La mayor parte de las capitales de los países de actividad taurina histórica, tienen sus plazas cerradas. Caracas, CDMX y Quito, capitales respectivamente de Venezuela, México y Ecuador, están cerradas. Bogotá (Colombia) también lo está de una forma u otra. Un panorama difícil de explicar respecto cierres o inactividades y preocupante al México pues las capitales son la brújula del toreo en cada país. ¿Por qué hemos llegado esta situación? La respuesta rápida sería por el anti taurinismo. Pero no es una respuesta cierta.
Excepto México, todos los países taurinos de América mantuvieron en sus capitales y principales plazas una dependencia total con España. Sobre todo, a través de las dos grandes casas empresariales, la de Chopera y Los Lozano. Se podría decir que España, en lo taurino, siguió siendo la metrópoli, sin un desarrollo empresarial propio. México, muy dado a su nacionalismo, fue la excepción, sobre todo a causa de la participación de la familia Baillères. Esta dependencia casi total dejó al toreo en manos de una sola cuestión. Su bonanza económica.
La inercia del toreo como gran espectáculo perdió velocidad hasta entrar en recesión allá por los años noventa. Hasta esa década o hasta los años 80 del siglo pasado, las temporadas de estas capitales y de sus respectivos países eran muy fuertes. Colombia vivió con César Rincón un maravilloso espejismo de grandeza, pero no era Colombia, era Rincón. A fuerza de ser sinceros, mucho antes de cobrar fuerza los movimientos políticos anti tauromaquia, el toreo en esos países ya hacía aguas.
La inercia del toreo como gran espectáculo perdió velocidad hasta entrar en recesión allá por los años noventa. Mucho antes de cobrar fuerza los movimientos políticos anti tauromaquia, el toreo en esos países ya hacía aguas.
Hay que recordar que la primera plaza capitalina sin toros es Caracas (Venezuela) que celebró su último festejo en 1997. Hugo Chávez no llegó al poder hasta 2002. Caracas cerró porque su propiedad, los Branger consideraron que era mas rentable dejarla cerrada que dar toros. Declarada Patrimonio Cultural, fue expropiada en 2005 y hoy da conciertos de forma muy rentable.
En Quito se celebraba una feria de gran categoría. Una plaza de propiedad privada gestionada por Citotusa en su última etapa, con precios y visión muy elitistas que no supo o no pudo convivir con el gobierno de Rafael Correa. Con la prohibición de la muerte del toro, la feria de 2011 fue un fracaso y cerró. No hubo capacidad para ver venir, desde el cambio de Gobierno de 2007, la que se avecinaba. Sustentada por la elite capitalina y las de otros países, sin apoyo del pueblo, la plaza cerró en su actividad con Citotusa ocupada en sus otros negocios.
La decadencia del toro en Colombia data de la natural retirada de César Rincón. Bogotá y otras plazas comenzaron a no ser rentables, en esa recesión del todo global (habría que preguntarse qué se hizo para no medicar, alterar, leer, reaccionar, ante la decadencia progresiva de años). Mucho antes del panorama de hoy, Bogotá cerró sin más y solo individualidades como las de Felipe Negret, abogado y empresario del coso, logró su apertura por orden constitucional.
En México el cierre de la Monumental sólo se explica por nulo trabajo anterior, décadas y décadas, para intentar blindarlo como actividad cultural del país con un gran arraigo del toreo. México vivió el toreo muy “nacionalmente”, expuesto sólo a las figuras del toreo de España cuando las suyas bajaron en fuerza. Ocupada más en el manejo desestructurado y personalista, la Monumental vivió a expensas de dos o tres tardes, mientras la temporada se degradaba en asistencia de público y perdía musculo social. Una estrategia casi infantil o de trilero, de cuatro o cinco personas ha dejado a CDMX sin toros. Esa es la realidad.
Se sostiene Lima, en Perú. Muy al margen de una tauromaquia popular de gran músculo y apego social. Con, quizá, los precios mas altos de todo el orbe taurino. Sin el fuste de otros tiempos, la figura de Roca Rey ha hecho mucho por sostenerla y, quizá sin ella, la decadencia habría sido total. Y se sostiene Madrid, claro. Con el mayor músculo de todas las plazas del mundo.
Estas corrientes se han beneficiado de la perdida de músculo social de un toreo que respondió a la merma de ingresos con apatía, sin capacidad de invertir para salir del agujero.
Afirmar que el toreo en esas ciudades y, por extensión, en esos países, está como está por el poder del anti taurino y el animalismo, no es cierto del todo. Estas corrientes se han beneficiado de la perdida de músculo social de un toreo que respondió a la merma de ingresos con apatía, sin capacidad de invertir para salir del agujero. Ha dado la sensación de esos pozos a los que se le acababa el agua, sin intentar una prospección o una alternativa a ese agua.
El ejemplo más claro para esta conclusión es Barcelona y Cataluña. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Primero fue la debilidad de Barcelona, con una gestión pésima de sub arrendamientos que debilitaron a una ciudad grandiosa en toros. Esa debilidad permitió primero, cerrar las plazas de alrededor y, por último, cerrar la Monumental. Con la particularidad vergonzosa de que el TC de España nos devolvió el derecho a dar toros sin que haya habido un solo intento por darlos.
No se trasladó ni se formó una estructura empresarial en cada país americano, logrando una dependencia absoluta a la metrópoli. En este sentido, el ejemplo francés ha sido dejar que sea el propio francés, el nativo, quien maneje su propio toreo y no depender de las referencias españolas de forma absoluta. Pocos de fuera pueden manejar lo de dentro como los que son de dentro y conocen al vecino y el paño.
La única forma de recuperar a todas estas capitales es hacer un toreo basado, en principio, en el no negocio. Y tratar de recuperarlo en años para llegue a serlo. Se llama inversión.
La pregunta es. ¿están prohibidos los toros en todos los países mencionados y en sus capitales? No. Con sus particularidades, no. ¿Es difícil dar toros en esos países? Si, claro, En Colombia, por los costes e impuestos que lo hacen inviable para ser negocio. Pero aún no están prohibidos. En Venezuela no lo están. En Lisboa con su tauromaquia particular, tampoco. Por no estar, lo están ni en Quito, en donde aún no se planteó el regreso de la tauromaquia total. Lo que sucede en esos países es que, con los impuestos y costes, no es negocio. Por tanto, la única forma de recuperar a todas estas capitales es hacer un toreo basado, en principio, en el no negocio. Y tratar de recuperarlo en años para llegue a serlo. Se llama inversión. Una cuestión que el propio toreo y sus profesionales no parecen tener en cuenta.
Respecto al animalismo y el anti taurinismo político, la falta de una estructura empresarial o de profesionales conjunta, una estructura con tintes jurídicos, políticos, de influencia entre todos los países, ha sido otra de las causas de esta decadencia. Un mismo espectáculo, un mismo contenido, los mismos problemas y los mismos enemigos en todas partes con el mismo guión, frente a los reinos de taifas e individualidades del toreo global que nunca se ha visto asimismo como algo global.