Un siglo del Rey del Batanga: Bebo Valdés, con la música en el ADN

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No es por azar que un 9 de octubre vieran la luz dos emblemáticas figuras de la música cubana, incluso padre e hijo: Bebo y Chucho Valdés. El destino eligió la fecha para concebir el talento familiar con el espíritu innovador y revolucionario con que estas dos figuras de la música cubana e internacional han hecho brillar la cultura cubana en todas las plataformas.

Este martes el mundo del pentagrama y los melómanos por elección celebran los cien años de Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, Bebo, el Rey del Batanga, uno de los iniciadores del feeling y el bebop, y también uno de los más grandes cultivadores del mambo, el chachachá, del son montuno y del jazz afrocubano…una leyenda sempiterna que durante 94 años atravesó de manera transversal y exitosa un siglo de buena música cubana.

Quizás muchos lo recuerden por su más reciente éxito mundial, alcanzado con el disco Lágrimas Negras (Calle 54 Records) promocionado en 2003 y 2004 junto al cantaor español de flamenco Diego “El Cigala”, durante una gira internacional fabulosa que lo trajo a La Habana en un concierto memorable y que, además, fue merecidamente reconocido con un Premio Grammy. 

Sin embargo, aun cuando el álbum es una joya interpretativa de grandes composiciones de la música cubana y lo devolvió a los escenarios después de un periodo de relativa ausencia, no es posible reducir a esta placa la influencia y trascendencia de Bebo Valdés en la cultura nacional. Si bien constituye un fabuloso modo de sellar su legendaria carrera durante todo el siglo veinte. 

Más allá de su trabajo en Lágrimas Negras, Chucho Valdés se refiere al legado de su padre como intérprete, arreglista, director de orquesta y compositor, a través de singulares vivencias de la época dorada de la música del patio: 

Un siglo del Rey del Batanga: Bebo Valdés, con la música en el ADN“Bebo fue un innovador de la música cubana. El movimiento del feeling en sus principios, con José Antonio (Méndez), Portillo de la Luz, Angelito (Ángel Valiente), Elena, Omara… él era como el padre de ese movimiento en el sentido de que de ellos, el único que conocía de música, escribía, hacía parte del piano y hacía arreglos, era Bebo. Entonces todos ellos, que estaban empezando, andaban con la guitarra en el hombro sin estuche; iban a la casa y le tocaban las canciones. Yo oí el estreno de Novia Mía cuando José Antonio le dijo ‘mira lo que compuse anoche’. El primer arreglo de Contigo en la distancia para la primera vez que se cantó, lo cantó Olga Guillot en la emisora Mil Diez con arreglo de Bebo Valdés”. 

El Caballón, como le decían por su llamativa estatura, firmó en su extensa trayectoria 171 obras y mereció cinco premios de la Música, seis Goya y siete Grammy, entre otros muchos galardones. Durante su vida, un verdadero laboratorio musical, se convirtió también en uno de los precursores del bebop en Cuba; grabó la primera jam sessiom de nuestra historia y creó su propio ritmo: el batanga. 

“Mi papá -refiere Chucho- fue uno de los directores musicales de Tropicana en la época de Nat King Cole y de Sara Vaughan… en una época de gloria del jazz. En aquellos momentos él fue un motor del movimiento del jazz. El primer disco de jazz latino o de jazz afrocubano que se grabó en Cuba, lo grabó Bebo en 1952 y la primera descarga musical que se llevó al disco fue su tema Con poco coco, que ha quedado como un standard. 

“También fue innovador con el ritmo batanga, fue el primer compositor y arreglista que introdujo los tambores batá dentro de la orquesta big band y realmente era una escuela. Mi papá era un verdadero virtuoso del piano y una persona increíble”. 

Para quien llevaba la música en el ADN era difícil conservar todo dentro. Bebo hervía con el ritmo batanga, del que se ha escrito que sentenció el mambo en las plazas de bailadores de Cuba. 

Como él mismo lo definiría ante la prensa de la época (principios de la década de 1950), el batanga es una polirritmia bastante complicada con siete ritmos diferentes, escrito para una gran orquesta o jazz band donde la percusión es el factor determinante, en la que incluía instrumentos inusitados para ese formato como la tuba y la trompa. 

La literatura especializada recoge las impresiones de Bebo y sus intenciones con la creación de esta singular cadencia en el estudio-teatro de Cadena Azul, al estrenar sus composiciones en junio de 1952: “Estaba decidido a encontrar un ritmo nuevo, de verdadero sabor cubano. Para ello estudié todo lo que encontré escrito sobre música negra por Fernando Ortiz y distintos musicólogos. Después de infinidad de ensayos, conseguí lo que me proponía, el ritmo que he llamado batanga”. 

Pocos meses más tardes, por providencia divina como diría Bebo, el Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, cantaría con la orquesta recibiendo una muy favorable reacción de público y crítica. A partir de ese momento, su carrera sería indetenible. Sin embargo, el batanga no corrió con la misma suerte y el naciente chachachá le llevó a morir de muerte natural. 

beboSu último fonograma y el primero al lado de su hijo Chucho Valdés, fue Juntos para siempre, un disco homenaje en el que estos dos grandes hicieron un viaje por los ritmos de la música cubana que siempre tocaron juntos y que Bebo interpretó como nadie, cristalizando en un Grammy Latino al Mejor Álbum de Jazz. 

Músico integral, capaz de abordar los más diversos géneros y estilos de la música, no solo como pianista y compositor, sino también como arreglista y director de orquesta; de sólida formación técnica, tanto teórica como pianística, Bebo Valdés es sin duda uno de los grandes de la cultura cubana de todos los tiempos. Su longeva existencia, marcada por el piano, le unió para siempre a los años dorados de la música cubana y el jazz latino.

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