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Adorando a Dios, sin importar las consecuencias

lunes, febrero 1, 2021
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Artículo | Adorando a Dios, sin importar las consecuencias
Pastor David Salgado
Pastor David Salgado
Pastor Asociado a cargo de Ministerios de Familia

El rey Nabucodonosor había levantado una estatua dorada que lo representaba a él y a sus dioses. Convocó a todos los oficiales de su reino, los cuales venían de todo pueblo, lengua y nación, para que al sonido de la música se postraran ante la estatua como una muestra de lealtad a Babilonia y sus dioses, de lo contrario serían echados al horno de fuego ardiente. Todos los oficiales se postraron y adoraron, menos tres de ellos quienes eran: Sadrac, Mesac y Abed-Nego.

 Luego de que el rey los interrogará y los amenazara para que adoraran la estatua estos tres hebreos debían tomar una decisión, obedecer a Dios o salvar su vida adorando la estatua dorada que representaba al rey y sus dioses. Leamos lo que pasó en Daniel 3:16-18:  Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto. 17 Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado.        

 Ellos no sabían si Dios los libraría o no de esa situación, pero decidieron adorar a Dios hasta las últimas consecuencias, como en este caso que fue hasta la muerte. Podemos ver que su lealtad a Dios está por encima de su propia comodidad, bienestar, posición social, riquezas, incluso de su propia vida. Ellos obedecieron simplemente por su fidelidad a Dios, fueron leales y fieles a su pacto con Dios, pasara lo que pasara y no adoraron a los dioses de Babilonia, ellos solo adoraron a Dios sin importar las consecuencias.

 ¿Es posible hacer esto? ¿Es posible adorar a Dios aun si tu vida está en juego? ¿Hay personas que en estos tiempos están dispuestos a esto? la respuesta es sí, la historia de la iglesia lo confirma, aun actualmente hay cristianos perseguidos por regímenes totalitarios ateos como Corea del Norte o por regímenes religiosos como en Pakistán. ¿Cómo pueden hacerlo? ¿Cómo pueden vivir de tal forma que adoren a Dios sin importar las consecuencias? Esto solo  es posible conociendo que Dios es digno de adorar, digno de temer, Dios Creador, Todopoderoso, Sabio, Santo, Justo, Dios de gracia y misericordia, quien por amor nos redimió por medio de la muerte y resurrección de Cristo. Él nos ha hecho sus hijos y siervos, quienes debemos adorarlo sin importar las consecuencias. Él mismo dijo a sus discípulos en Mateo 10:28: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.”

Muchos quizás han escuchado el himno “Yo he decidido seguir a Cristo”, pero pocos saben su historia. En la década de 1880 un misionero galés en la India que había sufrido una severa persecución, finalmente, vio sus primeros convertidos en un pueblo particularmente brutal en la provincia india de Assam. El esposo y la esposa, con sus dos hijos, profesaban fe en Cristo y eran bautizados. Los líderes del pueblo (en donde se practicaba una de las formas más opresivas de hinduismo) decidieron hacer un ejemplo del marido. Arrestando a la familia, exigieron que el padre renunciara a Cristo, o ver a su esposa y niños asesinados.

Los informes dicen que cuando se le pidió retractarse o ver a sus hijos asesinados, el hombre dijo: “He decidido seguir a Cristo, y no vuelvo atrás.” Luego, el jefe del pueblo amenazo con matar a su esposa y aquel hombre creyente, aun después de haber perdido a sus dos hijos y estando a punto de perder a su esposa, continúo cantando: “Aunque nadie se me une, lo seguiré. No hay vuelta atrás”. La esposa murió también atravesada por las flechas. El jefe pidió entonces por última vez negar su fe y vivir.  El hombre dijo alegremente estas últimas palabras: “La cruz delante de mí, el mundo detrás de mí. No hay vuelta atrás.” La historia dice que tiempo después, el jefe de la aldea, al recordar la fe de este hombre, dijo: “¡Yo también pertenezco a Jesucristo!”. Así él y toda la aldea se convirtieron a Dios.

No importa las circunstancias ni las consecuencias, cada vez que decidas adorar a Dios Él será glorificado.


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Pastor David Salgado