La Música profana como imagen de la divina.

En sus orígenes, la música nace como elemento esencial de la vida para comunicarse con el ser divino, es una manera de expresar los sentimientos que provienen del alma, entre ellos: el amor, la tristeza, la felicidad, etc.

Ahora bien, decimos que la música no ha sido utilizada solo para comunicar sentimientos, sino también para comunicarse con su creador, de este modo, las culturas creaban melodías y, sobre todo, dichas melodías nacen en el ambiente sagrado. En el principio se tenía claridad que la música era tan sagrada que elevaba el alma del hombre a otro estado sobrenatural, pero con el tiempo se abren paso en el ambiente profano y es el hombre quien la ha ido desvirtuando; por ejemplo, algunos cantantes la han utilizado para alabar el mundo, pasando incluso por encima de su propia dignidad, a algunos artistas no ha importado denigrar a quien sea con el fin de obtener ganancias.

Veamos el pensamiento de algunos autores sagrados ¿Qué pensaban ellos acerca de la música?

Autores cristianos como san Agustín decía: «Cantad con vuestras voces y vuestros corazones y con todas vuestras convicciones morales, cantad los nuevos cantos, no solo con la boca sino con vuestra vida.»[1]  por su parte Santo Tomas de Aquino (S. XIII), dirá al respecto que la música es “la más noble de las ciencias humanas; cada uno debe procurar aprenderla con preferencia a las demás, ocupa el primer lugar entre las artes liberales” también san Juan Pablo II nos dice: “los jóvenes de hoy no escuchan la música, sino la habitan. Entran en escena como si fuera una casa, su cuarto privado. La música ofrece un amparo frente al mundo, a la sociedad, que es y se queda tierra ‘extranjera’. La música es como un refugio (como el ‘seno materno’)[2].

En el ambiente profano tenemos a:

Beethoven, el cual decía que, «la música debe ir de corazón a corazón», de un ser viviente a otro ser viviente. Él descubría y comprendía a sus semejantes a través de sus propias emociones, así como nosotros mismos nos reconocemos en él. Su discurso musical era de una inteligencia profunda y de una gran nobleza de espíritu, con una fuerza de carácter fuera de lo común y una inmensa emoción interior[3].

            Los grandes músicos-intérpretes son, a menudo, los grandes humanistas que a través de su labor nos muestran unas líneas de conducta y moral en la vida. Las personalidades como Pablo Casals, Yehudi Menuhin, David Oistrakh, María Callas, Sviatoslav Richter, Andrés Segovia, Mstislav Rostropovitch, George Enesco, Leonard Bernstein, Arturo Toscanini… entre tantos otros, continúan influenciando la vida y las acciones de los hombres que aman la Humanidad. Es pues indispensable preservar este modo único de expresión y de comunicación viva, a través del concierto donde, por la unión perfecta del cerebro y el alma, el hombre encuentra su equilibrio y se reconcilia con la vida[4].

Con todo lo anterior vemos que para estos autores clásicos, la música tiene una gran unión con el alma, pero que a su vez conecta con la vida moral que rige la conducta de la persona, en nuestros tiempos ya no se busca conectar los sonidos exteriores con los interiores, ni mucho menos con el alma. Hoy en día los sonidos que emiten los ritmos musicales son muy agradables para los sentidos, no así la letra o contenido de la música, ya que muchas veces es degradante de la persona.

Es de esta manera que podemos observar que la música siempre tiene una finalidad en la vida, y es la de elevar el espíritu del hombre a un estado sobre humano, en el cual, puede entrar en contacto con la naturaleza y con el cosmos. En el ambiente cristiano podemos decir que se eleva a una dimensión más importante, como lo es el encuentro con el Creador, ya que, es el quien motiva a los hombres a alzar la voz, creando las más bellas melodías capaces de animar al mundo en momentos difíciles; por tanto la música es un “plus” que el Creador da a sus criaturas para que puedan transmitir y plasmar la belleza del arte y la alegría a los que se encuentran decepcionados de un mundo que trae tanta tristeza y desconsuelo a las almas.

Ernesto Adonay Hernández Campos

Seminarista de 3° de Teología.


[1] https://vicmanmusic.wordpress.com/2017/08/28/san-agustin-y-la-musica/

[2]https://www.missionerh.com/site/index.php/es/secciones/escritos-de-emilio-grasso/articulos/1485-el-mensaje-de-la-musica-juvenil-en-la-interpretacion-de-juan-pablo-ii#_ftn5

[3] https://www.revistacomunicar.com/indice/articulo.php?numero=23-2004-10;  muisica.pdf

[4] Ibíd.

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