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Hombres G: "Espero que no se lo carguen, porque España es un país maravilloso"

LD entrevista al grupo madrileño con motivo del lanzamiento de su recopilatorio Del rosa al amarillo.

LD entrevista al grupo madrileño con motivo del lanzamiento de su recopilatorio Del rosa al amarillo.
Hombres G posando para Libertad Digital. | C.Jordá

Los Hombres G celebran su cuadragésimo aniversario publicando un recopilatorio doble, Del rosa al amarillo, título compartido con el de una película de Manuel Summers de 1963. Conforman David Summers, Rafa Gutiérrez, Dani Mezquita y Javi Molina un milagro longevo, musical y extraño –teniendo en cuenta, sobre todo, que vivimos en la edad de la prisa, de lo efímero, de la obsolescencia programada– a base de amistad y canciones bonitas, divertidas, sencillas y, precisamente por esto último, difíciles. Sin ellos, perdonen el tópico, no se puede entender la historia de la música popular española del último medio siglo. Han sobrevivido a la zancadilla del envidioso, han ligado a punta de pala con febriles chicas cocodrilo, han cantado "Voy a pasármelo bien", "Lo noto" o "Marta tiene un marcapasos" en el Rock-Ola y en el Madison Square Garden, han acabado rindiendo a la crítica. Y ahí siguen: empezando, componiendo, llenando, triunfando. Humildes, currantes, golfos y responsables. LD les entrevista en las nuevas instalaciones de Warner Music Spain, en un edificio que, no ha tanto, fue parte de la vieja Estación del Norte.

P: El homenaje a la película de su padre, Manuel Summers, estaba a tiro de piedra.

David Summers (DS): Sí, el título es un pequeño homenaje y, además, cuenta nuestra historia. Tenemos dos partes en nuestra carrera: la rosa, la de los primeros años de juventud casi adolescente, y la amarilla, la de la madurez, la del siglo XXI, todo lo que hemos hecho estos últimos 23 años, una época más madura a la par que interesante. Queremos contar a nuestros fans más jóvenes de dónde viene todo esto y cuál ha sido la historia de Hombres G. Javi sugirió este título para el disco y la verdad es que estoy muy agradecido. Seguro que mi padre lo agradece también.

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Un momento de la entrevista | C.Jordá

P: ¿La de los Hombres G es una historia de amor?

Rafa Gutiérrez (RG): El amor influye: el amor a la música, el amor de amigos… El amor de amigos es una base fundamental. Cuando empiezas a hacer una cosa como esta, sin pretensiones grandes, y llegas tan lejos… sólo se puede seguir hacia adelante.

P: ¿Cuál es la lección más importante que, como grupo, sacan de estos cuarenta años de carrera musical?

DS: Que de ilusiones se vive. Hemos mantenido siempre la ilusión y el amor por la música. No nos cansa nunca, siempre tenemos la ilusión de proyectar nuevas cosas, de hacer nuevas canciones. De que esta hoguera esté siempre encendida a base de echarle buenos palos de leña, que son canciones bonitas, una detrás de otra. De repente, pasan cuarenta años y te das cuenta del repertorio acumulado, de las vivencias y de lo bien que lo hemos pasado durante toda nuestra vida. Somos conscientes de que somos unos privilegiados que hemos vivido una vida absolutamente maravillosa.

P: Han dicho alguna vez que, por inconscientes, de jóvenes no sabían lo buenos que eran. ¿Lo saben ahora?

RG: La gira se llama Seguimos empezando. Y es que seguimos empezando en todo, incluso a la hora de tocar la guitarra, la batería… Nunca acabas de aprender. Lo que pasa es que, a día de hoy, sabemos lo suficiente para poder hacer la música que nos gusta.

DS: Siempre hemos hecho canciones muy sencillas, letras fáciles de digerir, ya sea para divertir, ya sea para enamorar. Hemos trabajado el amor y el humor siempre. Con el paso del tiempo, te das cuenta de que hacer eso es lo más difícil: hacer canciones sencillas que sean como flechas y se claven en el corazón de la gente y perduren en el tiempo. Es un trabajo que te tiene que salir de una manera natural; si lo buscas, es muy difícil que lo encuentres. Lo tienes o no lo tienes. Como dicen los flamencos, es o muy fácil o imposible.

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El grupo, durante la entrevista | C.Jordá

P: Se le atribuye a Quevedo la siguiente frase: "La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come". Pregunta retórica va: ¿se han sentido mordidos por la envidia?

Dani Mezquita (DM): Constantemente. Sobre todo, los primeros años. Era enfermizo. Sentíamos que éramos atacados injustamente.

RG: No te hacen mucho daño si sabes cómo asimilarla. Quiero decir: si te tienen envidia, es porque algo tienes. Cuando te das cuenta, no haces caso.

DS: ¿Sabes qué pasa? Que el que envidia es el que peor lo pasa. Cuando alguien te envidia, lo pasa fatal. Entonces, que se joda el tío. La envidia ha sido lo que ha hecho que nunca nos hayamos sentido, hasta ahora, reconocidos. Nosotros, en los ochenta, ya estábamos tocando en estadios en América: en Perú, en Colombia, en México… Teníamos un éxito tremendo que se obviaba, se tapaba. No nos premiaban porque había un gran sentimiento de envidia hacia lo que nos estaba pasando. Éramos chavales muy jovencitos que, de repente, por casualidad, parece que alguien nos dio con una varita y todo lo que hacíamos se convertía en éxito.

DM: Estábamos en un sello independiente, que era todo lo contrario a las grandes compañías, que tenían sus artistas, sus premios… y nosotros, en un sello independiente, vendíamos tres veces más que muchos artistas de esas grandes compañías.

Javi Molina (JM): Es difícil sobrellevar la envidia. Es jodido. A veces quema, duele. Teníamos toda América: estábamos allí desde el año 86-87. Y allí no ocurría eso en ese grado. ¿Qué pasa? Que era en España donde los medios no querían hacerse eco de lo que nos estaba ocurriendo en Latinoamérica. De ese boom, de esos llenazos tremendos. Y duele en cierta medida. Y te das cuenta de que es un problema de España. Como decía Díaz-Plaja, la envidia es el principal y el peor pecado capital de los españoles. En España también nos sentíamos superqueridos, los envidiosos eran los menos.

DS: Dicho esto, no guardamos rencor a nadie. Pesa muchísimo más en la balanza el amor recibido que el desprecio, la crítica o el odio. Recordamos más lo mucho que nos han querido y nos siguen queriendo.

P: Hablando de estadios americanos, ¿qué les ocurrió en Guayaquil?

DS: Los conciertos eran, en general, no sólo los nuestros, sinónimo de problemas, violencia, había mucha gente que iba a liarla… En los ochenta, se montaban unos pollos tremendos en los conciertos, y había gente muy salvaje y muy tarada. Ahora la gente es muy tranquila y viene a disfrutar. Entonces, Ecuador, año 87: el rock era muy subversivo, el país era muy conservador y los conciertos de rock eran sinónimo de movida. Tocamos primero en Quito y tuvimos unos cuantos muertos por avalanchas. Al día siguiente, en Guayaquil, también hubo heridos, muertos, violencia, la gente haciendo hogueras, la policía cargando contra ellos…

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Javier Molina, durante la entrevista | C.Jordá

JM: No estaban preparados. Les asustaba ver a tanta gente junta y llamaron no ya a la policía, sino al ejército. Ni siquiera sabían cómo colocar el escenario, la gente no veía, no oía, se apretaba luego y provocaba las avalanchas… No había infraestructura ni gente que supiese cómo organizarlo. En España tampoco: vino Lou Reed y la gente se subía y quemaba el equipo. En nuestro caso, en Quito se cayó una grada que estaba mal montada, de estas de andamiajes de hierro; en Guayaquil, porque pusieron el escenario en lugar de en donde en una portería, en mitad del campo y no mirando hacia una portería. Entonces, todos los de las esquinas no veían ni oían nada. ¿Qué pasó? Comenzó el concierto, empezaron a apretar y asfixiaron a muchos.

RG: El ejército y la policía se comportaban como si fuera una manifestación en vez de un concierto. El día que dice Javi, recuerdo que, cuando salimos, nos dijo el empresario: "Delante tienen un cordón policial". Y era exactamente eso: una serie de policías agarrados a una cuerda (risas), con lo que la gente empezó a venirse hacia el escenario, pasó por debajo de la cuerda y del escenario, y se acabó el show.

DS: En los noventa, cuando estaba haciendo gira en solitario por EEUU, cada vez que iba a una sala, no a un estadio, llegabas y había no sé cuántos coches de policías. Porque los conciertos de rock latino, para los americanos estadounidenses, era sinónimo de: "Aquí se va a liar".

P: Hace unos meses supimos que algunos libros de James Bond serán reeditados por contener "referencias raciales ofensivas". Cuando leen noticias del estilo, ¿qué piensan?

JM: Me dan ganas de vomitar. Me parece lamentable.

RG: Nos estamos dejando llevar por esos dictadores…

DM: Yo, la verdad, es que no les hago ni puto caso.

RG: Ya, pero a nivel mundial, está funcionando. La única manera de luchar contra eso es que cada uno hiciera como si no existieran. Y seguir haciendo chistes de gays y de gangosos. En ese sentido, hay que volver atrás. Yo voy a seguir siendo como siempre, no hago daño a nadie. ¡Nunca lo he hecho!

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David Summers, hablando de los conciertos de los 90 | C.Jordá

DS: Lo que es historia, es historia. Lo que habría que hacer es mejorar el presente y dejar de mirar el pasado. Efectivamente, en el pasado se hicieron cosas que pueden parecer injustas. Recuerdo, por ejemplo, una película de Tarzán, de Johnny Weissmüller. Se cae un negro por el acantilado y un tío se asoma y dice: "¡Esa carga contenía la munición!". Es una barbaridad. Además, es acojonante porque no es que al explorador le importara una mierda el tío que se había caído, ¡sino que al espectador que estaba viendo la película también! Transmitían ese "no importa que muera este". Eso es injusto, pero está ahí.

JM: Eso ya está superado en la mayoría de las sociedades occidentales, salvo por cuatro gilipollas.

DM: El problema es que mucha gente joven compra ese mensaje. Es el mundo woke que estamos sufriendo, que tiene un interés político.

JM: Me parece indecente, intolerable y me dan ganas de vomitar, aunque intento pasar. A mí no me afecta, pero a los jóvenes sí, les están lavando el cerebro. Y están coartando la libertad de creación, de expresión, de todo.

DS: Es la total ausencia de sentido común. Antes se pensaba de una manera y ahora de otra. Intentar cambiar lo que ya está hecho, retocarlo, rehacer las películas, reescribir lo escrito… La historia del ser humano ha sido, toda la vida, la historia del hijo de puta del ser humano.

JM: ¿Censuramos a Quevedo, a Calderón, a Machado, a Shakespeare, a Cervantes? ¡Váyanse a hacer puñetas ya!

DS: En el cuadro de Saturno devorando a su hijo, cambiamos al hijo por un bocadillo de mortadela (risas).

P: No, que es carne. Habría que poner tofu.

DS: ¡Un sándwich vegetal!

RG: El fondo de todo esto, ¿cuál es? Para mí, que nos están intentando despistar y vendiéndonos cosas que no valen para nada, sobre todo, a la juventud, para tenernos entretenidos y no darnos cuenta de los problemas reales que hay en el mundo. Problemas que ellos crean y no tienen solución para nosotros. Todo este tema de la censura, de los sexos…

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Un momento de la entrevista | C.Jordá

P: El otro día me enteré de que, según la ONU, hay 112 géneros.

DS: A mí sólo me interesa uno (risas).

RG: ...son chorradas, migajas para que estemos entretenidos. La economía, las guerras… hay problemas serios, pero la gente está más pendiente de la guerra de sexos, de Bambi… y son migajas para que estemos distraídos.

JM: Es el fin del imperio. Como dice tu amigo Pérez-Reverte, vivimos el fin del imperio de Occidente. EEUU y Europa Occidental se van al carajo. Y preocuparse por los derechos de las gallinas y de las vacas, cuando hay otros problemas mucho más graves, es un síntoma de degeneración. El imperio se va al carajo. Lo veremos poco a poco, pero los que van a dominar el mundo son los que ahora están comiendo mierda. Esos que no tienen nada que perder, han pasado hambre y están sufriendo de verdad.

P: Hipocresías pasapalabreras aparte, de componerse y cantarse hoy, ¿se podría salir ileso de canciones como "Matar a Castro" o "Rita la Cantaora"?

DS: Nos pondrían a parir, seguro.

RG: Depende. Si todas las mañanas tomas melaresbalamina

DS: Nosotros no vamos a revisar nuestras canciones. No vamos a cambiar ni una coma de lo que hemos hecho. Cuando yo escribí esas letras, nunca pensé en ofender a nadie. Todo lo contrario: quería contar historias divertidas, de amor, de humor, que la gente lo pase bien escuchando nuestra música. Sobre "Matar a Castro": leí en Interviú un artículo que se llamaba así. Hablaba de unos tíos que estaban organizando una ofensiva contra Fidel Castro y tal. Me pareció interesante, como una peliculita. Pero si hubiera leído "Matar a Pinochet", a lo mejor hubiera puesto "Matar a Pinochet". Me pareció una buena historia para hacer una pequeña peli, que es la canción. Realmente, tampoco sabíamos que iba a trascender de esa manera y que nos iban a prohibir la entrada en Cuba. En aquella época, hacíamos canciones para que las escucharan nuestros amigos, la gente del barrio y la que venía a vernos actuar.

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Daniel Mezquita, observando a sus compañeros | C.Jordá

P: El 31 de julio de 2022, actuaron en Milán y cantaron "Venezia". ¿Qué tal la experiencia?

DM: Estuvimos debatiendo durante unas semanas si la cantábamos o no.

JM: Una vez, fui a Venecia, me subí a una góndola y me quería grabar un vídeo cantando la intro de "Venezia". Le dije al gondolero: "¿Puedo cantar?". "¡Sí, claro, cantare, cantare!". Se subieron unos japoneses y le digo: "El problema es lo que quiero cantar". "¿Ma che cosa?". ¡Le empecé a decir la letra y casi me pega con un remo en la cabeza! (Risas) "¿La mafia? ¿Stronzo di merda? ¿Ma che cosa dici!".

DS: Un par de semanas antes de ir a Milán, fui al Varela y comí con Maurizio Carlotti, que es un tío estupendo, simpatiquísimo. Le conté esto: "Vamos a ir a Milán, no sabemos si cantar ‘Venezia’, qué vamos a hacer…". "¿Cómo es la letra?". Se la digo y me dice: "No puedes cantar eso" (risas). Y añade: "Además, ¡es que yo soy de Venecia!".

JM: Los de seguridad se daban la vuelta en plan: "¿Qué dicen estos tíos?".

P: La de los Hombres G, decíamos, es una historia de amor. También de sexo –no entre ustedes, entiéndaseme–. Si se puede contar, ¿qué es lo más raro, en este sentido, que les ha ocurrido?

DS: Nuestra vida era un surrealismo constante. Algunas fans estaban completamente desquiciadas. Sufrimos un acoso permanente que siempre nos tomamos con sentido del humor. Siempre nos reímos de eso, nos pareció muy divertido que nos pasara. Por eso hicimos "El ataque de las chicas cocodrilo": es una parodia de lo que nos pasaba. Pasamos de ser unos chavales normales a, de repente, un fenómeno sociológico, sexual… Nos convertimos en unos chicos guapísimos, las niñas se morían por nosotros y nunca terminamos de entenderlo. Fuimos el primer fenómeno fan que no fue prefabricado en una discográfica. Los Pecos, Pedro Marín o incluso Miguel Bosé en sus inicios eran, en un principio, productos que se crearon para provocar ese efecto. Nosotros no, nosotros éramos un grupo como Los Nikis, Glutamato, Siniestro, que tocábamos donde se podía tocar y, de repente, ¡boom!, nuestra vida cambio de la noche a la mañana.

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Rafael Gutiérrez, en un momento de la entrevista | C.Jordá

RG: No lo esperábamos. Y cuando teníamos a tanta gente en los conciertos, a tantas niñas, nosotros, que somos gente agradecida y sencilla, nos sentíamos con la obligación de corresponder a sus deseos (risas). Y lo hacíamos.

P: ¿Cómo creen que hubieran vivido ese fenómeno fan habiendo Twitter, Instagram y derivados?

RG: Hubiera sido muy diferente. Aun así, nos apañábamos. Teníamos una vida juvenil bastante buena (risas).

DS: Hay gente que me dice: "¿No te jode haber perdido esos años, te robaron la juventud porque tenías que trabajar?". Vamos a ver, te la robaron a ti, tío.

DM: Se la robaron a Marisol y a Joselito.

DS: Hemos vivido una adolescencia, una juventud y una madurez absolutamente envidiable por cualquier persona normal. Nuestra vida ha sido una sorpresa constante. Nos han pasado unas cosas… y nos siguen pasando, nos vienen cosas nuevas que nos siguen sorprendiendo. Por ejemplo, nos sorprende ver los conciertos llenos de niños, locos por los Hombres G. Vamos a tocar a recintos como el Madison Square Garden, ¿sabes? En los ochenta, cuando éramos el fenómeno que tenía al país dado la vuelta, ni se nos había pasado por la cabeza que, en la puta vida, íbamos a tocar en el Madison. Nuestra vida fue y sigue siendo una sorpresa constante. Las ilusiones se van renovando, los sueños se siguen cumpliendo. No sabemos qué techo tiene esto. A este paso, vamos a hacer el 50 aniversario.

P: Vamos acabando, caballeros. De retirarse, ni hablar, ¿verdad?

RG: De momento, no. Y, volviendo a lo que estábamos hablando, en aquella época vivimos muchas cosas, éramos la envidia de cualquier chico de nuestra edad, pero eso nos hizo madurar muy rápidamente como personas. Con veintipico años, mientras nuestros amigos estaban estudiando la carrera y viviendo con los padres, nosotros teníamos un negocio entre comillas: responsabilidades, mucha gente que depende de nosotros…

DS: Veo a mi hijo Dani con el teléfono móvil, con Instagram y no sé qué, y tiene veintitrés años. Yo, con veintitrés años, estaba tocando en Lima para 50.000 personas. De gira por Latinoamérica, haciendo discos, promos, trabajando como un cabrón. Sin embargo, a él le veo como un niño. Es verdad: éramos muy jóvenes y éramos muy mayores.

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Un momento de la entrevista | C.Jordá

P: ¿Hay canciones inéditas en el horno?

RG: Muchas. Hacemos de más siempre.

DS: Cuando hacemos un disco, preparamos más canciones de las que salen. Hay que poder seleccionar lo mejor. Nunca se hacen diez canciones para un disco, sino veinte o treinta. Para La esquina de Rowland, tengo un archivo como de treinta y tantas canciones. Se usan diez y las veinte que quedan fuera no es porque fueran peores o malas, sino porque nos gustaban más las diez seleccionadas. Pero alguna aparecerá en algún momento.

P: Y, para finalizar, ¿siguen pensando que España es el mejor país del mundo para vivir?

RG: Sí. Hemos tenido la suerte de nacer en España.

DM: Es algo que puedes decir cuando has viajado mucho. Nosotros hemos estado en medio mundo…

DS: Espero que no se lo carguen, porque España es un país maravilloso. Y lo mejor que tiene es la gente. Los españoles somos una gente cojonuda. Sería una pena que por un grupo muy pequeño de personas, los políticos, nos enfrenten a todos y nos tengan de mala hostia todo el día. Yo creo, como decía mi padre, que todo el mundo es bueno.

P: ¿Ven factible hacer una gira internacional por Cataluña?

RG: Ojalá que no sea internacional y sea nacional.

DS: Aunque Cataluña se independizara, cosa que nos daría mucha pena, porque nos da pena que alguien se quiera separar de España, nosotros seguiríamos tocando para nuestra gente de allí, para los catalanes que nos quieren, que llenan el Palau Sant Jordi con meses de antelación.

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