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MARCOS 3, 20-21

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (3, 20-21):

20 Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.

21 Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado».

MARCOS 3, 20-21

Santo Tomás de Aquino

Opúsculo: Jesús se dio totalmente: se dio él mismo como comida

Para la fiesta del Corpus Christi

«…No podían comer» (Mc 3,20)

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos participar de su divinidad, tomó nuestra naturaleza con el fin de divinizar a los hombres, y se hizo hombre. Además, lo que tomó de nosotros nos lo ha dado enteramente para nuestra salvación. En efecto, sobre el altar de la cruz ofreció su cuerpo en sacrificio a Dios Padre con el fin de reconciliarnos con él, y derramó su sangre para que fuera al mismo tiempo nuestro rescate y nuestro bautismo: rescatados de una lamentable esclavitud, quedaríamos purificados de todos nuestros pecados.

Y para que conserváramos siempre en la memoria un tan gran beneficio, dejó a sus fieles su cuerpo como comida y su sangre como bebida, bajo las apariencias de pan y de vino… ¿Puede haber algo de mayor precio que ese banquete en el que no se nos propone, como en la Ley antigua, comer la carne de terneros y machos cabríos, sino el mismo Cristo que es Dios verdaderamente? ¿Hay algo más admirable que este sacramento?… Nadie es capaz de expresar las delicias de este sacramento puesto que en él se gusta la dulzura espiritual en su misma fuente; y en él se celebra la memoria de este amor insuperable que Cristo nos mostró en su Pasión.

Quiso que la inmensidad de este amor quedara grabado más profundamente en el corazón de los fieles. Por eso en la última Cena, después de haber celebrado la Pascua con sus discípulos, sabiendo que iba a pasar de este mundo a su Padre, instituyó este sacramento como memorial perpetuo de su Pasión, cumplimiento de las antiguas prefiguraciones, el mayor de todos los milagros; y a los que su ausencia iba a llenar de tristeza, les dejó este sacramento como incomparable consuelo.

LA FE ES LOCURA

San Juan XXIII, papa

Plegaria: Jesús se da hasta el extremo

Plegaria a Jesús en el Santísimo Sacramento

Oh Jesús, alimento de las almas que sobrepasa toda realidad natural, este pueblo inmenso se dirige a ti clamando. Se esfuerza para dar a su vocación humana y cristiana un nuevo impulso, para embellecerla con virtudes interiores, siempre dispuesto al sacrificio del que tú eres la misma imagen por la palabra y por el ejemplo. Tú eres el primero de nuestros hermanos; tú has andado primero el camino de cada uno de nosotros; tú has perdonado las faltas de todos. Y tú llamas a todos a dar un testimonio de vida más noble, más activo, más comprensivo.

Jesús, «pan de vida» (Jn 6,35), el solo y único alimento esencial del alma, acoge a todos los pueblos a tu mesa. Ella hace presente la realidad divina sobre la tierra, la prenda de las bondades celestiales, la certeza de un entendimiento dichoso entre los pueblos y una lucha pacífica de cara al verdadero progreso y a la civilización. Alimentados por ti y de ti, los hombres serán fuertes en la fe, gozosos en la esperanza, activos en la caridad. Las buenas voluntades triunfarán de las trampas tendidas por el mal; triunfarán del egoísmo, de la pereza. Y los hombres rectos y temerosos de Dios escucharán levantarse de la tierra, de la cual la Iglesia quiere ser la imagen aquí abajo, los primeros ecos misteriosos y suaves de la ciudad de Dios. Tú nos conduces a los buenos pastos; tú nos proteges. Muéstranos, Jesús, los bienes de la tierra de los vivos (Sal 26,13).

 

MARCOS 3, 13-19

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (3,13-19):

13 Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,

14 y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar

MARCOS 3.1415 con el poder de expulsar a los demonios.

16 Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro;

17 Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;

18 luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo,

19 y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctor de la Iglesia Ms A, 2rº-vº
El misterio de la vocación

Sólo pretendo una cosa: comenzar a cantar lo que un día repetiré por toda la eternidad: «¡¡¡Las misericordias del Señor!!!» (Sl 88,1)…
Abriendo el Evangelio, mis ojos se encontraron con estas palabras: «Subió Jesús a una montaña y fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él» (San Marcos, cap. II, v. 13). He ahí el misterio de mi vocación, de mi vida entera, y, sobretodo, el misterio de los privilegios que Jesús ha querido dispensar a mi alma… El no llama a los que son dignos, sino a los que él quiere, o, como dice san Pablo: «Tendré misericordia de quien quiera y me apiadaré de quien me plazca. No es, pues, cosa del que quiere o del que se afana, sino de Dios que es misericordioso» (Rm 9, 15-16).
Durante mucho tiempo me he preguntado por qué tenía Dios preferencias, por qué no recibían todas las almas las gracias en igual medida. Me extrañaba verle prodigar favores extraordinarios a los santos que le habían ofendido, como san Pablo o san Agustín, a los que forzaba, por así decirlo, a recibir sus gracias; y cuando leía la vida de aquellos santos a los que el Señor quiso acariciar desde la cuna hasta el sepulcro, retirando de su camino todos los obstáculos que pudieran impedirles elevarse hacia él… Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas… El ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos…

San Agustín de Hipona, obispo y doctor de la Iglesia
Homilía:

Sermón 311, 2.

«Eligió a los Doce para que le siguieran y los envió a predicar» (Mc ,).

Los primeros apóstoles, carneros bienaventurados del rebaño santo, vieron al mismo Señor Jesús pendiente de la cruz, lloraron su muerte, se asustaron de su resurrección, lo amaron hecho poderoso y ellos mismos derramaron su propia sangre por la sangre que vieron. Pensad, hermanos, en lo que significa que unos hombres sean enviados por el orbe de la tierra a predicar que un hombre muerto resucitó y que ascendió al cielo, y que por esta predicación hayan sufrido cuanto la locura del mundo les ha infligido: privaciones, destierros, cadenas, tormentos, fuego, bestias, cruz y muertes. ¿Y esto lo sufrían por no sé qué cosa? ¿Acaso, hermanos míos, moría Pedro por su gloria o se predicaba a sí mismo?

Moría uno para que otro fuese honrado; se entregaba a la muerte uno para que otro fuese adorado. ¿Haría esto, acaso, si no estuviese a la raíz la fragancia de la caridad y la conciencia de la verdad? Habían visto lo que anunciaban; en efecto, ¿cuándo estarían dispuestos a morir por algo que no hubieran visto? Se les obligaba a negar lo que habían visto, mas no lo negaron: predicaban la muerte de quien sabían que estaba vivo. Sabían por qué vida despreciaban la vida; sabían por qué felicidad soportaban una infelicidad transitoria, por qué premios despreciaban estos males. Su fe no admite ponerse en la balanza con el mundo entero. Habían escuchado: ¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo si a cambio sufre detrimento en su alma?1 Los encantos del mundo no retrasaron su veloz carrera, ni los bienes pasajeros a quienes emigraban a otro lugar; sea cuanta sea y por deslumbrante que sea esta felicidad, hay que dejarla aquí, no puede ser traspasada a la otra vida; llegará el momento en que también los ahora vivos han de dejarla aquí.

SI NUNCA ESTAS DIPUESTO A MORIR POR UNA CAUSA

San Bernardo, abad
Homilía:

Homilías sobre el Cantar de los Cantares, 84, 1.5.

«Llamó a los que quiso…para que estuvieran con él» (Mc ,).

“De noche busqué al amor de mi alma.” (Ct 3,1) ¡Qué bien tan grande buscar a Dios! Para mí no hay bien mayor. El primer don de Dios no se añade a ninguna virtud, porque no hay virtud anterior a este don de buscar a Dios. ¿Qué virtud se podría atribuir a aquel que no busca a Dios, y qué límite poner a la búsqueda de Dios? “Buscad siempre su rostro” dice el salmo (104,4) Yo creo que incluso cuando se le haya encontrado no cesaremos de buscarlo.

No se busca a Dios corriendo hacia alguna parte sino deseándolo. Porque la felicidad de haberlo encontrado no apaga el deseo sino, al contrario, lo agranda. El colmo de la alegría…es más bien como aceite sobre el fuego, porque el deseo es una llama. La alegría será colmada (Jn 15,11) pero el deseo no tendrá fin, y tampoco la búsqueda…

Pero, que cada alma que busca a Dios sepa que Dios se le ha adelantado, que es buscada por él antes que ella se haya puesto en movimiento para buscarle. ..A esto os llama la bondad de aquel que os precede y os busca y os ha amado el primero. Pues, si no hubieseis sido buscados nunca os hubierais puesto a buscarle. Si él no os hubiera amado primero no lo amaríais. El os pasó delante, no por una gracia única sino por dos gracias: por el amor y por la búsqueda. El amor es la causa de la búsqueda. La búsqueda es el fruto del amor y es también la prueba del amor. A causa del amor no teméis de ser buscados. Y porque habéis sido buscados no seréis amados en vano.

Carta a Diogneto:

XI: SC 33, 79ss.

«… para enviarlos a predicar» (Mc ,).

No digo nada extraño, no busco paradojas sino, dócil a la enseñanza de los apóstoles quiero, a mi vez, enseñar a las naciones. Quiero transmitir exactamente la tradición a los que quieren, ellos también, hacerse discípulos de la verdad. ¿Quien…no se apresurará a aprender todo lo que el Verbo de Dios ha enseñado a sus discípulos? Porque, manifestándose este Verbo no fue comprendido por los que no creían en él; El Verbo manifestó la verdad a sus discípulos. Expresándose abiertamente, les dijo todo lo que sabía. Los reconoció como fieles a su palabra. Les dio a conocer los misterios del Padre.

Por esto, el Verbo los envió al mundo. Y para que se anuncie a todo el mundo…fue proclamado por los apóstoles para que las naciones creyeran en él. El que era desde el principio (cf Jn 1,1) se manifestó en los últimos tiempos y sus discípulos lo reconocieron. El Verbo renace constantemente joven en los corazones de los santos… Gracias a él, la Iglesia está colmada de riquezas, la gracia se expande, se multiplica en los santos, confiere la inteligencia de la fe, desvela los misterios del Padre, da a comprender los signos de los tiempos… La gracia ha sido ofrecido a los que la buscan respetando las reglas de la fe y guardando fielmente la tradición de los padres.

Por esto se cantan las glorias de la Ley, son reconocidos los profetas, afirmada la fe de los evangelios, conservada la tradición de los apóstoles. La gracia de la Iglesia retoza de alegría. No entristezcáis la gracia.

MARCOS 3, 1-6

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (3,1-6):

1 Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada.

2 Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.

3 Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante».

4 Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?». Pero ellos callaron.

5 Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». El la extendió y su mano quedó curada.

EXTIENDE TU MANO

6 Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.

HERODIANOS

Se llamaba herodianos a los soldados del rey Herodes. Había surgido, pues, una nueva herejía que sostenía que Herodes era Cristo. La profecía de Jacob (Gén 49) declaraba que cuando faltasen los príncipes de Judá entonces el Cristo vendría; y como en tiempo de Herodes no había ningún príncipe de los judíos y era él solo por consiguiente el que reinaba, y era extranjero, juzgaron que era el mismo Cristo; y de aquí nació la herejía. Estos, pues, unidos con los fariseos, intentaban matar a Cristo.

Los herodianos, esto es, los hombres carnales son los que quieren matar a Cristo (Herodes se interpreta cosa de piel). Los que salen de su patria, es decir, de sus hábitos carnales son los que siguen a Cristo y son curados sus males que son los pecados que vulneran la conciencia. Porque Jesús en nosotros es la razón que ordena que nuestra barca, o el cuerpo, se ponga a su servicio para que el torbellino de los hechos no sofoque a la razón.

San Hilario de Poitiers, obispo y doctor de la Iglesia
Tratado: Cristo hace todo nuevo.

Tratado sobre el salmo 91,3: PL 9,495.

«Extendió su mano y quedó restablecida» (Mc 3,5).

El día del sábado nos obligaba a todos, sin excepción, a no realizar ningún trabajo y quedarnos en absoluta inactividad. ¿Cómo es que el Señor ha podido prescindir del sábado?… En verdad, grandes son las obras de Dios: gobierna cielos y tierra, provee de luz al sol y a los astros, hace crecer las plantas de la tierra, mantiene al hombre viviente… Sí, todo existe y permanece en el cielo y en la tierra gracias a la voluntad de Dios Padre. Todo viene de Dios y todo existe en el Hijo. El es el primogénito de todos y de todo. Por él todo ha sido creado (Col 1,16-18). Y de su plenitud, según la iniciativa de su eterno poder, ha creado todas las cosas.

De manera que si Cristo actúa en todo, necesariamente es porque en él actúa el poder del Padre. Por esto, Cristo dice: “Mi Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo.” (Jn 5,17) Porque todo lo que hace Cristo, Hijo de Dios habitado por el Padre, es obra del Padre. Así cada día todo es creado por el Hijo, porque el Padre todo lo hace a través del Hijo. Así pues, la acción de Cristo se realiza cada día, y según mi parecer, los principios de la vida, las formas de los cuerpos, el desarrollo y el crecimiento de todo ser viviente manifiestan esta actividad creadora.