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Bono confiesa Las conmovedoras memorias del líder de U2 'Tras la muerte de mi madre éramos tres hombres gritando; entre la rabia y la melancolía'

Siempre reacio a hablar de su vida privada, a sus 62 años, el líder de U2 publica Surrender: 40 songs, one story, un libro de memorias en el que se extiende sobre el trauma que le causó la muerte de su madre y revela que tiene un hermano secreto. Él mismo pasará en noviembre por Madrid para presentarlo en directo, parte de su tour hablado en solitario Stories of Surrender.

Por Fernando Goitia

Jueves, 27 de Octubre 2022

Tiempo de lectura: 9 min

Tengo muy pocos recuerdos de mi madre», escribe Bono en Surrender: 40 canciones, una historia, sus memorias. A la venta el 1 de noviembre, se trata de un libro en el que, por primera vez, habla a corazón abierto de su infancia en Irlanda. Muy en especial sobre su madre, Iris Rankins, fallecida de forma repentina por un aneurisma cuando el futuro cantante de U2, la banda de rock más grande que ha parido nunca la Isla Esmeralda, tenía 14 años (en la foto de arriba, la familia unas semanas antes de la muerte de Iris, con Bono, entonces solo Paul, a la izquierda).

La explicación sobre ese hueco en su memoria tiene mucho de ajuste de cuentas con su pasado, como revela un adelanto publicado por la revista The New Yorker. «Después de la muerte de Iris, en nuestra casa nunca más se volvió a hablar de ella. Peor que eso, rara vez volvimos a pensar en ella. Éramos tres hombres irlandeses [su padre, su hermano Norman, siete años mayor, y él] y evitamos el dolor que surgiría al pensar y hablar sobre ella». El olvido se convirtió de ese modo, en un intento de protegerse ante la desaparición del gran faro de su infancia; el silencio convertido en expresión muda de la profundidad de su dolor.

Con 12 años fue expulsado de un colegio por lanzar caca de perro a una profesora de español que, según el cantante, le tenía manía

Intentando lidiar con ello se apuntó por un tiempo a clases de pintura y, más tarde, se incorporó a un grupo religioso llamado Shalom, donde también ingresaron sus compañeros de instituto y de U2, el baterista Larry Mullen y el guitarrista The Edge. Muy presente en sus vidas hasta la grabación de su segundo disco, October, de 1981 –Gloria, icónica joya del álbum, incluye un coro litúrgico en latín–, Bono describe a sus integrantes como una especie «de cristianos del siglo uno» que deambulaban por las calles de Dublín.

El idilio duró hasta el inicio de la consiguiente gira, cuando el culto comenzó a cuestionar la incompatibilidad del estrellato roquero con los postulados cristianos. «Si Dios tuviera algo que decir sobre este tour, debería haber levantado la mano un poco antes», advirtió entonces el mánager de la banda, Paul McGuinness. A lo que Bono añadiría: «He comprendido que todo es una tontería, que lejos de acercarse a la rendición voluntaria estas personas se acercan, en realidad, a la negación».

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Un viaje a los orígenes.El primer nombre de la banda fue Feedback, antes de sustituirlo por The Hype y, finalmente, adoptar el de U2, como el avión espía norteamericano. Tocaban primero versiones de los Beatles, Stones y demás clásicos roqueros. Paul Hewson, el cantante, tomó el nombre a Bono Vox, (Buena voz en latín) de una tienda de aparatos para sordos de Dublín, antes de dejarlo en, simplemente, Bono.

Antes de la ruptura, en todo caso, escribió I will follow (inicio de Boy, su álbum debut, en 1980), la primera canción en la que hablaba de su madre, y Tomorrow (incluida en October). Interpretada con urgencia adolescente, Bono habla de forma velada en la primera sobre seguir el camino de su madre hacia la tumba; más atmosférica y lúgubre, aunque también vocalmente urgente, la segunda expresa el deseo de verla regresar.

Más tarde, le dedicaría nuevas piezas como Lemon (en Zooropa, 1993), Mofo (en Pop, de 1997) o Iris (Hold me close) (incluida en Songs of Innocence, de 2014). Al fin y al cabo, como confiesa Bono en sus memorias: «Nací con melodías en la cabeza y buscaba la manera de escucharlas en el mundo». Aunque todo eso ocurriría mucho después.

En el funeral de su abuelo, su madre se derrumbó junto a la tumba. Le había dado un derrame cerebral. «Tres días después nos llevaron a mi hermano y a mi al hospital para despedirnos»

Nacido Paul David Hewson, en Dublín, el 10 de mayo de 1960, Bono (apodo adoptado en los tiempos fundacionales de la banda) fue hijo de madre anglicana y padre católico, lo que en la Irlanda de aquella época ya imprimía carácter. En el libro, 48 años después, intenta poner remedio a los extravíos de su memoria adolescente.

«Iris riendo –escribe–. Su humor negro como sus rizos oscuros. La risa inapropiada era su debilidad. Mi padre, Bob, un empleado de correos, la llevó un día a ella y a su hermana Ruth al ballet y allí lo avergonzó con sus sordas risotadas al ver los bultos de los bailarines bajo sus leotardos a la altura de los genitales».

Leer a Bono permite empatizar con el dolor que lo llevó a olvidarse de su madre. Son recuerdos alegres, felices, probablemente terapéuticos para el cantante a sus 62 años. «Con siete u ocho años, yo era un niño travieso. Mi madre agitaba detrás de mi un largo bastón que una amiga suya le había prometido que me disciplinaría. Yo temía por mi vida mientras ella me perseguía por el jardín, pero cuando me atreví a echar la vista atrás, ella se estaba riendo a carcajadas, diluida su fe en aquel castigo medieval».

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Activismo de aire mesiánico.Candidato al Nobel de la Paz en tres ocasiones, su activismo (arriba, dando un concierto en mayo en el metro de Kiev) ha hecho de Bono un personaje polémico, por comportarse –le acusan sus detractores– con aires de mesiánico jefe de Estado. Sinead O'Connor dijo que cuando siente impulsos suicidas, piensa en Bono dando un discurso en su funeral y recupera las ganas de vivir.

Bono se extiende a la hora de hablar de su familia, eje central de diversos momentos relevantes a lo largo de su libro. Explica, por ejemplo, qué hizo de los Hewson Rankins una familia diferente, marcada por esa convivencia entre confesiones, mal vista en la ultrarreligiosa Irlanda.

«El matrimonio de mis padres consiguió escapar al sectarismo imperante en la época –rememora Bono–. Él creía que la madre debía tener el voto decisivo en la instrucción religiosa de los niños y los domingos por la mañana ella nos llevaba a mi hermano y a mi a la iglesia protestante mientras mi papá iba a una misa católica. Había menos de una milla entre ambas iglesias, pero en los años sesenta una milla era mucho».

Fue entre aquellos estímulos religiosos donde el cantante inició su romance con la música. «Los protestantes tenían las mejores melodías y los católicos tenían los mejores equipos de sonido», frivoliza. Y el pequeño Bono decidió aprovechar lo mejor de cada casa. «Cuando era un niño y me quedaba solo ante el teclado de la iglesia, me sentía en trance. Era un tiempo sagrado para mi. Pasé años experimentando sonidos con las teclas y los pedales. Pero mi madre no estaba buscando ese tipo de señales en mí y nunca las vio».

'Mi padre llevó un día a mi madre al ballet y lo avergonzó. No paraba de reírse al ver los bultos de los bailarines, bajo sus leotardos, a la altura de los genitales'

Ni siquiera el único día en que vio a su hijo cantar en público. «Interpreté a un faraón en un musical de Andrew Lloyd Webber –prosigue Bono–. Era una especie de imitador de Elvis, así que me puse un traje de pantalón blanco de mi madre, le pegué unas lentejuelas plateadas, fruncí los labios y me puse a cantar. Ella reía sin parar, aunque extrañada al ver que yo era capaz de hacer aquello».

Bono ofrece dos ejemplos de la escasa empatía que recibió de sus padres con respecto a sus inclinaciones musicales. La primera: «Cuando mi abuela decidió vender su piano e insinué lo bien que encajaría en nuestra casa, mi madre replicó. ‘No seas tonto, ¿dónde lo pondríamos?’». Y la segunda: «Cuando hice una entrevista en St. Patrick’s Cathedral Grammar School, en el centro de la ciudad, el director me preguntó si tenía algún interés en unirme a su famoso coro infantil. Mi corazón de 11 años se agitó. Pero Iris, al notar mi nerviosismo, respondió por mí: 'Para nada. Paul no tiene interés en cantar’».

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El Rey Midas del rock. Tres de las giras de U2 figuran entre las 20 con mayores recaudaciones de la historia. La que más: U2 360º Tour (entre 2009 y 2011) con más de 736 millones. En la imagen, Bono durante el Elevation Tour,  gira de All That You Can't Leave Behind, álbum del año 2000.

Su paso por la escuela St. Patrick’s fue efímera, apenas un año. En 1972 fue expulsado por lanzar caca de perro a una profesora de español que, según el cantante, le tenía manía. Todo un alivio para el pequeño Paul, ya que en septiembre de ese año fue matriculado en el lugar que cambiaría su vida para siempre.

«La Escuela Integral Mount Temple fue la liberación –prosigue Bono–; un experimento educativo aconfesional en la conservadora Irlanda. Se me animó a ser yo mismo, a ser creativo, a usar mi propia ropa. Y había chicas. Que también vestían su propia ropa». Allí profundizó, además, en sus inclinaciones por el rock and roll, inducidas por su hermano Norman, y conoció de paso a sus colegas de U2 en la hoy mítica audición convocada por Larry Mullen para formar una banda.

«Mi amigo Reggie Manuel y yo íbamos al colegio en bicicleta y, en una pendiente interminable, nos agarrábamos del camión de la leche. Nunca me he sentido tan libre como en aquellos días –rememora Bono–. Los viernes al volver a casa nos deteníamos en el centro de la ciudad para visitar Dolphin Discs, en Talbot Street, donde vi por primera vez álbumes como Raw Power, de Iggy and the Stooges, Ziggy Stardust, de Bowie y Transformer, de Lou Reed».

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Un orgulloso padre de familia.Bono está casado con la activista antinuclear y empresaria Alison Stewart desde 1982 y ambos son padres de cuatro hijos.  En la imagen, Bono con su mujer y su hija Eve, en París en 2013, donde recibió la medalla de Comandante de la Orden de las Artes y las Letras, el reconocimiento más importante de Francia.

Los aledaños de la tienda, por cierto, serían escenario de un ataque con bombas por parte de un grupo lealista norirlandés que causó 33 muertos, incluidas una joven madre embarazada, una familia entera y una mujer francesa cuya familia había sobrevivido al Holocausto. Ocurrió el 17 de mayo de 1974. Era viernes, pero una huelga de autobuses hizo que Bono ese día se fuera directamente a casa.

Meses más tarde, en septiembre, su abuelo murió de un infarto el día en que celebraba las bodas de oro de su matrimonio. Tres días después, en el funeral, perdió a su madre. Se derrumbó junto a la tumba de su padre.

«‘Iris se ha desmayado, se ha desmayado’. Las voces de mis tías y primas soplan como una brisa entre las hojas. ‘Estará bien. Se acaba de desmayar’, me dicen. Más tarde, ya en casa, estoy corriendo y riendo con mis primos cuando irrumpe la hermana pequeña de mi madre. ‘Iris se está muriendo. Ha sufrido un derrame cerebral’. Todo el mundo se aglomera, lloran, gimen; alguien se da cuenta de que yo también estoy allí. Tengo 14 años y estoy extrañamente tranquilo. Les digo a mis tíos y tías que todo va a ir bien. Tres días después nos llevan a mi hermano Norman y a mí al hospital para despedirnos. Entro en la habitación en guerra con el universo, pero Iris parece en paz. Es difícil darse cuenta de que una gran parte de ella ya se ha ido».

«Después de la muerte de mi madre, tres hombres que solían gritarle a la televisión se gritan ahora entre ellos. Vivimos en la rabia y la melancolía, en el misterio y el melodrama. El volumen de la música sube para detener el silencio que envuelve la casa y a los tres hombres. Uno de ellos es apenas un niño».

Más allá del relato de su infancia y las líneas dedicadas a su madre, el libro, con cerca de 600 páginas y ordenados por capítulos titulados con canciones clave de la banda, se extiende por otras intimidades familiares, como la existencia de un hermano secreto fruto de una relación de su padre con otra mujer. Hermano con el cual, por cierto, Bono asegura mantener una excelente relación. Su madre, eso sí, nunca supo de su existencia.

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