Repasando fotos viejas, me topé con algunos ojos tristes. Al verlos, comencé a reflexionar sobre cuánto puede decir una mirada. Y no me refiero a la frase clichosa de “una mirada, dice más que mil palabras”, sino a cómo los ojos revelan historias. Esos ojos tristes eran los míos. Mirando fotos de algunos meses atrás, me encontré con ellos y estos no tenían el brillo que tienen hoy. Así que me di a la tarea de navegar por mis ojos y descifrar qué decía cada mirada. Cada mirada me llevó a distintos momentos de mi vida y ahí la memoria pasó a ser la protagonista de la travesía. Pude identificar entre cada mirada, qué pasaba. Y es que los ojos dicen tanto…
Mis ojos de ahora reafirman el buen momento en que estoy. Atrás quedaron los ojos tristes, ya no hay cabida para ellos. De los ojos tristes aprendí mucho, crecí y me hice más fuerte. Y es gracias a esos ojos pasados que hoy mis ojos brillan. ¡Ojalá y conserve por mucho tiempo esa nueva mirada que me acompaña! Hay miradas que tengo tatuadas en mi memoria, esas miradas me han invitado a tanto, pero tristemente esas luces se acabaron. Ahora toca mirar distinto, mirar bonito y que el brillo de los ojos no se apague.
“Y tu “mirá” se me clava en los ojos como una “espá”
Y mi tren de alegría se va se va (se me clava en los ojos)
Y no tengo más sueño que tu “mirá” (se me clava en los ojos)”
– estrofa de la canción Tu mirá de Lole y Manuel
Cada vez que unos ojos me impresionan escucho esa canción de fondo. Ojalá y el brillo de mis ojos invite a otros a sonreír, porque también desde los ojos se sonríe. Ojalá y estos ojos encuentren ojos que los miren profundamente y sean capaces de leer hasta la última palabra que tienen que decir. Por lo pronto miro mucho, miro distinto y miro feliz.
Con complicidad,
Norwill