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Afortunadamente para la música, hace ya más de 25 años que Jorge Drexler puso en su balanza un estetoscopio y una guitarra. Pesó más la segunda, y el joven otorrino decidió que quería ganarse la vida con su garganta y no con las de los demás. Quizás de aquella etapa como médico arrastra su perfeccionismo, esa capacidad quirúrgica para operar con las palabras, para diseccionarlas, mimarlas, musicarlas y exprimirlas hasta obtener el mejor jugo. Por eso, cinco años sin sacar un disco han resultado una eternidad para sus fieles. Lo que sucede es que van a perdonarle este apagón de un lustro en solo 35 minutos, los que dura Tinta y tiempo, el álbum con el que regresa y que es, seguramente, el más afinado de su carrera.

En él Drexler vuelve a hacer malabares en cada verso, pero esta vez lo envuelve todo con guitarras festivas y con un vitalismo musical que hace que este disco se escuche con los oídos y también con los pies. Y ha invitado a la fiesta a algunos de sus amigos como C. Tangana, Rubén Blades o Martín Buscaglia. El uruguayo regresa luminoso y optimista, pero no del todo sincero. Así que disfrútenlo, pero no se fíen de todo lo que van a escuchar y a sentir. Porque no es toda la verdad. Palabra de Drexler.

jorge drexler
Alfredo Arias Horas
Zapatos deportivos, pantalón, camisa y americana gris de BOSS y gafas de Tom Ford.

La parte bonita, el disco, está hecha. ¿Cómo llevas esta otra? Las fotos, las charlas con gente como yo a la que no conoces de nada...
Con las fotos me lo he pasado bien, lo cual es raro porque habitualmente me dan mucho miedo. En general a nadie le suele gustar demasiado verse, y menos después de los 50. En cuanto a la entrevista, tengo mucha fe en la interacción del ser humano en todas sus variantes. Charlar es mi actividad social favorita, pero una entrevista no deja de ser la relación entre dos personas y, como tal, puede resultar desde sumamente desagradable hasta esclarecedora desde el punto de vista biográfico.

Odio la palabra cantautor. Me asusta ser aburrido, ser un ‘cansautor’, un plomazo trascendente.

Nada me gustaría menos que resultar sumamente desagradable. Para empezar, evitaré llamarte ‘cantautor’.
Sí, lo odio. Lo primero, por el diptongo ese del medio. Para ser un género que se precia de la palabra es un vocablo construido de manera fea y desagradable, y viene acompañado de unos preconceptos sobre la orquestación, la sonoridad o la temática en los que yo no me siento representado. También me da miedo su trascendencia y su pretenciosidad: es un género mesiánico que tiene la verdad y que desprecia todo lo demás en mayor o menor grado. Y a lo mejor soy el más cantautor de todos los cantautores, pero me asusta ser aburrido, ser un ‘cansautor’, un plomazo trascendente, un ‘plastautor’.

Los cantautores no son muy bailongos y a ti te encanta. Ahí te salvas.
Sí, me gusta mucho, aunque empecé a bailar de mayor. Yo soy un hijo de la dictadura en Uruguay, la viví desde los 9 hasta los 20 años y aquello afectó a todo mi desarrollo personal, social, sexual... Me marcó mucho y, entre otras cosas, tengo una rigidez en el cuerpo que he intentado combatir bailando. A largo plazo, esa represión se queda en las articulaciones y hay que quitársela haciendo todas las cosas que estaban mal vistas entonces. Y no solo por la dictadura, también por el entorno contestatario de izquierdas en el que me crie, donde bailar era una actividad menor. Porque había que construir una nueva sociedad y aquello era más importante. Y sí, es muy importante construir una nueva sociedad, pero no se puede hacer sin bailar.

jorge drexler
Alfredo Arias Horas
Jersey de The Kooples, pantalón de Antony Morato, trench de H&M Edition By, zapatillas de H&M y gafas de Tom Ford.
He sido siempre muy mal vendedor de discos, lo que pasa es que antes importaba: ahora, ya no.

Antes de meternos en política hablemos del disco. Cinco años es mucho tiempo. Con la edad, ¿uno se vuelve más exigente con sus canciones?
Creo que con los discos siempre lo he sido. Cuando saqué el primero en España en
1996, el disco vivió exactamente lo que tardé en ir caminando desde la calle Hortaleza 104 hasta Gran Vía 32 (9 minutos según Google Maps), donde estaba la cadena SER. Y allí se quedó en un cajón, porque no aceptaron el single para Los 40 Principales, lo cual me parece muy sensato desde el punto de vista de Los 40 Principales. Así que me puse con el siguiente y a partir de entonces hice prácticamente uno por año, lo publicaba y, como era un fracaso de ventas, empezaba con otro. He sido siempre muy mal vendedor de discos, lo que pasa es que en aquella época importaba: ahora, ya no [risas]. Con este he tardado cinco años porque tengo mucha más demanda de conciertos, y hemos hecho dos giras de 80 directos cada una, que es realmente lo que me gusta.

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Alfredo Arias Horas

¿Por qué Tinta y tiempo? ¿Son tus dos máximos anhelos hoy?
Lo primero, por la sonoridad: hay algo rítmico en esa aliteración que me gusta mucho. Y sí, es un pedido de pluma, de tinta, de poder escribir cosas y de disponer del tiempo para hacerlo. Creo que también tiene que ver con que a los 57 uno piensa: “¿Cuánto tiempo más voy a seguir escribiendo?”. Es algo que ya me planteaba antes, pero cada vez la pregunta tiene más fundamento.

Hay un tema con C. Tangana, Tocarte, que es vuestra tercera colaboración. ¿Cómo surge esa conexión con un artista que, en principio, tiene un público tan diferente al tuyo?
Aunque entiendo la pregunta y es válida, con lo que ha avanzado la sociedad para aceptar la diversidad, fíjate que todavía nos cuesta mucho entender la idea de que dos personas diferentes artísticamente se junten. Yo es que me aburro mucho de mí mismo y de mis congéneres. De mis colegas coetáneos, a muchísimos los admiro, pero a veces se parecen demasiado a mí como para hacer cosas juntos. A Pucho lo conocí en Las Vegas hace cuatro años, y aquel personaje era otro, con la camisa abierta, los collares... Venía de la música urbana a saco, y estoy orgulloso de haber sabido leer entre líneas. Vi que en él había algo muy interesante. Luego he comprobado su compromiso y su visión artística, su ética del trabajo en equipo. Es buena gente y maneja el lenguaje contemporáneo con un desparpajo al que yo no puedo acceder.

jorge drexler
Alfredo Arias Horas
Pantalón de Aspesi, polo de Sandro, cárdigan de Dsquared2, zapatillas de H&M y gafas de Tom Ford.

Cierta vertiente de la música urbana no siempre está bien vista por otros músicos de tu generación...
Es verdad que Pucho trae todo el background contemporáneo y de todos los géneros malditos ahora para mi generación, pero no para mí. Me encantan el reguetón, la música urbana, el trap... Lo pueden nombrar de muchas maneras, pero lo que han sentido siempre todas las generaciones mayores con los jóvenes no es más que miedo, la constatación de que tú ya no estás más en el eje de la ciudad, que hay otro ocupándolo y que además lo hace diferente que tú. Entonces tienes que buscar la manera de que no te guste para no sentirte fuera de ese juego.

¿A ti esto no te pasa?
Sí, yo también siento que la ciudad ya no me pertenece como me pertenecía en otra época, pero mi reacción es más vampírica: muéstrame lo que tienes a ver qué te puedo robar. No digo que sea más sano, hay quien vive feliz en una cápsula, pero yo nunca he podido. Tengo una apertura que a veces me trae algunos problemas.

Estoy vivo y lo que quiero es morrearme con toda la ciudad: abrazos, besos, hacinamiento... Y eso es lo que cuenta este disco en gran parte.

El disco habla mucho de amor: como deseo, como motor. Del amor por tus hijos, por tu madre... ¿Estás en tu momento más optimista?
Este disco es absolutamente parcial con respeto a la narrativa de mi realidad actual, porque hay una mitad de mi vida en estos años que el disco no cuenta. Tenía casi medio disco sobre la pandemia, pero empecé a salir otra vez, a ver gente y me di cuenta de que no tenía ninguna gana de cantar esas canciones. Pensé: “¡A la mierda! Estoy vivo y lo que quiero es morrearme con toda la ciudad: abrazos, besos, hacinamiento...”. Y eso es lo que cuenta este disco en gran parte. Está en las letras, pero sobre todo en el colorido de los arreglos. Hay seis o siete canciones con orquesta, guitarras alegres, coros, hay una celebración de la vida. Es un disco mentiroso: solo dice media verdad del momento en que fue escrito.

A propósito de la pandemia, vi una foto tuya con Bunbury y Miguel Bosé y pensé: “Qué curioso, un médico abrazado a dos negacionistas”. ¿De este tema habláis entre vosotros?
Ya no. Quizás por mi formación médica, yo me eché en manos de la ciencia. Tengo un chat con 250 médicos compañeros de la facultad de medicina, así que tenía datos muy fiables y muy válidos. Por eso me puse bastante intolerante en las conversaciones, me vi a mí mismo ensoberbecido y tuve que pedir disculpas. Y después de la segunda o la tercera vez llegué a la conclusión de que un área tan puntual como la epidemiología no me va a impedir ser amigo de otra persona, así que básicamente ya no entro en el tema. El virus nos ha robado seres queridos, tiempo, conciertos, dinero... Lo último que quiero es que me robe también amigos.

Otro de ellos, Fito Cabrales, me dijo que no conocía a nadie que compusiera en castellano mejor que tú. Para ti, ¿quién es el mejor?
Antes de nada, tengo que agradecerle a Fito tan bellísima exageración. En cuanto a la pregunta... es buena. Si pudiera incluir el portugués, te diría que Caetano Veloso: su grado de excelencia es una locura. En España, para mí el rey es Kiko Veneno. Es como Bach, no siempre da en el clavo, pero, cuando lo hace, es insuperable. Creo que Volando voy es la mejor canción que conozco.

jorge drexler
Alfredo Arias Horas
Camisa y americana gris de BOSS y gafas de Tom Ford.

Cambiando de tema, ¿qué relación tienes con la política hoy día?
Yo, como Obélix, me caí en la marmita de la política en mi casa y con siete años ya iba a hacer pintadas del Frente Amplio en mi barrio. La mitad de mi familia tuvo que exiliarse y yo vi todo el proceso de aquel régimen desde la primera línea, corriendo delante de los caballos en las manifestaciones. Tuve sobredosis de política. Me crie en un contexto de izquierdas y creo que sigo en él, pero eso para mí no es una carta blanca: no vale todo por decir que eres de izquierdas. Y de la misma forma puedo entender que alguien de otro flanco político haga una buena gestión, como ha hecho el presidente de Uruguay con la pandemia. No creo en los chamanes. Lo que me interesa de la política es su vocación real de servicio, que tiene que ver con la justicia social, la solidaridad o la libertad.

Como futbolero, ¿qué te parece que el próximo mundial sea en Catar, que no defiende precisamente esto?
Me parece que vivimos en un mundo vergonzoso. Los regímenes de Oriente Medio no respetan los derechos de la mujer, de los homosexuales, de la comunidad LGTBI, y eso es un horror que debería ser denunciado y no celebrado con un Mundial. No es una cuestión contra el dinero que manejan, sino contra las libertades que no respetan.

¿Qué valor le das tú al dinero?
El mundo material me parece importante y quiero que todo el mundo que trabaje conmigo cobre. Incluso lo digo en una canción de este disco: “Cobra lo que tengas que cobrar, pero hazlo por amor al arte”. No tengo nada en contra del comercio, ni siquiera de la riqueza, y tengo más dinero del que jamás pensé, que sigue siendo poquísimo comparado con el que tienen ellos. Pero es que nunca pensé que viviría de tocar la guitarra. Tengo mi casa aquí y un terreno en Uruguay, todo lo que puedo usar y un poco más para cubrirme en un bache como la pandemia, en el que pude mantener a mi familia.

jorge drexler
Alfredo Arias Horas
Jersey de Sandro y gafas de Tom Ford.

También tienes un Oscar, aunque no te dejaran cantar porque no eras “suficientemente popular”. Han pasado ya 17 años. ¿Crees que para la Academia ya lo serías?
Lo dudo. Ahora soy bastante más conocido que por entonces, pero no para lo que le importa a Hollywood. Sus estándares de popularidad no tienen nada que ver con los míos.

¿Sigue escociendo?
¡Qué va! Estoy muy agradecido a la Academia y nunca quise entrar en la polémica que me sirvieron para que retirara la canción porque era una falta de respeto a los latinos. Que tire la primera piedra el programa de televisión al que no le importe su audiencia. ¿Que estoy de acuerdo con eso? No, no es mi manera de proceder. Pero no soy tan ingenuo ni tan hipócrita. Además, no puedo con el complejo de inferioridad y el victimismo. Hay que estar atento porque hay gente mala, pero no ir de víctima por el mundo. Eso es espantoso.

Consulta todas las fechas de la gira Tinta y tiempo en www.jorgedrexlerweb.com.

*Este artículo aparece publicado en el número de mayo de 2022 de la revista Esquire.

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Alfredo Arias//Esquire