Cultura

Todo lo que ibas a necesitar saber sobre la vida estaba en 'El mago de Oz'

Y ofrecemos muchísimas razones para demostrártelo.

Tropa de élite.

Foto: 'El mago de Oz' (Victor Fleming, Mervyn LeRoy, King Vidor, George Cukor & Norman Taurog, 1939)

No lo sospechábamos. Éramos pequeños y la ponían en la tele. Por enésima vez. Pero todo lo que teníamos que saber para hacernos mayores estaba ahí. En una película de 1939.

Y cuando digo todo, quiero decir todo:

·Que es más fácil llegar a la meta del brazo de los amigos.

·Que nuestros amigos son seres peculiares. Como nosotros.

·Que entre ellos siempre habrá uno sin cabeza.

·Y uno que no se atreve a nada.

·Y uno que insiste en que no tiene corazón, aunque sabemos que miente.

·Que hay sitios en los que no nos van a dejar pasar –dicen que es por el aforo–, pero es por raros.

·Que la mayor parte de las veces salimos sin saber a dónde vamos.

·Que cuando llegamos, seguimos sin saber dónde estamos.

·Que nos entretenemos por el camino sin caer en que es lo mejor del viaje.

·Que todo está más lejos de lo que parece a primera vista.

·Que luego de cerca algunas cosas no molan tanto.

·Que no merece la pena quedarse quieto.

·Que a veces hace falta una tormenta para aterrizar en otro lado.

·Y que somos capaces de hacerlo sin despeinarnos.

·Que el amanecer siempre llega para dejar el truco en evidencia.

·Que edulcorar el mundo a base de filtros que multiplican los colores ya estaba inventado.

·Que las fantasías son en Technicolor. Y la vida en blanco y negro.

·Que la verdad se puede descubrir tropezando.

·Que el perro es el mejor amigo del hombre.

·Que, en ocasiones, ganan los buenos.

·Y que puede que los malos no sean tan malos.

·Que un buen golpe de suerte puede aplastar a uno de esos villanos.

·Que hay brujas rubias.

·Y que están de nuestro lado.

·Que hay gente aparentemente pequeña que luego puede ser muy grande.

·A pesar de su voz de vicetiple.

·Que hay melodías exasperantemente pegadizas. Y que es mejor resignarse. No vas a poder evitarlo.

·Que la mejor canción puede estar en los primeros cinco minutos de la peli.

·Que a veces está a punto de desaparecer porque a alguien no le gusta.

·Que alguien es el jefe.

·Que el jefe puede dar su brazo a torcer si la cantas muy bien.

·Pero luego dirá que él no tenía duda de que la canción funcionaba.

·Que hay historias, como las canciones, que se nos quedan clavadas en algún punto de la memoria con un temporizador que las hace estallar cuando es necesario.

·Que llevamos desde Ulises contando este viaje.

·El mismo que después harían Frodo y Skywalker.

·Que hay quien enloquece por un anillo y quien vende su alma por el poder del Lado Oscuro.

·Y hay quien mataría por unos zapatos.

·Que el final del arco iris no existe porque por el camino alguien gastó toda la paleta de colores.

·Que tampoco existe la magia.

·O que la magia está en el lugar más inesperado.

·En casa.

·Aunque tu casa sea un lugar aburrido en blanco y negro.

·Que la respuesta no está tan lejos como pensamos.

·Que tenemos desde el principio la llave.

·Pero nunca nos damos cuenta.

·Hasta que descubrimos que el secreto está en encontrarse bien en nuestros propios zapato s.

Lo aprendemos de pequeños mientras vemos esa película lisérgica y cantarina. Lo descubrimos junto con Judy Garland correteando pizpireta en dirección a Oz. Que no hace falta recurrir al mago. Pero sí es necesario recorrer el camino de baldosas amarillas. Con amigos. Con unos buenos zapatos. Porque el final del Arco Iris puede estar donde te dé la gana.

“Siempre has tenido el poder. Solo tenías que darte cuenta”. Lo dice la bruja buena del Mago de Oz. Con cara de no-sé-a-qué-estás-esperando.

Ahora ya lo sabes. No-sé-a-qué-estás-esperando.

Seguir a @mrtfernandez

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