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La nueva especialidad en Psiquiatría Infantil y de Adolescencia: fin a una "carencia histórica" de la sanidad

  • España y Bulgaria son los dos únicos países de la UE que no tienen un título específico en psiquiatría infantojuvenil
  • Los profesionales llevaban 20 años reclamando esta especialidad que pondrá el foco en la detección temprana

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Una psiquiatra atiende en su consulta a un menor.
Una psiquiatra atiende en su consulta a un menor.

La formación en psiquiatría infantojuvenil acaba de dar un salto de gigante que, según los profesionales de esa rama, paliará por fin una "carencia histórica" del Sistema Nacional de Salud. Hasta el momento, solo son suficientes cuatro meses de rotación en unidades de psiquiatría infantil para que los futuros psiquiatras puedan atender a menores con trastornos mentales graves, mientras que el nuevo título que se ha aprobado en el último Consejo de Ministros ampliará el tiempo necesario para adquirir las competencias a un mínimo de tres o cuatro años, de los cinco que durará la especialidad.

"Ha sido una noticia muy esperada. Llevábamos décadas, más de 20 años, luchando por la creación de la especialidad. Es una alegría, ya que supondrá mejorar la formación de todos los profesionales que se van a dedicar a la salud mental de los niños y adolescentes. Hasta ahora hemos intentado estar lo mejor preparados, pero la formación es poco homogénea entre los distintos centros", señala a RTVE.es la presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNyA), la doctora Luisa Lázaro.

También la doctora Marga Sáenz, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), considera la creación del nuevo título como un logro que pone remedio a una "carencia histórica" de la sanidad y que saldará "una deuda" con la sociedad, tras el intento fallido que se produjo en 2014.

"Lo consideramos un hito porque España, junto con Bulgaria, eran los únicos países de la Unión Europea que aún no tenían esta especialidad. No solo va a mejorar la formación para los psiquiatras que atienden a niños y adolescentes, sino que también se refuerza el conocimiento de los psiquiatras generales al crearse ahora un tronco común", explica Sáenz, que trabaja como psiquiatra en el Hospital Universitario de Cruces.

El real decreto por el que se crea el título de especialista en Ciencias de la Salud, Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia tiene como uno de los propósitos fundamentales facilitar la detección e intervención temprana de trastornos mentales y del neurodesarrollo en los más pequeños para evitar, en medida de lo posible, su progresión a la etapa adulta.

Lo previsto, según avanzan desde AEPNyA, es que la especialidad comience su andadura en el MIR de 2023, una vez realizados los ajustes en las unidades docentes.

Facilitar la detección temprana y reducir complicaciones

Además de poner el foco en la prevención, el nuevo título busca "reducir las complicaciones de los problemas de salud mental de las niñas, niños y adolescentes, facilitando la integración familiar, social, educativa y laboral", según ha informado el Ministerio de Sanidad en un comunicado.

Por otra parte, pretende optimizar el uso de psicofármacos, es decir, reducir su uso cuando este no sea necesario y potenciar el empleo de técnicas terapéuticas no farmacológicas.

El Plan pone asimismo de manifiesto que las niñas, niños y adolescentes con trastornos mentales deben ser objeto de intervenciones tempranas científicamente contrastadas, de carácter no farmacológico, evitando la hospitalización y medicalización.

Además, promoverá la detección e intervención temprana de trastornos mentales y del neurodesarrollo incluidos los trastornos adictivos en los niños y adolescentes (tóxicos, juego patológico, videojuegos e internet) y repercutirá en la reducción de la hiperfrecuentación a los servicios de urgencias y el número de ingresos hospitalarios.

Hay que dejar de separar de forma arbitraria la mente del cuerpo e integrar más la salud mental en la atención primaria

Los especialistas consultados esperan que este avance esté unido a un mayor compromiso para mejorar la atención a la salud mental, que ha permanecido históricamente en segundo plano dentro del sistema sanitario. Confían también en que poco a poco se pueda acabar con la "estigmatización" que sufren tanto la psicología como la psiquiatría dentro de la sociedad.

"Creo que mejorar la formación puede ayudar también a desestigmatizar de una vez los trastornos mentales y la psiquiatría, y a entender que son una parte fundamental de la salud. Igual que enfermamos y tenemos una gastritis o una migraña, todos podemos padecer un cuadro de ansiedad o depresión. Hay que dejar de separar de forma arbitraria la mente del cuerpo e integrar más la salud mental en la atención primaria, en coordinación con los hospitales generales", defiende Sáenz, quien espera que también se refuerce la salud mental perinatal.

El 50 % de patologías tienen origen antes de los 14 años

Según ha informado Sanidad, la creación de este título atiende también al incremento de los casos de problemas de salud mental, tanto en adultos como en la infancia y en la adolescencia, consecuencia de la pandemia provocada por la COVID-19, y cumplir además con las recomendaciones del Plan Integral de Salud Mental 2013-2020 de la Organización Mundial de la Salud.

En dicho Plan, la OMS plantea como meta el desarrollo de los recursos humanos y el refuerzo de las competencias del personal sanitario, generalista y especializado, teniendo en cuenta que el 50 % de las patologías mentales tiene origen antes de los 14 años.

Desde la SEP afirman que la pandemia ha acentuado los trastornos mentales graves entre la población de 10 a 18 años y han colapsado los ingresos en las urgencias materno infantil, que se han disparado en estos últimos seis meses.

"Acotar el tiempo entre el momento en que aparece un problema clínicamente significativo y el momento en que lo atiende un especialista sería muy relevante. Nosotros lo que sabemos es que en la actualidad, los estudios internacionales que hay sobre detección precoz, sobre todo de trastornos graves, muestran un tiempo de hasta dos años desde que aparecen los primeros síntomas hasta que se pone en manos de un clínico y en esos dos años las cosas se suelen ir complicando progresivamente y hay un sufrimiento muy grande de los chicos", apunta el doctor Ricardo Guinea, especialista en Psiquiatría en el Hospital de Día Madrid, dedicado al tratamiento de adolescentes, y expresidente de la Asociación Mundial de Rehabilitación Psicosocial (WAPR).

Los diagnósticos más frecuentes en esta etapa, coinciden en señalar los especialistas, tienen que ver con trastornos del vínculo y afectivos, como la depresión, así como problemas alimentarios y tendencias suicidas que se presentan con síntomas distintos a los adultos.

"En general, con la pandemia, se ha acentuado el malestar emocional. Se han vivido situaciones muy duras y ha entrado en nuestras vidas una característica importante que es la incertidumbre, el no saber qué va a pasar. Esto afecta mucho a los adultos, pero también a los niños, y es tarea de los profesionales prevenir, en la medida posible, la aparición de patología mental y diagnosticar y tratar la ya existente", explica Lázaro, que además de presidir la AEPNyA es jefa del Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona.

Programas formativos con duración mínima de 5 años

Hasta ahora, para que un psiquiatra pueda dedicarse a atender a menores necesita formarse durante cuatro meses en alguna unidad clínica de salud mental que se dedique a la atención de niños y adolescentes. Desde 2008, en el último año de residencia se puede optar por ampliar ese tiempo con un periodo de un año, pero es opcional e "insuficiente", a juicio de los profesionales consultados.

A menudo, los doctores que quieren especializarse en psiquiatría infantojuvenil optan después por formarse a través de cursos y de seminarios, pero no existe una formación reglada, homogénea y obligatoria que deban completar.

Mediante este real decreto quedan definidos tanto los perfiles como el ámbito de actuación de la especialidad de Psiquiatría y de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia, y se establece que los programas formativos tengan una duración mínima de 5 años, siendo los dos primeros comunes. De este modo, aclaran desde AEPNyA, la formación específica obligatoria pasará a ser de cuatro meses a "tres-cuatro años", dentro de los cinco que durará la especialidad, dependiendo del itinerario que elija.

Desde el Ministerio han aclarado en un comunicado que "la discrecionalidad en la elección de la formación en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia por los especialistas en formación no ha permitido hasta la fecha garantizar al cien por cien que se formen los especialistas que el sistema necesita, como sí ocurrirá, a partir de ahora, cuando se oferten plazas específicas de la nueva especialidad".

La pandemia arrasa la salud mental de los menores

Las habilidades específicas que necesita la atención psiquiátrica a menores

Atender a un menor con alguna patología o trastorno requiere de un conocimiento específico que, presumiblemente, estará incluido en el nuevo plan formativo:

"Hay que aprender mucho sobre las etapas evolutivas del ser humano, tenemos que conocer bien los hitos del desarrollo, no solo cómo se desarrollan los menores físicamente, también hay que conocer el desarrollo evolutivo emocional y conductual a lo largo de la infancia y la adolescencia. Los profesionales que se formen a partir de ahora podrán tener un conocimiento mayor, sobre todo en trastornos de neurodesarrollo que ya aparecen en edades muy tempranas. Si podemos evaluar mejor a los niños desde estas edades tempranas, también podemos prevenir las consecuencias de estas enfermedades en el futuro", aclara Lázaro.

Además de ese conocimiento, hay algunas habilidades que son "cruciales" para el resultado satisfactorio del tratamiento y que pueden desarrollarse desde esta especialidad formativa:

"Hay familias muy problemáticas y a veces son un factor de distorsión muy grande en la vida de los chicos. Saber cómo comunicarse con ellas y conocer cómo actuar cuando hay casos de divorcios o de violencia, por ejemplo, requiere de muchas habilidades clínicas, algunas relacionadas con la psicoterapia (...) Hay que tener una muy buena formación en esto porque a veces es ahí donde te la juegas", señala Guinea.