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Balance del año académico 2020 y la educación rural

Foto: Carlos Mamani/AFP, difundida por El País.

Jorge Pacheco recortadaPor: Dr. Jorge Pacheco Tejada, director del Departamento de Educación de la Universidad Católica San Pablo

Tres son las grandes lecciones de 2020, un año histórico. El COVID por sí solo es el primer gran aprendizaje, una lección de vida para todos. Otro gran aprendizaje ha sido el valorar el espacio familiar como el único espacio seguro para el cuidado de la salud física, psicológica y espiritual de la población y el tercero, valorar la capacidad, esfuerzo y preparación de los maestros peruanos. Heroicos e innovadores muchos de ellos.

El balance educativo de 2020 lleva inevitablemente a preguntarse si este ha sido un año “perdido”, más aun, en el ámbito rural. Martín Vegas, coordinador del Programa Horizontes de Educación Secundaria Rural de la Unesco en el Perú, dice en un artículo que “las instituciones educativas que tenían una propuesta curricular y pedagógica propia han mostrado una mejor respuesta a los desafíos de este año, porque han podido adaptarla”.

Entonces uno de los problemas más graves que ha tenido que enfrentar el Perú es la ‘desigualdad’. En otras palabras: ‘Los estudiantes de las zonas rurales han vivido una historia educativa muy diferente a la de sus compañeros en la ciudad, en donde la desvinculación y la limitada conectividad han sido un denominador común’.

Una lección aún no aprendida en el Perú es que somos un país diverso y que ya es hora que se tome en serio esta realidad para atenderla mejor. No podemos seguir ampliando las brechas educativas entre una educación citadina y la rural. Si bien se implementó la educación a distancia algo rápido, el sector rural ha sido el menos favorecido. Allí, ni la radio, ni la televisión, ni la estrategia digital han funcionado de manera suficiente como para generar un proceso de enseñanza-aprendizaje.

Martín Vegas da cuenta desde el programa a su cargo que hay otro camino –más allá del oficial- que ha sido recorrido y que ha significado una mejor atención a la realidad educativa rural nacional. Se trata de los materiales producidos por los profesores, y su distribución a través de agentes comunitarios, comunicación telefónica o vía WhatsApp. De este modo, se ha generado un laboratorio de iniciativas de alta creatividad que han permitido que los profesores puedan trabajar con los estudiantes y sus familias, principalmente, en Piura, Amazonas, Cusco y Ayacucho.

Las experiencias que han tenido más éxito son las que han trabajado con contenido local, por ejemplo la educación para el trabajo, un área subvalorada del currículo escolar, ha tomado gran importancia. De igual manera, las acciones orientadas al desarrollo de habilidades socioemocionales o de formación ciudadana.

A partir de estas lecciones se puede sostener que hay dos grandes objetivos para este año: cerrar las brechas de desigualdad y renovar las escuelas, aprovechando lo vivido en 2020.

Podemos concluir, entonces, que 2020 no fue de ninguna manera un año perdido. Hemos aprendido que el servicio educativo requiere el esfuerzo de conjunto de estudiantes, padres de familia, comunidad y los docentes, quienes tienen un papel clave. Todos somos responsables de lo que ha pasado y de lo que está por venir. Es importante reconocer aciertos y limitaciones, pese a que cada uno tiene percepciones y demandas diferentes dado que la realidad es muy compleja como para evaluarla sólo desde una perspectiva.

Escuché una expresión que me pareció exacta: La educación es la mejor vacuna social.  Actuemos con realismo este año en el que todavía debemos afrontar a la pandemia y en el que habrá un cambio de autoridades nacionales, este que es el año del bicentenario. Debemos seguir atendiendo la emergencia sin perder de vista los cambios estratégicos en educación y la perspectiva propuesta por el Proyecto Educativo Nacional al 2036. Educar es tarea difícil pero fascinante.

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