Con Mecano pasa como con el chocolate, las rosas o con Hermès; que hasta los haters de manual –displicentes redomados– achantan el pico y claudican ante su éxito, porque nunca jamás nadie antes, ni tampoco nunca nadie después ha conseguido lo que ellos: la mayor de las proezas, conseguir todos los números uno y primeros puestos, llenar estadios y discos de oro y de diamante y cuantos premios musicales se otorguen dentro del panorama musical español. Pero sobre todo Mecano acertó al despedirse, porque dijeron adiós en lo más alto, y desde entonces su público sólo tiene una plegaria: que vuelvan.

La historia arrancó a mediados de mayo de 1981, con Hoy no me puedo levantar. José María Cano quería dejar a un lado la carrera de Arquitectura y lanzarse de cabeza a la música; así que convenció a su novieta de la época para que cantara con él y a su hermano pequeño –que había dejado atrás PRISMA, un grupo que había montado con un par de amigos– para que le acompañaran en la aventura. El single no sonó tanto como esperaban, y el padre de los Cano compró más de un centenar de copias para que lo movieran por las emisoras. Entonces sí, en apenas un año habían conseguido un contrato con la discográfica y un álbum de estudio: Mecano (1982), bajo la tutela de Jorge Álvarez y Luis Cobos, a la última en sonidos modernos de sintetizadores.

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Una imagen del grupo Mecano en plena promoción durante sus inicios.

En su primer año, Mecano se recorrió toda la geografía nacional y cerró la gira con un concierto en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, la crónica de El País recogía las palabras del personal de mantenimiento del Pabellón: “nunca se habían consumido menos porros en un tinglado de estos”. Y es que la pista la llenó de “madres con pieles e hijos apenas adolescentes, el resto jóvenes en flor”. El montaje ascendía a los tres millones de pesetas, pero la ocasión merecía un dispendio tal: llevaban más de 350.000 elepés vendidos y aún no habían recalado en la capital. En palabras del periodista José Manuel Costa que firmaba la crónica, la clave del éxito estaba en un cóctel a base de “calidad formal, sensibilidad generacional, buenos modos e inteligencia”. El concierto fue un verdadero éxito; a partir de ahí nació Mecano.

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El grupo en 1988.

En los dos discos siguientes –¿Dónde está el país de las hadas? (1982) y Ya viene el sol (1984)– Nacho Cano se perfiló como el artista visionario, el chiquillo con gusto y olfato para la música que firmaba temas que eran puro éxito. Pero a José María le aguardaba la gloria en el cuarto disco de estudio, Entre el cielo y el suelo (1986). Confirmaron entonces que eran un grupo enorme, y que el público estaba de su parte cuando consiguieron superar el millón de copias vendidas. Los estilos, como los egos, empezaron a tirar en direcciones opuestas, y a Ana Torroja se le ocurrió “la idea”: cada uno grabaría sus temas en sus estudios y con sus equipos y ella iría de aquí para allá grabando con unos y otros mientras su voz angelical, que iba mejorando cada disco, empastaba todo el contenido musical al tiempo que limaba asperezas fraternales.

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La vocalista de Mecano, Ana Torroja.

Mecano vivía en una catapulta constante, imparable, y donde otros se presentaban más aguerridos, o más rebeldes y más rompedores, ellos pusieron voz a toda una generación entre los 80 y los 90. A posteriori han surgido las voces que apuntan que Mecano no se dejaba ver por los locales de moda de la época, no iban a los bares de músicos, y quizá por eso no fueron jamás aceptados en los paraísos endogámicos de la modernidad. Pero agua pasada no mueve molino, y el mito que alimentó el grupo sigue intacto.

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Ana Torroja y José María Cano saludando al público durante un concierto de la gira del disco Descanso Dominical.

Atrás quedaron los diseños de Alvarado y los ropajes salidos de Ararat, en la (casi) década que separa el disco Mecano (1982) de Aidalai (1991), el grupo fue cambiando toda su puesta en escena. Los dos hermanos a los lados, como una alegoría de su carácter y su personalidad, montados sobre unos torreones altísimos y sudando mares, y Ana Torroja de lado a lado siguiendo a pies juntillas la coreografía que le habían marcado, haciendo gala de unos tríceps bien prietos y de unos cuádriceps torneados y definidos. Y con el aplauso ensordecedor del público todavía zumbando en los oídos tras una gira por toda España, el trío dio su último concierto en 1992. Un lustro después vino la reunión, y el grupo volvió con un doble álbum recopilatorio de grandes éxitos y ocho temas nuevos, pero a los hermanos Cano aquello ya no les convenció; el globo había pinchado y debieron pensar que una retirada es una victoria. Desde entonces, y para consuelo de tontos (que el mal es de muchos) nos quedan sus canciones como un legado para recordarles.

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Nacho Cano, Ana Torroja y José María Cano en la presentación de su último disco: Ana , Jose , Nacho.

1. “Y ese algo que soy yo mismo es un cuadro de bifrontismo que solo da una faz”

Todavía resulta apabullante que alguien se atreviera con una frase así; pero José María Cano andaba sobrado de literatura (otras grandes frases estaban aún por llegar). Gracias a temas como Me cuesta tanto olvidarte, los enamorados que decidieron cortar con una relación tienen desde el lanzamiento del tema banda sonora para afirmar que a veces, aunque la decisión de romper la tome uno, es difícil olvidar; estés en el lado que estés.

ME CUESTA TANTO OLVIDARTE, José María Cano

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Nacho Cano en pleno concierto.

2. “Mario llega cansado y saluda sin mucho afán, quiere cama pero otra variedad. Y María se moja las ganas en el café. Magdalenas del sexo convexo”

¿Qué son, las "magdalenas del sexo convexo"? No hay todavía respuesta para esta piedra roseta del deseo; el buen sexólogo que lo adivine...

Sin duda, con Cruz de navajas Mecano patentó su sello: ponerle música a historias que valdrían como carne de best-seller.

CRUZ DE NAVAJAS, José María Cano

3. "Que con mis piedras hacen ellas su pared"

Se adelantaron –algo más de una década– a la ola de igualdad y respeto LGTBI que vimos con el cambio de siglo. Un amor libre entre dos mujeres que nos contaba cómo ellas, esquivando la repercusión y el juicio ajeno, se escudaban en todos esos reproches para hacer bandera de un amor adulto, consentido y libre; como una bandada de palomas "volando a ras de suelo".

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MUJER CONTRA MUJER, José María Cano

4. "A ver si espabilamos los que estamos vivos y en el año que viene nos reímos"

Cantarle al fin de año asegura, al menos una vez durante el ejercicio, que la canción va a ser oída a la fuerza por todo el mundo. Todos reunidos, hasta el cura despistao, despedimos el año cantándola; siempre (para qué negarlo). Pero de entre todos los buenos "propósitos" , uno que deberíamos repetirnos más a menudo es el de reír más. Ya que estamos aquí, ¡vamos a reír!

UN AÑO MÁS, José María Cano

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Ana Torroja en mitad de un concierto.

5. "Como yo soy muy consciente –hasta en esta situación– decidí ser consecuente con mi nueva dimensión"

No hay manera más melódica de aceptar un nuevo escenario; esto es la famosa resiliencia. El be water my friend de Bruce Lee, al ritmo de los años ochenta españoles.

AIRE, Nacho Cano

7. "Amar es el empiece de la palabra amargura"

La frase que daba título al tema no era del propio José María, la genialidad tiene registrado el copyright. "Una rosa es una rosa es una rosa" es posiblemente la cita más famosa de Gertrude Stein, sacada de un poema que escribió en 1913. Pero en esta canción –la más flamenca del grupo– la frase del enunciado vaticina el calvario en el que se acaba convirtiendo una relación; que los principios son muy bonitos pero con los finales ya se sabe...

UNA ROSA ES UNA ROSA, José María Cano

8. "Yo me preguntaba: ¿Quién me la podría presentar? Yo me preguntaba: ¿Qué le voy a contar?"

Así es la vida, y esta canción es un resumen de nuestra ansiedad y nuestras insaciables e irrefrenables ganas de más en sólo tres compases. Aún no conocemos a nuestro objeto de deseo y ya estamos de los nervios porque no tenemos ni idea de por dónde abordar la conversación. Vamos, la historia más repetida en cualquier discoteca cualquier fin de semana de cualquier mes del año.

ME COLÉ EN UNA FIESTA, Nacho Cano

9. "Si te reencarnas en carne, vuelve a reencarnarte en ti; que andamos justos de genios, Eugenio Salvador Dalí"

Y tan justos que vamos. Nada nos vendría ahora mejor que una ronda de artistas frescos; una hornada de talento con sello español. Un bis a esas generaciones de artistas sin par que nos dio el principio del siglo XX. ¡Crucemos todos los dedos!

DALI, José María Cano

10. "Hawaii, Bombay, a la luz del flexo. Hawaii, Bombay, nos damos un beso [dice bexo]. Hazme el amor frente al ventilador"

Ya lo dijo el alma mater de Harper's Bazaar, Diana Vreeland, esa luminaria de la estética que sentó las bases de la moda durante el siglo XX: No hay nada tan importante como tener imaginación. Y se ve que los chicos de Mecano seguían al dictado las órdenes de la magnánima editora, porque a falta de pan buenas son tortas. Se trata sólo de echarle un poquito de imaginación

HAWAII BOMBAY, Nacho Cano.

10. "Si me vuelven a asaltar las ganas de petardear, dame dos hostias y hazme ver que estar aquí es un milagro que se puede compartir"

Pues eso, que en lo tocante a ellos: el público aún les espera; y en tanto que mensaje, quizá vaya siendo ya hora de empezar a valorar lo que de verdad hay que valorar.

EL CLUB DE LOS HUMILDES, José María Cano