Para salir del laberinto

Soñamos con encontrar la salida de nuestro laberinto y no nos damos cuenta de que cada vez nos hundimos más. ¿Hay salida?
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1. Para salir del laberinto es necesario reconocer que se está dentro de un laberinto, así como para resolver un problema lo primero es reconocer el problema.

2. Hay varios tipos de laberintos. El más obvio es el edificio construido para extraviar a quien entra en él. Pero como señaló Borges, que algo sabía del tema, un desierto que se extiende para todos lados, sin paredes, puede ser también un laberinto. Los hay psicológicos (el laberinto de la soledad), mitológicos (como el de Creta, que encerraba en su interior al Minotauro), solipsistas (el laberinto de espejos). Todos ellos se resumen en uno: un lugar donde se está perdido.

3. Un laberinto no es una cárcel porque tiene salida. Es difícil encontrarla, puede uno dar muchas vueltas, pero la tiene. Hay quien piensa que la solución es ideológica: siempre dobla a la izquierda y encontrarás el sentido de la Historia. Está demostrado que es una salida falsa.

4. Un laberinto es un problema. Salir de él es resolverlo. La vida es un gran laberinto. Hay días y años como pasillos largos que no llevan a ningún lado. Días tortuosos de inútiles vueltas y quiebres. Nos afanamos por encontrar la salida. Al final comprendemos que la única solución definitiva a todos los problemas es la muerte.

5. Dice la leyenda que dentro del laberinto habita un monstruo. Mitad hombre, mitad toro. Dante lo imaginó como un toro con cabeza de hombre. Si lo encuentras dentro del laberinto lo más seguro es que te devore. El monstruo, claro, eres tú mismo, tu cerebro atormentado.

6. México es ahora un inmenso laberinto. Vagamos sin rumbo por galerías ensangrentadas. Se escuchan gritos. Hay más de cien mil desaparecidos (aunque el gobierno los trate de volver a desaparecer). Hay cientos de madres que buscan a sus hijos. Van por los caminos perdidos de México con una vara. La clavan en la tierra con la esperanza y el terror de encontrar una fosa. Con frecuencia encuentran fosas con decenas de cadáveres. El subsuelo mexicano está lleno de pirámides, grandes y chicas, monumentos funerarios enterrados, cubiertos por la tierra o disimulados por la vegetación. No solo pirámides. El territorio mexicano está repleto de fosas clandestinas. Casi cada semana se reportan hallazgos macabros. Fosas con veinte, treinta, cincuenta cuerpos. El suelo del laberinto mexicano está repleto de pirámides y fosas, está lleno de muerte.

7. Los mexicanos vagamos sin rumbo. Doblamos a la derecha neoliberal y topamos con un muro. Giramos a la izquierda populista, y de nuevo: un muro. ¿Hay países que han salido de su laberinto, que no tienen problemas qué resolver? Una nación sin problemas es una utopía. Se ha traducido la Utopía como “No hay tal lugar”. Utopía, precisaba Alfonso Reyes: lugar que no está en ninguna parte. Fuimos expulsados del paraíso y arrojados a un inmenso laberinto.

8. Hay, eso sí, de laberintos a laberintos. Hay laberintos de avenidas claras, con bancas para reposar en el camino; laberintos donde hay leyes y éstas, inexorables, se cumplen. Y está el laberinto mexicano, caótico, lleno de baches y fosas, doblas una esquina y un minotauro en forma de sicario te persigue para secuestrarte o extorsionarte o meterte una bala; doblas otra esquina y ahora el minotauro adopta la forma de un soldado que igual te persigue o te mata. Un laberinto al que no le encontramos solución. Nos salvará el petróleo, y no fue así. Nos salvará el litio, y no va a ser así. Nos salvará el mesías del trópico, y tampoco. Caminamos a oscuras y de pronto escuchamos gritos de terror.

9. Nadie dice: el hilo de Ariadna de este laberinto es la educación, el trabajo, el ahorro, la innovación, el respeto a la ley, la solidaridad. No queremos escuchar ese discurso. Queremos soluciones instantáneas. Hombres o mujeres providenciales que al día siguiente de asumir el poder resuelvan todos los problemas. Nadie quiere escuchar que para dejar de darnos de topes en la oscuridad debemos asumir un camino de sacrificio, de sangre, sudor y lágrimas. Soñamos con candidatas que nos llenen de esperanza. Soñamos con que el dinero que el gobierno reparte en sus programas sociales nos va a sacar de la pobreza. Soñamos con encontrar la salida de nuestro laberinto y no nos damos cuenta de que cada vez nos hundimos más, que el pasillo que pensamos que nos conduciría a la salida está lleno de fango, de trampas, de hoyos y de espinas. ¿Hay salida?

10. Ni el gobierno actual, ni el que promete continuidad, tiene la solución a nuestros problemas. Tampoco la tuvo el gobierno anterior. Ni el anterior al anterior. Ni ninguno hasta ahora. ¿Cómo se llama la salida? ¿Modernidad, bienestar, solidaridad?

11. Debemos primero buscar el centro, el meollo, y enfrentar al monstruo. Nos vamos a encontrar que el monstruo tiene nuestra cara y nuestras costumbres. Nos vamos a encontrar que nosotros somos el monstruo de nuestro propio laberinto. Si no asumimos quiénes somos, qué buscamos, qué necesitamos, nunca podremos encontrar la ruta. Seguiremos extraviados por túneles, corredores, caminos secretos en medio de sombras espesas.

12. Nosotros somos el monstruo, el laberinto y la salida.

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