Exploró Brasil y la costa suramericana

Américo Vespucio el marino que descubrió un continente nuevo

En los primeros años del siglo XVI, Vespucio se hizo famoso con el relato de los dos viajes que hizo al Nuevo Mundo. Hasta el punto de que algunos dieron su nombre al nuevo continente: América,

Stradanus America

Stradanus America

Américo Vespucio despierta a América. Grabada alegórico al descubrimiento del nuevo continente, realizado por Johannes Stradanus en 1575. 

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En 1504 se publicó en Florencia un pequeño libro titulado Mundus Novus, «Nuevo mundo». Su autor, un tal Americus Vesputius, narraba un viaje que había llevado a cabo en 1501 en los confines del océano Atlántico. Había seguido en él la ruta abierta por otros navegantes en esos años, desde la expedición pionera de Cristóbal Colón; pero mientras que el marino genovés no había visitado más que las islas del mar Caribe (La Española, Cuba, etc.), él, por el contrario, había alcanzado «tierra firme», esto es, el continente americano propiamente dicho. Así lo afirmaba en el texto: «Llegamos a una tierranueva que encontramos ser tierra firme […] .Llegué a la parte de las Antípodas, que por mi navegación es la cuarta parte del mundo [...]. Supimos que aquella tierra no era isla, sino continente, porque se extiende en larguísimas playas que no la circundan y está llena de innumerables habitantes [...]. Yo he descubierto el continente habitado por más multitud de pueblos y animales que nuestra Europa, o Asia o la misma África, y he hallado que el aire es más templado y ameno que en otras regiones por nosotros conocidas [...]. De este continente, una parte está en la zona tórrida, más allá de la línea equinoccial hacia el polo antártico». 

El Nuevo mundo y otro texto publicado al año siguiente, la Carta sobre las islas recién halladas en los cuatro viajes que realizó, en la que el autor relataba otras travesías por las mismas latitudes, tuvieron enorme repercusión en toda Europa. Los descubrimientos geográficos habían difundido el gusto por los relatos de viajes ultramarinos y de exploración de tierras desconocidas. Además, los sabios europeos se daban cuenta de que la imagen del mundo heredada de la Antigüedad, tal como se plasmaba en la Geografía de Ptolomeo, un autor griego del siglo II d.C., era incompleta y recibían con expectación todas las nuevas informaciones sobre territorios desconocidos para los antiguos. La noticia de Vespucio sobre el hallazgo de un nuevo continente no podía sino causar sensación. 

Astrolabium (BM 1948,0410 4

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Observador de las estrellas. En el siglo XVI Vespucio tenía fama de astrónomo experto, como muestra este grabado en el que se le ve con diversos instrumentos cosmográficos.

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Fue así como llegó a manos del duque de Lorena, Renato II, una copia de la Carta sobre las islas recién halladas. El texto, además, iba acompañado de un mapa en el que estaban dibujadas las tierras recién descubiertas por españoles y portugueses. El duque entregó la carta y el mapa a la academia que él mismo había fundado en la abadía de Saint-Dié, en el corazón de Lorena, formada por un grupo de eruditos dedicados a revisar la geografía de Ptolomeo

Los estudiosos, que ya conocían el Nuevo mundo de Vespucio, quedaron sorprendidos y entusiasmados con la Carta y decidieron editarla. Se formó un equipo integrado por dos poetas, Jean Basin de Saudaucourt y Matías Ringmann, y un cartógrafo, Martin Waldseemüller. Los tres se dividieron el trabajo: Basin tradujo al latín la carta de Américo, Ringmann preparó una «Introducción» para explicar el contenido de la misma y Waldseemüller confeccionó el nuevo mapa. 

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El universo de Ame´rico. Los navegantes del siglo XVI debi´an orientarse por la posicio´n de los cuerpos celestes. Sobre estas líneas, esfera armilar, con la disposicio´n de los planetas, hecha en bronce dorado.

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El 25 de abril de 1507 salía de las prensas de la abadía de Saint-Dié el producto de su esfuerzo: la Cosmographie Introductio, «Introducción a la Cosmografía». Junto al texto se entregaba un planisferio y un recortable que, pegado sobre una esfera, daría la exacta idea del globo terrestre. El éxito fue tal que, en ese mismo día, la imprenta del monasterio hizo dos ediciones. 

El trabajo de los tres estudiosos era, sin duda, muy meritorio, pero si hoy día aún se recuerda esa obra es porque en ella, por primera vez, se daba el nombre de América al nuevo continente que Vespucio afirmaba haber descubierto. En la «Introducción», Ringmann decía: «Mas ahora que [...] otra parte del mundo ha sido descubierta por Americus Vesputius, no veo razón para que no la llamemos América, es decir la tierra de Americus, su descubridor [...] así como Europa y Asia recibieron ya su nombre de mujeres». 

El aventurero florentino 

¿Quién era ese personaje que dio su nombre a un nuevo continente? Amerigo Matteo Vespucci había nacido en 1454 en Florencia, y allí pasó su infancia y juventud, muy apegado a su tío Giorgio Antonio, un clérigo que acudía a las tertulias de los Médicis. El joven Américo frecuentó así un ambiente intelectual y cortesano, y conoció a muchos pintores florentinos. Sus vecinos fueron el Verrocchio y Sandro Botticelli, y hubo de ver muchas veces a Leonardo da Vinci solicitar a su abuelo su permiso para retratarlo; incluso él mismo posó junto a otros miembros de la familia para Domenico Ghirlandaio, en un precioso fresco que aún se conserva en la iglesia florentina de Ognissanti, su parroquia. 

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La ciudad natal de Vespucio. En esta panorámica de Florencia, donde nació el famoso navegante, se puede observar el río Arno en primer plano, con el Palazzo Vecchio y la catedral de Santa María del Fiore al fondo.

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Cuando tenía 24 años, otro tío suyo, Guido Antonio, fue nombrado embajador de Lorenzo de Médicis ante Luis XI y se lo llevó consigo a París como secretario. Allí Américo completó su educación universitaria y quizá coincidió con Bartolomé Colón cuando éste buscaba apoyo financiero para los proyectos descubridores de su hermano Cristóbal. A su regreso a Italia, el joven entró al servicio de un miembro de la familia Médicis, Pier Francesco, en un puesto de simple contable. A comienzos de 1492, su patrón lo envió a Sevilla a supervisar las cuentas de los negocios familiares en la ciudad. Nunca más regresaría a Florencia. 

Adler Planetarium M 36 Ga Opac

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La brújula del siglo XVI. los navegantes, en la época de Vespucio, utilizaban el astrolabio para calcular la latitud de acuerdo con la posición de los astros. Planetario Adler, Chicago.

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El encargado de los asuntos de los Médicis en Sevilla era Juanoto Berardi, un comerciante florentino que jugó un importante papel en la financiación de los viajes de Cristóbal Colón. Esta casualidad marcó la vida de Vespucio. Junto a Berardi, Américo ayudó a preparar los dos primeros viajes del Almirante, y a la muerte de Juanoto, en 1495, le sucedió al frente de la firma medicea en Andalucía. Como los negocios no iban bien, Américo se vio obligado a liquidar la casa comercial. Regresar a Florencia era poco tentador, pues su patrón había caído en desgracia y la situación política era muy agitada tras el derrocamiento de los Médicis en 1494. Así las cosas, Américo decidió, quizá sólo por deseo de viajar, enrolarse en las expediciones que desde Andalucía partían hacia las nuevas tierras descubiertas en Occidente. 

Los viajes al Nuevo Mundo 

Si hemos de creer la carta publicada por los eruditos de la abadía de Saint-Dié, Vespucio realizó, al igual que Colón, cuatro viajes al nuevo continente. Sin embargo, el primero y el cuarto de estos viajes son dudosos. En el primero habría partido de Cádiz en mayo de 1497 y habría llegado a un lugar considerado como Tierra Firme después de 37 días de navegación. Esto otorgaría al florentino la prioridad del descubrimiento del continente americano.

Sin embargo, la longitud y la latitud del lugar de América en el que habría desembarcado, tal como se señala en la Carta sobre las islas recién halladas, corresponden a un punto del interior de Honduras, no a la costa. Luego Vespucio describe una región que parece corresponder con Venezuela, y a continuación explica que bordeó la península de Florida, pasó por las islas Bermudas y volvió a la península Ibérica. Es significativo que Vespucio no revelara en ningún momento quién mandaba la expedición. El cuarto viaje relatado en su carta, que se habría desarrollado entre mayo de 1503 y junio de 1504, es también dudoso. Su fin era encontrar un estrecho que diera paso a las islas de las especias, «la isla de Malaca, situada hacia el Oriente», pero no se puede identificar la ruta seguida. 

Sebastian Mu¨nster, Illustrations of monstrous humans from Cosmographia (1544)

Sebastian Mu¨nster, Illustrations of monstrous humans from Cosmographia (1544)

Seres fanta´sticos descritos por Vespucio en sus viajes a Ame´rica, grabado de la Cosmografi´a Universal de Sebastián Mu¨nster. 1558.

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En cambio, no hay duda de que Vespucio participó en la expedición que partió de Cádiz en mayo de 1499, dirigida por Alonso de Ojeda y con Juan de la Cosa como piloto mayor. Todo parece indicar que Américo figuraba como simple pasajero. La flota tocó tierra en Brasil un año antes de que llegasen allí Yáñez Pinzón y Álvares Cabral, y a continuación recorrió la costa en dirección a Honduras, desde donde regresó a Castilla. 

Cenas de Antropofagia no Brasil (11), da Colec¸a~o Brasiliana Iconogra´fica

Cenas de Antropofagia no Brasil (11), da Colec¸a~o Brasiliana Iconogra´fica

Cani´bales americanos en una ilustracio´n de una obra de Theodore de Bry, Americae Tertia Pars. 1592.

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La noticia del viaje de Ojeda se difundió rápidamente y despertó especial interés en Portugal, pues las tierras de Brasil localizadas caían dentro de la zona atribuida a la corona portuguesa según el tratado de Tordesillas (1494). El rey de Portugal se apresuró, por ello, a reclutar a Vespucio para una expedición que debería explorar la zona y, además, buscar más al sur del continente un paso que conduciría directamente a la India. La flota quedó al mando de Gonzalo Coelho y partió de Lisboa en mayo de 1501; Vespucio iba no como simple tripulante, sino como piloto y astrónomo. En este viaje apasionante se recorrió buena parte de la costa atlántica sudamericana hasta llegar al actual río de la Plata, al que llamaron Jordán, y aun más abajo, pues recorriendo las costas de la Patagonia estuvieron muy cerca del estrecho que pocos años después descubriría Magallanes

El regreso a Sevilla 

A su vuelta a Sevilla, Vespucio decidió relatar sus experiencias en dos textos que se difundieron enseguida por toda Europa, manuscritos e impresos: los ya citados Mundus Novus y Carta sobre las islas recién halladas. En esos relatos, Vespucio afirmaba que su propósito al participar en tales expediciones había sido desinteresado: «Viajamos para hacer descubrimientos, no para buscar lucro alguno». Fuera o no sincero, lo cierto es que no parece que obtuviera beneficios económicos de sus travesías. En Sevilla se instaló en una modesta casa de la colación de Santa María junto a su esposa, una sevillana con la que se había casado años antes, María Cerezo. Recibió escasas recompensas de las autoridades por sus empresas, tal como manifiesta Cristóbal Colón, que era amigo suyo y que también pasaba entonces por dificultades, en una carta a su hijo Diego: «Él siempre tuvo deseo de me hacer placer, es muy hombre de bien. La fortuna le ha sido contraria como a otros muchos. Sus trabajos no le han aprovechado tanto como la razón requiere». 

En 1505, Fernando el Católico lo llamó a Toro, donde se acababan de convocar las Cortes de Castilla. El rey le otorgó la carta de naturaleza que le confería la calidad de castellano a todos los efectos y le propuso participar en una expedición a las islas de la Especiería (las Molucas, en la actual Indonesia), en la que iría como capitán junto con otro marino célebre, Vicente Yáñez Pinzón, pero una serie de imprevistos impidieron que el viaje se llevara a cabo. Finalmente, en 1508, el monarca castellano nombró a Vespucio piloto mayor de la Casa de la Contratación

Cerco a Igarassu, gravura de Theodor de Bry   Staden, Duas Viagens ao Brasil, 1557

Cerco a Igarassu, gravura de Theodor de Bry Staden, Duas Viagens ao Brasil, 1557

La costa de Brasil. En su segundo viaje al nuevo mundo, en 1501, Vespucio exploró la costa brasileña, que aparece representada en este grabado de Theodor de Bry para la obra America, de 1692.

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La función del florentino en su nuevo cargo no era navegar, sino preparar las expediciones, controlar la calidad de los pilotos, asegurar la fiabilidad de los mapas y el control de los instrumentos de navegación. Los documentos muestran que viajó por toda Andalucía para reunir avituallamientos para las flotas. Vespucio murió en Sevilla el 22 de febrero de 1512, tal vez a causa de la peste. Fue enterrado, amortajado con un hábito franciscano, en la iglesia de San Miguel. Vespucio, que había vivido con tantos lujos en su Florencia natal, apenas dejó a su viuda una mísera pensión