"Es un compromiso que asumimos desde el Museo. Seguramente va a haber quienes escuchen una guitarra Dobro de 1927 tocada fuera de su contexto, del blues, por ejemplo, y le va a generar cierta incomodidad. Pueden aparecer guardianes de la tradición que llegan y dicen no, mirá, esta guitarra se toca debajo de la higuera a las 12 de la noche del 24 de diciembre o no se toca. Bueno, listo. Está en nuestro museo y nosotros tomamos la decisión de accionarla sonoramente. Nosotros asumimos ese riesgo porque nos interesa que esa guitarra suene hoy. Y escribirle una nueva afectividad y una nueva historia. Vamos a ver cómo nos va. Tiene su parte riesgosa, nos da cierta adrenalina" afirma Augusto Pérez Guarnueri, coordinador del Museo de Instrumentos Musicales Dr. Emilio Azzarini, dependiente de la Universidad Nacional de La Plata. 

Se trata de la presentación de su nuevo proyecto, “Azzarini Sónico”, en el que se convocaron músicos platenses (en esta primera entrega, Carmen Sánchez Viamonte, Mostruo! y Míster América) que hagan funcionar los instrumentos exhibidos y alojados en el museo. La propuesta tiene como objetivo honrar el espíritu de Emilio Azzarini, platense, dueño original de la colección de instrumentos que se exhiben en el museo que lleva su nombre. Azzarini fue un coleccionista de la segunda mitad del siglo XX, apasionado por la música y por la ciudad de la Plata. Además, fue un militante importante en la reforma universitaria del año 1918. 

"Azzarini creía en la música como un lenguaje necesariamente universal para el entendimiento de los pueblos. Para él era necesario que los estudiantes de la universidad tuviesen un contacto con la música. Promovía la idea de un museo de la música, que llegó cuando pudimos abrir el museo en el que trabajamos tanto actualmente", afirma Pérez Guarnueri, coordinador del museo. 

Hoy en día, el museo exhibe no solamente instrumentos musicales, sino documentos, partituras, programas de ópera, casetillas, perigos de cordel, cilindros de dispositivos de grabación, discos de pascas, cilindros de sonógrafos, rollos de pianola, entre otros. 

"En otro momento, a fines del siglo XX cuando se fundó el museo, se le dio mucha importancia a la cuestión de la materialidad, todo intocable. Todo estaba separado por clasificación y se mostraban de esa manera. Vos venías al museo y tenías la vitrina de los membranófilos, tenías tambores de África, tambores occidentales, tambores chinos, que los unía el hecho de ser tambores, pero no se hablaba de los contextos. Por ejemplo, en los depósitos hemos encontrado, no sé, las manivelas de las cajas de música separadas de las cajas de música en una caja que dice manivelas. Había un énfasis puesto en la clasificación, que deja de lado el interés cultural por esos instrumentos", afirma el coordinador. 

Sin embargo, el equipo actual del museo está intentando darle un giro antropológico al museo, tratando de "problematizar un poco los contextos en los cuales se hace esa música", afirma.

"Creemos que los materiales y los objetos son en realidad materialidades que portan memoria sonora, que pueden provocar, motivar recuerdos afectivos relacionados con historias de uso, no solamente con géneros musicales, sino con historias de vida, de biografía, familias, no únicamente con el músico, o la música, y mucho menos aún la música de un determinado lugar. Lo que nos interesa es tratar de entender a la música más allá de la música, más allá de las notas, en lo que las personas hacemos con esos instrumentos", afirma. 

Con estas ideas en mente, los antropólogos buscaron acciones que les permitieran acercar no solamente los instrumentos una vez más a la música, sino a la comunidad al museo. "A pesar de que el museo está en el centro de la ciudad de La Plata, es poco conocido, poco visible, como a nosotros nos gusta decir "poco sonoro". Por eso también la idea, desde un principio, fue rescatar el espíritu de Azzarini, esta conexión con la ciudad de La Plata, siendo la ciudad un epicentro cultural, musical y sónico alucinante. Por eso organizamos este encuentro con músicos platenses, que no solamente vengan, tomen un instrumento graben un video y se vayan, sino establecer un diálogo", afirma. 

Los músicos protagonistas de la escena local se encontraron con distintos tipos de instrumentos. Los primeros videos los protagonizan Carmen Sánchez de Amonte, Mister América y Monstruo, con los que buscaron ampliar el volumen generacional de los músicos. Cuando llegó el momento de tocar, el equipo del museo les ofreció total libertad para jugar con su "parque de diversiones sónico". 

"Los invitamos a entrar a los depósitos del museo y que descubran objetos, que su nombre oficial es instrumentos musicales, pero en definitiva son objetos, cajas de música, silbatos, aerófonos, cosas familiares o instrumentos arqueológicos rara vez tocados o conocidos por ellos. Ocurrió mucho más de lo que nosotros esperábamos. Los y las músicas que vinieron realmente se comprometieron mucho con nuestro proyecto. Nos hicieron dar cuenta que nosotros realmente estamos en un gran privilegio al estar diariamente con esos instrumentos, para desafiarlos, para hacerles preguntas, para recordarnos cómo hacer nuestro trabajo de antropólogos. Poner un instrumento arriba de la mesa y empezar a preguntarles de dónde viniste, qué hacés, quién te construyó, quién te tocó, qué importancia tuviste para que Azzarini te incluya en la colección. Jugar con eso", afirma. 

Al mezclar músicos nuevos con instrumentos viejos, se generó una superposición de tiempos. "Este concepto de memoria sonora no sea únicamente pensar en el pasado, sino en el presente, porque la idea es que nosotros desde nuestra actividad en el museo podamos seguir registrando e inscribiendo nuevas memorias sonoras en esos instrumentos. Y en el camino, visibilizar y sonorizar el museo. Nos interesa un museo que suene, que vibre, que retumbe, un museo vivo, no un museo de vitrinas, de compartimentos estancos en donde colgar instrumentos", afirma. 

A pesar de que son un museo chico, tienen una gran iniciativa de museo de acción. Aunque se emprende desde un momento cero, de colección que parte de un coleccionista, el objetivo es ponerle un valor desde el presente, desde la acción. Y ya están transformando el presente musical. 

"Ayer uno de los músicos me escribió super contento con el evento, y me mandó fotos de los instrumentos que se puso a construir. Fijate cómo el museo logra interpelar y logra hacerse vibrar de otras maneras, inesperadas para nosotros", afirma. 

A pesar de estar convencidos de lo que están generando y pensando junto con sus materiales, Augusto no puede evitar bromear sobre cómo lo entenderán las generaciones futuras. "Nosotros ahora tratamos de pensar más en historias de vida, que están atravesados por historias de vida hermosas y sentimientos y afectos relacionados con esas historias de vida, que se cristalizan en esos instrumentos. Pero bueno, todos somos hijos de nuestra época, en el futuro nos criticarán a nosotros por el modo en que estábamos trabajando ahora, seguramente", concluye.