impartir enseñanzas. Haciendo una
observación sobre los líderes de las iglesias de aquellos tiempos,
existían muchos que eran analfabetos, gente que enseñaba Palabra
de Dios por lo que había aprendido a través de otros, que a su vez
habían aprendido de la misma forma. Sin menospreciar el trabajo
de ellos, no es menos cierto que muchos se convirtieron en simples
repetidores, que hablaban lo que escucharon hablar, sin estudiar ni
escudriñar con profundidad la Palabra, levantando así una generación
de gente más emocional que espiritual, sin mucho fundamento
bíblico, cargados de excesos dogmáticos en sus vidas. La Palabra
nos dice en el libro de Oseas: «Pues por falta de conocimiento mi
pueblo ha sido destruido» (Oseas 4:6).
No obstante, al experimentar un resurgimiento del maestro, aquel
que escudriñaba las profundidades de la Palabra, la iglesia comenzó a
ser equipada con la verdad y muchas vendas religiosas y dogmáticas
comenzaron a caer, a pesar de que dicho resurgimiento en su
comienzo trajo más letra que vida del espíritu y muchos se quedaron
con el conocimiento sin que la Palabra se hiciera vida en ellos. Sin
embargo, Dios, por medio de su Espíritu, ha ido desarrollando un
perfecto balance entre la letra y el Espíritu que vivifica, entre el logos
y el rema.
Jack Deere, autor del libro Sorprendido por el poder del Espíritu
Santo, confirma que aunque había llegado a ser un prominente
maestro del Seminario Teológico en Dallas, y a pesar de lo mucho
que había estudiado, en un momento que rechazó los milagros y el

· 55 ·
carisma del Espíritu fue sorprendido dentro de un gran avivamiento
en las iglesias Vineyard, fundadas por John Wimbers, a partir del
cual, según él manifiesta, su vida nunca fue igual, afirmando así
que la letra sin la vida del Espíritu mata. Podemos concluir que el
restablecimiento del ministerio del maestro ha sido clave para la
manifestación del grado de revelación que estamos viviendo hoy.
Desde Génesis hasta Apocalipsis podemos ver decenas de
ejemplos de maestros, y lo que sus vidas establecieron en su época
y en generaciones posteriores. Sin embargo, tal como vemos al
maestro en la vida de muchos personajes bíblicos, también vemos
al profeta, al cual Dios estableció desde el comienzo, después de
la expulsión del hombre del huerto del Edén, para ser su portavoz
y expresar el sentir de su corazón aquí en la tierra. Los profetas del
Antiguo Testamento, y aun Juan el Bautista en el Nuevo Testamento,
fueron usados por el Señor para traer luz al plan de Dios que ya estaba
en operación. No obstante, en la persona de Jesús el ministerio
profético se cumplió y se perfeccionó. Juan 1:1 dice: «En el principio
ya existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios».
Dios usa el ministerio profético de hoy para corroborar lo que ya ha
sido establecido por él en la persona de Jesús, para aumentar la fe
del oyente, para establecer lo desconocido en el corazón del hombre
y así edificar fundamento sobre fundamento para alcanzar mayor
crecimiento en la vida del creyente. Podemos decir que toda profecía
así como toda escritura inspirada por Dios es usada para redargüir,
instruir, enseñar e instruir en justicia (2 Timoteo 3:16).
A pesar de que las profecías no han cesado como tal y Dios ha
continuado hablando a través de los tiempos, el ministerio del
profeta en la iglesia fue restablecido a mayor escala en las décadas
del setenta y el ochenta. Amos 9:11 dice que en aquel tiempo (el
nuestro) Dios restauraría el tabernáculo caído de David, y parte del
orden de este tabernáculo fue asignar a músicos profetas al servicio
de Dios en dicho lugar (1 Crónicas 25:1-7). Asaf, Hemán y Jedutún
cumplían el ministerio profético a cabalidad, porque uno profetizaba
bajo órdenes del rey, otro profetizaba con su instrumento y otro era
vidente del rey, cubriendo así todas las bases del mover profético.
A pesar de que muchos hombres, evangelistas, pastores y
maestros se han levantado como profetas de Dios, estoy convencida
a partir de las Escrituras de que el manto profético está sobre la vida
de cada creyente, listo para ser activado por el poder del Espíritu.
Cuando hablamos de identidad, necesitamos entender que este
mover profético nos incumbe y nos incluye a nosotros, y que parte

· 56 ·
de nuestra identidad en Cristo precisamente es el don profético, el
cual nos lleva al último y más importante ministerio que ha sido
restaurado y restablecido por Dios en este tiempo, el apostólico.
De manera contraria a la enseñanza cesacionista de que no
existieron más apóstoles, después que el último de los apóstoles
neo testamentarios murió, la historia de la iglesia revela otro cuadro.
Si el cuerpo de Cristo (la iglesia global) se encuentra dónde está y
estamos viendo y viviendo grandes acontecimientos, como por
ejemplo los grandes logros que la iglesia hispana está alcanzando en
el mundo en este tiempo, ha sido porque se han levantado grandes
hombres y mujeres, pioneros, gente en la vanguardia, sin temor
a ser criticados o rechazados, apóstoles, gente como el apóstol
Wissan Halawi de Brasil, el apóstol Wanda Rolon de Puerto Rico, el
apóstol Misael Areñales de Honduras, el apóstol Dr. Jorge H. López
de la Fraternidad Cristiana en Guatemala, el Dr. Harold Caballeros
de Guatemala, el apóstol Rony Chávez de Costa Rica, el apóstol
Guillermo Maldonado de Miami, Florida, y muchos más que por falta
de espacio no mencionaremos.
Ya vimos en el primer capítulo la definición de un apóstol, el cual
es uno que es enviado a hacer lo que nadie ha hecho, a establecer
lo no establecido. Llegar a ser un apóstol no es algo que sucede por
osmosis, o por deseo, o por autonombramiento; el apóstol existe
única y exclusivamente por el diseño de Dios y el llamado del Señor
mismo. Me da mucha tristeza ver tanta ignorancia acerca de este
tópico, hoy día cualquiera que tiene dos o tres iglesias bajo su cuidado
trasciende el título de obispo y se autodenomina apóstol; incluso
caminan ungiendo a otros como apóstoles, proliferando así la falacia
y la falta de entendimiento con relación al ministerio apostólico.
Ya que hemos establecido la línea de tiempo en la restauración
de los cinco ministerios en la iglesia, quiero terminar este capítulo
diciéndote esto: la Biblia dice que el Señor levantó a unos para ser
maestros, a otros para ser evangelistas, etc., para así instruir a su
cuerpo. Y dentro del mover corporal del Espíritu en la iglesia de
hoy, Dios está levantando este ministerio completo en cada hijo y
cada hija. Tal como en la persona de Jesucristo se manifestaron los
cinco ministerios, como su cuerpo y la extensión del reino aquí en la
tierra, nosotros estamos llamados a manifestarlos también. Él fue
todo un evangelista (Mateo 4:18-20), todo un pastor, el buen pastor
(Juan 10:14, 27), todo un maestro (Mateo 5), todo un profeta (Juan
4:19) y todo un apóstol (Hebreos 3:1). Hoy, como su cuerpo, estamos

· 57 ·
llamados a ejercer el mismo ministerio para el mismo fin, establecer
su reino aquí en la tierra así como en el cielo.
Le pido al Señor ahora, en el nombre de Jesús, que tus ojos sean
abiertos y tu corazón estalle en tu interior por la voz del Espíritu
que te dice: «¡Eso es!... ¡Esta es la respuesta a lo que buscaba!» El
principio de todo llamado en Cristo es la identidad, entiende que has
sido llamado para este tiempo, con el propósito de impactar no solo
tu generación, sino todas las generaciones venideras, tal como Cristo
aún hoy sigue impactando las nuestras. ¡Despierta tú que duermes…
este es tu momento!

· 58 ·
· CAPÍTULO 5 ·
EL ESPÍRITU DE GRECIA,
Sistemas Egipcio y Babilónico

«Una iglesia no es efectiva si no se compone


de gente efectiva».
—Pastora D.

La historia de los tiempos nos da evidencia de una decadencia


en el mover de Dios por causa de la integración de la humanidad
(carnalidad) en las cosas espirituales de Dios. Si miramos y hacemos
varios estudios en diferentes tiempos bíblicos, como en el tiempo de
Moisés, el de Daniel… y aun en el del Nuevo Testamento, el tiempo
de los apóstoles en el libro de los Hechos, vemos cómo las culturas
y tradiciones locales influían y afectaban la simpleza y pureza del
corazón del creyente. Podemos ver cómo las primeras obras de la
iglesia primitiva fueron afectadas al ser infectada por filosofías y
teologías diferentes. Con el pasar de los tiempos, estas influencias
continuaron infiltrándose en las iglesias y establecieron ritos y
normas, formando patrones y cultos a nuestro Dios.
Más tarde surgieron las divisiones denominacionales, cada cual
formando su propia imagen de Dios y adorándole según la tradición y la
cultura. Comenzamos a deslizarnos de forma sutil de lo sencillo de Dios,
permitiendo la aparición de regulaciones y estipulaciones rigurosas
totalmente humanas y carentes de cualquier rasgo de divinidad.

La influencia del sistema egipcio babilónico


Dentro de las páginas de la Biblia se encuentran varios sistemas
que a través del tiempo afectaron e influyeron a la humanidad,
apartándola de lo verdadero y aferrándola o lo terrenal. Al estudiar
el libro de Éxodo desde el capítulo 1 al 13, en los tiempos de Moisés,
nos encontramos con un pueblo en cautiverio, pero acostumbrado
al sistema de Egipto. El pueblo deseaba ser libre porque sabía que

· 59 ·
fuera de Egipto existía una vida mejor, sin embargo, después que
Moisés pagó el precio e hizo un esfuerzo sobrenatural para sacar
a su pueblo de la esclavitud, llegó a la realización de que era más
fácil sacar al pueblo del sistema que sacar el sistema del pueblo, ya
que muchos comenzaron a quejarse y a desear lo que dejaron en
Egipto. Aunque Egipto representaba un lugar de esclavitud, ofrecía
una cierta seguridad y estabilidad. Tal como el mundo de hoy día te
hace esclavo a cambio de una falsa seguridad y estabilidad.
Lamentablemente, esa historia se ha repetido numerosas veces
en el transcurso de los tiempos. Vemos cómo muchos que son
librados de los sistemas religiosos comienzan a caminar en la
libertad que Cristo Jesús ofrece, y después de un tiempo su corazón
desea las limitaciones y las regulaciones religiosas, vuelven a desear
el cautiverio; porque mientras eres esclavo no eres responsable por
tus acciones, solo haces lo que se te demanda, es fácil. Sin embargo,
cuando uno es libre necesita pensar, formar estrategias, buscar,
sobrevivir, y es responsable directamente por cada decisión tomada.
Es más, cada decisión tiene repercusiones para bien o para mal. Y a
esto es precisamente a lo que muchos le huyen, a la responsabilidad
de ser libres en Cristo (al que mucho tiene mucho se le demanda).
Sus corazones, aunque agradecidos por haber sido liberados de las
manos del «Faraón», siguen deseando la comida, bebida y estilo de
vida de Egipto, y en esencia, este es un falso sentido de seguridad.
Pero continuemos más adelante a los tiempos de Daniel, donde
reinaba el sistema babilónico totalmente idolatra y violento, sin
respeto a los valores humanos, que deseaba solo reinar y conquistar.
Vemos que debido al sistema babilónico, Daniel y un grupo de jóvenes
fueron llevados cautivos lejos de sus tierras y se les cambiaron sus
nombres, alteraron incluso su rutina alimenticia, todo con el fin
de obtener gente joven que rindiera homenaje al rey y a todos sus
ídolos. Dentro de la influencia del sistema babilónico vemos que todo
comienza por mudar, quitar, trasladar de la tierra donde hay frutos
a un lugar foráneo, donde nada es familiar. Luego es necesario un
cambio de nombre y nueva comida. Sabemos que para Dios los
nombres son importantes porque hablan de la naturaleza. El nombre
describe nuestra naturaleza. Al cambiarte de lugar y luego cambiarte
el nombre, el sistema babilónico se infiltra para provocar cambio
de una naturaleza pura a una viciada por la idolatría de todo tipo.
Establecer un cambio en la comida, aunque parezca ser un detalle
insignificante, nos dice mucho, porque justo lo que se quiere alcanzar
es una indigestión religiosa para que no encuentres otra salida
más a la que aferrarte o mueras. El cambio en la alimentación se
refiere a la comida espiritual. En el sistema babilónico existe «otra

· 60 ·
comida», quizás una «nueva revelación» a la que le das cabida en tu
vida y te desvía de lo puro y lo que alimenta al cuerpo. Daniel tuvo
que proponerse en su corazón no contaminarse con la comida o
la bebida del rey (Daniel 1:8), y esta decisión fue la que lo salvó y
le permitió conquistar y no ser conquistado. Lo triste es que este
sistema aun intenta hacer daño en la vida de los creyentes, hay
«Nabucodonosores» que raptan, cambian nombres y forman ídolos
para adorar, y la iglesia que ha sido lavada por la sangre del Cordero
cae en estas trampas. Existen personas que aman al Señor de forma
genuina, pero son encantadas por espíritus raros y diferentes que
prometen nuevas revelaciones. Revelaciones que te mudan de tu
tierra, cambian tu naturaleza y te apartan de todo lo puro y sencillo
que es vivir en Cristo Jesús.
Muchos quedan tan confundidos que su fin es apartarse por completo
de las cosas de Dios. He escuchado a muchas personas que dicen: «No,
yo no quiero saber de la iglesia, me hicieron mucho daño». No fue la
iglesia, fue el sistema en la mente del hombre lo que les hizo el daño.
Pero yo oro para que sea restaurado en este tiempo por mediación de un
pueblo que no ha doblado rodillas a Baal, lo que la oruga, el revoltón y el
saltón trataron de destruir (Joel 2:25). Dios en esta hora está levantando
a un pueblo libre de sistemas y puro, para que el conocimiento de la
gloria de Dios llene la tierra como las aguas cubre la mar (Habacuc 2:14).

El espíritu de Grecia
Con el movimiento de los primeros apóstoles y sus discípulos
hacia otros países como Italia y Grecia, entre otros, para impartir
el conocimiento de Cristo en las vidas, comenzó una fusión de las
religiones que ya estaban siendo practicadas y las filosofías que habían
sido estudiadas. Esto fue más evidente en Grecia, de donde proviene
la mayor influencia que encontramos dentro de nuestras iglesias hoy
día. Es rotundamente evidente que con la infiltración del «espíritu
de Grecia» en las iglesias, los milagros y prodigios que los primeros
apóstoles efectuaron decayeron en más de un cincuenta por ciento.
Por esta razón muchos teólogos llegaron a la conclusión de que los
dones cesaron con el último apóstol. Estos se llaman cesasionistas.
Sin embargo, vemos que en realidad el carisma y los dones del Espíritu
siguen vigentes en nuestras vidas hoy en día y son más evidentes a
medida que van muriendo los rasgos del espíritu de Grecia en nosotros.
Las influencias más poderosas que acompañaron al espíritu
de Grecia fueron la mitología, la estética, la filosofía del hombre,
la competencia (que se veían reflejadas en las olimpíadas), el
intelectualismo y la pornografía.

· 61 ·
He mencionado todo esto para hacerte ver algunas de las razones
por las que quizás no hemos podido alcanzar esa adoración apostólica
en nuestra propia vida. Las influencias de la naturaleza humana han
hecho cesar en muchos casos el fluir de la manifestación de Dios en
nuestras vidas. Es importante llegar a las raíces de las cosas para
ser libres de ellas. «Conocerás la verdad y la verdad te hará libre».
Tenemos que entender el principio de la vida del adorador, una vida
sin ataduras a la naturaleza humana ni sus vicios, sino libre para
expresar cada día una sinfonía de adoración en hechos y palabras,
estableciendo el reino de Dios en cada mente y cada corazón que
esté en contacto con nuestra vida.
Tal como Jesús entregó su vida en la cruz, murió en la carne para
ser resucitado en gloria, nosotros también necesitamos crucificar
esa naturaleza viciada y caída para entrar en nuestro tercer día...
donde resucita en verdad el verdadero adorador listo para seguir
conquistando, estableciendo y ensanchando por medio de la
adoración apostólica en su vida.
Sabemos que cuando las artimañas y estrategias de un adversario
son descubiertas, este deja de tener autoridad y control. Hemos
expuesto estas influencias que aún existen hoy en nuestras vidas para
que al fin la venda de tus ojos pueda caer y llegues a ser libre de lo que
está deteniéndote en el camino. Es tiempo de que te propongas en tu
corazón no contaminarte con las corrientes religiosas y los sistemas
dogmáticos de las iglesias y desees como Moisés simplemente
mirar su gloria. ¿Qué propongo? Una revolución espiritual, tal como
en los tiempos de Jesús, cuando el sistema fariseo fue confrontado y
descubierto. «¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!
Les cierran a los demás el reino de los cielos, y ni entran ustedes ni
dejan entrar a los que intentan hacerlo» (Mateo 23:13).
Una revolución tan grande que comiencen a caer las diferencias
entre las denominaciones y se establezca el amor y la belleza del
reino de Dios en nuestros corazones. Una revolución de tal magnitud
que la gloria de Dios se manifieste de modo tal que con nuestra
propia sombra los enfermos sean sanados en cuerpo, alma y espíritu.
Quizás pensarás que soy una soñadora, que esto nunca podrá
suceder. Sin embargo, sé en quién he confiado, y él es precisamente
la razón de este libro. ¡Que la adoración apostólica que comience en
cada corazón infecte, establezca y edifique a la iglesia de hoy para dar
lugar a las generaciones futuras, libres en Cristo Jesús, sin sistemas
y dogmas, solo liberadas en verdad por el Hijo! «Así que si el Hijo los
libera, serán ustedes verdaderamente libres» (Juan 8:36). ¡Aleluya!

· 62 ·
· CAPÍTULO 6 ·
LA MANIFESTACIÓN DE LOS
Tabernáculos

«Dios nunca consulta tu pasado para determinar tu futuro».


—Pastora D.

La historia siempre nos servirá como plataforma y punto de


referencia para entender nuestra realidad actual. Es interesante ver
cómo los errores del ayer pueden seguir afectando a la iglesia de
hoy. Sin embargo, al descubrir y destapar las artimañas, vivimos con
la esperanza de un nuevo amanecer, con una nueva actitud, con la
nueva propuesta de no seguir multiplicando los errores del pasado,
sino más bien establecer lo nuevo de Dios aquí en la tierra.
Cuando nos detenemos a mirar patrones antiguos podemos hacer
como nos dijo Pablo: Escudriñarlo todo y retener lo bueno, y a su vez
echar afuera lo malo (véase 1 Tesalonicenses 20:21-22). Al hacer un
estudio del tabernáculo de Moisés, podemos ver de punta a cabo el
simbolismo de la persona de Jesús y un fundamento para nuestra
vida de adoración. Sin embargo, al avanzar más profundo, notamos
que la estructura del tabernáculo de Moisés con referencia al adorador
es fragmentada, protocolaria y hasta cierto punto inaccesible, por lo
tanto, la adoración es limitada y condicional.

El tabernáculo de Moisés
Después me harán un santuario, para que yo habite entre ustedes
(Éxodo 25:8).
En este texto Dios le da indicaciones específicas al pueblo de Israel,
el deseo del corazón de Dios era habitar entre su pueblo. Este
tabernáculo estaba dividido en tres partes principales, el atrio, el lugar
santo y el lugar santísimo. Para la construcción del mismo, el pueblo
voluntariamente trajo ofrendas y las depositó a los pies de Moisés. Los
materiales estaban divididos en tres grupos principales provenientes
del reino mineral, como el oro, la plata, el cobre, el bronce, etc.; el reino

· 63 ·
animal, de donde se extraían los colorantes para teñir las telas que
formarían las diferentes cortinas; y también del reino vegetal, entre los
que se encontraban la madera de acacia, las hierbas aromáticas para
la elaboración del aceite de la unción y otras cosas. Esta tienda de
reunión sería construida a la manera de Dios, comenzando por el arca
del pacto, la pieza principal, la cual estaría situada en el lugar santísimo.
La misma estaba construida de madera de acacia forrada de oro por
dentro y por fuera, dentro de la misma estarían tres elementos: las
tablas de la ley, la jarra con el maná escondido y la vara de Aarón que
reverdeció. Sería cubierta por un propiciatorio de oro puro, con dos
querubines a cada extremo del mismo. Al lugar santísimo solo tenía
acceso el sumo sacerdote, el cual debía cumplir con los diferentes
ritos de purificación establecidos en la Palabra: entraba una vez al año
con una soga atada a su pie, con campanas en su extremo final. Esto
era para saber si el sumo sacerdote estaba bien delante de Dios, si no
era así y caía muerto, lo sacaban arrastrándolo por la soga. La única
forma de sacarlo era esta, ya que nadie podía entrar a este lugar. En
el lugar santo encontramos tres piezas: el altar de incienso, donde
se quemaría incienso a Jehová continuamente, y también estaban la
mesa de los panes y el candelabro. Cada una de estas piezas tenía
especificaciones en cuanto a los materiales de su construcción y sus
medidas. El lugar santo era atendido por Aarón y sus hijos. Por último,
tenemos las piezas que eran parte del atrio, el lavamanos y el altar
de bronce. Además, formando parte de la tienda de reunión tenemos
diferentes cortinas, la cortina exterior, la cortina que separaba el atrio
del lugar santo, y la que separaba el lugar santo del santísimo.
Cada pieza de esta tienda debía ser hecha según el modelo divino,
por lo que cada una, sus medidas, los materiales y el proceso de su
construcción nos revelan a la persona de Jesucristo, su ministerio y
la iglesia.
El tabernáculo de Moisés era la estructura primitiva que Dios
creó para revelar el plan de las edades a través de su hijo Jesús.
Este tabernáculo había sido diseñado para establecer un patrón de
adoración a Dios en medio de un pueblo inconstante, fluctuante y
venático. Dios necesitaba establecer un patrón con la sombra de lo
que habría de venir en la forma de Jesús. El corazón del Padre no
estaba en el tabernáculo de Moisés, sino en el verdadero tabernáculo;
el pueblo necesitaba aprender la adoración a través del tabernáculo
de Moisés para llegar a disfrutar la verdadera adoración en espíritu y
en verdad. De igual manera que el corazón del Padre no es tener a sus
hijos subyugados a la Ley, sino que la Ley establece una estructura en ti
para llevarte a disfrutar del tiempo de la gracia, así sirve el tabernáculo

· 64 ·
de Moisés en nuestra vida de adorador. Hay fundamentos básicos que
aprendemos en la adoración del tabernáculo de Moisés que nos llevan
a entender una adoración verdadera en el tabernáculo de David.

Adoración en el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo


Hemos establecido que el atrio era un lugar donde solo los que
venían a adorar entraban, con acción de gracias y sus ofrendas y
holocaustos para ser ofrecidos al Señor. Este era un tiempo donde
las personas podían agradecerle a Dios por su grandeza, trayendo
sus primicias y ofrendas delante de Dios.
En nuestro tiempo de adoración, la Palabra establece que entremos
por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza.
El tabernáculo de Moisés en nuestra vida establece el patrón de
alabanza como antesala a una adoración. En los atrios el cántico es
sobre Dios, de sus maravillas, todos los cánticos cuentan acerca de la
grandeza de Dios, y tal como el atrio te llevaba al lugar santo a través
de una cortina, en tu estructura de adoración la alabanza, el canto
acerca de Dios, rasgará la cortina y te llevará al lugar santo, donde
comenzarás a cantar el cántico a Dios. En el lugar santo estaba la
mesa con el pan y el candelabro, lo cual refleja a Cristo como la luz
y el pan de vida, y el altar de incienso nos habla de una adoración
constante y fragante delante del trono de Dios. La adoración en el
lugar santo representa una adoración dirigida a Dios, reconociéndolo
en todo, como luz, paz y esencia.
Esto nos lleva a una segunda cortina que nos da acceso al lugar
santísimo, en el cual se encontraba solo el arca del pacto conteniendo
tres elementos simbólicos de la obra de Dios en el corazón del
hombre. Lo más importante del lugar santísimo es la manifestación
de la Shekina, la gloria, la misma esencia y presencia de Dios, la cual
llenaba ese lugar. La adoración a Dios en el lugar santo te lleva a la
intimidad con Dios en el lugar santísimo, donde ya no se trata de tu
expresión a Dios, ahora eres tú y Dios envueltos en una intimidad.
Observemos el siguiente diagrama:

DE DIOS A DIOS CON DIOS

· 65 ·
En nuestro caminar como adoradores, el patrón establecido en
el tabernáculo de Moisés es clave, toda adoración comienza con
un reconocimiento agradecido de la obra de Dios, y luego te lleva a
dirigir tus palabras hacia tu creador, para lanzarte o impulsarte a una
intimidad con tu amado. En la intimidad con Dios, él engendra su plan
en ti, tu vida es transformada a una de propósito y destino en Dios.
Ahora bien, el adorador apostólico no se queda en ese marco, sino
que lo toma como base y fundamento y encima de tal fundamento
de intimidad comienza a edificar. Esto nos lleva al tabernáculo de
David, que como buen hebreo conocía el marco y la estructura del
tabernáculo de Moisés, pero también reconocía que la accesibilidad
a Dios era demasiado restringida. El adorador apasionado nunca
permitirá que existan barreras o limitaciones para poseer lo que le
corresponde, y la pasión por Dios en el corazón de David era tal que
solo con saber que el arca estaba en casa de Obe Edom el celo lo
consumía. En medio de todas las guerras que enfrentaban, todas las
situaciones que ocurrían en su reino, la pasión de David no era ganar
una batalla o resolver una situación determinada, la pasión de David
era regresar el arca del pacto. No es el mucho hacer, no es el mucho
pelear, lo que transforma tu vida; el apasionarte por la presencia de
Dios es el motor para vivir tu vida de forma abundante.

El tabernáculo de David
Como hemos visto antes, cuando David comienza como rey, una de
sus prioridades era devolver el arca del pacto a su pueblo. «[David]
dijo a toda la asamblea de Israel: “Si les parece bien, y si es lo que el
Señor nuestro Dios desea, invitemos a nuestros hermanos que se han
quedado por todo el territorio de Israel, y también a los sacerdotes y
levitas que están en los pueblos y aldeas, a que se unan a nosotros
para traer de regreso el arca de nuestro Dios. La verdad es que desde
el tiempo de Saúl no la hemos consultado”» (1 Crónicas 13:2-3).
Vemos cómo debido a su pasión desmedida por la presencia
de Dios, David comete el error de traer el arca a su propia manera,
provocando una muerte. Sin embargo, David tenía tantos deseos
de no limitar la presencia de Dios en medio de ellos que levantó
un nuevo tabernáculo. Este no tenía tres partes, no tenía puertas,
no tenía ventanas, no tenía muchas entradas o salidas, no tenía
muchos pasillos ni corredores, no tenía lujos ni equipos caros. Era
simplemente una carpa abierta con una entrada y el arca en el medio
(véase foto). La llevó a la «ciudad de David», lo que significa nada
más y nada menos que al patio de su propia casa. David no quería
que volviera a suceder lo mismo, que alguien pudiera poseer lo que le

· 66 ·
tocaba al poseer a él. Reconocía que la presencia era su propiedad,
su herencia, que él tenía derecho y acceso a ella. Asignó músicos las
veinticuatro horas del día para ministrarle al Señor. ¡Imagínese, David
dormía y se levantaba escuchando la ministración de los músicos
en el tabernáculo! ¡Qué glorioso! Esta imagen es demasiado sublime
para creerla, ¿no es cierto? No obstante, Dios ha dicho que no desea
restaurar el rito del tabernáculo de Moisés; él ha dicho con claridad
que estos son días en los que está restaurando (retornando a su
estado original) esa esencia de adorador, regresando a lo espontáneo
de corazón, sin límites ni barreras, sin ventanas ni puertas, sin lujos
ni sabiduría... solo a algo sencillo, simple, puro, claro y perfecto. Y lo
mejor de todo es que no solo es su intención hacerlo en lo natural o
lo congregacional, sino también y muy en específico en lo espiritual y
lo individual. ¡Aleluya! Dios está restaurando aquello que se perdió en
medio de tanta teología, filosofía, intelectualismo, tradición y religión.
Está llevando a su estado original tu corazón sencillo y puro. Que no
pretende conocer mucho, sino a Cristo y este crucificado. «Yo mismo,
hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice
con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre
ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste
crucificado» (1 Corintios 2:1-2).
Dios está crucificando todo eso que te aparta de una adoración
genuina y resucitando ese grito de tu interior que clama: Abba,
Padre. «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan
como niños, no entrarán en el reino de los cielos» (Mateo 18:3). Él
está restaurándote a ti como ese tabernáculo caído de David; y tiene
sentido, porque la iglesia por muchas décadas ha estado celebrando
el Pentecostés... pero construyó su enramada ahí, se quedó en el
momento de Pentecostés, en la fiesta de Pentecostés, jugando con
los «juguetes espirituales» y a veces malgastándolos o usándolos
de forma incorrecta. Sin embargo, qué bueno que la nube sigue
moviéndose y que Dios mismo no hace enramadas, sino que sigue
en continuo y eterno movimiento. Dentro de las fiestas judías y el
plan de Dios, después de la fiesta de Pentecostés, ¡viene nada más y
nada menos que la fiesta de los tabernáculos! ¡Gloria a Dios porque
celebramos cada tabernáculo por lo que representa!
La edificación y restauración del tabernáculo caído de David
va mano a mano con lo que es la adoración apostólica. Este es
precisamente el resultado de una restauración y restitución total.
¡Gloria a Dios que se oye un sonido... un sonido que ojo no vio, ni oído
oyó, ni ninguna mente humana ha concebido. Es el sonido del cielo,

· 67 ·
es el cántico del Padre, es el grito del Hijo y la frescura del Espíritu…
y nosotros somos los vasos (aunque imperfectos) que sonaremos e
impartiremos aquello que Dios desea dar a esta generación. Yo oro
ahora mismo en el nombre de Jesús que todo lo que impide el proceso
de restauración en ti se vaya, salga fuera de tu vida en este mismo
momento. Declaro que eres lo que Dios ya ha dicho que eres y me
alineo al plan de Dios para tu vida. Declaro que desde este momento
en adelante tú comienzas a caminar en una nueva dimensión como
adorador llamado a establecer, edificar y expandir. Declaro que desde
este momento todo obstáculo y desvió no opera en ti, solo la perfecta
voluntad de Dios en tu vida. En el nombre de Jesús. Amén.
Para entender con más amplitud estos conceptos, vamos a mirar
el simbolismo detrás de las fiestas importantes en el calendario
judío establecido por el mismo Dios. Exploremos pues las que más
vigencia tienen en nuestra vida como creyentes. Veamos la Fiesta de
la Pascua, la Fiesta de Pentecostés y la Fiesta de los tabernáculos.
¿Cuál fue el propósito de ellas y qué tienen que ver con nuestra vida
cristiana? ¿Qué son, para qué se celebran y qué tiene que ver con
nosotros como creyentes?

Entendiendo tu Pascua, tu Pentecostés y tu tabernáculo


Fiesta de la Pascua
Éstas son las fiestas que el Señor ha establecido, las fiestas
solemnes en su honor que ustedes deberán convocar en las
fechas señaladas para ellas: La Pascua del Señor comienza el día
catorce del mes primero, a la hora del crepúsculo. El día quince del
mismo mes comienza la fiesta de los Panes sin levadura en honor
al Señor. Durante siete días comerán pan sin levadura. El primer
día celebrarán una fiesta solemne en su honor; ese día no harán
ningún trabajo. Durante siete días presentarán al Señor ofrendas
por fuego, y el séptimo día celebrarán una fiesta solemne en su
honor; ese día no harán ningún trabajo (Levítico 23:4-8).
Moisés fue el hombre que Dios escogió para sacar al pueblo de
Egipto, liberándolo de la opresión a la que estuvo sometido por
más de cuatrocientos años. En repetidas ocasiones fue delante del
faraón e intercedió para que dejara salir al pueblo a adorar a Dios
en el desierto, pero una y otra vez Dios endureció el corazón del
Faraón, y una y otra vez su mano poderosa se dejó sentir sobre el
pueblo egipcio. Luego de que plaga tras plaga trataron con el corazón
endurecido del faraón, finalmente Dios envió su juicio sobre los
primogénitos de Egipto.

· 68 ·
La primera Pascua fue celebrada por los hijos de Israel en la tierra
de Egipto, en vísperas de su salida de la casa de esclavitud al desierto.
«En Egipto el Señor habló con Moisés y Aarón. Les dijo: “Este mes
será para ustedes el más importante, pues será el primer mes del
año”» (Éxodo 12:1-2). Desde esta fecha en adelante el pueblo de
Israel tendría un nuevo calendario. Dios los sacaría de la servidumbre
egipcia, los sacaría de comer puerros, cebollas y espárragos en
Egipto; desde allí en adelante el pueblo de Israel seguiría la nube de
gloria en el desierto, comería el maná del cielo y bebería el agua de la
roca. Esto constituiría un nuevo principio en la historia para el pueblo,
así como la cruz de Cristo constituye una nueva era para los hijos
de Dios. Las cosas viejas comienzan a pasar y todas son hechas
nuevas. La servidumbre al mundo, la carne y el pecado, ceden ante
una libertad en el Espíritu y una vida de servidumbre al Dios de
nuestra salvación.
Para esta fiesta era importante un cordero pascual, así como Cristo
es nuestro cordero suficiente para todas nuestras necesidades, y
la sangre de este cordero tenía que ser aplicada a los postes de la
casa. En otras palabras, tiene que haber una apropiación individual y
personal por medio de la fe en la obra de la cruz. La carne tenía que
ser comida. Jesús dijo: «Ciertamente les aseguro … que si no comen
la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente
vida. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo
lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida y
mi sangre es verdadera bebida» (Juan 6:53-55). Necesitamos comer
su carne en oración y comunión por medio del espíritu, y podemos
comer su carne cuando discernimos el cuerpo de Cristo. En el
momento en que un ser humano recibe a Cristo como su Cordero
pascual, está listo para salir del mundo, para liberarse de las cadenas
que lo ataban, para renunciar a la condición que le mantenía en
opresión. La sangre es la señal, y por nuestra parte tenemos que
aplicar la sangre a nuestros corazones, nuestro calzado tiene que
estar en nuestros pies, y tenemos que estar listos para dejar atrás
la vieja manera de vivir y comenzar una nueva vida que se distinga
por esta señal. El apropiarse de la experiencia de la Pascua produce
perdón y justificación de todos nuestros pecados.
Podemos resumir que la Pascua en la vida del creyente representa
el primer encuentro con el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo; la conciencia de la necesidad de la sangre del cordero, no
para cubrir el pecado, sino para quitarlo. La Pascua es entrar al arca
de la salvación por medio de la sangre expiatoria. Para llegar a ser un
hijo de Dios todo creyente tiene que experimentar la Pascua en su vida.

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Fiesta de Pentecostés
A partir del día siguiente al sábado, es decir, a partir del día en que
traigan la gavilla de la ofrenda mecida, contarán siete semanas
completas. En otras palabras, contarán cincuenta días incluyendo
la mañana siguiente al séptimo sábado; entonces presentarán al
Señor una ofrenda de grano nuevo. Desde su lugar de residencia le
llevarán al Señor, como ofrenda mecida de las primicias, dos panes
hechos con cuatro kilos de flor de harina, cocidos con levadura. Junto
con el pan deberán presentar siete corderos de un año, sin defecto,
un novillo y dos carneros. Serán, junto con sus ofrendas de cereal
y sus ofrendas de libación, un holocausto al Señor, una ofrenda
presentada por fuego, de aroma grato al Señor. Luego sacrificarán
un macho cabrío como ofrenda por el pecado, y dos corderos de
un año como sacrificio de comunión. El sacerdote mecerá los dos
corderos, junto con el pan de las primicias. Son una ofrenda mecida
ante el Señor, una ofrenda consagrada al Señor y reservada para el
sacerdote. Ese mismo día convocarán ustedes a una fiesta solemne
en honor al Señor, y en ese día no harán ningún trabajo. Éste será
un estatuto perpetuo para todos tus descendientes, dondequiera que
habiten. Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el
último rincón del campo ni recojan todas las espigas que queden de
la mies. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor
su Dios (Levítico 23:15-22).
Esta fiesta era celebrada cincuenta días después de la fiesta de la
Pascua, la gavilla había sido mecida delante de Jehová por cincuenta
días, era tiempo de la siega, los dos panes ofrecidos como ofrenda
nos hablan del pueblo de Dios en unión con Cristo, refiriéndose a
Cristo como la plenitud de su cuerpo. Estos panes fueron cocidos
con levadura porque desde el tiempo de Pentecostés hasta ahora,
este cuerpo, la iglesia de Cristo, nunca ha estado libre de divisiones,
sectarismos y carnalidad.
Pentecostés significa una cosecha grande. Es aquí donde el Dios
de gracia y gloria invita al ser humano a tener una nueva experiencia
con él por medio del Espíritu Santo, por lo cual podemos brindarle
una nueva ofrenda al Señor. Es una invitación a beber del Espíritu
de Dios y ser bautizado con el Espíritu Santo, momento en el que
recibes poder para servir y salir por todo el mundo proclamando las
inescrutables experiencias y riquezas del Dios vivo.
En los tiempos de Jesús, durante los días de Pentecostés, él les
dio instrucción a sus discípulos de esperar en un aposento alto por

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la promesa del Padre. «Pero les digo la verdad: Les conviene que me
vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en
cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes» (Juan 16:7). «Pero cuando
venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis
testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta
los confines de la tierra» (Hechos 1:8). Lo que nadie sabía era que
al llegar el décimo día la fiesta de Pentecostés tomaría otro rumbo,
más que un ritual celebrando la siega y la cosecha se convirtió en
una celebración de la vida de Dios expresada por su Espíritu Santo,
ya no sobre el hombre sino dentro de él. La evidencia de ello fueron
las manifestaciones de nuevas lenguas, milagros y prodigios, en fin,
de cosas extraordinarias de parte del Señor, porque ahora Dios había
hecho morada en el hombre. Con la llenura del Espíritu Santo viene
la manifestación del fruto y de los dones, la Biblia dice que debemos
de procurar los dones y vivir con el fruto; sin embargo, este no es
el fin de todos los medios, sino el medio al fin de Dios. ¿Y cuál es el
fin de Dios? «La creación aguarda con ansiedad la revelación de los
hijos de Dios» (Romanos 8:19). Este es el fin de Dios, que sus hijos
manifiesten su gloria aquí en la tierra, para que todo ojo le vea, toda
rodilla se doble y toda lengua confiese que él es el Rey de reyes y el
Señor de señores.

El dilema
El dilema de la iglesia carismática en general es que se ha quedado
estancada ahí. Miramos la promesa que recibimos en Pentecostés
como el fin de todo, como lo máximo; y por consecuencia, nos hemos
quedado enfocados en los dones de Dios, los regalos del cielo, como
la realidad y la máxima expresión de Dios en sus vidas. Hemos sido
testigos de grandes espectáculos espirituales por la manifestación
de los dones, de evangelistas y ministros que muestran el poder de
Dios como si tuvieran al Espíritu Santo en el bolsillo, procurando eso
nada más para sus ministerios. Tú podrías decirme: «¿Y qué tiene
de malo? La gente necesita ver que Dios es un Dios de milagros».
Quiero aclarar lo que estoy diciendo, yo creo en la manifestación del
don de Dios, procuro los dones del Espíritu Santo y dependo de esos
dones para que sellen la obra de Dios en el pueblo. Jesús prometió
al Espíritu Santo en nuestras vidas, no para hacer un espectáculo del
cielo, sino para guiar, instruir y testificar de él mismo; para consolar al
necesitado: «Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte
del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará
acerca de mí» (Juan 15:26); para que a través de los milagros y prodigios

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por medio de todos los dones, todo ser humano fuera inyectado de la
fe en Dios, y esto le llevara a conocer el amor del Señor.
Lo que ha ocurrido en medio de los espectáculos espirituales es
algo semejante a lo que sucedió con el becerro de oro que se levantó
en el desierto, al cual la gente proclamó como su dios, el que los saco
de Egipto. «Israel, ¡aquí tienes a tu dios que te sacó de Egipto!» (Éxodo
32:4). A menudo decimos: «Mira cómo profetizo», «Mira cómo Dios
me usa para sanarte», «Mira cuántos milagros puedo hacer»; pero
al enfatizar el don o convertirlo en lo más importante en tu vida, lo
único que provocas es que la gloria sea transferida a ti y no a Dios.
La gente te procurara a ti, al hombre, más que a la esencia de Dios
en el hombre. El Pentecostés en la vida del creyente tiene que ser
enmarcado por la fiesta de los Tabernáculos para así darle sentido a
todo lo que hacemos, por qué lo hacemos y para quién lo hacemos.

Fiestas de los tabernáculos


El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «El día
quince del mes séptimo comienza la fiesta de las Enramadas en
honor al Señor, la cual durará siete días. El primer día se celebrará
una fiesta solemne en honor al Señor. Ese día no harán ningún
trabajo. Durante siete días le presentarán al Señor ofrendas por
fuego. Al octavo día celebrarán una fiesta solemne en honor al
Señor y volverán a presentarle ofrendas por fuego. Es una fiesta
solemne; ese día no harán ningún trabajo.
«Éstas son las fiestas que el Señor ha establecido, y a las que
ustedes habrán de convocar como fiestas solemnes en su honor,
para presentarle ofrendas por fuego, holocaustos, ofrendas de
cereal, y sacrificios y ofrendas de libación, tal como está prescrito
para cada día. Todas estas fiestas son adicionales a los sábados
del Señor y a los tributos y ofrendas votivas o voluntarias que
ustedes le presenten. 
«A partir del día quince del mes séptimo, luego de que hayan
recogido los frutos de la tierra, celebrarán durante siete días
la fiesta del Señor. El primer día y el octavo serán de descanso
especial.  El primer día tomarán frutos de los mejores árboles,
ramas de palmera, de árboles frondosos y de sauces de los
arroyos, y durante siete días se regocijarán en presencia del Señor
su Dios.  Cada año, durante siete días, celebrarán esta fiesta en
honor al Señor. La celebrarán en el mes séptimo. Éste será un
estatuto perpetuo para las generaciones venideras. Durante siete
días vivirán bajo enramadas. Todos los israelitas nativos vivirán

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bajo enramadas,  para que sus descendientes sepan que yo
hice vivir así a los israelitas cuando los saqué de Egipto. Yo soy
el Señor su Dios.» Así anunció Moisés a los israelitas las fiestas
establecidas por el Señor (Levítico 23:33-44).
Una de las cosas más importantes de esta fiesta era que todo
israelita debía dejar su morada, su ganado, su trabajo, y reunirse en
las calles de Jerusalén y los caminos para habitar por siete días en
los humildes y pequeños tabernáculos que construirían con ramas,
sauces y troncos de árboles. Todos tenían el mismo propósito en
común: celebrar la fiesta del Señor en su tiempo, celebrar la cosecha
de su vino y su aceite. Cuando los israelitas tuvieron miedo de dejar
sus casas y posesiones para ir a celebrar estas fiestas, Dios les
prometió que la obediencia a esa celebración sería su protección.
«Entonces yo echaré de tu presencia a las naciones, ensancharé tu
territorio y nadie codiciará tu tierra» (Éxodo 34:24). La fiesta de los
tabernáculos es el tiempo cuando haces a un lado tu yo, sales de tu
área de comodidad para unirte a la causa mayor, a la manifestación
del cuerpo de Cristo, a la celebración del fruto en el cuerpo fluyendo
en el don por la sangre.
La fiesta de los tabernáculos es una celebración del cuerpo de
Cristo unido sin división denominacional, doctrinal ni dogmática, es un
tiempo de avivamiento en general… un avivamiento del amor de Dios,
el evangelismo, su Palabra y su presencia en la tierra. La fiesta de los
tabernáculos para nosotros representa la celebración del verdadero
tabernáculo (tu vida) edificado, restaurado, levantado por Dios y para
Dios, para que así el mundo sepa que él es real. El sentir del corazón
del Padre para la vida del creyente es levantar ese tabernáculo caído
para que todo el mundo celebre la obra de Dios. «Restauraré a mi
pueblo Israel; ellos reconstruirán las ciudades arruinadas y vivirán
en ellas. Plantarán viñedos y beberán su vino; cultivarán huertos y
comerán sus frutos» (Amós 9:14). Para que el pueblo viva la plenitud
de Dios, es necesario entender que la experiencia de la Pascua te
llevará a la experiencia de Pentecostés, y ese Pentecostés necesita
llevarte a la plenitud del tabernáculo. No te conformes tan solo con
hacer el milagro, lucha y extiéndete hacia la meta de ser el milagro
manifiesto de Dios. El verdadero adorador apostólico entiende que su
adoración establece y manifiesta el corazón del Padre. La adoración
apostólica llevará a todo ser humano de la Pascua al Pentecostés, y
de ahí a la manifestación del tabernáculo.
Ya hemos explorado varios aspectos de la adoración apostólica, el
adorador y el dilema de hoy en nuestros corazones. Y lo que más me

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fascina de Dios es que no es el Dios de un plan B... él es el Dios del
plan A. Siempre ha tenido un solo plan para las edades. Ya sea que
entiendas la profundidad de esto o no, lo cierto es que Dios declaró
todas las cosas antes de la fundación del mundo. ¿Y sabes qué? ¡Vio
que eran buenas! Él estableció un plan perfecto para contigo dentro
de su plan eterno. Cuando más gris parecen ser todas las cosas, Dios
típicamente abrirá un camino en el desierto y ríos en la soledad. Lo
que más me excita de todo esto es que a pesar de todo lo que la iglesia
en general ha vivido de tradicionalismo y religiosidad, Dios declara su
promesa: «En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y
cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el
tiempo pasado» (Amos 9:11, RVR). Eso es precisamente lo que Dios
está haciendo en medio nuestro, rompiendo moldes y patrones y
restaurando en ti el tabernáculo de David. Hemos llegado a «aquel
día», y Dios ha levantado siervos y siervas que impartan enseñanzas
semejantes a estas, a fin de que se levante el tabernáculo caído y se
celebren las fiestas. ¡Aleluya!

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· CAPÍTULO 7 ·
EL PRIVILEGIO
Del Llamado

«Cuando te entregas como un sacrificio de alabanza, te


conviertes en un símbolo perpetuo y eterno de la obra de
Jesucristo en la tierra».
—Pastora D.

Qué alegría y regocijo saber que somos el anhelo del corazón del
Padre, que somos ese tabernáculo donde él anhela manifestarse. No
sé cómo esta verdad te hará sentir a ti, pero a mí me hace sentir
privilegiada el hecho de que el creador de todo el universo pose su
mirada sobre mí y se sienta apasionado. Cuando Jesús vino en su
ministerio, esa pasión era evidente en cada encuentro que tuvo. Cada
vez que Jesús le decía a alguien que lo siguiera, era porque en ese
individuo existía una calidad de verdadero adorador, de adorador
apostólico. No obstante, en muchas ocasiones la respuesta de las
personas y los resultados de esos encuentros no fueron favorables.
Igual que en los tiempos pasados, el pueblo de Israel nunca
entendió su llamado y su posición en el corazón de Dios, por eso
siempre menospreció todo lo que Dios les daba, incluyendo el regalo
más grande, el Mesías. Muchas veces en nuestras vidas somos como
niños malcriados con Dios; mientras más nos da, más nos creemos
merecer. Muchos han olvidado que Dios no te da por tus propios
méritos, él te da para que les des a otros. La Palabra nos enseña a
dar por gracia lo que por gracia recibimos. Miremos un encuentro
que tuvo Jesús con un joven y aprendamos el principio que el Señor
quería establecer en nuestras vidas:
Cierto dirigente le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida
eterna?

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—¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es
bueno sino solo Dios. Ya sabes los mandamientos: “No cometas
adulterio, no mates, no robes, no des falso testimonio, honra a tu
padre y a tu madre.”
—Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre.
Al oír esto, Jesús añadió:
—Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo
entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme
(Lucas 18:18-22).
Aquí vemos una conversación muy interesante entre Jesús y un
dirigente (alguien de alto rango en la sociedad). Note algo, Jesús
acababa de bendecir a los niños y de decir que de tales era el reino de
los cielos, cuando de repente se le acerca un hombre y le pregunta:
«Maestro bueno ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Este joven, como todo un buen empresario, como hombre honorable
que conocía la Palabra y la cumplía, quizás intentó usar tácticas o
estrategias de negociante con Jesús llamándole «Maestro bueno».
Luego le pregunta qué tiene que hacer para obtener la vida eterna, lo
cual en sus propios términos significaba: «¿Cuánto me va a costar
esto?»
Jesús rápidamente lo frena y le aclara: «Bueno hay solo uno, Dios
Padre que está en los cielos», y luego le dice con palabras prácticas:
«De acuerdo, ya sabes los mandamientos de la ley y sabes que es
importante cumplirla ¿no? Te falta solo venderlo todo y darlo a los
que los necesitan, y entonces me puedes seguir».
¿Qué estaba diciendo Jesús en esencia? ¿Sería que el Señor lo
quería ver como un mendigo? Después de leer esto siempre hago una
pregunta: ¿Crees que la intención de Jesús fue que este muchacho
llegara a convertirse en un mendigo? Cuando le dice que venda todo
lo que posee y se lo dé a los pobres, él está hablando acerca de algo
mucho más profundo que aquello que de forma superficial se suele
interpretar en este relato. Jesús estaba consciente de que este joven
era honorable, por cuanto conocía la Palabra de Dios y la cumplía; sin
embargo, sus posesiones le servían de obstáculo para llegar a ser
siervo. Estaba muy lleno de sí mismo, para dejarse llenar por el Señor.
Y Jesús le lanzó un reto: «Vende lo que posees, en otras palabras,
vacíate de lo que te tiene atado y dáselo a aquellas personas que no
tienen nada… hay gente que está en peor condición que tú, vacíate de
ti para que Cristo te pueda llenar». Jesús sabía que el joven cumplía
los requisitos para convertirse en discípulo, sin embargo, había algo

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que le impedía poseer su llamado. Jesús le estaba diciendo: «Vende
lo que atesoras, despójate de lo que llamas importante, vacíate de lo
que ahora te llena para poderte llenarte de mí».
Jesús hablaba de la condición más profunda del corazón de ese
joven. Lo que Jesús le decía en principio era: «Hijo mío, la vida eterna
no se compra o se obtiene… ¡se vive!» La única forma de poseer la
vida eterna es despojándote de lo que te detiene, de tus propias
posesiones; vacíate de lo que te tiene atado y dáselo a aquellas
personas que no tienen nada, vacíate de ti para que Cristo te pueda
llenar.
Esto parece un juego de palabras, pero no lo es. Si lo que posees
te posee a ti, entonces posee tu corazón, ya que la Palabra en Mateo
6:21 dice: «Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón».
Quizás te preguntas qué tiene esto que ver con el privilegio de servir.
¡Todo! Porque cuanto lo que posees, posee tu corazón, deseas ser
servido y no servir... ¡y el que no vive para servir, no sirve para vivir!
Lo que Jesús le decía al joven era: «Necesitas despojarte de lo que
posee tu corazón y dárselo a aquellos que no tienen, entonces estarás
listo para seguirme, entonces la carga será más ligera para el largo
camino que te espera». En otras palabras: «Vacíate de ti mismo, para
que yo te pueda llenar», dice el Señor.
Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy
rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ­¡Cuán
difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
(Lucas 18:23-24, RVR).
Quiero que vea algo aquí, la palabra riquezas no solo se refiere al
dinero. Ese es el error que muchos cometen al leer este relato. Se
refiere también al talento, las ambiciones, las metas, las ideas, las
prioridades y los sueños. Hay gente que poseen tantas riquezas de
sueños y metas personales que no dejan que Cristo obre su perfecta
voluntad en sus vidas, más bien desean que el Padre obre la perfecta
voluntad de ellos y haga que sus metas se efectúen. ¿Por qué es
importante dar este paso? Porque si no te vacías de tus excesos, no
sabrás a quién darle la gloria. Conozco a muchas personas que debido
a que tienen mucho dinero han podido financiar sus «ministerios».
Compran lo mejor de lo mejor y se involucran de lleno. No digo que es
malo tener los recursos para financiar la obra de Dios, pero cuando
esos recursos te poseen a ti, sirven como piedra de tropiezo más que
como una bendición. A veces el dinero es lo que abre las puertas y no
Dios. No sabes cuántas personas han venido a decirme: «Mira todas
las puertas que Dios nos está abriendo», y en realidad era su propio

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dinero, sus propios esfuerzos. No me vengas a decir que Dios está
abriendo las puertas cuando te la pasas llamando a todas las iglesias
del área para que te dejen cantar o ministrar. Nunca se me olvidará
que estando en la oficina de una amiga soltera hace unos años, llegó
su correspondencia y en ella se hallaba una promoción con un demo
y una carta de un cantante que prácticamente le estaba diciendo:
«No sabes lo que te pierdes si no me invitas». ¿Sabes lo que hizo
ella? La agarró y la echó a la basura diciendo: «Detesto cuando hacen
esto, si supieran lo mucho que fastidia que ellos mismos se inviten».
Esas palabras marcaron mi vida, no es igual que Dios ponga gracia
y favor en tu vida y otros ministerios procuren ser bendecidos por el
tuyo, a que tú incesantemente llames y pongas anuncios en todos
los medios para que te inviten.
Atención, no estoy hablando de mercadear proyectos nuevos,
estoy hablando de la falta de ética que representa el hecho de
invitarte a la casa de alguien sin que te hayan invitado. Si en verdad
quieres que se trate de algo de Dios, vende esas ideas equivocadas
que tienes y deja que él sea el que abra las puertas, y si no las abre
por algo será. ¡Aleluya! No podemos intentar ajustar a Dios a nuestra
agenda personal, y de eso se trataba esta conversación. Una vez
más te pregunto: ¿Qué posees, qué te posee a ti? ¿Será tu trabajo, tus
talentos, tus dones, tu estatus social, tu orgullo, tu belleza, tu familia?
¿Qué hay en tu vida que tiene atrapado tu corazón? Cuando lo
descubras sabrás dónde tienes escondido tu tesoro. Y te digo ahora
mismo, si ese tesoro es algo o alguien aparte del Señor Jesús, vivirás
como este joven, triste y amargado... porque deseas experimentar la
vida eterna, pero no tienes la capacidad para despojarte de esa carga
que te tiene atrapado el corazón.
El joven quería ajustar la agenda de Jesús y sus requisitos a
su propio estilo de vida, pero Jesús lo confrontó, tal como en este
mismo momento confronta tu vida. ¿Qué tienes en exceso que Dios
te pide que lo vendas y lo des al que no tiene? Quizás tienes orgullo,
planes, metas… pero él te dice ahora: entrégamelos a mí, deja que yo
coordine tu agenda y tus actividades, deja que yo sea el autor de tus
sueños, deja que trace tus metas.
Nota que el relato continúa y Pedro le asegura en el versículo 28
como para convencerse a sí mismo: «Nosotros hemos dejado todo
lo que teníamos para seguirte». Y Jesús aclara más la enseñanza y
confirma que no se estaba hablando solo de dinero en este encuentro
al decir: «Les aseguro … que todo el que por causa del reino de Dios

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haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos, recibirá mucho
más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna» (Lucas
18:29-30).
Como siempre, establezco que toda bendición de Dios lleva siempre
una condición. Si eres capaz de liberarte de ese peso excesivo que
no te corresponde, mira lo que Jesús te promete. Hay una promesa
y una herencia. Jesús fue cuidadoso y selló la conversación con una
promesa de bendición aplicable a esta vida y a la vida eterna. Me
gusta que Jesús lo clarifique al final diciendo que heredaremos la
vida eterna… una vida que no se puede negociar, no se compra, no es
por obras... es por vivencia y por herencia. ¿Sigues preguntándome
qué tiene esto que ver con el privilegio de servir? ¡Todo! El principio
del servicio a Dios comienza por una decisión, una entrega, un
rendimiento. Lo que Jesús le ofrecía al joven, te lo ofrece a ti hoy: ¿Qué
posees? ¿Eres virtuoso con tu instrumento? ¿Posees una increíble voz
llena de color y melodía? ¿Eres quizás rico en vocabulario y fluidez de
palabra? Jesús te dice hoy: «Entrégalo todo, vacíate de ti mismo... es
el yo en tu vida el que estorba… cuando le des lo que tienes a aquellos
que no tienen nada, entonces estarás listo para seguirme. Porque
en ese camino te llenaré de lo que necesitas. Te daré mucho más
de lo que tienes en este momento. Te consideras rico ahora, pero en
realidad eres pobre en comparación con lo que tengo para ti».
Abre tus ojos y mira el privilegio que Dios te da cuando te llama
a servirle. Él dice que mientras caminas, te llenará; mientras das, te
dará... te dará tanto en esta vida y mucho más en la venidera. Esta es
la ley del reino de Dios.
Me asusta escuchar a veces a ciertos músicos hablando de
cuántas horas trabajan en comparación a lo que les pagan. Algunos
que no reciben salario piensan que están ayudando al pastor o
haciéndole un favor. ¡Qué equivocación! ¿No sabes que Dios te llamó
para ocupar un lugar? ¿No sabes que él pudo haber escogido a otra
persona, pero decidió escogerte a ti, incluirte a ti en la bendición de su
herencia? Muchos llegan a familiarizarse tanto con lo que hacen, con
el mover de Dios, el ministerio del pastor, la reacción de la gente, que
consideran su labor como algo rutinario, menosprecian el privilegio
de llevar el arca, de presentarse delante de Jehová para servirle y
bendecir en su nombre hasta hoy (véase Deuteronomio 10:8).
No quiero terminar esta parte sin mencionar lo que está de
moda ahora: el músico asalariado en la iglesia... una innovación
que muchas congregaciones han adoptado. (¡Ahora sí, amárrese el

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cinturón porque se pone buena la cosa!) Existen líderes que están
tan desesperados por presentar una música excelente, que emplean
músicos para que toquen en los servicios. Esto en teoría no está
mal, puesto que la Biblia dice que el obrero es digno de su salario;
sin embargo, el fruto que se está viendo en todo esto es un músico
que va a donde le ofrezcan más dinero. Cuando Dios declaró: «Yo
seré tu herencia», no creo que tenía en mente que consideráramos
quién ofrece más. Hay muchos que están abandonando la herencia
celestial y las riquezas que Jesús mencionó por ofertas de trabajos
lucrativos en algunas iglesias. Entienda este principio, así como uno
recibe su herencia de sus padres terrenales, de la misma forma recibe
su herencia espiritual de sus padres espirituales. ¿Cómo vas a recibir
tu herencia si no tienes a un padre o a una madre espiritual? Hay
una fórmula que sigue el patrón establecido en la Palabra de Dios y
consiste en levantar músicos con un corazón de siervo, impregnados
con la visión y la pasión de la casa, que por un tiempo de prueba y
compromiso brinden su talento y su tiempo de forma gratuita, sin
esperar nada a cambio, solo buscando glorificar a Dios. Y luego, al
llegar esta persona a ser un hijo y siervo de la casa, es entonces la más
indicada y merecedora de una asignación de salario. Note que esto
implica un proceso, un tiempo de espera, y una entrega voluntaria;
pues hay algunos que pretenden llegar hoy y ser empleados mañana,
sin amar la visión, sin entender al pastor y sin sentir un compromiso
profundo por la obra de la casa local. En mi tiempo como pastora me
ha costado hacerles entender a muchos que han llegado a formar
parte de este proceso, y al final se han ido porque nunca lograron
entenderlo.
Además, tengo problemas en asimilar al músico que va de iglesia
en iglesia cada domingo tocando para que le paguen. Cumplen con
el servicio, tocan buenísimo… ¡y luego reciben su salario y se van!
Tal parece que están preguntándole a Jesús: «Maestro bueno, ¿qué
tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Son ricos en talento,
tienen tanto que pueden lucrar de muchas iglesias, sin echar nunca
raíces en una sola. Algunos se justifican diciendo: «Soy músico
del cuerpo de Cristo... Jesús es mi pastor» ¡Amado, estás en grave
peligro! Jesús te mira hoy y te dice: «¡Solo te falta una cosa, vende
todo, entrega todo y sígueme para darte tu herencia hijo mío!» Tocar
en el altar de una iglesia no es algo que se hace por ayudar, o por
embullo, o porque tienes mucho talento, o porque no tengas más
nada que hacer, o por recibir un salario… ¡Es solo por el llamado
que Dios te hace! ¡Por eso es solo un gran privilegio! Alguien podría
preguntarme: «¿Y qué pasará con los sueños que tengo con Dios?

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¿Qué pasará con el disco que quiero grabar? ¿Y con las audiencias
que quiero tener?... Mi sueño es servir a Dios». Lo que sucede es que
mientras se mantenga siendo tú sueño, será solo eso… un sueño; sin
embargo, el adorador entregado al Señor no desea cumplir su propio
sueño, sino el de Dios. ¿Crees que tu sueño es más grande que el
sueño de Dios para ti? ¿Crees que Dios no tiene un buen uso de los
tiempos? ¡Amado, suelta el control, deja que sea Dios el que cumpla
su sueño en ti, créeme que el sueño de Dios es mucho más grande,
efectivo y productivo que el tuyo! ¡El Creador del universo te escogió
a ti! ¡A ti! ¿Entiendes ya? ¡No se trata de ti... se trata de él!

Dios promete recompensa en la tierra y en el cielo


Dios nunca tendrá deudas contigo, y si rindes lo que tienes a él, te dará
mucho más. Hablemos del caso de la reconocida ministra y pastora
de músicos Darlene Zschech, que desde la edad de diez años trabajó
cantando, bailando y sirviendo de anfitriona en programas televisivos
de niños. Ella es una artista con ocho años de entrenamiento vocal y
nueve años de entrenamiento de baile, que trabajó y viajó haciendo
coros para muchos artistas cristianos, teniendo además mucha
experiencia como «cantante de sesión» para reconocidos clientes
como McDonald’s, Special K, KFC y Diet Coke. No obstante, a pesar
de ser una mujer que preparó coros para las giras de Michael Bolton
y Barry Manilow, supo sembrar las riquezas de su talento en la visión
del pastor Brian Huston, en la iglesia que hoy conocemos como
Hillsongs Church en Sydney, Australia, donde ha servido junto a su
esposo por más de nueve años como directora de adoración y voz
líder de todos sus proyectos musicales. Hoy en día es reconocida
como una de las mujeres de mayor influencia dentro de la iglesia
anglosajona y la iglesia global, ya que sus canciones han sido
traducidas en cientos de idiomas. De no haberse identificado un día
con la visión de esa iglesia local, te puedo garantizar que Darlene, por
muy buen talento que tuviera, nunca habría logrado ni la mitad de
lo que ha logrado hasta ahora, sin mencionar lo que aún le falta por
alcanzar en esta vida y en la venidera. Este es un ejemplo clásico de
la magnitud de la bendición que Dios reparte e imparte cuando uno
está dispuesto a entregarlo todo por él.

El llamado al ministerio
Entremos ahora en materia «pesada», como me gusta llamarle. He
dado esta enseñanza en diferentes partes del mundo y la reacción
siempre es la misma: le gente tiene alguna idea de lo que significa
el ministerio, pero no entienden a profundidad lo que el Padre quiere

· 81 ·
decir cuando te habla de ministerio. Aquí es donde la mayoría de
las personas fallan, porque si eres cantante, sueñas con producir
tu propio disco, pero no te das cuenta de que el mismo es solo el
medio o el instrumento para llegar al fin que es el ministerio. Cuando
las personas se enfrentan a la realidad de lo que es el ministerio
se asustan y no están dispuestas a seguir. Ahora bien, aclaro algo,
existen ministerios locales para la iglesia local y ministerios globales
para el cuerpo en general. La definición se aplica a ambos casos,
pero aquí vamos a enfocarnos en el llamado al ministerio local.
¿Qué es el ministerio? ¿Qué significa ministrar? El ministerio en
una congregación, sea cual sea el departamento, es una forma de
servicio a Dios a fin de que su obra siga en función y crecimiento. Tu
trabajo en una iglesia es semejante al trabajo que las células y los
órganos hacen en tu propio cuerpo físico. En el momento en que uno
deja de trabajar, trae enfermedad al cuerpo, y si esto no es remediado
con el tiempo puede provocar la muerte. Muchos han confundido la
palabra ministerio con el hecho de dar de su tiempo libre, llenar un
lugar mientras llega otro o ayudar para resolver un problema. De lo
que no se dan cuenta es de que esa actitud a la larga causa más mal
que bien, frustra la obra y al individuo.
En cuanto al ministerio de música en una congregación, quiero
gritar algo a los cuatro vientos: ¡El ministerio de música no se
ejerce por embullo o por no tener nada mejor que hacer… se ejerce
por llamado! Miremos la definición literal en hebreo de la palabra
ministerio para entender la profundidad de lo que el Padre espera de
nosotros:
Ministerio, servicio: (hebreo‛abodah) Del Strong’s H5647; trabajo
de cualquier tipo: accionar, atado, esclavo, efectuar, laborar,
ministrar (erio), oficiar, servir (dumbre). De la raíz aw-bad’ ; trabajar
(en cualquier sentido); implica servicio, arar (como se ara la
tierra), (causativamente) esclavizar, etc.; mantenido en esclavitud,
ser esclavo, servicio de esclavo, movido a, hacer, vestir, oído,
ejercer, marido, mantener, guardar, laborar (ando), causar, hacer,
provocar, servir (cio), (ser, convertirse en) sirviente, usar servicio,
arar (arador), trasgresión [de margen], (establecer) trabajo, ser
trabajado, adorador.
El ministerio no es un lujo, no es un favor que le prestas a una iglesia…
es un llamado, un oficio, un privilegio de Dios. Es dedicar la vida al
servicio de Dios.

· 82 ·
Quiero aclarar ciertos conceptos errados que forman parte
de nuestra tradición eclesiástica. El ser músico o cantante o aun
cantar de vez en cuando en una iglesia no se hace porque te gusta
cantar o te gusta tocar, no se hace por entretenimiento ni por darle
a alguien algo que hacer. La Palabra de Dios es muy clara tocante al
ministerio de música y su función. Si vamos a los libros de Levítico
y Crónicas entre otros y estudiamos la importancia y el lugar que
les era concedido a los ministros del altar, nos daríamos cuenta de
que muchos hemos estado equivocados con el enfoque musical de
nuestras congregaciones. También existen paradigmas tocantes al
sueldo que debe o no ganar un músico. Ese tema se ha convertido
en tabú en muchas iglesias, trayendo maldición a las finanzas por
no estarse disponiendo de forma correcta de los recursos. (Más
adelante explicaremos este punto.)
Entre los mismos músicos existen paradigmas incorrectos que
impiden que puedan servir de todo corazón. Como en todo ministerio,
en el momento en que se convierten en asalariados no funcionarán
por la pasión del llamado, sino más bien por el dinero. Dios promete
bendecir al dador alegre, pero tenemos el concepto al revés: «Me
tienen que pagar porque trabajo» o «Yo trabajo para que me paguen».
Sin embargo, Dios te dice que trabajes para él, que nos ocupemos de
lo suyo y él se ocupará de lo nuestro. No mires cuánto, ni cómo, ni
cuándo; confía en Dios y él hará. (¡Suena difícil pero para eso Jesús
te da fe! ¡Alábalo si puedes!)
Quiero compartir lo que dice Mathew Henry tocante al ministerio
a Dios: «No es sino una libertad y el placer más grande ser empleado
para alabar a Dios: ¿qué es el cielo sino eso? Más bien, intimida
que nuestro deber sea hacer negocio de ello y levantar todo lo que
hay en nosotros para hacerlo; y que, en nuestro estado presente de
corrupción y enfermedad, no se haga como debe de ser sin trabajo
y lucha. Necesitamos tomar los sacrificios del corazón y traerlos,
guardarlos, para así trabajar y poner a funcionar todo lo que hay en
nosotros».
• Cuando el ministerio es tu llamado, no puedes vivir sin él. Para
saber si fuiste llamado a un oficio, deja de hacerlo, y si no lo
extrañas, no fuiste llamado. Cuando eres llamado a algo, eso
mismo es el tesoro de tu corazón.
«Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón»
(Mateo 6:21).

· 83 ·
• Cuando reconoces tu llamado en Dios, lo cuidas y lo guardas
como un tesoro.
«El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo.
Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de
alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo» (Mateo
13:44).
• Cuando no entiendes tu llamado o menosprecias la posición que
Dios te otorga, llegas a poseer un mal tesoro, y eso a la larga se
hace notorio.
«El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce
el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque
de lo que abunda en el corazón habla la boca» (Lucas 6:45).
• Dios tiene provisión para sus ministros. Los levitas tienen
derecho dado por Dios a vivir y comer de las provisiones del
templo.
• «Aarón y sus hijos se comerán el resto de la ofrenda, pero sin
levadura y en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda
de reunión. No se cocerá con levadura, porque esa es la porción
que les doy de mis sacrificios presentados por fuego. Es una
porción sumamente sagrada, como lo son el sacrificio expiatorio y
el sacrificio por la culpa. Todos los hijos varones de Aarón podrán
comer de ella. Es un estatuto perpetuo para los descendientes de
ustedes, respecto a los sacrificios presentados por fuego al Señor.
Cualquier cosa que toque los sacrificios quedará consagrada»
(Levítico 6:16-18).
Este último es solo uno de los pasajes de las Escrituras que hablan
de esto. Sin embargo, hay muchos otros pasajes que hablan de la
provisión de Dios para los levitas provenientes de la misma casa
donde sirven. Tal cosa me lleva a dar un paso más contigo, mi amado
hermano: si no puedes despojarte de todo aquello que te asedia, que
te posee, entonces te conformarás a vivir solo experimentando la
unción de Dios, pero no serás participe ni experimentarás su gloria,
ya que entre la unción y la gloria hay una gran diferencia.

No se aceptan copias
Tenemos que reconocer que dentro de la adoración apostólica que
Dios te está llamando a establecer, él te ha hecho único y especial
para esta labor. Está bien que tengas «héroes» o que seas admirador
de algún ministro o artista; no obstante, las rayas se cruzan cuando
intentas copiar la forma y las palabras de esa persona que admiras.

· 84 ·
Está bien que quieras parecerte a alguien siempre y cuando entiendas
que Dios te ha hecho único, que te creó y te formó a su imagen y
semejanza pero con un ingrediente que te destaca de todos los
demás.
Eres original, no te copies, mira tus manos y observa las huellas
digitales que son por completo tuyas y únicas, así como en tu sangre
existe el ADN, que no puede ser igual al de nadie más. Dios te hizo
original de adentro hacia fuera. ¿Por qué persistes en copiar a otros?
¿O en tratar de imitarlos? ¿No sabes que el llamado de Dios sobre
tu vida es único y especial? Aunque yo quiera ser como tú, nunca lo
seré, porque Dios no me hizo igual a ti, me hizo como una persona
singular.
Por consiguiente, ya que eres único y especial, tu llamado es único
y especial también, nadie puede hacer lo que eres llamado a hacer,
nadie puede ser lo que Dios te ha diseñado para ser. El Señor puede
levantar personas para que ocupen el lugar que nunca ocuparás,
sin embargo, nunca lo podrán hacer como tú. El profeta Elías fue
un hombre con un serio llamado de Dios, un profeta de fuego que
estaba destinado a hacer cosas grandes, milagros y señales de parte
de Dios. No obstante, después de la derrota de los cuatrocientos
profetas de Baal que se relata en 1 Reyes 18, Elías, cansado y
aterrorizado por una sentencia de muerte pronunciada por boca de
Jezabel, recibe provisión, alimento y afirmación de parte de Dios, que
le dice: “Levántate y come, porque te espera un largo viaje» (1 Reyes
19:7). Aquí Dios no solo se refería a la trayectoria por el desierto que
había escogido Elías, sino que el Señor estaba estableciendo que ese
llamado único y especial todavía tenía un largo camino que atravesar.
Sin embargo, al persistir Elías en su estado depresivo, incluso
después del trato de Dios en el Monte Horeb, el Señor le ordena
tres cosas importantes: (1) «Regresa por el mismo camino que has
escogido, al desierto de Damasco, (2) «unge a Jazael como Rey de
Siria y a Jehú como rey de Israel» y (3) «unge también a Eliseo para
que sea profeta en tu lugar» (véase 1 Reyes 19:15-16). Aquí vemos
con claridad que la originalidad del llamado de Elías y el ministerio de
fuego que se le asignó quedaron tronchados antes de tiempo. Dios
le dio instrucciones y de las tres cosas solo hizo una, que fue ungir
a Eliseo; y aunque se convirtió en su propio mentor y lo preparó para
que le sucediera como profeta, Eliseo no era Elías, nadie podía hacer
lo que Elías fue llamado a hacer.
Eliseo logró terminar el camino que Elías comenzó y aun exceder
su llamado debido a la pasión y la visión que poseía. Sin embargo,

· 85 ·
nunca sabremos cómo habría en realidad terminado el ministerio de
Elías si él no se hubiera dado por vencido en esa cueva. Dios te ha
llamado como un ser único y original, con el propósito de establecer
una vida que manifieste la esencia de Dios en esta tierra, esa es la
vida del adorador apostólico.
El enemigo ha querido robar tu identidad dentro del llamado de
Dios y se ha lanzado contra ti, quizás con espadas y jabalinas, no
obstante, en el nombre del Señor levántate, recobra fuerzas y entiende
quién eres en él. ¡Aleluya!

· 86 ·
· CAPÍTULO 8 ·
DE LA UNCIÓN
A la Gloria

«Dios te deja marcas para que tú marques a otros».


—Pastora D.

Al descubrir que somos únicos y especiales, con un llamado que


posee las mismas características, entendemos que Dios nos ha
creado, formado y separado para este tiempo. Dios nos capacita
con su unción y nos cubre de su gloria para que le alabemos aquí
en la tierra. En Isaías 60:1 dice: «¡Levántate y resplandece, que tu
luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!»; y el capítulo 61
de Isaías establece que el Espíritu del Señor está sobre nosotros
porque nos ha ungido para llevar a cabo una obra de evangelismo
y restauración. Aquí vemos claramente que la unción nos capacita
para una dimensión y la gloria nos lleva de dimensión en dimensión.
La unción pudre el yugo, pero la gloria establece el reino. David
no procuró la unción, la misma ya estaba sobre él; David procuró la
gloria, el arca del pacto, la Shekina de Dios. Por mucho tiempo y a
través de la historia, la iglesia se conformó con la unción y dentro
de la unción con diferentes movimientos que rompían cadenas y
desbarataban yugos, movimientos como el hablar en lenguas, la
risa, la danza y las manifestaciones del Espíritu Santo. Sin embargo,
eso nos lleva a desear algo más; una vez que las cadenas caen,
las vendas son removidas, comienzas a ver cosas que ojo no vio,
a escuchar cosas que ningún oído escuchó y a discernir cosas que
ninguna mente humana ha concebido, deseas la gloria. Moisés fue
un hombre ungido para una obra específica, la unción que recibió
en su vida era para sacar de la esclavitud a su pueblo, y dentro de
la unción que poseía vio realizados muchos milagros y prodigios.
No obstante, a pesar de toda la unción que tenía, en medio del
desierto anhelaba algo más; en medio de un pueblo ingrato, quejoso
e idólatra, que deseaba regresar al bienestar de Egipto, los milagros

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no pudieron saciar las necesidades de ese pueblo, así que Moisés
se retiró y comenzó a clamar: «Te ruego que me muestres tu gloria»
(Éxodo 33:18, RVR).
Hace varios años atrás, durante un tiempo de oración y meditación,
Dios me habló referente a la unción y la gloria y me dijo: «Hija mía,
mi pueblo se ha conformado con la unción, se ha conformado y se
ha deleitado con los “juguetes espirituales” [y me mostraba grandes
evangelistas que se quitaban las chaquetas y las tiraban al pueblo, y
se quitaban los zapatos haciendo grandes exhibiciones de la unción
de Dios]; sin embargo, este es el tiempo en que estoy abriendo el Mar
Rojo y haciendo pasar a mi pueblo de la unción a la gloria, donde
no se trata de un mover de tiempo en tiempo, sino de establecer mi
esencia en cada corazón». Esto me llevó a meditar sobre la escritura
que dice que Dios nos lleva de gloria en gloria: «Por tanto, nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:18, RVR).
De forma contraria a la creencia de algunos cristianos, la gloria de
Dios no se reduce solo a una manifestación física, ni tampoco a un
sentir externo de algo que cae sobre ti, algunos síquicos dirían que
puede ser relacionado con un aura sobrenatural o una luz angelical,
pero este concepto está errado. La gloria de Dios sencillamente
es una revelación de su naturaleza y el conocimiento de todos sus
atributos divinos. Cuando Moisés le dijo que le mostrara su gloria,
lo que en realidad estaba diciendo era: «Señor, revélame quién eres,
revélame quién eres en mí para entender quién soy en ti». Moisés
sabía que Dios lo había escogido para algo grande, pero desde el
principio siempre lo cuestionó y tuvo dudas. Aun en medio de
dilemas como la persecución del faraón delante del Mar Rojo, Dios
tuvo que sacudirlo y preguntarle por qué clamaba a él. «Pero el Señor
le dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas que
se pongan en marcha! Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre
el mar y divide las aguas”» (Éxodo 14:15-16). Aunque Moisés sabía
que Dios era todopoderoso, no creía que él fuera el hombre indicado
para hacer la obra. La unción en su vida lo capacitaba para hacer
cosas grandes, sin embargo, no era suficiente para hacerle creer
que él era el que Dios había escogido. Al exclamar: «Muéstrame tu
gloria», y al encontrarse dos veces con la gloria de Dios en el Monte
Horeb, su naturaleza fue transformada por la misma gloria. Cuando
procuramos la gloria, la unción será el camino hacia ella. Cuando
solo procuramos la unción, ella misma nos consumirá. La unción no
te lleva a un conocimiento de Dios, la unción manifiesta el poder de

· 88 ·
Dios; por el contrario, la gloria te lleva a entender que él es el gran Yo
soy de todas las edades. La unción pudre el yugo, para que la gloria
revele la esencia de Dios en ti.
He visto muchas personas fluir en la unción y alcanzar grandes
cosas; sin embargo, no poseen un entendimiento pleno de lo que es
la gloria. La Biblia dice que la tierra gime esperando la manifestación
de los hijos, y esto se relaciona con Isaías 60, la manifestación de
la gloria, la manifestación de la esencia de Dios. Para entenderlo
más claro, cuando un ministro fluye en una manifestación de gloria,
es porque ya conocía la unción, pero no siempre que vemos a un
ministro fluyendo en la unción quiere decir que conoce la gloria.
Usemos el ejemplo de Moisés. Mientras él estaba en medio de los
milagros y prodigios: cuando la vara se convirtió en serpiente, cuando
abrió el Mar Rojo, etc., los que se quedaban impresionados eran los
hombres, y decían: «¡Vaya, qué unción!», no obstante, todavía Moisés
no había experimentado la gloria plena de Dios. La unción muestra
una pequeña porción de los atributos divinos, la gloria te reviste de
todos los atributos de Dios.
Cuando ministras en la unción solamente, cantas o tocas un
instrumento o predicas, vas a ver resultados positivos. Vas a ver que
ocurren sanidades, milagros y proezas. Quizás muchos se conviertan
en seguidores tuyos a causa de la unción que posees, sin embargo,
si dentro de ti no alcanzas a llegar a un encuentro con la gloria, la
unción te consumirá. He visto a muchos grandes hombres y mujeres
de Dios que fueron usados en milagros y prodigios con una unción
increíble, caer y ser destruidos porque han olvidado que no se trata
de ellos, sino de Dios. El orgullo a causa de la unción y de cómo Dios
los usa les ha llevado a enaltecerse. De la misma forma conozco
a un gran hombre de Dios, el cual es apóstol y pastor de pastores,
que ha sido dotado con una unción sobrenatural (he visto videos de
cómo Dios lo ha usado, pegando a niños, mujeres y hombres a las
paredes sin poder moverse a causa de la unción); sin embargo, su
persecución de la gloria lo ha llevado a pedirle a Dios que le quite
esas manifestaciones de unción, para que la gente no se confunda y
crea que se trata de él. Ese es un corazón que manifiesta la gloria. Es
la gloria, la esencia de Dios en ti, lo que te recuerda que la unción, los
milagros y los prodigios no tienen que ver contigo, sino con Dios. Es la
gloria de Dios lo que manifiesta a Dios en ti. La adoración apostólica
significa establecer el sonido del cielo aquí en la tierra. Y la única
forma en que lo lograremos es manifestando al autor del sonido a
través de su gloria en nosotros. Procura su gloria, porque la unción
ya está sobre ti.

· 89 ·
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a
sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos
y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y
el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que
están de duelo (Isaías 61:1-2).
Todos fuimos testigos de cómo en los años ochenta y parte de los
noventa los ojos de la iglesia estaban sobre hombres ungidos que
hacían grandes cosas y profetizaban en formas espectaculares,
incluso la himnología tenía que ver más con el hombre y su necesidad
que con Dios. Sin embargo, con el nuevo siglo, Dios comenzó a
tornar el corazón de su pueblo hacia él; muchos compositores
comenzaron a cambiar las temáticas por una adoración dirigida
solo a Dios, canciones que reflejaran más el poder de Dios que la
necesidad del hombre. Comenzó a levantarse una generación de
pastores: adoradores que, muy lejos de ser llaneros solitarios o
pulpos religiosos, son hombres y mujeres con una visión del cuerpo,
identidad y una desesperación insaciable por la gloria.
Este es el tiempo y la hora ha llegado en que la iglesia comienza
a fluir en el poder de la gloria, en el poder de la Shekina. Este es el
tiempo en que las iglesias serán conocidas por el nivel de gloria que
experimentan. Tal como en el rostro de Moisés se reflejaba la gloria
a los ojos del pueblo, así se está reflejando la gloria en la iglesia a
los ojos del mundo; y tú eres una parte estratégica del plan de Dios,
porque él te ha llamado a ser portador de su gloria. ¡Levántate y
resplandece, porque la gloria de Dios ya ha nacido sobre ti!
Declaro en el nombre de Jesús que estas palabras que hoy están
abriendo tus ojos e impartiendo vida en tu interior activarán aún más
fuerte la pasión y la persecución de la gloria; que a partir de este
momento entenderás que ya el llamado está sobre tu vida, la unción
está sobre ti y que ahora te toca perseguir la gloria. No te detengas
más, persigue su gloria y encontrarás cosas que nunca jamás
pensaste posibles. Declaro que nunca más serás igual por causa de
la gloria manifiesta en ti. ¡Amén! ¡Aleluya!

· 90 ·
· CAPÍTULO 9 ·
EL LETARGO LITÚRGICO FRENTE AL
Amanecer de la Adoración

«Si no provocas un tiempo a solas con Dios,


Dios lo va a provocar».
—Pastora D.

Letargo litúrgico
El ser humano, por naturaleza, es un «animalito de costumbre». Le
gusta por lo general lo cómodo, lo fácil, lo que no le cuesta trabajo.
Cuando logra alcanzarlo, su tendencia siempre será quedarse ahí
mientras le convenga o le produzca un estado de bienestar. En el
momento en que no le convenga o se sienta un poco incómodo,
buscará la forma de regresar a la zona de confort o saldrá en
búsqueda de algo similar con las mismas comodidades. Por las
mismas razones mencionadas en capítulos anteriores, como el
espíritu de Grecia, y debido a la misma naturaleza humana, hemos
visto incluso a la música dentro de la iglesia y al momento de
«adoración» y «alabanza» caer en un marco rutinario. Nunca se me
olvidará una llamada que recibí hace años por medio de la cual me
invitaban a cantar en una iglesia, recuerdo que la pastora me dijo
que sus músicos estaban de vacaciones, y que necesitaba rellenar
con música. Me invitaba para «rellenar», y quedé espantada con solo
pensar que el momento musical en esta congregación fuera un relleno.
Lo triste es que hay miles de congregaciones con una opinión similar.
Miran la música como una parte más de su rutina religiosa. Si bien
podemos establecer que ser adorador no tiene que ver con la música,
no deja de ser menos cierto que la música fue creada por Dios como
unas de las multiformes expresiones de adoración y alabanza. La
música y las artes en general llegan a donde las palabras no pueden
entrar. Cada nota melodiosa posee carta blanca para pasearse por

· 91 ·
los contornos de nuestro ser y provocar emociones y convicciones
que quizás aún no sabíamos que existían. Es evidente que la música
y las artes son parte esencial de nuestra existencia.
Lo triste es que menospreciemos y tomemos en poco la bendición
de poder usar la música y las artes como un vehículo en nuestra vida
de adorador. Como consecuencia, la música llegó a ser algo rutinario,
tradicional, completamente vacío de interacción con Dios. Dentro de
las iglesias, durante décadas fue simplemente parte de un programa
limitado y controlado. A pesar de que canciones como «Cuán grande
es él» o «Si él cuida de las aves» fueron escritas por creyentes que
tuvieron grandes experiencias con Dios bajo circunstancias trágicas,
las mismas llegaron a ser cantadas simplemente como un himno
más, sin emoción ni propósito alguno más que rellenar el espacio
litúrgico en el programa. Créeme, estoy muy consciente de que
estas palabras pueden ofender a algunos lectores, pero te digo de
todo corazón que si pueden ofenderte al punto de que tenga lugar un
avivamiento en tu vida y un despertar a la realidad de Dios, si el Señor
usa estas palabras como esa espada de dos filos que provocará
la muerte de la religiosidad que existe en ti y a su vez imparten luz
suficiente para alumbrar la verdad, entonces el propósito por el cual
he escrito este libro se cumplirá.
Aun en medio de los tiempos áridos, Dios siempre muestra que
está en control y que es en realidad el que dirige todas las cosas.
Dentro de la himnología y la liturgia eclesiástica, Dios, por medio de
su Espíritu, comenzó a obrar y levantó a una generación de hombres
y mujeres con un corazón diferente, un cántico diferente, ahora sí,
dejando en su banca el himnario y levantando manos santas en la
congregación para expresar de forma libre y espontánea un canto de
amor, de admiración, de exaltación. Esto comenzó a romper patrones
y esquemas y dio lugar a una transición en la iglesia tradicional.
Ahora no se trataba de «Himnos de gloria» o de un himnario bautista
o pentecostal (aunque debemos aclarar que estas canciones son de
bendición al fluir y al pueblo cuando son usadas con libertad y no
como algo pre programado), ahora se trataba de la música de Marcos
Witt, o del grupo Sígueme, o de Juan Carlos Alvarado... comenzando
una ola gloriosa de cánticos que inundaron nuestros corazones y
cambiaron el transcurso de la música en la iglesia.
Nunca olvidaré cuando todavía estaba recién convertida en
mi iglesia en Newark, Nueva Jersey, donde recibía un casete con
canciones grabadas por el pastor para prepararme para los servicios.
Ahí, con esas canciones y la libertad de expresión, aprendí el valor de la

· 92 ·
adoración y la alabanza congregacional. Dios fue enseñándome cada
día más los frutos de una expresión genuina y no pre programada.
Le doy infinitas gracias a Dios por haberme colocado bajo la guía
del que fue mi primer pastor, el Rev. Prudencio López, quien como
adorador me enseñó los principios de un verdadero adorador. Nunca
olvidaré los momentos en que el fluir era tan maravilloso y Dios se
movía en forma tan increíble que nadie se quedaba de pie, todos
permanecíamos postrados delante de su presencia; ni tan siquiera
un mensaje era necesario, las vidas venían a los pies de Cristo por
la presencia manifestada en ese lugar. Esta fue mi escuela en mis
primeros días.
A través de los años, he podido ser testigo de la evolución musical
en la iglesia de hoy, y me doy cuenta de que tiene sentido. ¿Por qué
lo digo? Porque examinando a la juventud de hoy y las necesidades
que tienen, pienso que si Dios no cambia la música, las iglesias no
tuvieran jóvenes. Sé que esto puede chocarle a algunas personas, las
cuales podrían decir: «¿O sea, pastora Doris, que Dios no puede obrar
en los jóvenes sin música?»
Dios es omnipotente. Él hace lo que quiere y cuando quiere, no tiene
limitaciones; pero conociendo a ese Dios y sabiendo lo importante
que es la música en su divino plan, es evidente que él la modifica para
bendecir a la juventud de hoy. «Lo atraje con cuerdas de ternura, lo
atraje con lazos de amor. Le quité de la cerviz el yugo, y con ternura
me acerqué para alimentarlo» (Oseas 11:4).
Las cuerdas que usó en los tiempos de David quizás no sean las
mismas que usa hoy, sin embargo, el sonido es el mismo. Dios nunca
cambia ni compromete sus principios, solo cambia los métodos para
lograr su plan supremo. Uno tiene que seguir moviéndose en la nube
de gloria para estar al tanto de los métodos de Dios y ser una pieza
no solo útil, sino también vigente.
Dios puede ser el mismo ayer, hoy y por los siglos porque se
mantiene vigente en cada etapa. Has tú lo mismo, sé flexible y
moldeable dentro del plan de Dios, una pieza que Dios pueda usar
como quiera. El legalismo que trae el espíritu religioso se produce
justo por un creyente inflexible a los métodos nuevos de Dios, uno
que trata de imponer métodos antiguos en tiempos nuevos, tal como
el que intenta echar vino nuevo en un odre viejo. «Ni tampoco se echa
vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, se reventarán los odres, se
derramará el vino y los odres se arruinarán. Más bien, el vino nuevo
se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan» (Mateo 9:17).

· 93 ·
Es importante caminar en los «kairos» de Dios (tiempo de Dios,
no sujeto a la cronología) para cumplir sus principios utilizando
los métodos prescritos para cada generación. Hay personas
que precisamente por no ser flexibles se quedan atrapadas en su
propia cárcel, miran a través de los barrotes de la frustración y la
inseguridad, criticando a la distancia y ahogando dentro de sí el grito
de adoración que los haría libres. Abre tu corazón y deja escapar ese
grito que habita en ti, deja que rompa los patrones, deja que te lleve
a explorar los nuevos métodos de Dios para este tiempo, conviértete
en un ser moldeable, que pueda ser usado por el Padre.

El amanecer de la adoración
Dios está derramando una frescura por medio de su Espíritu y ha
comenzado a cantar en medio nuestro. «Porque el Señor tu Dios está
en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te
renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos» (Sofonías 3:17). 
Tal como en los últimos cincuenta años él ha estado restaurando
los cinco ministerios, los cuales son manifestaciones del mismo
ministerio de Jesús en la tierra, en medio de cada restauración fluye
un nuevo cántico. La música es esencial en cada mover de Dios
en nuestras vidas. Lo vemos desde Génesis hasta Apocalipsis. En
estos últimos tiempos, Dios está restaurando el cántico profético, el
cántico nuevo, el cántico de vida. Y cuando hablo de cántico no solo
hablo de música con letras, sino también de melodías instrumentales
proféticas. Hemos tenido la experiencia en nuestros conciertos de que
mis músicos comienzan a fluir con sus instrumentos y se puede sentir
el fluir profético en medio de nosotros. Dios ha sanado y ha obrado
milagros en el pueblo durante momentos proféticos instrumentales.
¡Es algo hermoso de experimentar, y si tú aún no lo has sentido,
búscalo... porque el que busca halla! Pídele al Señor que abra tu
entendimiento y te haga sensible a este tipo de mover en su presencia.
No se trata de producir un momento o un mover emocional, es algo
que va mucho más allá de sentir una emoción o que se nos pone la
piel de gallina... es un momento de la manifestación de la presencia
de Dios, sin patrones ni esquemas, sin reservas ni condiciones. No
le tengas miedo a lo desconocido. Muchos consideran esto como
un tabú porque sienten que no pueden estar al mando y temen que
sus emociones se salgan de control. He estado en iglesias donde la
ministración ha sido tan fuerte que el pastor se pone nervioso porque
nunca ha experimentado algo así. Amado, siempre y cuando sea una
genuina manifestación de Dios, el Padre estará en total control por

· 94 ·
medio de su Espíritu. No tengas temor que «el Rey está en absoluto
control, te tiene en sus brazos y te quiere acariciar con su presencia».
Muchas veces cuando estoy orando por las vidas y ministrando
a una persona, siento un grito en su interior, pero la timidez o el
orgullo (ambos provienen de la misma raíz) sofocan el grito, y esto
produce amargura y frustración. Muchos hoy en día se sienten
ansiosos y frustrados y no saben por qué. Te sugiero algo, haz un
ejercicio conmigo. Dedica un tiempo para ir un día solo a un lugar
como un parque, una montaña o una playa. Comienza a mencionar
los atributos divinos de Dios en voz alta (Dios Fuerte, Padre Eterno,
Admirable, Consejero, etc.); luego empieza a adorarle, y mientras
más alto sea el volumen, mejor. Si es posible grita a toda voz: «¡Dios,
eres mi Señor!», «¡Jesús, te amo!», «¡Aleluya!» En realidad, cuando
este libro se convierta en un éxito, no te asombres si sales fuera
de tu casa o estás en un parque con tu familia y escuchas gritos
de liberación alabando al Creador del universo. Imagínatelo por un
momento, miles de personas que antes estaban atadas, frustradas
y cohibidas, gritando en un parque o una playa a toda voz, con todas
sus fuerzas, palabras de alabanza y adoración a Dios. Figúrate lo que
sucedería y la libertad que Dios traería en medio de su pueblo. Trata
de hacer esto a menudo, si es posible con tu cónyuge y tus hijos.
Enséñales a tus hijos a no avergonzarse de alabar al Señor. Muchas
veces al mirar un juego deportivo gritamos a voz en cuello cuando
nuestro equipo favorito gana, sin embargo, en la congregación
somos tímidos al expresarle nuestro amor a Dios. Eso es lo que están
aprendiendo tus hijos, y algún día te sentirás frustrado al ver que tus
hijos también se avergüenzan de alabar a Dios en la congregación y
en público.
Ahora mismo, oro que la presencia de Dios te toque dondequiera
que te encuentres; que como nunca antes, ya seas pastor, anciano,
ujier, seas quien seas, sientas la presencia de Dios como jamás la
has experimentado, y que esto sea el principio de un mundo nuevo
para ti, viviendo cara a cara con tu hacedor; que esto sea el amanecer
de la adoración en tu vida y la muerte del letargo litúrgico en el que
has estado viviendo.

Provocando la manifestación de Dios


Es importante enfocarnos en este punto porque es la raíz de mucha
confusión y duda en la iglesia hoy. ¿Por qué si Dios se está moviendo
con tanta fuerza en medio de nosotros, llega un día en que ya no
sentimos lo mismo? ¿Por qué se va la manifestación? ¿Por qué cesa

· 95 ·
el mover? Estas son preguntas que muchos se han hecho dentro de
sus iglesias. Recuerdo unos años atrás a una iglesia que estaba en
un momento lindo, con Dios manifestando su presencia y muchos
siendo sanados. Escuché a Dios hablarme al respecto diciendo:
«Esto que han experimentado es como un aperitivo de lo que ha
de venir si sus corazones están listos». Compartí con el pastor lo
que Dios me había hablado, le dije que ese era como un tiempo de
prueba en el que Dios estaba ofreciendo una pequeña vislumbre
de algo más grande... pero tenían que guardarlo y retenerlo. Poco
después el mover cesó. Muchos cuestionaron lo que había pasado,
por qué Dios no continuó. Era triste ver cómo intentaban provocar
algo que nunca iba a ocurrir. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Será que Dios
está jugando con nosotros? Amado, Dios nunca nos dará más de lo
que podamos soportar. Vemos con claridad que dentro del mover
de Dios, la presencia y la gloria son pesos que si no estamos listos
espiritualmente, nos pueden aplastar. Si no hay orden en la casa
comenzando por la cabeza, no puede haber una manifestación de
gloria. Una vez más, David reunió a los treinta batallones de soldados
escogidos de Israel, y con todo su ejército partió hacia Balá de Judá
para trasladar de allí el arca de Dios, sobre la que se invoca su nombre,
el nombre del Señor Todopoderoso que reina entre los querubines.
Colocaron el arca de Dios en una carreta nueva y se la llevaron de la
casa de Abinadab, que estaba situada en una colina. Uza y Ajío, hijos
de Abinadab, guiaban la carreta nueva que llevaba el arca de Dios.
Ajío iba delante del arca, mientras David y todo el pueblo de Israel
danzaban ante el Señor con gran entusiasmo y cantaban al son de
arpas, liras, panderetas, sistros y címbalos.
Al llegar a la parcela de Nacón, los bueyes tropezaron; pero Uza,
extendiendo las manos, sostuvo el arca de Dios. Con todo, la ira
del Señor se encendió contra Uza por su atrevimiento y lo hirió de
muerte ahí mismo, de modo que Uza cayó fulminado junto al arca.
David se enojó porque el Señor había matado a Uza, así que llamó
a aquel lugar Peres Uza, nombre que conserva hasta el día de hoy.
Aquel día David se sintió temeroso del Señor y exclamó: «¡Es mejor
que no me lleve el arca del Señor!» (2 Samuel 6:2- 9).
El resultado de un desorden en las cosas de Dios será la muerte,
como ocurrió en el caso de Uza. Cuando David, debido a su celo por
obtener el arca del pacto, se lanzó a hacer las cosas según su propia
prudencia, varios sucesos tuvieron lugar al tratar de provocar algo
fuera del orden de Dios.

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• Uza y su familia se familiarizaron con el arca porque había estado
en su casa por un tiempo.
• Estaban tan acostumbrados a tener el arca en medio de ellos que
pasaron por alto lo sagrada que era.
Estos son dos factores que traen muerte a nuestras vidas y hacen
cesar las manifestaciones de Dios en medio de nosotros. Cuando
uno se familiariza con un siervo de Dios, comienza a verlo como un
hombre o una mujer, y no como un siervo o sierva del Señor. Uno
se desconecta de la unción que porta ese creyente. Como músicos,
a veces también solemos familiarizarnos con nuestros líderes y
pastores, y en lugar de mirarlos como a nuestras autoridades los
vemos como amigos. Y si bien necesitamos que el líder y el pastor
sean nuestros amigos, necesitamos aún más que sean nuestras
autoridades, por lo que no podemos perder esa perspectiva, no vaya
a ser que por medio de un «tropezón» (murmuración, chisme, falta
de respecto, desobediencia) toquemos a los consagrados de Dios
y se produzca la muerte. De igual manera, cometemos el error en
la congregación de familiarizamos tanto con el mover de Dios que
confundimos la presencia genuina con un espectáculo emocional.
Comenzamos a utilizar tácticas y estrategias para provocar lo mismo
semana tras semana. Otro caso es que solemos caer en rutinas y
nos acostumbramos a las mismas canciones, las mismas palabras
(las usamos como muletillas), los mismos gestos, pensando que
todo hará que Dios se manifieste. He visto a muchos cantantes
jóvenes que imitan a los cantantes seculares, y lo que hacen con su
adoración a Dios es el ridículo. Lo menos que ellos desean es tocar el
corazón de Dios, y me atrevo a decirlo por el fruto que se ve. Si estas
palabras te están incomodando, necesitas escudriñar tu corazón
delante del Señor, pues hay algo que aún vive en él que no es de
Dios. Te confieso que pierdo la paciencia con los líderes de alabanza
que obviamente no tienen mucho que decirle ni a Dios ni al pueblo,
apoyándose en muletillas como: «¿Cuántos se están gozando?» o
«¿Quién vive?... ¿Y a su nombre?» He estado en lugares en los que he
contado cómo ciertas personas usan estas repeticiones hasta más
de diez veces en sus participaciones de cuarenta y cinco minutos.
Dios no hace más porque nosotros no hacemos más por buscarlo
a él. Es fácil identificar a la persona que está influenciada por Dios y
a aquella que no tiene comunión con el Señor. «El que es bueno, de
la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es
malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el
corazón habla la boca» (Lucas 6:45). Si Dios te ha llamado no es para
que seas un papagayo o una cotorra repitiendo lo mismo después de

· 97 ·
cada canción. Si te llamó es para que seas un águila y llegues más
alto que cualquier ave, para que establezcas su reino por medio de
tu adoración apostólica cantando el cántico del Padre, la canción del
cielo, el sonido divino.

Hagamos enramadas
Vuelvo y repito, el ser humano es un «animalito de costumbre».
Cuando encuentras algo bueno, no quieres salir de ahí, muchas veces
afectando tu vida espiritual, ya que retrasas lo nuevo y lo fresco de Dios
para tu vida por aferrarte a algo que «aparenta» ser lo bueno. Pedro es
un ejemplo de esto. Mientras se encontraba con Jesús en el momento
de la transfiguración, presenció lo que nunca en su vida pensó, la
transfiguración esplendorosa de Jesús, y sus ojos fueron abiertos para
ver a Moisés y a Elías hablando con el Señor. Y como esto era algo
sublime, sobrenatural y único, su propuesta humana a Jesús fue la
de crear tres enramadas para preservar esa gloria, ese momento, ese
milagro. «Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros
que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para
ti, otra para Moisés, y otra para Elías» (Mateo 17:4, RVR).
Pedro se aferró al momento y en su corazón creó un ídolo
instantáneo del mismo, lo cual es otra razón por la cual Dios no se
manifiesta en medio nuestro… por la idolatría que existe en nuestros
corazones, producto de las enramadas. Quizás alguien pueda decir:
«Pastora, yo soy cristiano, no soy un idólatra». Precisamente te
hablo a ti amado, la idolatría no es solo inclinarse ante una estatua
o prenderle una vela a un «santo», la idolatría es todo lo que ocupe
el lugar de Dios en nuestra vida. Existen congregaciones donde hay
un cantante o músico que sobresale y llega a ser la «estrella» de la
casa, pero de lo que no nos damos cuenta es de que humanamente
le estamos otorgando un lugar que no le corresponde. Incluso he
estado en lugares donde los directores de música, aun viviendo
abiertamente en pecado, siguen ministrando porque sí, porque son
lo máximo en ese lugar, porque se ha llegado a idolatrar a la persona
o la unción que posee. Sin embargo, Dios no comparte su gloria con
nadie, mucho menos con alguien que no vive en pacto con él. Existe
la idolatría a la persona, al momento, e incluso al mover de Dios. Son
palabras duras pero verídicas. Si anhelamos una manifestación de
su presencia en medio de nosotros, necesitamos despojarnos de
todo peso y de todo pecado que nos asedia. Si nos acercamos a él, él
se acercará a nosotros; un corazón contrito y humillado jamás será
despreciado por Dios. Mientras hay vida hay esperanza para cambiar
y comenzar a vivir una real experiencia con el creador del universo.

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Luces, cámaras, acción
Otro factor que ha influenciado muchísimo el mover de Dios en estos
días en ciertas iglesias ha sido la adquisición de cámaras de televisión
para grabar los servicios. De forma lamentable, las cámaras traen
sus propios reglamentos y limitaciones. Llegan a cambiar la gloria
de Dios por la gloria de los hombres. No digo que es malo estar al
día con la tecnología de hoy y utilizar la televisión como un medio de
evangelismo. El problema comienza cuando sedes a la seducción de
pensar más en tu imagen que en la imagen de Dios, cuando todo lo
que se hace o no es por causa de las cámaras y no porque el Espíritu
de Dios lo ordenó. He estado en lugares que manejan al detalle cada
minuto del servicio por causa de las cámaras; incluso cuentan con
directores de escena para la grabación, los cuales indican a quién le
toca y cuánto tiempo durará la participación, cerrando por completo
la puerta a cualquier mover de Dios. Hay una línea muy fina que no
se puede cruzar si queremos que Dios manifieste su gloria en medio
de las cámaras. El secreto está en olvidarse de que hay cámaras y
rendirse por entero a la dirección de Dios en vez de a la del productor.
Sé que ahora mismo el Espíritu Santo de Dios está destapando
los ojos de muchos pastores que se hallaban frustrados porque
no sabían qué era lo que estaba pasando; en este día, a través de
estas líneas, Dios ha traído libertad a tu vida para que reenfoques
tu mirada, quitándola del productor de tus cámaras y poniéndola
en el productor de tu vida. El tener cámaras de televisión en la
congregación es una bendición siempre y cuando no comprometas
el mover de Dios. Creo en la excelencia y estoy consciente de que
los canales de televisión necesitan programas cristianos excelentes,
sin embargo, si se compromete la gloria de Dios se compromete el
mensaje, y esto al final causará muerte.

Palabra y presencia
Hemos hablado de los diferentes factores que influyen en el mover
de Dios en la congregación, y en este punto creo que ya te habrás
dado cuenta de los errores cometidos, los cuales han limitado a Dios
en medio de nosotros. Es tiempo de levantarnos y resplandecer, de
ser valientes y enderezar lo torcido, es tiempo de cambiar lo viejo por
lo nuevo.
Por muy elocuente, atractivo, carismático y ungido que sea el
orador o el adorador que está dirigiendo, hay solo dos factores que
le darán vida a un servicio, los cuales no tienen nada que ver con
los atributos personales de un individuo. Aclaramos que los atributos

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personales de un individuo son el vehículo que Dios ha creado para
impartir lo esencial, lo que da vida: Palabra y presencia.
He estado en algunos servicios donde el orador se hincha como un
pavo real para decir que hemos llegado al momento más importante
de todo el servicio: la predicación. No sabes cuántas veces he visto
una palabra hueca, repetitiva y sin revelación caer en corazones
duros, fríos y hambrientos, solo para dar a luz a una experiencia
emocional, mucha gritería y algarabía, pero cero transformación.
Los dos factores en cualquier reunión donde Dios está presente
que traen vida son la Palabra y la presencia, un cántico sin una base
sólida en la Palabra y una manifestación amplia de la presencia
jamás dará vida. Y a su vez, una prédica sin una base contundente en
la Palabra y sin un respaldo amplio de la presencia tendrá el mismo
efecto, cero transformación.
He experimentado muchos servicios con una música excelente,
pero con canciones sin un fuerte fundamento bíblico y sin
entendimiento. Por ejemplo, recuerdo un servicio años atrás donde
por más de quince minutos se repitió la palabra fuego, fuego, fuego,
fuego, fuego, fuego… Al final había gente despeinada, sudada y
emocionada, pero carente de una experiencia real en espíritu y en
verdad; incluso vi a algunos salir de esa manera al estacionamiento
en medio de contiendas y peleas, diciendo malas palabras y contando
chismes. En ese mismo tipo de servicio he visto predicadores que se
paran a hablar de los zapatos de la esposa, de la moda, de sus gustos
y preferencias personales, utilizando tácticas de manipulación
emocional para producir una manifestación de las emociones, pero
dejando carente al pueblo de una experiencia espiritual. También he
visto a muchos que comparten sus opiniones o sus propias ideas,
y comienzan sus frases diciendo: «Yo pienso…», «En mi opinión…»
En realidad, siempre instruyo a mis discípulos a no comenzar un
mensaje con frases que manifiesten sus propias ideas u opiniones,
porque tu opinión no me da vida, tus ideas personales no me dan
vida, lo único que me puede dar vida es la Palabra y la presencia, y
cuando esto sucede, vemos el mismo resultado final: cero Palabra
más cero presencia es igual a muerte.
Por lo tanto, el adorador apostólico procura que todo lo que hace
en hechos o en palabras esté respaldado y sellado por la Palabra y
absolutamente envuelto en la presencia, para así obtener siempre
un fruto de vida. No hay mejor combinación: Palabra y presencia, la
esencia de Dios.

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· CAPÍTULO 10 ·
CÓMO FLUIR ESTABLECECIENDO
El Reino

«Tus mejores días comienzan


cuando Dios te lanza a tu destino».
—Pastora D.

Modelo base de oración


Este capítulo lo quiero dedicar a todos los pastores, líderes, líderes
de alabanza, líderes de música, danzadores, en fin, a todos los que
ministran y fluyen con otros. Hay muchas preguntas, confusiones y
dudas con respecto a cuál es el orden correcto, cómo se fluye, cómo
podemos ser vasos para que Dios se mueva, etc. Hemos recibido
tantas preguntas al respecto que quise dedicarle a esto un capítulo
entero, el cual se basa en lo que la Biblia establece y lo que nuestra
experiencia nos ha enseñado.
Dentro del orden de autoridad divino, necesitamos reconocer y
aceptar que desde el principio Dios ha establecido un sistema de
orden donde siempre estaremos bajo cobertura, siempre daremos
cuentas a una persona que en esencia representa la autoridad de
Dios sobre nosotros. Sé que hay muchos que ahora mismo dicen:
«Mi cobertura es Cristo, no necesito de hombre», y luego citan:
«Maldito el hombre que confía en el hombre». Lo único que eso me
muestra es una necedad en cuanto a las cosas de Dios, una rebeldía
a las autoridades y una ignorancia absoluta. El fruto de personas así,
que son consideradas «llaneros solitarios», siempre es desastroso.
Los grandes ministerios y los predicadores reconocidos que no dan
cuentas a nadie no tienen «mentores» en su vida, y terminan con
matrimonios rotos, adulterios y perversidades. Personas con un
gran potencial en el Señor atraviesan por bancarrotas, problemas
económicos, hijos rebeldes... y todo porque «no necesitan de otro

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hombre», mostrando la carencia de «padres» en su vida. La voz de la
sabiduría y las canas de la experiencia pueden servir para llevarte al
lugar de tu destino. Tengo noticias para ti, Cristo es en ti la esperanza
de gloria. Cuando la Palabra dice que es maldito el hombre que
confía en el hombre, se refiere a la naturaleza humana, a aquel que
usa la astucia humana o la mente carnal para resolver... esa persona
es maldita porque el fruto siempre será muerte. Sin embargo, Dios
habla mucho desde Génesis hasta Apocalipsis del gobierno, de la
necesidad de gobierno. Si miramos el ejemplo de un reino, veremos
que hay diferentes niveles de autoridad en el mismo: tienes primero
al rey y bajo su mando están los príncipes, luego bajo el mando de los
príncipes se encuentran los generales, y así sucesivamente existen
varios niveles de jerarquía. Dios usa la autoridad terrenal como una
escuela y patrón para el orden espiritual. En el caso de Abraham,
aunque fue amigo del Señor y caminaba con Dios, él mismo tuvo que
estar bajo autoridad cuando dice la Palabra que pagó sus diezmos a
Melquisedec, el cual tipifica a Cristo. Te hago una pregunta: ¿Cómo
pretendes someterte a Dios, que no puedes ver físicamente, si te es
difícil someterte a una autoridad que sí puedes ver?
Desde que naces, Dios establece el patrón de obediencia y sumisión
a través de los padres, tutores, maestros, etc. Para crecer es necesario
aprender, para aprender es necesario obedecer, para obedecer es
necesario oír. ¿A quién? A la persona en autoridad en tu vida. Si
seguimos este principio en nuestra vida diaria siempre tendremos
éxito. Todo apóstol tiene a un mentor sobre él. La problemática que
vemos hoy es que la religiosidad da a luz a la rebelión, y la rebelión va
en contra de toda figura de autoridad. Hemos visto a una generación
sin cabeza, sin modelo, sin maestros, sin padres. Por eso es que
la iglesia en general ha sufrido en manos de los autonombrados
pastores, de los autoproclamados profetas, gente fuera del orden
divino que hacen más daño que bien, impartiéndole pura «metralla»
espiritual al pueblo, llevando condenación, usando manipulaciones
y engaños para llegar a su meta final. Gente que le importa más
el cheque que reciben al fin del mes por los servicios rendidos que
las vidas que están atropellando para llegar a un estado de falsa
prosperidad. No obstante, gloria a Dios porque él no puede ser
burlado y tarde o temprano su mano de justicia opera para enderezar
lo torcido. Si estas palabras han causado enojo en tu vida o alguna
molestia, lo más probable es que estés viviendo sin un líder terrenal,
bajo ninguna autoridad, sin rendirle cuentas a nadie. El hecho de que
provoque el malestar que sientes es fruto de eso. Nunca es tarde,
hoy mismo puedes tomar una decisión para cambiar. Pídele al Señor

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un corazón humilde que pueda someterse a la autoridad que Dios ha
decretado para ti en esta tierra.
Es posible que estés preguntándote: «¿Pastora, qué tiene que ver
todo esto con el fluir?» El poder someterte sin problema alguno es el
principio y la base de fluir con otro. De manera lamentable, el músico,
cantante o danzador desea por naturaleza destacar su talento para
que otro lo admire. Cuando se trata de nuestro trabajo en la presencia
de Dios, esta actitud no tiene cabida. El único que debe ser destacado
en hecho, palabra y sonido es el Rey de reyes.
Reconocer que Cristo habita en cada una de las personas que
integran tu equipo, en los líderes y en cada uno de los miembros de
la iglesia, te ayudará a someterte y entregar todo tu talento al único
digno y merecedor, Cristo Jesús.
Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes
(Santiago 4:7).
He aquí algunos principios y claves para el éxito ministerial:
1. Sométanse a Dios: Este es el primer requisito para el éxito.
Como hemos visto, Dios desea que rindamos nuestra voluntad y
abandonemos nuestras opiniones, entregándole a él el dominio total.
Este principio no se refiere solo a Dios, sino también a las autoridades
que el Señor pone en nuestra vida. Solo de esta forma podemos llegar
al segundo requisito.
2. Resistan al diablo: Necesitas estar practicando el primer requisito
para ejercer el segundo. Sin el primero, el segundo queda anulado.
No puedes resistir al diablo si no estás sometido a Dios.
De igual manera, cuando uno está ministrando con el pastor o un
líder, para poder resistir las tentaciones y los pecados que el enemigo
trae, en especial cuando estamos ejerciendo el llamado, necesitamos
estar primeramente sometidos a Dios y a su autoridad para poder ver
la victoria.
3. Él huirá de ustedes: Aquí no dice de en medio de ustedes, ni tan
siquiera señala que de sus alrededores. El versículo afirma que huirá
de ustedes. El peor enemigo del músico o el artista en general es
el orgullo por su propio talento. No puedes resistir a ese «diablo»
cuando no estás sometido a la autoridad de Dios en tu vida, por lo
tanto, veremos muchos servicios con algunos «diablos» ministrando
desde el mismo infierno. Es por eso que hay tanta enfermedad entre
los creyentes, porque las leyes del reino no son aplicadas.

· 103 ·
Existen cuatro principios prácticos para ministrar y fluir con el líder
o el pastor:
1. Información
2. Presentación
3. Unción
4. Ética
El primer principio implica que es importante estar informado y darle
la información correcta al pueblo. No puedes comenzar a cantar de
la lluvia del cielo cuando el predicador o líder va a ministrar fuego.
Es una buena idea tener un concepto de la línea del mensaje para
ministrar de forma más efectiva, aunque claro, esto se hará cuando
sea posible. Lo más importante es permitir que Dios obre según
quiera. Si contamos con un invitado, es una buena idea preguntarle
si hay una línea específica en la que se va a enfocar, quizás te diga
que no, y en ese caso haz como el Espíritu te indique. Si te dice
que sí, habrás recibido información importante para compartir
con efectividad. El pueblo también necesita ser informado… y dije
informado, no regañado. Nosotros como levitas del altar de Dios
tenemos la responsabilidad de instruir al pueblo en lo que concierne
a la alabanza y la adoración, sin entrar en predicas largas, solo
ofreciendo pequeños consejos que ayudan al creyente a aprender y
crecer para experimentar la presencia de Dios.
La presentación es sumamente importante, pues la gente responde
a lo que sus ojos ven. Si ven a unos músicos mal vestidos, con caras
de enojo y aburridos o confundidos, ¿cómo van a regocijarse y
alegrarse en medio de las alabanzas? Si ven instrumentos sucios o
rotos, desorden y confusión, ¿cómo van a responder positivamente?
La impresión que dan estos músicos es que están ahí solo para
rellenar un espacio.
Sin la unción todo es en vano. «El yugo se pudrirá a causa de
la unción». Hay gente que tiene mucha presentación y mucha
información pero cero unción, así que la ministración no es
efectiva. Por otro lado, hay gente que tienen mucha unción pero
cero información y poca presentación, por lo que el resultado final
llega a ser una fiesta de emociones. Es esencial combinar todos los
elementos para alcanzar un fluir efectivo.
La ética es lo que más hace falta en los altares hoy día, una
ética entre los unos y los otros. Nos gritamos, nos regañamos, nos
ofendemos, no nos sometemos, nos enaltecemos… y así queremos

· 104 ·
que haya un fluir. La ética implica darle al hermano el lugar que Dios
le da, tener siempre en cuenta el sentir de los demás. «No hagan
nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren
a los demás como superiores a ustedes mismos» (Filipenses 2:3).
Recuerda que tienes a una vasta audiencia mirando cada movimiento
y actitud, y cuando no hay ética, se acordarán más del error que de
la bendición.
El secreto de fluir con el pastor es:
1. Someterse por completo («El obedecer vale más que el sacrificio»).
2. Informarse para ser más efectivo.
3. Tener una presentación digna de la ocasión.
4. Unción… fluir en el mismo mover que está el líder.
5. Ética… aunque el pastor esté equivocado, muestra una sonrisa de
oreja a oreja.

Fluir en lo profético
Aquí comenzaremos a mirar con mayor profundidad la realidad del
llamado del ministro de música de hoy. Dios desea restaurar no
solo el tabernáculo en cada individuo sino también el tabernáculo
congregacional. Miremos los ejemplos que nos daba David.
David separó dentro del cuerpo de levitas que servían en el templo
a músicos aptos e instruidos para servir en especial en el ministerio
profético de la música.
Asaf: profetizaba bajo la orden del rey.
Hemán: Vidente del rey en palabras de Dios.
Jedutún: Profetizaba con arpa para celebrar y alabar al Señor.
Una vez que entendamos que el llamado de Dios para el ministerio
de música no es solo para rellenar un tiempo tocando una melodía
que mueva emociones, sino más bien una estrategia de Dios para
establecer sus verdades en cada mente y corazón a través de los
sacerdotes del altar que fluyen en la unción completa bajo el manto
profético y apostólico, veremos a Isaías 61 cumplirse a capacidad.
«Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar
su gloria» (v. 3).
El orden del servicio musical en la iglesia lo podemos ver a través
de los tiempos del rey David.

· 105 ·
Levitas a cargo de la música
Éstos fueron los cantores que David nombró para el templo del
Señor, desde que se colocó allí el arca [después que regresó a
la ciudad de David]. Ellos ya cantaban en la Tienda de reunión,
delante del santuario, antes de que Salomón edificara el templo
del Señor en Jerusalén. Luego continuaron su ministerio según
las normas establecidas. Éstos y sus hijos estuvieron a cargo del
canto: De los descendientes de Coat, el cantor Hemán fue hijo de
Joel, descendiente en línea directa de Samuel [el profeta hijo de
Ana y Elcana] … A la derecha de Hemán se colocaba su pariente
Asaf hijo de Berequías, descendiente en línea directa de Simá,
Micael, Baseías, Malquías [el profeta] … A la izquierda de Hemán se
colocaba Etán hijo de Quisi, que era de sus parientes los meraritas
y descendiente en línea directa de Abdí, Maluc, Jasabías, Amasías,
Jilquías, Amsí, Baní, Sémer, Majlí, Musí, Merari y Leví (1 Crónicas
6:31-33, 39-40, 44-47).
Me fascina ver cómo David, siendo rey, dedicó tiempo para escoger y
llamar a sus músicos, designándoles mentores para que continuaran
creciendo. Por mucho tiempo se ha hecho la pregunta: «¿Qué
hacemos con estos músicos?» (Marcos Witt escribió un libro sobre
el tema). Mi respuesta es sencilla: Pastores, líderes, démosle el lugar
y la autoridad apropiada a nuestros músicos y verán cómo ejercen su
llamado y trabajan en equipo. Músicos, cantores entiendan que el ser
músico en la iglesia no es un cargo para ser tomado a la ligera… es un
llamado al servicio de Dios directamente ante su presencia.
Mira lo que Deuteronomio describe que es el llamado levítico:
En aquel tiempo el Señor designó a la tribu de Leví para llevar el
arca del pacto y estar en su presencia, y para ministrar y pronunciar
bendiciones en su nombre, como hasta hoy lo hace. Por eso
los levitas no tienen patrimonio alguno entre sus hermanos,
pues el Señor es su herencia, como él mismo lo ha declarado
(Deuteronomio 10:8-9).
¿Cuáles son las tres funciones principales de un ministerio musical?
1. Llevar el arca del pacto (presencia de Dios).
2. Presentarse delante de Dios para servirle.
3. Bendecir en su nombre hasta hoy.
El primer punto es esencial, necesitamos entender que Dios ha
depositado su «arca del pacto», Cristo Jesús, en nosotros. La misma
presencia y esencia de Dios está en nosotros para que la carguemos
y llevemos como el asno llevó a Jesús durante la entrada a Jerusalén.

· 106 ·
Y no solo para ministrarle a la gente la presencia, sino también para
que se cumpla el segundo punto: presentarnos delante de él para
servirle. Esto significa preguntarle a Dios: «¿Cómo te puedo servir?»
Nota que la palabra servicio tiene un sentido tanto horizontal como
vertical: ¿cómo sirvo para ti? y ¿cómo te sirvo a ti? Una vez que Dios
nos sella con su identidad, dejándonos saber cómo servirle a él y
servir para él, llegamos al tercer punto… a bendecir en su nombre; es
decir, nos da la autoridad de «hablar el bien», impartiendo palabras de
bien y de vida en su nombre hasta hoy. La frase «hasta hoy» nos deja
saber que esto es eterno, que no tiene fin. Él nos da autoridad, pero no
sin antes presentarnos ante él. Y no podemos presentarnos ante él sin
antes entender que llevamos el arca del pacto. ¡Aleluya! Dios es bueno.
¿Ya vas entendiendo tu lugar en el reino de Dios? ¿Ya vas entendiendo
el principio de la adoración apostólica en tu vida y en la tierra?
Dios estipuló su cuidado personal para la gente que separó para
servir en el templo. Como dije antes: «Si te ocupas de las cosas de
Dios, él se ocupa de las tuyas».
Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas les serán añadidas (Mateo 6:33).
Por eso los levitas no tienen patrimonio alguno entre sus hermanos,
pues el Señor es su herencia, como él mismo lo ha declarado
(Deuteronomio 10:9).
Dios aquí nos asegura que no tendremos herencia terrenal, que
nuestra provisión como levitas no proviene de la tierra sino de él.
¡Jehová es nuestra herencia! ¡Y si Jehová es tu pastor… mi hermano,
nada te faltará!
Es importante establecer y entender que los levitas en el templo
no eran solo músicos. La tribu de Leví fue separada para el servicio
completo en el templo. Estaban los que administraban las cosas del
templo, los que velaban por el orden en el lugar, los «carniceros» que
preparaban los sacrificios, los que aseguraban que todos los utensilios
estuvieran en perfecto estado para los servicios. En fin, quiero romper el
mito de que los levitas eran solo músicos. Hoy día usamos la expresión
«los levitas» como un término religioso para referirnos a los músicos.
Levita es todo aquel que sirve en el templo, desde la recepcionista
hasta el sonidista, incluso el que ayuda en el estacionamiento de
autos. ¡Todo son llamados a llevar el arca, a presentarse delante de
Dios para servir y bendecir en su nombre hasta hoy!
Sus hermanos los levitas estaban al servicio del santuario, en el
templo de Dios. Aarón y sus hijos estaban encargados de quemar

· 107 ·
las ofrendas sobre el altar de los holocaustos y sobre el altar del
incienso. De acuerdo con lo ordenado por Moisés, siervo de Dios,
eran también responsables de todo lo relacionado con el Lugar
Santísimo y de hacer la expiación por Israel (1 Crónicas 6:48-49).
Los levitas siempre han tenido un lugar muy importante en el
orden y el plan de Dios. Sin embargo, aún existe mucha inseguridad
y falta de conocimiento en esta área. No queremos darle el lugar que
Dios le ha dado a nuestros músicos, por eso es que no vemos cosas
mayores sucediendo en nuestras congregaciones. (¡Ay, ahora sí que
a alguien se le encendió la chispa con la pastora Doris… lo siento
desde acá!) Lo que sucede es que hay muchos pastores y líderes que
todavía están inseguros de su propio llamado, que aún no entienden
muy bien el mover profético y no enseñan a sus músicos a fluir en
lo profético. No obstante, vamos a ver un ejemplo que he escuchado
muchas veces predicado fuera de contexto. Vamos a verlo en su
contexto para comprobar cómo Dios levantó y hoy está restaurando
al músico profeta para su gloria.
Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías
y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías.
Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba
en la asamblea. Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y
de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el Señor:
“No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército,
porque la batalla no es de ustedes sino mía. Mañana, cuando
ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y
los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. Pero
ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente,
quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que
el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan
miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el
Señor, estaré con ustedes.”»
Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron
rostro en tierra y adoraron al Señor, y los levitas de los hijos de Coat
y de Coré se pusieron de pie para alabar al Señor a voz en cuello.
Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa.
Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá
y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados!
¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!»
Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que
irían al frente del ejército para cantar al Señor y alabar el esplendor

· 108 ·
de su santidad con el cántico: «Den gracias al Señor; su gran amor
perdura para siempre.»
Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza,
el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y
los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó.
De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes
de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Luego de
exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se
mataron unos a otros (2 Crónicas 20:14-21).
La misma Palabra identifica por boca del rey Josafat la autoridad que
Dios concede a sus músicos profetas. Jaziel era un profeta del linaje
de Asaf, que era un profeta músico bajo las órdenes del rey David. Hay
iglesias que buscan estrategias para la guerra espiritual, y en este día
te digo algo: ¡No hay guerra espiritual más eficaz que un ministerio
de música fluyendo con toda autoridad! La alabanza con autoridad
confunde al enemigo. El arma más poderosa en una congregación
contra las asechanzas del diablo son los músicos levitas (profetas)
que están en su posición, atentos a la voz de Dios, sometidos al
mover de Dios, sin reservas, sin dudas, sin cuestionamientos.

Cómo fluir bajo autoridad


Miremos el ejemplo que nos ofrece el rey David en los tiempos del
tabernáculo para aprender de sus principios:

Orden de Autoridad

Dios - Rey Supremo - Máxima Autoridad

El Rey David - Líder - Autoridad

Asaf Hemán Jedutún

Hijos de Asaf: Hijos de Hemán: Hijos de Jedutún:


Zacur, José, Buquías, Matanías, Uziel, Guedalías, Zeri,
Netanías y Sebuel, Jeremot, Jananías, Isaías, Simi,
Arasela Jananí, Eliata, Guidalti, Romanti Jasabías y
-Mayores- Ezer, Josbecasa, Malotí, Hotir, Matatías.
Mahaziot. - Mayores- -Mayores-

Hermanos y Hermanos y Hermanos y


hermanas de los hermanas de los hermanas de los
hijos de Asaf hijos de Hemán hijos de Jedutún

· 109 ·
David: Rey, líder, cabeza, autoridad.
Asaf, Hemán y Jedutún: Líderes de diferentes grupos sujetos a las
instrucciones del rey.
Los doscientos ochenta y ocho músicos: Siervos algunos
mayores que otros, todos bajo la dirección de su líder. Es importante
notar que se indica que los grupos estaban integrados por menores
y mayores por igual, por los maestros junto con los discípulos (véase
1 Crónicas 25:8).
Quiero que note algo interesante, hoy en día se habla mucho del
discipulado y de los grupos de discípulos con sus líderes, sin embargo,
este principio fue implementado por David con sus músicos. Él
mandó que pusieran a los jovencitos junto con hombres instruidos
para que los diestros enseñaran a los novatos. ¡Qué concepto! En la
actualidad solo queremos tener grupos de profesionales para lograr
una música excelente en los servicios, y mi pregunta es: ¿Quién
enseñará a los nuevos? ¿Cómo lograrán los jóvenes obtener la
experiencia? Necesitamos aprender de este patrón e implementarlo
para ver crecimiento y fruto en nuestros grupos de músicos.
Para que Dios fluya sin obstáculos, este orden no se puede romper.
• Todos tenían el sentir y la intención de fluir en el culto a Dios.
• Sin agenda propia, todos buscaban glorificar a Dios.
• Todos los líderes se sometían a las órdenes del rey.
• Todos los músicos mayores se sometían a las órdenes de sus
líderes.
• Todos los otros músicos se sometían a los músicos mayores.

Orden en la iglesia

DIOS – REY SUPREMO – MÁXIMA AUTORIDAD

PASTOR - LÍDER - CABEZA

LÍDER DE ALABANZA

LÍDER DE MÚSICA

MÚSICOS MÚSICOS MÚSICOS

¡El secreto de fluir es buscar el sentir del corazón y la instrucción de


Dios, no la tuya!

· 110 ·
Orden congregacional de adoración
Hay muchas personas que me han preguntado: «Pastora, ¿cómo
puedo aprender a fluir con mi pastor?» Algunos músicos, frustrados,
dicen: «¿Cómo podemos arreglar los problemas que tenemos entre
los músicos?» Y así sucesivamente. Hay tanta frustración hoy día en
el ministerio musical que se convierte en una guerra civil: músicos
contra cantantes, cantantes contra coristas, el del teclado peleado
a muerte con el sonidista, los sonidistas listos para la revancha en
contra de los músicos… ¿Sabes hasta qué punto llega esto? En una
iglesia que conozco bien, los músicos me contaron que cuando el
sonidista se enojaba con el baterista, en vez de subir el volumen de la
música en los auriculares para que el baterista tocara mejor, le ponía
un merengue de Giovanni. ¡Imagínese! El pobre baterista tratando de
no perder su ritmo en la adoración… ¡y de buenas a primera escucha a
todo volumen un merengue! Me pregunto: ¿A quién servimos? ¿Para
qué servimos? ¿Con qué corazón servimos? ¿A quién queremos
reflejar? Esta situación ocurre en muchas iglesias hoy en día porque
hemos perdido la perspectiva de lo que estamos haciendo y para quién
lo hacemos. He estado en muchas iglesias en las que los músicos no
son tratados con honra, simplemente son esclavos, los primeros en
llegar y los últimos en salir; sin embargo, son los más vituperados
y criticados. Hay un grave problema de prioridades y de orden en
las iglesias de hoy. No obstante, jamás pierdo la esperanza de ver la
gloria de Dios manifestada estableciendo un orden y un gobierno en
nuestras vidas, y como consecuencia en las congregaciones.
Todo comienza con la cabeza. Dentro de la música, el arte, la danza
o cualquier otro ministerio siempre tiene que haber una cabeza, un
líder responsable por la vida espiritual de los integrantes. Alguien que
pueda edificar las vidas de cada uno y darles crecimiento. Alguien
que motive y afirme cuando sea posible y reprenda y corrija cuando
sea necesario, uno que sea movido netamente por el amor. Cuando el
cuerpo cuenta con un guía efectivo, el resto de las piezas comienzan
a caer en su lugar.
Comencemos por establecer un fundamento necesario dentro
del orden congregacional. Quiero aclarar que esto no es un patrón o
receta para su iglesia. Es simplemente un modelo para no olvidar los
puntos importantes a fin de llegar a nuestro objetivo, que es:
1. Que Dios obre como quiera, cuando quiera y con quien quiera.
2. Que el pueblo resulte con una mayor hambre y pasión por Dios.
Dentro del orden del servicio se debe incluir:

· 111 ·
Tiempo devocional
a. Cánticos de alegría que exalten los atributos de Dios
b. Cánticos de amor que le hablen a Dios
Tiempo para establecer el tema
a. Cánticos que estén en línea con el mensaje
b. Cánticos o lecturas que ayuden a disponer el corazón del pueblo
hacia el tema o el mensaje
Tiempo de petición o plegaria
a. Cánticos de peticiones
b. Cánticos de reflexión

Tiempo de llamado al pueblo


a. Cánticos de apelación al pueblo
b. Cánticos de llamado a cambiar o rendimiento
Miremos cada uno individualmente. El tiempo devocional es un
tiempo exclusivamente reservado para Dios. Es un tiempo donde
nosotros como creyentes venimos a cumplir la misión primordial
al congregarnos: el dar. Es un tiempo donde como congregación le
damos a Dios:
Alabanza: hebreo barak – dar tributo, dar gracias; hillul – en
el sentido de regocijo, una celebración por la cosecha, alegría,
alabanza; halal – de la raíz de un sonido o color original; brillar
o vociferar, aunque parezca necio; alarde que te lleva a celebrar,
engrandecer, dar gloria como un necio o loco, emanar luz, sin
tomar en cuenta la reputación propia, alabar violentamente; zamar
– de la raíz relacionada más con el toque de un instrumento,
como tocar las cuerdas o partes de un instrumento, esto es,
hacer música acompañado por la voz, celebrar creando música
y cántico, dar alabanza, cantar cánticos y salmos; zimrath de
zamar – música instrumental implicando alabanza: canción;
yadah – literalmente extender la mano; como uno que tira o bota;
en especial para reverenciar o adorar con manos extendidas;
mover intensamente las manos, entrega total, tirar, agradecer,
dar; nagad – mostrar abiertamente, manifestar, anunciar (siempre
por boca a uno presente), en específico exponer, explicar, alabar,
certificar, denunciar, poner en exposición, mensajero, profesar,
reportar, mostrar, hablar, decir, publicar; oz – fuerza, seguridad,

· 112 ·
majestad, alabanza, valentía, poder, fortaleza, fuerte, volumen alto,
forzar; romam – exaltar; shabach – dirigirse a uno en tono alto,
halagar, dar gloria, mantener en, alabar, quietud, triunfo; tehillah –
de la palabra halal – alabar, en específico con un himno, alabanza;
todah – propiamente extender la mano en acción de gracias, un
coro de adoradores, confesión, sacrificio de alabanza, dar gracias,
ofrendar; tanah – tributar honor, tributar alabanza, celebrar,
conmemorar, lamento, ensayo.
La palabra alabanza conlleva muchas facetas, así que es importante
cuestionarnos si estamos cumpliendo con ellas en nuestra devoción
congregacional. Significa mucho más que simplemente pararse
y decir: «La hermana Chencha cantará un cántico de alabanza».
Constituye una expresión apasionada y violenta de celebración y
exaltación de parte de alguien que entienda lo que representa y
pueda dirigir al pueblo a hacerlo. Luego llega el tiempo de adoración:
Adoración: hebreo bakash – de la raíz que significa investigar por
cualquier método y muy en específico en adoración o oración,
procurar, rogar, buscar, desear, inquirir, tomar, hacer preguntas,
requerir, buscar algo; darash – caminar o frecuentar, seguir
de manera usual (búsqueda, perseguir), inquirir con diligencia,
preguntar; nazar – abstenerse de algo (comida, bebida, impurezas),
apartar (con un propósito sagrado), consagrar, separarse uno
mismo; atsab – escarbar, o sea fabricar; pelach – ministrar o
servir; katar – (da la idea de fumigar en un lugar cerrado, sacando
a los ocupantes) quemar incienso, sacrificio sobre un altar, ofrecer
incienso, sacrificio; shachah – deprimir, o sea, postrarse, bajar la
cabeza, caer al piso, pedir en humildad, obedecer, hacer reverencia,
rebajarse, adorar. Griego proskuneo (pros-koo-neh’-o) – besar
la mano de uno (lamer la mano como un perro a su amo) en
reverencia – forma intensificada de amar – tener en alta estima;
sentir la pasión del amante, devoción o ternura hacia uno; (1)
acariciar, (2) tocar amorosamente, (3) tener intimidad con; gustar
o desear activamente; encontrar placer en.
¡Tremendo! Esta es la única palabra que puedo decir después de
leer esas definiciones, las cuales son una pequeña muestra de lo
mucho que nos queda por rendirle al Señor. No hemos visto o recibido
más porque no hemos procurado el entendimiento para dar más. En
la historia esta parte fue reducida a algo rutinario y obligado para
cumplir con los reglamentos del concilio. ¡Qué triste! Dios tiene mucho
más para nosotros, pero quiere que nosotros le demos mucho más.
Vemos que dentro del proceso de darle a Dios en alabanza y adoración

· 113 ·
hay algunas definiciones que implican cambios en nosotros, o sea,
que mientras le damos a Dios, él nos está transformando. El tiempo
devocional del servicio a Dios es exclusivamente para él... solo para
él. ¿Por qué lo enfatizo tanto? Porque no sé en qué momento la gente
comenzó a confundir la guerra espiritual con la adoración a Dios.
Usamos el tiempo de Dios para cantarle al diablo. Se ha confundido el
tiempo de celebrar a Dios con un tiempo de petición: «Señor, te alabo,
dame salud, dame prosperidad, bendíceme». Incluso las canciones
que seleccionamos para estos momentos reflejan el corazón egoísta
que traemos delante de Dios. Imagínese un matrimonio en el que en
un momento de intimidad el esposo le dice a la esposa: «Mi amor, te
amo, eres todo para mí», y ella mirándolo a los ojos le contesta: «Ay,
mi vida, tú también eres lo máximo, te adoro, te amo… necesito que
no te olvides de darme el dinero que hace falta para pagar la renta
este mes. Ah, y de paso me das para comprarme el perfume que me
gustó los otros días… sabes cuánto te amo, bésame». Ella se ríe...
pero ¿qué crees que diría el esposo? ¿Piensas que tendrá deseos de
continuar el romance?
Así somos muchas veces con Dios, confundimos el momento de
intimidad con un momento de petición. Recuerdo haber estado en
una iglesia en la que Dios estaba manifestando su amor durante un
momento sublime de adoración, cuando de repente el pastor sale y
dice con una voz suave, como si estuviera adorando: «Ay, Dios, qué
hermoso eres… te amo... Hermanos, ayer tuvimos un servicio tan
lindo, el que no estuvo se lo perdió... pero si no estuviste presente
pasa ahora al frente que quiero orar por ti». En ese instante oí la voz
de Dios que me decía: «¿Viste lo que acaba de ocurrir? Me acaban
de robar mi tiempo. Quiso aprovechar el momento y se confundió de
tiempo… ahora es el tiempo mío, cuando mi pueblo me ama a mí y yo
a él». Sentí una tristeza tan grande que me quedé frustrada durante
el resto del servicio. Este error lo veo una y otra vez, y aun así nos
preguntamos por qué no estamos experimentando algo mayor.
Hemos cometido el error de David con el arca del pacto. Queremos
traerla a toda costa, sin orden, y el resultado es la muerte. Hay
muchos que viven constantemente intentando provocar algo en la
gente, piensan que si cantan mucho o en cierto tono van a provocar
que las personas sientan la presencia. Experimentar la presencia y la
esencia de Dios no es equivalente a que se nos paren los pelos o se
nos ponga la piel de gallina. Dios no necesita de tu ayuda moviendo
las emociones de los demás. He estado en lugares donde los líderes
de alabanza se la pasan de regaño en regaño, usando la culpabilidad
para que las personas adoren. Otros se hacen peores que sujetos
como el «astrólogo» Walter Mercado (si hay alguien que se siente

· 114 ·
bien incómodo ahora mismo... ¡qué bueno!), es decir, usan palabras
que lo que hacen es alejar más a Dios del pueblo, haciéndolo ver
como un ser místico: «Vamos hermanos, saquen los trapos blancos
y bátanlos al aire... miren, miren cómo se mueve ahora… cierren los
ojos para que no entren los demonios... vamos». Puede ser que te
rías, pero estas cosas existen, amados, y alguien tiene que decirlas.
No puedo seguir callada ante tanto misticismo en la iglesia. La
presencia de Dios no es tan complicada ni mística. No hacen falta
horas enteras para experimentar cómo se nos pone la piel de gallina.
Dios solo espera un corazón agradecido y sincero que se atreva a
ir confiadamente delante del trono de la gracia y se entregue sin
reservas. En el mismo momento en que alguien así abre su boca,
Dios de inmediato se deja sentir.
Para muchos grupos, tanto la alabanza como la adoración llegan a ser
algo que se hace mientras aparece el resto de la gente, que usualmente
llega tarde de todas maneras. ¡Qué pena! Para alcanzar un mover
más grande y constante de parte de Dios en medio de nosotros, el
tiempo devocional tiene que ser prioridad, sin comprometerlo. Ya que
dentro de las definiciones de alabanza y adoración están las palabras
dar, ofrenda y sacrificio, entre otras, es buena idea incorporar el
momento de los diezmos y las ofrendas al tiempo devocional.
Honramos y glorificamos a Dios con nuestros bienes también. Sin
embargo, conozco a muchos que les asusta la idea de hacer esto
por varias razones (y aquí voy a pisar unos cuantos callos). Primero,
no les gusta recoger el dinero del pueblo en medio de la alabanza y
la adoración porque la congregación se distrae y no da más. Otros
dicen que si hay música y la gente canta, no pueden dar una retórica
y «hablarle bien» al pueblo con respecto a ofrendar. Otros comparten
la idea de que en el momento de la alabanza y la adoración todavía
es muy temprano para recoger la ofrenda porque aún no ha llegado
el grosor del pueblo (de por sí es bastante triste tener un pueblo que
no adora). Sea cual sea la razón, la Biblia nos dice algo muy diferente.
En un sinnúmero de ocasiones se ve al pueblo alabando y trayendo
sus ofrendas. David fue un ejemplo clásico de ello cuando con alegría
le habló al pueblo y fue el primero en dar. La Biblia dice que la gente
se gozó de tal manera que dio demasiado. Tenemos la vista corta si
pensamos que la presencia de Dios no estimula a la gente a dar. Más
bien hay que instruir al pueblo a sembrar su ofrenda a causa de la
presencia de Dios.
—Si me he ganado tu favor, dame una señal de que en realidad
eres tú quien habla conmigo —respondió Gedeón—. Te ruego que

· 115 ·
no te vayas hasta que yo vuelva y traiga mi ofrenda y la ponga
ante ti. 
—Esperaré hasta que vuelvas —le dijo el Señor.
Gedeón se fue a preparar un cabrito; además, con una medida
de harina hizo panes sin levadura. Luego puso la carne en una
canasta y el caldo en una olla, y los llevó y se los ofreció al ángel
bajo la encina (Jueces 6:17-19). 
Si aún no ha visto un aumento en los ingresos semanales, haga un
pequeño ajuste dirigido por el Espíritu Santo y verá un resultado mayor.
Luego, dentro del orden del servicio a Dios, debe haber un tiempo
para establecer el tema. En este momento muchas iglesias utilizan
una música especial o la contribución de diferentes manifestaciones
del arte como la danza, los mimos, el teatro o alguna canción que
hable del tema a ser expuesto en el mensaje. Por ejemplo, si el
tema del mensaje del predicador es «El agua viva en ti», un cántico
apropiado sería algo como «Hay una fuente en mí»; esto servirá para
disponer el corazón del pueblo hacia el mensaje y así preparar el
ambiente dentro de la presencia de Dios para que la semilla caiga
en un terreno preparado y dé frutos. Acuérdese de que Dios es un
Dios de excelencia. Por lo tanto, todo lo que se le ofrece a Dios
debe ser excelente. Si la persona o grupo que va a participar no es
diestro en su talento, por muy buena intención que tenga hará más
daño que bien. Muchas veces comprometemos la excelencia que le
debemos a Dios por complacer y quedar bien con el hombre, «para
que la hermanita no se ofenda», y lo único que logramos es echar
a perder el momento desatando lástima, confusión y burla entre
muchos del pueblo de Dios. En la Biblia, cuando David llamó y separó
a las personas para el ministerio (1 Crónicas 25:1-7), tenían que
poseer ciertos requisitos: (1) eran hijos de hombres bien diestros e
instruidos, (2) fueron adiestrados por sus padres y (3) todos fueron
contados como preparados y aptos para ejercer su posición. Estos
fundamentos son bien claros y deben ser puestos en práctica para
alcanzar un mayor fluir en medio de nosotros. No estoy hablando del
legalismo o el extremismo de que no puedan tocar si no tienen un
título de músico. Estoy hablando de poseer un alto grado de destreza
y ser apto en cuanto a tu talento, no un mediocre, ya sea que tengas
título o no.
Dentro del tiempo de establecer el tema hay muchas congregaciones
que utilizan la lectura interactiva, o sea, aquella en que participa toda
la congregación. Esto se debe hacer dentro de un marco musical
para no romper el ambiente de la presencia y con una voz de acuerdo

· 116 ·
al tema. Si estás hablando de lo sublime de Dios, no vas gritar como
si estuvieras en guerra. En momentos como esos necesitamos tener
respeto y actuar en consonancia con la ternura de Dios. La Palabra
nos muestra las múltiples facetas de Dios al respecto: en ocasiones
dice que el Señor se manifiesta por medio de cuerdas de amor, otras
veces afirma que con una voz de trueno, o en un susurro, o con un
silbo apacible, o con una voz como de miles de personas.
Cuando concierne a la adoración a Dios, se aplica lo mismo. Recuerdo
un servicio entre muchos en un lugar en que la adoración sublime
había llevado a toda la congregación a arrodillarse en el piso, pero
como el pastor no había participado del tiempo de adoración, entró
sin tener idea de lo que estaba ocurriendo. Al ocupar su lugar gritó:
«¡Adoren... adoren... adoren… levanten las manos... adoren!», como
si estuviera echando fuera a un demonio. Abrí mis ojos con espanto
porque había echado a perder por completo el momento, así que tuvo
que comenzar de nuevo a intentar llevar al pueblo al lugar donde se
encontraba. ¡Qué frustración!
Otro momento lindo e importante en el servicio a Dios es el tiempo de
petición o plegaria. En muchos casos esto ha sido confundido con el
tiempo de adoración. Pensamos que si la canción es lenta y profunda
tiene que ser de adoración. Y si la canción es rápida y dinámica tiene
que ser de alabanza. No se confunda hermano, lo que determina la
categoría de una canción es la letra. Por ejemplo (siempre uso el
mismo ejemplo, aunque aún espero las gracias del hermano Jesús
Adrián Romero), he estado presente en muchos servicios en los que
dentro de su tiempo de adoración han cantado: «Cansado del camino,
sediento de ti … sumérgeme en el río de tu Espíritu, necesito refrescar
este seco corazón sediento de ti…» Se trata de una bella canción, con
una temática que impacta, pero cuidado, porque no es de adoración.
La misma habla de tu necesidad, se trata de tu petición a Dios. Esa
canción tiene un lindo lugar en el tiempo de petición o plegaria, que
casi siempre es el momento después del mensaje y tiene que ver
directamente con él. Le recuerdo que no estoy dando una receta para
el orden de su culto, solo estoy dando una idea según el orden de
Dios para su pueblo.
Desde el punto de vista musical, lo único que falta dentro de todo
lo que he establecido, aunque no deja ser importante, es el tiempo de
reflexión y llamado. En este momento la música que se selecciona
debe apelar al corazón de la persona para que acerque su vida más
a Dios. En nuestra iglesia muchas veces se entona en el momento
del llamado una canción que motiva incluso al más duro a pararse y
correr al altar. Es un corillo que dice: «Ven y corre a los pies de Jesús…

· 117 ·
vida nueva él te quiere entregar... tu corazón sanar, él no te dejará, ven
y corre a los pies de Jesús». Sencilla pero acertada. Otro ejemplo de
una canción de llamado o reflexión es: «Renuévame, Señor Jesús...
ya no quiero ser igual…», la cual también puede ser usada en el tiempo
de petición.
Amado, no es una cuestión de caer en la rutina y la
religiosidad. Se trata sencillamente de estar listo en tiempo y fuera
de tiempo, como la Palabra nos enseña, para que Dios pueda obrar
como quiera, cuando quiera y con quien quiera. Es una cuestión de
alinearse con el sentir del corazón de Dios y latir junto con él.
Nunca olvidaré las palabras de mi primer pastor, Prudencio,
cuando le decía a nuestro grupo de alabanza: «El culto hay que
garantizarlo». Esto quería decir que teníamos que poner de nuestra
parte y no crear excusas para no hacer las cosas, sino más bien
estar dispuestos a pesar de nuestras limitaciones a que Dios se
glorificara aunque esto significara sacrificio. ¡Recuerda que el
llamado no tiene que ver contigo... tiene que ver con Dios!
Hay cosas que necesitamos recordar cuando nos preparamos
para la adoración y la alabanza congregacional.
• ¿Cuál es el objetivo del tiempo?
• ¿Cuál es el sentir del corazón del Padre?
• ¿Este tema le está brindando alabanza o adoración a Dios?
• ¿Estoy relacionado con el tema de hoy?
• ¿He cumplido el deseo del Padre para con él?
• ¿He cumplido el deseo del Padre para con la gente?
Si somos diligentes en obedecer y trabajar según la ley del
sometimiento y el orden de Dios, veremos cosas que nunca hemos
visto y experimentaremos cosas que nunca hemos experimentado.

· 118 ·
· CAPÍTULO 11 ·
NIVELES: MINISTRANDO
con Entendimiento

«Algo sobrenatural sucede en nuestro interior


cuando el Rey de reyes, decide visitarnos».
—Pastora D.

Los siete niveles del fuego como niveles de adoración


En los capítulos 4 y 5 expusimos muchas problemáticas de las
iglesias de hoy día que impiden la plenitud del mover de Dios. La
Escritura dice que el pueblo perece porque le falta sabiduría. «Por
falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido» (Oseas 4:6).
Muchas veces no logramos más en Dios porque simplemente nos
rendimos a ideas de hombres en vez de procurar la sabiduría de Dios.
Hoy en día las estadísticas muestran, en especial entre el pueblo
hispano, que un gran porcentaje de cristianos no leen. (¡Ay, Dios mío,
y yo escribiendo un libro!) No logramos más porque no sabemos
más, y no sabemos más porque no procuramos más. «Porque todo
el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre»
(Mateo 7:8). El secreto de crecer y madurar en el Señor es ser un
continuo estudiante de la Palabra, es desear, buscar y pedir más de
manera incesante. La falta de conocimiento es consecuencia del
conformismo y de la indiferencia que suelen alojarse en el corazón
de una persona que ha perdido la pasión y como consecuencia la
visión. La Biblia habla en dos lugares del pueblo que perece, primero
por falta de sabiduría y segundo por falta de visión. «Donde no hay
visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la
ley!» (Proverbios 29:18).
Estas dos cosas van de la mano, si te falta sabiduría te faltará
visión, y si te falta visión te faltará sabiduría; y cuando careces de las
dos, pereces. Por lo tanto, el secreto está en seguir buscando para

· 119 ·
seguir descubriendo, seguir tocando para que las puertas se sigan
abriendo, y seguir pidiendo para seguir recibiendo.
La nube de gloria se sigue moviendo, y si tu corazón se ha
conformado y está indiferente, pasará el tiempo de Dios en tu vida
y te quedarás como una estadística más, sentado calentando un
banco semana tras semana.
Tenemos que desear la sabiduría de Dios para realizar todo lo
que él espera que hagamos con entendimiento, no simplemente «a
la buena de Dios» (como dicen en Puerto Rico). Hay quienes dicen:
«No hay problema hermano, esto es para Dios». E incluso otros que
señalan: «No canto bien, pero no importa hermano, es para la gloria
de Dios... aquí voy». Justo porque es algo para Dios es que tiene que
ser excelente y con entendimiento, para que dé un fruto de vida. De
otra manera, solo deja un sabor amargo y produce muerte.
Es importante recordar que Dios es un Dios de orden y de niveles.
Él nos lleva de gloria en gloria. Nos lleva de triunfo en triunfo. Cada
nivel te prepara para el próximo nivel, cada etapa te fortalece para
la próxima etapa. Has tenido que atravesar o estás atravesando por
ciertas cosas en tu vida y todavía no logras entender por qué; sigues
cuestionando a Dios, y algunos hasta lo culpan directamente. Sin
embargo, todo este tiempo que has pasado de adversidad, tribulación
o prueba te ha servido para obtener experiencia y que nadie te pueda
engañar... todo esto te ha servido para hacerte más fuerte. Dios nunca
te dará más de lo que puedas soportar, y cada etapa te prepara para
la próxima. ¡Qué aburrida fuera la vida si no hubiese algo más, si no
existiera otra etapa, algo más alto! Amado, Dios siempre tiene más
para darte; cuando piensas que lo has descubierto todo, siempre te
faltará algo. Dios es inagotable e interminable. Nos pasaremos la
vida entera descubriendo cosas preciosísimas de Dios.
Vuelvo y repito, esta etapa te está enseñando, te está entrenando,
te está preparando para lo que viene. En la vida del adorador los
cambios son constantes, y cada etapa siempre te llevará a la próxima.
Quiero entrar en materia para que la revelación de la Palabra libere tu
mente y puedas darte cuenta de que la adoración edifica no solo tu
vida personal, sino todo lo que está a tu alrededor.

Viviendo en los niveles de la adoración


Nunca podemos olvidar que la adoración en tu vida es tu ofrenda a
Dios. Pablo nos recordaba que debemos de entregar nuestros cuerpos
como sacrificios vivos a Dios. «Por lo tanto, hermanos, tomando en
cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes,

· 120 ·
en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo
y agradable a Dios» (Romanos 12:1).
Tu vida de adorador es la ofrenda que constantemente le ofreces
a Dios. Ahora bien, si vamos a la Palabra podemos encontrar que la
evidencia de la aceptación de Dios de toda ofrenda era el fuego. Elías
le ofreció un sacrificio a Dios y este fue consumido por el fuego. «En
ese momento, cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la
leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja» (1 Reyes
18:38). Incluso nuestras obras que son un tipo de ofrenda a Dios
tienen que ser aprobadas por el fuego (véase 1 Corintios 3:12-15).
El fuego es algo esencial en la vida del adorador. Así que como
verdaderos adoradores necesitamos aprender a vivir las diferentes
etapas del fuego en nuestra vida y a entender cada una. El fuego
en la vida del creyente produce más vida, por cuanto es el sello de
aprobación y aceptación de Dios.
Miremos a fondo la revelación del fuego:
Fuego: Usado a menudo como un atributo. (1) El fenómeno de
la combustión manifestado en luz, llama y calor; (2) uno de los
cuatro elementos; (3) pasión ardiente, ardor; (4) la vida activa de la
imaginación, inspiración.
Algún tipo de combustible en estado de combustión (como una
hoguera); (en sentido negativo) un incendio destructivo (como en
un edificio); una prueba o experiencia severa.

Atributos del fuego


• Purifica
• Limpia
• Destruye lo viejo
• Da lugar a lo nuevo
• Ilumina
• Cocina
• Cambia la atmósfera
• Ahoga el sonido (en un incendio fuerte solo se oyen las llamas)
• Niveles del fuego

1er nivel: Produce visión


Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de
una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en

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llamas, pero que no se consumía, así que pensó: «¡Qué increíble!
Voy a ver por qué no se consume la zarza» (Éxodo 3:2-3).
Al estudiar este relato y la experiencia que Moisés tuvo con Dios,
podemos darnos cuenta del afán del corazón del Padre por establecer
una visión en nuestras vidas. Todo en la vida se llega a materializar
por la visión. Sin visión el pueblo perece... sin saber a dónde vas
nunca llegarás. Myles Monroe escribió un poderoso libro titulado
El poder de la visión, en el cual establece de manera contundente
por qué Dios siempre nos entregará la visión antes de entregarnos
la misión. Él dice en la página 17: «La visión es una concepción que
es inspirada por Dios en el corazón del ser humano». Y luego añade:
«La visión significa poder ver el futuro antes de que llegue a existir».
Hace varios años Hollywood hizo una película que estuvo basada
más en una fantasía que en la realidad, sin embargo, tenía una fuerte
enseñanza acerca del poder de la visión en la vida de un individuo. La
película se llama Field of Dreams [Campo de sueños], y el lema de la
historia era: «Si lo construyes, ellos vendrán»; implicando que si se
construía el campo de béisbol, que representaba el sueño del corazón
de una persona, ese campo se iba llegar a llenar. Todo comenzó por
un sueño que se convirtió en una visión, la cual llego a ser una pasión
que luego se convirtió en una misión.
Dios nunca comenzará un proyecto sin establecer la visión. Antes
de la manifestación de la creación en Génesis ya Dios había creado
todo en su propia mente y había visto que era bueno. Su visión de ti
antes de la fundación del mundo ha sido lo que te ha mantenido en
pie hasta hoy.
Dentro de los niveles a los que Dios nos lleva en nuestra vida de
adorador, él siempre establecerá una visión, un por qué. Tu vida en
esta tierra no ocupa simplemente un tiempo y un espacio, sino que
tiene un por qué y un para qué. Para poder llegar a descubrir tu «para
qué», Dios siempre te enseñará el «porqué», y está es precisamente
la etapa de la visión.
Durante la vida de Moisés, Dios lo separó del pueblo, lo llevó al monte
y le mostró lo que sus ojos nunca habían visto: algo sobrenatural,
inconcebible, nuevo. Tanto fue así que él mismo se asombró y se
aclaró los ojos, pensando que estaba alucinando. Sin embargo, Dios
estaba estableciendo una visión, la visión de algo nuevo, algo que en
lo físico era imposible. Dios le estaba dejando saber que desde ese
momento en adelante él mismo sería como esa zarza que ardía con
el fuego celestial, que estaría impregnado de una sustancia ajena a

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la de este mundo, que sería bañado con el fuego de Dios para que
todo ojo lo viera.
Del mismo modo, Dios desea establecer en tu corazón la visión
de lo sobrenatural. Desea que entiendas de una vez y por todas que
se trata de algo celestial, no común, que va más allá de lo natural.
Dios desea expandir tu visión para que te veas dentro de su propio
plan, ardiendo con su propio fuego; una cosa que hasta ahora, por
causa de la vida natural, no has podido ver. Aún hay gente que dice
las mismas necedades que dijo Moisés: «Señor, yo no puedo, soy
tartamudo, no puedo, las personas no me van a hacer caso... no
puedo, nunca he estado delante de la gente, envía a otro Dios, creo
que te equivocaste…» y la lista de excusas baratas continúa. Por
eso Dios te dice en el primer nivel que subas al monte (lejos de toda
distracción, opinión, familiaridad y comodidad) y veas algo que nunca
has visto. Él establece la visión, te muestra a ti mismo ardiendo como
una zarza que no se consume. ¡Gloria a Dios! El Señor te deja saber
en el primer nivel del fuego que eres útil para él, que hará de ti una
«bola de fuego» para impactar a las naciones.
¿Lo crees? ¿Lo ves? Vamos, acércate más. ¡Mira lo que Dios
quiere hacer contigo! Y este primer nivel, que produce una visión en
ti, te llevará al próximo nivel, en el cual las cosas se ponen aun más
calientes.

2do nivel: Produce santidad


Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó
desde la zarza:
—¡Moisés, Moisés!
—Aquí me tienes —respondió.
—No te acerques más —le dijo Dios—. Quítate las sandalias, porque
estás pisando tierra santa (Éxodo 3:4-5).
Sandalias: Elementos externos. Las sandalias han recogido todo
el fango y el lodo de la tierra… las cosas que hay en nosotros que son
carnales.
En este segundo nivel, Dios comienza a calentar el horno un poco
más, ya no se trata simplemente de una visión de lejos, ahora la misma
visión te invita a acercarte para que veas la bendición del milagro;
sin embargo, toda bendición tiene una condición. Al acercarte más al
compromiso que tienes por delante, el Padre demanda santidad. Al
pedirle a Moisés que se quitara el calzado de los pies, lo que Dios le

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decía en realidad era: «Moisés, despójate de todo la acumulación de
fango y suciedad que hay en tu vida. Quítate esas sandalias que te
han llevado por caminos que no han sido mi perfecta voluntad. Esas
sandalias tuyas no sirven en este nivel. Ya no se trata solo de una
visión... ahora se trata de una visión con compromiso». Al quitarse
las sandalias, Moisés estaba mostrando un compromiso con Dios y
una dependencia en él.
Quiero aclarar que esto no significa algo que debe llevarse a cabo
de forma literal, como consideran algunas iglesias que practican
el quitarse los zapatos para ministrar. De qué te vale quitarte los
zapatos y aparentar santidad si por dentro estás lleno de inmundicia,
rencillas, lujurias y demás. Lo que Dios le pedía a Moisés era que, si se
iba a acercar, tuviera conciencia de su propia suciedad y se despojara
de ella; que al acercarse a la visión asumiera la responsabilidad por
sus propias acciones y no utilizara sandalias (artimañas, caminos,
formas, esquemas, etc.) para lograrla, sino que se quitara lo humano
y se vistiera de lo divino.
¿Captaste la revelación? Es tiempo de que veas lo que Dios quiere
hacer contigo, pero no con tus propias vestiduras, sino con las de
Dios. «Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que
debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida
por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y
ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en
verdadera justicia y santidad» (Efesios 4:22-24).
Es tiempo de que te acerques y mires lo que mira Dios, pero no por
simple curiosidad, sino con compromiso, entrega y dependencia en
Dios. Ahora bien, al despojarte de esas «sandalias» que te han llevado
por otros lados extraños y acercarte a la visión que Dios tiene para ti,
se abre la puerta al tercer nivel del fuego, el cual cambia tu vida para
siempre.

3er nivel: Produce iluminación


De día, el Señor iba al frente de ellos en una columna de nube para
indicarles el camino; de noche, los alumbraba con una columna de
fuego. De ese modo podían viajar de día y de noche (Éxodo 13:21).
Noche: oscuridad, frío, soledad, falta de luz, no se ve el camino.
¡Gloria a Dios, porque esta escritura estalla dentro de mí cada vez
que la leo! El Señor se manifestaba de día por medio de una columna
de nube y de noche por una de fuego, pero me fascina el porqué. El
versículo dice que «de ese modo podían viajar de día y de noche».

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¡Nada los podía parar, nada los podía detener! Estoy convencida de
que la razón y el factor que más influye en el creyente para no llegar
a su destino no es solo la falta de visión... ¡sino más bien la falta de
iluminación! Muchos han vislumbrado hacia dónde Dios los quiere
llevar: han recibido profecías, sus líderes les han dejado saber, todos
se lo dicen, ellos lo creen; sin embargo, por sí mismos no pueden ver
el camino, deteniéndose por sus inseguridades y temores. Se quedan
paralizados por terror a lo desconocido, aunque han tenido una visión
de lo que Dios va hacer en sus vidas. Amado, cuando Dios te diseñó,
no te hizo para que te movieras en reversa, o para que te mantuvieras
estacionado o en neutro. Dios te diseñó como un vehículo que se
mantiene siempre avanzando, que nunca para. El único momento en
que Dios desea que te detengas es para estar con él y nada más. Y
estoy hablando de tu crecimiento espiritual, de tu vida en Dios, la cual
nunca debe detenerse. Lo que te detiene es la falta de iluminación.
Pero, ¿qué es la iluminación?
Iluminación: (1) dar luz en lo espiritual o lo intelectual; (2) suplir o
brillar con una luz; convertir un camino tenebroso en uno luminoso;
(3) aclarar, dilucidar, traer hacia delante, realzar; (4) hacer brillante
o resplandeciente.
La iluminación es la provisión del Espíritu de Dios para que puedas
ver más allá de lo que tus ojos naturales pueden ver. Por medio de
la iluminación tus ojos espirituales son abiertos para que puedas
comprender no solo unas palabras proféticas o un deseo lindo de
un ser querido hacia ti, sino más bien para que entiendas aún más el
porqué de las cosas. Para que veas el rema en medio del logos. Para
que en medio de tu caminar puedas ver mejor el sendero.
Dije que tu vida cambiaría para siempre porque cuando el Espíritu
Santo te lleva a ver las cosas a través de los ojos de Dios, cuando
puedes ver la revelación detrás de la declaración, tu vida nunca más
vuelve a ser la misma. Ocurrirá un cambio eterno que glorificará a Dios.
El pueblo de Israel andaba en medio del desierto, donde el sol
durante el día era tan fuerte que más bien les encandilaba la vista
impidiendo su visión; incluso podía llegar a agotarlos, imposibilitando
su avance. Cuando uno comienza a caminar en la visión que Dios nos
ha puesto por delante, muchas veces esto puede ocurrir. El «sol» de
Dios, la pasión por Dios es tan fuerte, que nos podemos agotar rápido
y nuestro desgaste físico nos puede llevar incluso a tener la vista
impedida ante las circunstancias. Necesitamos la columna de nube
para que nos refresque, nos dé fuerzas y nos permita ver a pesar de
lo imponente del sol.

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Por otra parte, en la noche el pueblo estaba expuesto al frío de un
desierto oscuro y desolado, así que la columna de fuego que Dios les
proporcionaba era lo que precisamente les daba calor, alumbraba el
camino y les servía de cobertura y protección ante las adversidades
ambientales que tenían que enfrentar.
En este nivel del fuego, donde la visión que Dios produce en
nosotros comienza a desatar tormentas y adversidades en nuestro
interior, donde la lucha entre el espíritu que desea y la carne que
no desea se convierte en un Armagedón interno, la iluminación del
Espíritu de Dios es crucial. Muchos se detienen en este punto por
el resto de sus vidas, ya que nunca encuentran el camino real. Se
detienen porque no logran vencer las inclemencias de la vida, porque
nunca permiten ser guiados por las provisiones de Dios, la nube y
el fuego, el refrigerio y la iluminación, a fin de que nada ni nadie los
detenga y caminen, avancen y prosigan a pesar de lo que venga. Y
todo esto para llevarte al próximo nivel del fuego en tu vida, en el cual
la fe que experimentas es aumentada y puedes llegar a proclamar lo
que declaró Job: «De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo
con mis propios ojos» (Job 42:5).
«Algo sobrenatural sucede en nuestro interior cuando el Rey de
reyes decide visitarnos».
—Pastora D.

4to nivel: Produce visitación


Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se
repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos (Hechos 2:3).
¿Para qué?
Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
lenguas diferentes (Hechos 2:4)
¡Dios cambia tu lenguaje! Te llena de su lenguaje… de su Palabra.
En este nivel del fuego tu vida comienza a tomar otra forma, ya
las cosas que pensabas antes han cambiado. Aun tu manera de ser
comienza a cambiar como nunca antes. Estás dando pasos hacia
una nueva dimensión de crecimiento y madurez. El avance de un
nivel del fuego a otro está edificando el carácter de Cristo en tu vida.
Los discípulos que caminaron con Jesús pudieron experimentar
los diferentes pasos del fuego. Desde las primeras palabras que
recibieron de parte del Señor pidiéndoles que lo siguieran, hasta
llegar a la promesa de poder cuando viniera sobre ellos el Espíritu

· 126 ·
Santo, a cada uno de ellos se le impartió una visión. Del mismo modo,
las palabras «toma tu cruz, niégate a ti mismo y sígueme» fueron
semejantes a «quítate el calzado de tus pies». Ambas implicaban lo
mismo, un tiempo de compromiso y responsabilidad, un tiempo de
santidad debido a la visión que Dios produce en tu interior. Y esto
los llevó a un peregrinar de día y de noche con la nube y el fuego de
Dios... el mismo Jesús, el cual trajo la iluminación a sus vidas, que
fueron impactadas para siempre.
Algo en lo que resulta interesante meditar es en que a pesar de todo
lo que los discípulos vieron y experimentaron en cada nivel, al igual
que el pueblo de Israel, nunca dejaron de sentir titubeos, incredulidad
e inseguridad en sus corazones. Esto lo experimentamos en nuestras
propias vidas, pues a pesar de todo lo que Dios nos muestra y todo
lo que vivimos, aún nos quedan dudas e incertidumbres que nos
detienen en nuestro caminar. Sin embargo, en medio de sus altas y
bajas los discípulos fueron llevados a esta próxima dimensión que
una vez más cambiaría el curso de sus vidas para siempre. Algo
sobrenatural sucede en nuestro interior cuando el Rey de reyes
decide visitarnos.
Visitación: el acto de visitar: llegar a hacer una visita como un acto
de amistad o de cortesía; vivir con alguien temporalmente como
huésped; ir a ver o quedarse en algún lugar con un propósito en
particular; ir o venir como uno que supervisa una obra.
En este nivel del fuego tu caminar te ha traído a un lugar donde el
Padre desea revelarse a tu vida de una forma diferente para provocar
un cambio permanente. El cambio radical en el corazón de uno que
ha sido visitado por la presencia de Dios es indiscutible.
Si estudiamos el relato del libro de Hechos, al manifestarse el
Espíritu de Dios en la forma de lenguas de fuego se efectuó una
visitación física y corporal a un nivel sobrenatural. Cada una de las
personas que estaban presentes ese día en el aposento recibieron
esa visitación y fueron transformadas por ella, y lo primero que
provocó la misma fue un cambio de lenguaje. Las Escrituras dicen
que se repartieron como lenguas de fuego y todos comenzaron a
hablar en otros idiomas. En el cuarto nivel del fuego se cambia tu
forma de hablar; ya no hablas en derrota o como una víctima, sino
que ahora comienzas a hablar como Dios habla, al punto de que esa
lengua te da la habilidad de llegar a lo profundo del corazón de los
que te escuchan. La gente se quedaba atónita porque ellos hablaban
en su lengua materna. Y esta manifestación reargüía a cada persona
que escuchaba. Dios desea llevarte a un nivel donde las palabras

· 127 ·
que salen de tu boca dentro de la adoración apostólica que ofreces
impacten la vida de los que te escuchan y la transformen para
siempre.
Otro producto de la visitación fue el cambio radical que se efectuó
en el interior de las personas. Un discípulo como Pedro que a pesar
de lo mucho que caminó con Jesús y de la íntima amistad que
pudo establecer con él a la hora de la verdad llegó a negar al Señor,
experimentó un cambio absoluto después de la visitación por parte
de Dios a su vida. A partir de esa experiencia Pedro salió y predicó
con gracia y fervor, convirtiéndose la primera vez tres mil personas
y la segunda cinco mil. ¡Vaya! El mismo que no podía convencer ni a
la gente alrededor de la fogata, sino que al contrario, negó a Jesús,
fue el que después de la visitación abrió su boca, habló el lenguaje
del cielo, y provocó que cada oyente ese día se estremeciera en lo
profundo de su corazón. ¿No deseas tú lo mismo? A ti que te miras
hoy y anhelas ser útil en el reino, te digo que solo una visitación, un
impacto real y no emocional de Dios, marcará la diferencia.
El dilema en muchos lugares es que se procuran las experiencias
religiosas o emocionales. Cantamos para provocar más emoción
que visitación. Mi anhelo es que cada momento de adoración, ya
sea en privado o en público, represente una plataforma que invite
plenamente a la visitación de la esencia de Dios para marcar,
transformar e impactar nuestras vidas.
Esto a su vez nos lleva al próximo nivel de crecimiento y experiencia
con Dios, en el cual nuestra relación es puesta a prueba. Entiende este
concepto: toda relación en esta tierra, ya sea entre amigos, padres e
hijos, esposo y esposa, pastores y discípulos, entre otras, tiene que
ser puesta a prueba en algún momento. Y tal cosa es precisamente
lo que indica el grado de compromiso de ambas partes y da la fuerza
para seguir a pesar de las luchas que puedan venir. Tu caminar con
Dios, tu relación con el Señor, llegará al punto de ser puesta a prueba,
y esto lo vemos en el próximo nivel.
«El fuego de Dios es parte esencial de la vida de Dios».
—Pastora D.

5to nivel: Produce fidelidad


Si digo: «No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre,
entonces su palabra en mi interior se vuelve un fuego ardiente que
me cala hasta los huesos. He hecho lo posible por contenerla pero
ya no puedo más» (Jeremías 20:9).

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La palabra en tu interior es la palabra en ti que no te dejar ir, que te
atormenta cuando vienen los momentos de debilidad.
Jeremías, un hombre de Dios, que mantenía una relación con el
Señor, dedicado a ser la voz de Dios en la tierra, llegó a decir por
causa de las adversidades y las situaciones de la vida que no quería
acordarse más de él. ¿De quién? ¡De Dios! Es más, declaró que no
quería hablar más en su nombre. ¡Este hombre era un profeta de
Dios, pero estaba contemplando dejar su profesión, su llamado! Hay
momentos en la vida en que las presiones y las adversidades llegan
con tanto ímpetu que nos desgastan física y emocionalmente, a tal
punto que podemos considerar dejarlo todo. ¿Nunca te ha pasado?
Nunca olvidaré un momento de crisis en mi vida en el que lo
hubiera dejado todo. Fue un tiempo en el que estuvimos ministrando
en Argentina. Habíamos estado ya varios días ministrando y
acabábamos de hacer un viaje de seis horas en un auto en el que
apenas cabían mis piernas… ¡y para colmo el hermano que nos iba
a llevar fue con dos personas más! ¡Imagínese un auto pequeño con
un flaco y dos gorditas en la parte de atrás! Al llegar, sentí mi presión
arterial bajar y anuncié que no iba a poder cumplir con el compromiso
que tenía. Eran más de mil personas las que se habían reunido, y
muchas habían viajado más de mil quinientos kilómetros para ver a
Doris Machín. Le dije a Madeline, mi asistente, que fuera y ofreciera
disculpas de mi parte. Ella, presionada por las conversaciones con
los coordinadores del evento, llamó al médico para ver qué decía.
Él solo confirmó lo que mi cuerpo sentía. Me dijo: «Tienes un estrés
crónico, necesitas descansar». Era tanta la presión de parte del
pastor y los coordinadores para contar con mi presencia esa noche
que me rebelé y comencé a gritar: «¡No voy... no puedo ir... no voy!» Al
final Madeline, mi asistente, fue con el coordinador a dar la cara por
mí, y recuerdo que comencé a clamarle a Dios: «No más, no quiero
ser más Doris Machín… si esto es ser Doris Machín, no quiero serlo
más Dios… ¡no soy una cosa, no soy un objeto, soy de carne y hueso!»
Pude experimentar lo mismo que Jeremías sintió.
Las Escrituras dice que después que el profeta dijo que no quería
hablar más en nombre de Dios, sintió como un fuego en su interior.
Se trataba del próximo nivel del fuego que ardía en su vida. La misma
zarza que un día solo era una visión, hoy, debido a tu crecimiento
y tu caminar con Dios, se convierte en un motor en tu interior. La
Biblia afirma: «Entonces su palabra en mi interior se vuelve un fuego
ardiente que me cala hasta los huesos. He hecho lo posible por
contenerla pero ya no puedo más».

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Es en este nivel del fuego donde la palabra que ha sido sembrada
en ti, que ha sido puesto a prueba, que te ha visitado, que te ha
alimentado, en este momento se torna un fuego… un fuego que no
te deja, que no te suelta. Venga lo que venga, es esa palabra la que te
sirve de motor en medio de la flaqueza que pueda haber en tu vida.
En mi peor momento, cuando ya no quería continuar, la palabra, el
fuego de Dios en mí, comenzó a arder. Dios comenzó a mostrarme
los rostros de los adultos, los niños y los ancianos que lloraban en su
presencia. El Espíritu comenzó a traer a mi memoria a las personas
que habían sido impactadas por nuestro ministerio, y me recordó que
no se trataba de mí sino de Dios. En ese mismo momento le pedí
perdón al Señor y le dije: «Heme aquí, Señor... Esto no se trata de mí,
se trata de ti». ¡Qué tremendo es Dios!
Dios desea llevarte a ese nivel de fuego donde la misma Palabra
quema en ti y te da fuerzas a pesar de las luchas para que te
mantengas fiel. En este nivel el fuego produce fidelidad. Tu fe nunca
se manifestará sin perseverancia y fidelidad. La Palabra de Dios
habla en muchos lugares de la fidelidad. «¡Hiciste bien, siervo bueno
y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a
compartir la felicidad de tu señor!» (Mateo 25:21). «No tengas miedo
de lo que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el
diablo los meterá en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán
persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida» (Apocalipsis 2:10).
Dios premia la fidelidad de sus siervos, sin embargo, no podemos
ser fieles al Señor sin su Palabra en nosotros. Por eso vuelvo y repito
que un nivel te lleva al próximo, no puedes saltar de la visión a la
fidelidad porque nunca lo lograrás. Cada nivel produce algo en ti y te
prepara para el próximo.
Al mostrar fidelidad, la Palabra nos enseña que el Padre nos
promociona a otro nivel. Jesús se acercó a sus discípulos después
un tiempo, luego de que un número de ellos que desde el principio le
había seguido lo abandonaron y la relación con el resto había sido
puesta a prueba. Y debido a la fidelidad de ellos, Jesús les dijo: «Ya
no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace
su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí
decir se lo he dado a conocer a ustedes» (Juan 15:15).
Miremos el penúltimo nivel de fuego, al cual conduce la fidelidad
alcanzada en el nivel cinco.

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6to nivel: Produce amistad y autoridad
Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor
se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó
entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal,
y que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a
los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas. Fue así como
los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes y todo,
es decir, tal y como estaban vestidos. Tan inmediata fue la orden
del rey y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y
mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego,
los cuales atados de pies y manos cayeron dentro del horno en
llamas.
En ese momento Nabucodonosor se puso en pie, y sorprendido les
preguntó a sus consejeros:
—¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al
fuego?
—Así es, Su Majestad —le respondieron.
—¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo hay cuatro hombres,
sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de
un dios! (Daniel 3:19-25)
En este pasaje hay algunos aspectos que se debe resaltar:
• Que el horno se calentara siete veces más significa un proceso de
perfección.
• No era un fuego natural, pues mató a los soldados.
• Los jóvenes estaban atados.
• Existía una amistad ya que caminaron con Jesús (el siervo camina
detrás, un amigo camina al lado).
• Recibieron autoridad sobre lo natural. «Cuando los tres jóvenes
salieron del horno … vieron que el fuego no les había causado ningún
daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado;
es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!»
(Daniel 3:26b-27).
Era evidente que estos tres jóvenes caminaban en fidelidad a Dios.
Me fascina lo que le dicen al rey Nabucodonosor: «¡No hace falta
que nos defendamos ante Su Majestad! Si se nos arroja al horno en
llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las
manos de Su Majestad. Pero aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa

· 131 ·
usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua»
(Daniel 3:16-18).
¡Me encanta eso! Ellos dijeron que aunque Dios no los librara,
con todo no adorarían esa estatua. ¿Por qué podían estar tan
seguros? Porque eran adoradores radicales que habían pasado
por los diferentes niveles del fuego durante su vida y su caminar
comprometido con Dios. Recuerda que estos son los mismos tres
que se propusieron en su corazón junto a Daniel no contaminarse con
la comida del rey. Eran muchachos que sentían una responsabilidad
por las cosas de Dios y por defender su causa.
Ahora bien, en este nivel el fuego produjo dos cosas: número uno,
amistad. La Biblia dice que los tres que habían sido atados y arrojados
al fuego comenzaron a caminar y a danzar, a moverse libremente
entre las llamas junto a alguien más que era semejante a un dios.
¡Este amigo que se paseaba entre las llamas era Jesús! En este nivel
del fuego la amistad de Jesús se manifiesta tal como en la zarza que
la llama no podía quemar. La otra cosa que produce este nivel es
autoridad. Autoridad sobre todo lo terrenal. La ley física y científica
sobre la combustión afirma algo contrario por completo a lo que
sucedió en el horno ese día. No era posible desde el punto de vista
humano, físico y científico que eso ocurriera, sin embargo, ocurrió.
¿Por qué? Porque se juntaron unos adoradores radicales que habían
obtenido visión, que se habían despojado de todo lo que no era de
Dios y caminaron en santidad. Jóvenes que fueron iluminados por
la Palabra que les guiaba de día y de noche, y luego fueron visitados
en medio de su fidelidad para caminar en amistad y autoridad con el
mismo Jesús, causando no solo la muerte del enemigo, sino también
provocando un cambio radical en los incrédulos. Y tanto fue así que
el rey decretó un cambio en la ley.
¡Aleluya! Tu adoración apostólica puede provocar y establecer
cambios en los gobiernos, en las mentes y en los corazones más
duros de este mundo. Vamos, atrévete a ser diferente... atrévete a ser
un adorador apostólico que fluya no solo en amistad sino también en
la autoridad de Dios para llevarte a disfrutar del séptimo nivel.

7mo nivel: Produce vida eterna


Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los
impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor?
¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera [la llama] eterna?»
(Isaías 33:14).

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En este nivel del fuego, el séptimo, el cual representa el número de
la perfección en Dios, el fuego produce vida eterna, vida en Dios, vida
en las llamas eternas. Muchos se preguntarán: «¿Cómo que llamas
eternas? Eso es el infierno ¿no?» No. Isaías habla de las llamas
eternas y pregunta quién puede morar en ellas. Y luego los versículos
15 y 16 nos contestan muy bien:
Sólo el que procede con justicia y habla con rectitud, el que rechaza
la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar
soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra
los ojos para no contemplar el mal. 16 Ese tal morará en las alturas;
tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan,
y no le faltará el agua.
Aquí nos percatamos de que las llamas eternas no significan
el infierno. Nos damos cuenta de que los que moran en la llamas
son gente que ha sido probada y aprobada. Son personas que han
alcanzado una cierta madurez y crecimiento, que no son atrapadas
por las artimañas del mundo y reciben la provisión de Dios, pan y agua
hasta ser saciados para siempre. Algo muy parecido a la promesa
que le hizo Jesús a la mujer samaritana en Juan 4.
Al principio señalé que el adorador tenía que llegar a sentirse
cómodo con el fuego de Dios, ya que es parte esencial de la vida con
el Señor. En este momento le pido a Dios que te dé revelación de lo
que estoy hablando para que entiendas el fuego divino en tu vida.
Mira lo que dice el libro de Apocalipsis con relación al fuego:
El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego
y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso
profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los
siglos (Apocalipsis 20:10).
La muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego. Este lago
de fuego es la muerte segunda (Apocalipsis 20:14).
Al hacer un estudio profundo de la raíz de la palabra azufre,
encontramos el término griego Thios o Theos, el cual define la
esencia de Dios.
En otras palabras, cuando hablamos del lago que arde con fuego
y azufre, no hablamos del infierno, pues en realidad el versículo 14
dice que la muerte y el infierno fueron también arrojados al fuego.
¿Cómo pudieras arrojar el infierno en el propio infierno si este fuego
se refiriera a él? Nota que la Escritura dice que serán atormentados
por lo siglos de los siglos y que será la muerte segunda para la

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muerte y el infierno, o sea, no podrán existir. Así que regresamos a la
pregunta de Isaías: ¿Quién podrá habitar, vivir, en las llamas eternas?
De seguro que nada que tenga que ver con el diablo o el maligno
podrá vivir ahí. Solo el limpio de manos, el puro de corazón... solo
aquel que ha lavado sus vestiduras con la sangre del Cordero de
Dios. Aquellos que han pasado los diferentes niveles del fuego para
llegar a la máxima expresión del fuego de divino: disfrutar de la vida
abundante eternamente.
Por lo tanto, podemos resumir algo a partir de estos versículos:
• El lago de fuego y azufre representa el fuego de Dios.
• El enemigo, la bestia, el falso profeta, la muerte y el infierno…
todos serán consumidos por el fuego de Dios, no vivirán, serán
destruidos por el fuego.
Es sorprendente la cantidad de cristianos que claman al Padre para
que se los lleve o les quite la vida. Sin embargo, el hijo de Dios, aquel
que camina con el Señor, anhela y reconoce que la idea del Padre es
entregarte las llaves del reino para que goces de una vida abundante
por toda la eternidad.
El adorador apostólico aprende, crece y madura dentro del fuego
de Dios, por eso es que llega a disfrutar de la vida abundante, de la
eterna presencia y esencia de Dios.
Declaro en el nombre de Jesús que estas palabras serán portadoras
de vida para ti. ¡Que como nunca antes podrás abrazar el fuego de
Dios en tu vida en vez de rechazarlo! Declaro que pasarás de nivel a
nivel, de dimensión a dimensión… ¡y experimentarás en cada nivel del
fuego un mayor nivel de gloria! ¡Amén!

· 134 ·
· CAPÍTULO 12 ·
DISCIPULADO: PROCREANDO
una Nueva Generación

«Lo que creemos nos hace ser lo que somos, y lo que somos
hace que otros crean en lo que creemos».
—Pastora D.

Dentro de sus enseñanzas a los líderes, John Maxwell pone esto como
principio: «Uno es demasiado pequeño para hacer cosas grandes».
El ministerio de Jesús nunca hubiera crecido hasta alcanzar la
proporción que tiene si no se hubiesen levantado hombres y mujeres,
según su propio diseño y espíritu, que compartieran y siguieran las
mismas enseñas que él estableció. Estamos viviendo en una época
en la que Dios demanda lo mismo que demandó en Génesis 1:28:
«Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla...»
Este mandato no solo era para las parejas unidas en matrimonio.
El mismo constituye un principio fundamental para toda la creación.
Al nacer de nuevo con la conciencia de Dios y manifestar la imagen
del Señor en nuestra nueva vida, el próximo paso es fructificar
y multiplicarnos para llenar la tierra. ¿De qué? ¿Llenar la tierra
de quién? De gente con una mente y un corazón para Cristo, de
personas transformadas por el poder del Altísimo, de un género
diferente, de un ejército poderoso. ¿Estás cumpliendo la encomienda
de Dios? ¿Estás multiplicándote en la tierra? ¿Estás procreado una
generación de adoradores radicales para el reino? ¿Qué esperas?
Ahora es el tiempo. ¿Te preguntas cómo puedes hacerlo? Usando el
modelo que Jesús nos enseñó. A través del modelo del discipulado
de Jesús aprendemos el secreto de la expansión, la multiplicación y
la preservación. «Por tanto, vayan [expansión] y hagan discípulos de
todas las naciones [multiplicación], bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo [preservación]» (Mateo 28:19).
El adorador apostólico entiende que su vida ha sido creada por
Dios para afectar a las generaciones venideras. Pero no solo, sino

· 135 ·
procreando «hijos» que crean y sean iguales que él. Pablo dijo:
«Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Corintios 11:1).
Hay muchas personas que se esconden detrás de un falso sentido
de la humildad, diciendo: «No, no me miren a mí... miren a Cristo».
Sin embargo, esto va en contra de las Escrituras. Más bien deberían
decir: «Sí, mírenme a mí, así como yo miro a Cristo». La pregunta que
siempre les haré a estas personas es: «¿Dónde verán a Cristo si no
es en ti?» Es tiempo de que como adorador radical, como adorador
apostólico, entiendas tu encomienda de levantar a una generación de
gente como tú. Así que vayamos a discipular, vayamos a cumplir la
gran comisión de Jesús e ir por todo el mundo (no tienes que tomar un
avión para ir por todo el mundo; te encuentras con el mundo una vez
que sales de la puerta de tu casa). Quizás le has pedido a Dios que te
lleve a China: «Señor, envíame a China para compartir tu Palabra». No
tienes visa para salir del país, pero no importa, continúas pidiendo:
«¡Envíame a China, Dios!» ¿No te has dado cuenta de que la señora
Wang, que ha sido tu vecina durante diez años, es un buen lugar para
comenzar? Ve a visitar a la señora china que vive al lado de tu casa,
hazla discípula tuya… ¡y verás como ella se gana a toda su familia en
China para Cristo!
Hemos caído en un letargo religioso, conformando el evangelismo
a simplemente entregar un tratado acompañado de un «Dios
te bendiga». Hemos adoptado el evangelismo sin compromiso.
Pronunciamos un «Cristo te ama» o un «arrepiéntete» y pensamos que
todo está ganado, creyendo que de esta forma hemos cumplido con
nuestra comisión. El evangelismo efectivo que Jesús planteó no era
algo pasajero, sin relación ni compromiso. El evangelismo que Jesús
mostró en su propia vida era relacional. Significaba crear relaciones
duraderas. En una ocasión él dijo: «El buen pastor su vida da por sus
ovejas». Esto era parte del modelo de discipulado, representaba una
entrega total por la causa del Señor. Nosotros somos un producto
del compromiso de otro con Dios. La hermana que evangelizó a mi
hermana de sangre, Tania, que luego me evangelizó a mí, estuvo
más de un año orando, invitando y aconsejando a mi hermana en
las cosas del Señor. Nunca la juzgó, solo la amó. Y un buen día,
después de más de un año de perseverancia, mi hermana aceptó ir a
la iglesia y luego a los estudios bíblicos de los viernes. No importaba
que mi hermana llevara su ropa de salir en el carro para ir después
del estudio a la discoteca. Lo que importaba era que ella estaba
siendo expuesta a la Palabra de Dios y al amor de los hermanos, y
esos dos factores transformarían su vida para siempre. Luego de su
conversión a Cristo, mi hermana Tania me habló a mí, hizo lo mismo

· 136 ·
conmigo. Y hoy en día soy su pastora. ¡Qué cosa tan increíble y qué
tremendo es Dios! Somos un producto de la perseverancia de otro.
El adorador apostólico entiende que su rol abarca establecer el reino
en cada mente y corazón, crear una nueva conciencia del Cristo
glorioso en cada individuo. Y para poder realizar esta encomienda,
se necesita una relación personal con el discípulo, el contacto diario.
En lugar de seguir viviendo vidas fragmentadas y apartadas de la
gente, necesitamos comprometernos con la necesidad de los demás
y llevarlos a los pies del Señor, mostrándoles el camino por medio de
nuestro propio testimonio.
Dentro de los parámetros de un discipulado efectivo, podemos
plantear como fundamentos en la vida del mentor los siguientes
puntos:
1. Creer en la obra de Dios en la vida de esa persona
2. Ser paciente durante el proceso
3. Perseverar hasta ver el cumplimiento
Hay cuatro pasos básicos en el desarrollo de un discipulado
efectivo:
1. «Haz lo que hago yo»: Aquí le muestras el camino a la persona
que vas a comenzar a discipular a través de tu propia vida, de tus
experiencias. Es necesario el contacto continuo para desarrollar
una buena relación basada en la confianza y el amor. Una buena
comunicación es esencial en el desarrollo de una relación saludable.
2. «Hazlo conmigo»: En esta faceta del camino el discípulo ha
mostrado interés en aprender y crecer por medio de todo lo que
le estás impartiendo. En esta etapa es necesario que él aprenda
a escuchar y tú aprendas a corregir en amor. El «hacerlo», ya sea
cantar, tocar un instrumento, estudiar, predicar o cualquier cosa que
haga tu discípulo contigo, es una parte integral de su aprendizaje.
Si no lo puedes corregir en esta etapa y él no acepta tu corrección,
tendrás problemas en la etapa siguiente.
3. «Hazlo tú»: Esta etapa está basada en la confianza y la fe, ya que
estás lanzando a tu discípulo al campo de entrenamiento, otorgándole
la experiencia para que aprenda cómo se hace. Aquí muchas veces
descubrirás el verdadero corazón del discípulo; si aún le queda
orgullo o prepotencia, en esta etapa lo descubrirás. Sin embargo,
como has establecido una buena comunicación, puedes corregirlo
en amor. Dos cosas pueden suceder después de la corrección: o se
encamina o se va. En esta etapa, si se va, qué bueno, porque significa

· 137 ·
que nunca iba a tener tu espíritu ni tu corazón. Está buscando otra
cosa y lo más probable es que tenga una agenda escondida. No te
frustres si se va, porque ya vendrán otros que serán los «hijos de tu
alegría». En esta etapa la afirmación es esencial para un crecimiento
saludable, tu discípulo necesita saber qué crees en su llamado y que
estás orgulloso de él (en el buen sentido). El Padre afirma a sus hijos
diciendo: «¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te
pondré a cargo de mucho más» (Mateo 25:21).
4. «Ve y enseña a otro»: Esta es la última etapa del discipulado y la
más difícil. Imagínate después de tres años enseñando, caminando
y conviviendo con un discípulo, que llegue la hora de enviarlo a
que convierta a otros en sus propios discípulos. Que vaya y haga
con otros lo que tú hiciste con él. ¡Qué dolor! Es algo semejante a
cuando el águila sabe que sus polluelos están listos para volar y los
empuja del nido para que no tengan más remedio que estirar sus
alas y emprender el vuelo. El buen mentor anhela ver el día en que
su discípulo se manifieste. Pablo les aseguraba a sus pequeños que
ellos eran su gloria. El buen mentor no siente envidia ni amenaza
alguna de parte de su discípulo, al contrario, la ley de las «obras
mayores» siempre tiene que estar en efecto.
Jesús les dijo a sus discípulos: «Ciertamente les aseguro que el
que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las
hará mayores, porque yo vuelvo al Padre» (Juan 14:12). Ese siempre
tiene que ser el sentir de nuestro corazón con relación a nuestros
discípulos: que sean más efectivos que nosotros, que multipliquen
más vidas, que hagan obras mayores que las que nosotros hicimos.
Así, recibiremos una doble bendición.
El discipulado, la procreación de una nueva generación, forma
parte del legado que dejas aquí en la tierra. El hecho de dejar hijos
espirituales, de dejar una herencia en la tierra, habla de un patrón de
longevidad en tu ministerio.
Nunca olvides que eres eterno y el Padre te puso en esta tierra para
impactar y afectar no solo a tu generación, sino a las generaciones
venideras.

· 138 ·
· CAPÍTULO 13 ·
EL PRINCIPIO
de las Cosas Eternas

«La información sin revelación es igual a una palabra fuera


de contexto para sostener un pretexto».
—Pastora D.

Estoy segura de que a estas alturas muchas vendas se han caído


de tus ojos y puedes ver con más claridad el plan de Dios en tu vida.
Cuando Dios hace una obra en ti, no es para que te gloríes en ella,
sino para que la impartas a otros.
Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su
enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo
que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente (Mateo10:8).
Llega el momento en cada vida cuando Dios no solo te entrega la
información, sino también la sella con la revelación; te imparte y te activa
para que vayas a otros y hagas con ellos lo que él ha hecho contigo.
Advertencia: ¡La información sin revelación es igual a una palabra fuera
de contexto para sostener un pretexto, y la revelación jamás vendrá sin
relación! Nunca tendremos una revelación a menos que mantengamos
una relación personal con Dios. Y nota que hablo de relación, no de
religión, pues hay muchos religiosos que piensan que hacer muchas
cosas, ayunar, y realizar muchas obras de caridad constituye la base
de la relación. No obstante, Jesús nos muestra el modelo verdadero
de la relación: una continua y constante comunicación con el Padre.
«Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está
dispuesto, pero el cuerpo es débil» (Mateo 26:41).
Jesús dice, oren y velen, estén atentos a los detalles, no dejen
que se les escape ni un solo detalle para que no entren en tentación.
Muchos han malinterpretado este pasaje. Piensan que la tentación
equivale al mismo pecado. Por ejemplo, si hablo de tentación, lo
primero que viene a la mente de alguien es el sexo o algo parecido.

· 139 ·
Sin embargo, cuando Jesús dijo lo anterior, se encontraba en su peor
momento; estaba en Getsemaní con Pedro, Juan y Jacobo; y había
terminado de declarar que se sentía muy angustiado. «Es tal la angustia
que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y
manténganse despiertos conmigo» (Mateo 26:38). Al encontrarlos
dormidos la primera vez, los reprendió y les dijo que estuvieran alertas
y oraran, que se mantuvieran atentos a los detalles, porque en verdad
la tentación de sumirse en un letargo o dormirse vendría.
Como adoradores apostólicos, no podemos darnos el lujo de
quedarnos dormidos ante la gran necesidad de este mundo. No
podemos quedarnos dormidos ante las necesidades de nuestra
propia vida. No podemos dar lo que no tenemos, y si no velamos y
caemos en la tentación, nunca obtendremos eso que necesitamos.
La tentación de caer en la vanagloria, el orgullo, la auto justificación,
el juicio a los demás y la condenación a otros viene a través del
espíritu religioso que opera por obras, el cual se nutre de la mucha
información acerca de Dios. La relación con Dios rompe todo espíritu
religioso, vence la tentación a juzgar y condenar a otros con el amor
y la misericordia que obtenemos de un constante roce con el amor de
Dios. El énfasis de Jesús en velar y orar sin cesar era para mantener
la relación con el Padre vigente y candente. En esto radicaba su éxito.
Jesús pudo hacer lo que hizo entre los hombres debido al tiempo
que pasaba con el Padre. El apóstol Guillermo Maldonado siempre
nos enseña esta frase: «Horas con Dios, minutos con los hombres»,
dejando claro que tu relación con el Señor y el tiempo invertido en la
misma van a reflejarse sin mucho esfuerzo en tu interacción con los
hombres. Es por eso que el Padre busca verdaderas relaciones (en
espíritu y en verdad) y no verdaderos religiosos (fariseos hipócritas,
que no entran ni dejan entrar; véase Mateo 23).
Después de establecer una relación con sus primeros doce
discípulos y caminar con los siguientes setenta y dos, Jesús los envió
a poner en práctica lo que durante mucho tiempo habían aprendido
a través de su relación con él (véase Lucas 10). Los que conocían
«de Jesús» eran los que pregonaban las cosas que oían acerca de lo
que Jesús hacía. Sin embargo, los que conocían «a Jesús», los que
habían establecido una relación con él, iban impartiendo, orando y
sanando a las personas en necesidad.
Ha llegado el tiempo para ti, Dios te ha estado preparando para
este momento, para esta hora. Has pasado por tantas situaciones,
que a veces te has preguntado: «¿Por qué tuve que pasar por esto?»
¡Hoy es el día en que dejarás de preguntar por qué y comenzarás

· 140 ·
a darte cuenta de para qué! Verás hacerse realidad en tu vida esa
escritura que tanto has citado pero no has entendido muy bien:
«Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes
lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito»
(Romanos 8:28), y te darás cuenta de que cada aflicción, cada
tribulación, cada enfermedad, cada batalla peleada, cada lágrima
derramada, cada oración, cada plegaria y cada situación tienen hoy
sentido; pues al final el Dios soberano en efecto ha obrado todo para
bien, y te levantarás con experiencia, sabiduría, nuevas fuerzas, fe y
visión para impartirlas a los que aún no han llegado al lugar donde
estás. A aquellos que están oprimidos por lo mismo que te mantuvo
oprimido, a aquellos pequeñitos que están atravesando el mismo
desierto que tú tuviste que atravesar. Ahora te conviertes en la voz
de Dios en sus vidas. No se trata de un ciego dirigiendo a otro... ¡sino
del ungido, el llamado, el preparado, el consagrado dándole vista
al ciego! No se trata de alguien que solo conoce acerca de Dios y
repite lo que escucha a otros decir, sino de uno que en medio de sus
tribulaciones ha llegado a conocer a Dios y habla sobre lo que ha
vivido. ¡Gloria a Dios! Después de haber pasado por la crucifixión
de todas las cosas que te apartaban del Señor en tu vida, entras al
tercer día de resurrección, en el que solo queda la evidencia de la
gloriosa vida de Dios en ti, por lo que quizás muchos de los tuyos no
te reconozcan al ver la manifestación de Dios en tu vida. ¡Aleluya! Te
sucederá lo mismo que le ocurrió a Jesucristo con los forasteros, que
no pudieron reconocerlo después de resucitado. Ahí es a donde Dios
te quiere llevar. Has pasado por todo lo que has pasado, crucificando
cada vez más esos vicios, pecados y cosas en general que te
apartaban de Dios. Eres una nueva criatura, es un nuevo tiempo, hay
un nuevo cielo y una nueva tierra en ti, estás listo para establecer esa
adoración apostólica aquí en la tierra. Ahora mismo, en el nombre
de Jesús, activo esta palabra en tu espíritu y declaro que todas las
cosas que te ataban y te tenían agarrado, impidiéndote caminar en
el propósito de Dios, se derrumban y pierden todo el control sobre tu
vida. Declaro que se levanta aquel que Dios llamo de las tinieblas a la
luz, aquel que Dios formó con un propósito eterno. Declaro que surge
el adorador apostólico en ti. ¡Aleluya!
Y ahora que entiendes más sobre la autoridad de Dios, necesitas
saber que es algo característico del mover apostólico el activar el don
en otros. Dios activa el don en tu vida precisamente para que vayas y
lo actives en la de alguien más.
El Señor nos ha entregado muchas promesas y nos ha dejado
saber la importancia del adorador y la alabanza que habita en él. No

· 141 ·
obstante, quiero reiterar algo, el adorador no es solo un músico, un
cantante, un danzador... sino todos somos adoradores y estamos
llamados a adorar en espíritu y en verdad. El requisito de todo creyente
es ser un adorador, no puedes ser creyente si no lo eres. Es el hecho
de ser un adorador lo que te establece como un seguidor de Cristo.
El libro completo de Sofonías me bendice mucho, pues, a pesar
de que no es un libro muy leído ni usado por los predicadores, en
él hay muchos secretos del corazón del Padre para nosotros. El
capítulo 3 describe de principio a fin los tiempos que vivimos hoy y
las promesas que Dios está derramando en nosotros, exponiendo
también los efectos de la religiosidad y el tradicionalismo:
No atiende a los consejos, ni acepta corrección. No confía en el
Señor, ni se acerca a su Dios. Las autoridades que están en ella
son leones rugientes, sus gobernantes son lobos nocturnos que
no dejan nada para la mañana. Sus profetas son impertinentes,
hombres traicioneros. Sus sacerdotes profanan las cosas santas
y violentan la ley (vv. 2-4).
Esto mismo ha sido practicado en las iglesias más tradicionales,
en las que los dogmas y los sistemas ahogan a los pequeños. Caímos
en un letargo, pero aún es tiempo de impartir y recibir impartición… es
tiempo de activar y ser activado.
«Purificaré los labios de los pueblos para que todos invoquen el
nombre del Señor y le sirvan de común acuerdo. Desde más allá
de los ríos de Cus me traerán ofrendas mis adoradores, mi pueblo
disperso … el remanente de Israel no cometerá iniquidad, no dirá
mentiras, ni se hallará engaño en su boca. Pastarán y se echarán a
descansar sin que nadie los espante». ¡Lanza gritos de alegría, hija
de Sion! ¡da gritos de victoria, Israel! ¡Regocíjate y alégrate de todo
corazón, hija de Jerusalén! (vv. 9-10, 13-14)
Aquel día le dirán a Jerusalén: «No temas, Sion, ni te desanimes,
porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero
victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se
alegrará por ti con cantos … En aquel tiempo yo los traeré, en aquel
tiempo los reuniré. Daré a ustedes fama y renombre entre todos
los pueblos de la tierra cuando yo los restaure ante sus mismos
ojos.» Así lo ha dicho el Señor (vv. 16-17, 20).
Aquí vemos que el Señor no solo nos dice que nos activa... ¡sino que
nosotros también saldremos a activar al pueblo! El versículo 16 señala
que nosotros le hablaremos a Jerusalén, es decir, caminaremos en lo

· 142 ·
profético, impartiremos palabras de vida, activaremos el plan de Dios
en las vidas de otros como Dios lo ha activado en la nuestra.
Dios ha levantado un remanente que no compromete sus
principios, que ha sido restaurado y reformado, una voz que grita e
imparte la vida de Dios.
Ahora mismo, imparto su palabra en tu vida... ¡recíbela! Has
sido llamado a conquistar naciones, mentalidades, sistemas. Dios
te ha levantado en medio de esta generación para impactarla y
transfórmala, para establecer lo que todavía no ha sido establecido,
para arreglar lo que aún está roto… ¡para fluir en el mover apostólico!
Tú eres una pieza muy importante en el plan de Dios en este tiempo.
Tu vida de hoy repercute en las generaciones venideras y dejará una
huella en la eternidad. En este momento activo las verdades del reino
de Dios que están escondidas en ti. Activo esa voz que le dirá a la
Jerusalén espiritual que no tema ni se desanime, pues Dios está en
medio de ella como poderoso gigante, como guerrero victorioso; que
el Señor se gozará con alegría en medio de ella. Declaro que impartirás
la misma vida de Dios a todos los que tienen contacto contigo. No
más vergüenza, no más condenación, no más culpa, destruyo lo viejo
y cancelo lo pasado. ¡Activo la realización de la resurrección gloriosa
en el tercer día de tu vida! ¡Activo ese don de Dios que está en ti ahora!
¡En el nombre de Jesús! ¡Levántate y comienza a cantar el cántico
nuevo, la adoración apostólica en tu vida!
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