RBD fue, es y será un movimiento, de esos que se quedan para siempre

¿Por qué RBD está llenando estadios en pleno 2023 como si el tiempo no hubiera pasado desde su separación en 2008? Hay muchos factores y Vogue los investiga.
RBD grupo mexicano
Claudia Argueta

Érase una vez una niña de 10 años, un poco curiosa y muy callada. Comía con el televisor encendido, como suele ocurrir en la casa de la abuelita mexicana promedio. Ajena a qué programa veía su abuela en esa ocasión, se comía la sopa de fideos previa al plato fuerte de la tarde, entonces, los cortes comerciales llamaron su atención. Anahí (aunque en ese entonces ella no la conocía por su nombre) vestía un blazer rojo, camisa blanca, corbata y minifalda; la niña se maravilló con el uniforme que mucho distaba del vestido de marinerita que tenía que usar cada lunes en la escuela religiosa a la que asistía. La actriz de melena rubia y ojos azules le preguntaba a la cámara: ‘¿Por qué no?’. Quién sabe a qué se refería, pero la niña estaba fascinada, acababa de ver el primer adelanto que presentaba el nuevo proyecto telenovela juvenil de Televisa: Rebelde.

Muchos años después la niña, ahora con su fachada de adulta en la oficina, recibe la noticia de que su grupo favorito de la infancia va a reencontrarse en una gira por Estados Unidos y Latinoamérica. El mundo ejecutivo no lo permite, pero quiere reír y gritar mientras le envía la noticia a una de sus mejores amigas con quien compartió esa etapa tan especial. Han pasado 15 años desde que RBD se separó, pero la emoción se siente como aquella vez que su mamá le regaló boletos para uno de sus primeros conciertos en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México.

Esa niña soy yo, que ahora escribe una de las historias más especiales que he podido abordar desde que trabajo en Vogue. La misma curiosidad que tenía a los 10 años me hizo preguntarme aquella mañana que recibí la noticia del reencuentro de RBD el por qué hay toda una legión de millennials reservando un cariño tan peculiar por un grupo musical. Ya estamos en diciembre, el mes que marca el final del Soy Rebelde Tour, y en los últimos meses, he desbloqueado un montón de recuerdos –entre ellos, ese de la primera vez que supe de Rebelde sentada en el comedor de mi abuela– que alimentaron mi curiosidad. ¿Por qué RBD llenó estadios y arenas en pleno 2023? Después de no lanzar música en años, incluso con un integrante menos en su alineación, en pleno estallido del género urbano que ha devorado al pop latino… ¿Por qué? La pregunta me llevó a buscar a los creativos detrás del proyecto y los hallazgos no solo son interesantes, también conectan con esas fibras de nostalgia que, la verdad, a unos cuantos días de asistir a su concierto en el Foro Sol de la Ciudad de México, y como alguien que tiene bastante diluida la línea entre lo emotivo y lo cursi, tengo a flor de piel. Y sé que hay más como yo, los he visto en TikTok, vestidos con el uniforme del Elite Way School a sus 30 y más; esto es para ellos, pero también para los que están un poco –o muy– ajenos al fenómeno de RBD, porque eso es lo que fue, un fenómeno. Les cuento por qué.

El 25 de agosto de este año, curiosamente, el día que RBD inició su gira del reencuentro, me reuní con Pedro Damián en las oficinas de Condé Nast. El productor es una leyenda del entretenimiento mexicano con un curriculum interminable, pero si tuviéramos que resumirlo, al productor le debemos telenovelas como A mil por hora (2000) y Clase 406 (2002), dos historias con las que se aproximó a una juventud que comenzaba a encontrar su identidad a inicios del milenio. La trilogía adolescente se completó con el máximo éxito de su carrera, Rebelde (2004).

No se puede hablar del impacto de RBD sin hablar sobre el origen del proyecto. Como un caballo de Troya, la música de RBD se infiltró en los oídos de millones de jóvenes con una telenovela. ‘La industria musical estaba a la baja, no había grupos de pop que estuvieran funcionando de una manera activa y que llegaran a las audiencias de una manera masiva. No existían las redes sociales, básicamente la comunicación llegaba a través de las televisoras, a través de la radio. Cuando aparece RBD como concepto musical a través de la televisión, ocupa un lugar súper importante porque los chavitos encuentran una identificación en los personajes’, explica Damián.

Maite Perroni RBD
RBD: Las nostálgicas fotos en backstage de su último concierto en el Foro Sol
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En habla hispana, eran los tiempos de artistas femeninas como Paulina Rubio, Belinda, Natalia Lafourcade y La Forquetina, Julieta Venegas, Shakira; cantantes masculinos como Luis Miguel, Juanes, Diego Torres, David Bisbal. Claro, todos ellos eran (y son) importantes, pero ninguno tenía una historia televisiva con personajes basados en arquetipos que permitieran que sus audiencias conectaran con ellos de forma mucho más personal, y es que Rebelde contaba la historia de los alumnos del Elite Way School en plena adolescencia. ‘Aunque fueran unos niños ricos entre comillas, en realidad había representantes de diferentes estratos sociales; con esto se logró una identificación a nivel emocional con los chicos de ese momento, no tenían héroes que seguir, ni siquiera eran héroes, eran personajes que se identificaban con ellos’. Así, el sexteto no solo eran sus integrantes per sé, representaban una doble identidad: Anahí y Mía; Dulce María y Roberta; Maite Perroni y Lupita; Christopher Uckerman y Diego; Alfonso Herrera y Miguel; Christian Chavez y Giovanni. Las dinámicas de pareja dentro de la telenovela incrementaron el furor de los fans: ‘había un momento en el show en el que Anahí y Poncho se daban un beso en el escenario, ese momento era una explosión’, recuerda el productor. Parte de esta magia de los personajes también provenía de la naturalidad con la que fueron interpretados ‘uno de los valores más importantes que tiene la serie es que ellos tenían libertad creativa, los personajes no eran esquemáticos, ni eran recortados donde tenían que decir exactamente lo que libreto decía, a veces había situaciones que ellos mismos inventaban, o que el director inventaba y ellos jugaban ese juego, entonces se logró una serie muy fresca, eso fue el elemento más importante’.

Rebelde es una adaptación de la telenovela argentina, Rebelde Way, creada por Cris Morena. Ambos proyectos comparten el mismo cascarón, pero sus almas son muy diferentes, es importante recalcarlo, pues la amplia diferenciación también permitió llevar a RBD a un rumbo completamente diferente al de su versión original en argentina. Para ello, Pedro Damián obtuvo completa libertad creativa después de conversar con Morena. ‘[De Rebelde Way] fueron mucho menos capítulos; sus personajes centrales eran cuatro, yo creé seis, Christian y Maite no eran personajes protagónicos, yo los hice protagónicos y los hice parte de la banda; ella [Cris Morena] hace un musical en teatro y yo dije: ‘yo no quiero hacer un musical, yo quiero hacer una banda que toque en estadios’’. Y lo hizo.

Mientras hablaba con el productor, no podía evitar pensar en el famoso opening de la caricatura de Las Chicas Superpoderosas ‘azúcar, flores y muchos colores’, los ingredientes para crear a ‘la niñita perfecta’. Aquí no había Chicas Superpoderosas, pero sí un sexteto superpoderoso que se convirtió en el grupo pop mexicano más importante de principios del milenio, y hubo muchos ‘ingredientes’ que hicieron que esto ocurriera. Uno más a la ecuación: la estética. Anahí, Dulce María y Maite Perroni definitivamente se llevan los reflectores en este rubro. ‘El arranque fue decir: necesitamos tres chicas que no deben parecerse, una rubia, una pelirroja y la otra de pelo oscuro, así de sencillo. Cada una tiene su propia personalidad’, cuenta Damián. La telenovela es un escaparate completo de las tendencias de los 2000 en México, pero todo partió del icónico uniforme diseñado por las vestuaristas Claudia Flores y Gabriela Chávez, con una falda de mezclilla demasiado corta para cualquier escuela de ‘la vida real’, pero era parte del atrevimiento que Damián deseaba capturar. Sobre el proceso recuerda: ‘vamos a hacer un uniforme, pero cada quien le puede adaptar a lo que crea que va a funcionar mejor, entonces uno se ponía tirantes, la otra se ponía calceta, lo sugerían, lo pedían y lo mostraban, había esa libertad desde el punto de vista creativo’. Luego, esa libertad se extendió a los escenarios, donde la banda inicialmente portó diseños del modista mexicano, Ricardo Seco, sin embargo, el paso del tiempo llevó a los integrantes a encontrar su propio estilo. ‘Conforme fuimos creciendo con la con la parte artística, obviamente iban adquiriendo seguridad, iban adquiriendo certeza sobre sus personajes y lo que querían mostrar de ellos mismos. En realidad en el show sí se vestían un poco como ellos querían’.

Una estética distintiva, personajes sólidos y conmovedores no eran suficientes para ensamblar un momentum musical. ‘Teníamos que tener hits y los teníamos que hacer con los que tenían hits’, cuenta Damián. Durante nuestra conversación, surgen los nombres de Camilo Lara y Carlos Lara, dos músicos mexicanos que permean la industria musical de nuestro país tras bambalinas. También pude hablar con ambos para conocer las bases detrás del momentum.

Carlos Lara es el compositor detrás de algunos de los proyectos corales más importantes del pop mexicano: Timbiriche, Flans, Kabah, Menudo, Magneto, Mercurio; también ha trabajado con artistas en solitario como Ricky Martin, Linda, Gloria Trevi y Yuri. La Sociedad de Autores y Compositores de México registra más de 500 obras en su trayectoria.

Hoy en día, mucho se habla de cómo ha sufrido el pop contra el género urbano, pero en 2004 la conversación era completamente diferente. Si se estaba gestando lo que apuntaba a ser una de las bandas mexicanas más importantes, el género indiscutiblemente debía ser pop, que vivía un periodo de bonanza absoluta, pero esta decisión también definió el factor de identificación tan grande que tuvo RBD. ‘Buscamos reminiscencias que tuvieran que ver un poco con el rock, pero el rock de los 80, que era un rock amable, antes del glam rock. El sonido fue fundamental porque también reflejaba una historia de una generación que apenas estaba encontrando su identidad y el pop es el lugar y el refugio más seguro para todos, porque es algo donde te puedes encontrar fácilmente’, explica Carlos.

Por su parte, Camilo Lara es el creador del proyecto musical Instituto Mexicano del Sonido. Su trabajo como productor es internacionalmente reconocido e incluye créditos en lanzamientos que van desde Lila Downs y Natanael Cano; hasta Metallica y Morrissey. En los tiempos de RBD fue director de EMI Music, la compañía discográfica que produjo los álbumes del grupo.

Para Camilo, la referencia inmediata de los inicios del proyecto fue Timbiriche, el grupo mexicano de los años 80. ‘Empezamos con esa idea de que si la gran boy band mexicana era Timbiriche ¿por qué no hacer un Timbiriche 2.0? Y a partir de ahí la idea fue cambiando y se volvió mucho más sofisticada. En las primeras tres o cuatro canciones con las que hicimos pruebas con las voces, que vimos cómo estaban ellos como artistas, nos dimos cuenta que era otro otro animal, otra cosa, tenía otro sonido, tomó una personalidad diferente cuando el alma de RBD, que son ellos, lo apropiaron y lo hicieron una una cosa diferente’, recuerda el productor.

Y es un factor en el que coinciden los tres creativos detrás del proyecto: RBD no hubiera sido RBD sin la elección de sus integrantes, seis jóvenes que compartían una química innata, con experiencia previa en la televisión (a excepción de Maite Perroni, quien debutó con Rebelde) que entendieron cómo conectar con su audiencia. ‘Creo que el gran acierto creativo fue encontrar o darles voz a los RBD, tuvimos el acierto de escoger a grandes artistas, personas que se desarrollaron brutalmente y que el tiempo nos dio la razón de que eran estrellas supertalentosas, tal vez esas canciones con otros cantantes o con otras personas, no hubieran sido tan poderosas como fueron en su momento’.

Precisamente en el mes de agosto en el que RBD inició su gira de 2023, Taylor Swift pisó suelo latinoamericano por primera vez, iniciando en México. Y, curiosamente, en las tres entrevistas sobre el grupo, los tres productores hacen referencia a la cantante estadounidense y la semejanza con el alcance que tuvo RBD. Desde luego, ambos casos guardan sus distancias en términos contextuales y de globalidad, pero la intérprete de Blank Space, quien recientemente alargó la experiencia de su The Eras Tour con una película, sale a colación cuando conversamos sobre lo importante que fue el hecho de que el grupo fuera un proyecto transmedia, es decir, alcanzó a sus seguidores por todos los flancos. ‘Pensamos en el 360 que en ese momento era una novedad, hacer un un una experiencia masiva muy completa donde se incluía merchandising, revista, programas de radio… todo lo que se podía explotar a nivel comercial, se hizo, y obviamente la música fue un elemento que ayudó mucho’, explica Pedro Damián. ‘RBD fue pionero en adelantarse al mercado y eso fue muy interesante. Hoy en día suena muy normal que alguien saque un disco en vivo, uno sinfónico, una edición especial, eso no pasaba en ese momento, empezamos a hacer ese tipo cosas más orientadas a los fans que tuvieran cosas especiales, un poco para cubrir esta hambre del fan. Fue un buen ejemplo de cómo hacer las cosas diferentes en una industria que publica un disco por año o cada dos años de cada artista’, añade Camilo Lara.

En tan solo cuatro años de actividad, RBD lanzó cinco álbumes de estudio en español y uno en inglés, además de tres regrabaciones de sus primeros discos en portugués para acaparar Brasil (y un apartado completo de ediciones especiales y en vivo). El equipo detrás del grupo también fue pionero en comprender el juego de la globalidad, lograron traspasar fronteras. ‘Yo le llamaría inclusive un fenómeno social porque prendió en muchas latitudes que no se parecen: la parte latina, la parte europea, la parte de Europa del Este, por ejemplo, Eslovenia, Rumanía, países que no tienen una relación directa con con nuestra latinidad se prendieron de una manera increíble; todo lo que fue Sudamérica y obviamente Estados Unidos’, señala Damián.

Lo que ocurrió con RBD en Brasil es un caso especial. En 2008 se reportaba que la agrupación se presentó ante 500 mil personas en la Esplanada dos Ministerios, convirtiéndose en el primer artista mexicano en reunir a esta multitud en este espacio abierto. Los brasileños aman a RBD y hay una buena razón para que sucediera de este modo. ‘En Brasil, la presencia de la percusión, de los sonidos caribeños y también la música de la sertaneja, era lo que permeaba en en aquel momento. Cuando llega RBD con su sonido pop, con sus guitarras, con sus baterías y toda está parafernalia –y aparte la novela–, inyectó un fenómeno totalmente diferente, y los brasileños lo abrazaron’, explica Carlos Lara, ‘esa generación que creció con RBD sigue escuchando pop, es muy curioso pero RBD de alguna manera reeducó a esa generación de brasileños que los escuchó, y ellos se encargaron después de buscar a otros artistas, hay muchos artistas que se han que se han beneficiado del fenómeno que generó RBD’. También están esos otros lugares donde el grupo logró expandirse gracias a su incursión en el idioma inglés. Además de Estados Unidos, llegaron a países como Serbia, Croacia y Montenegro. ‘Les permitió entrar en mercados que eran muy difíciles en aquel momento, y si bien no fue el éxito brutal que tuvieron los álbumes en español, pudieron escucharlos en su idioma y entender el por qué esta banda estaba teniendo tanto éxito’, añade el compositor.

RBD anunció el final de su historia en 2008, con un concierto final en Madrid, con la promesa de un regreso al país que los vio nacer y con la pregunta en el aire de qué hubiera pasado si el grupo hubiera nacido en los tiempos de las redes sociales, pues la banda se terminó justo antes de que Internet encaminara su rumbo al gigante que hoy conocemos. Es algo que nunca sabremos, pero lo que es una realidad es que este final, que para muchos fans se sintió abrupto, le dio cierta esencia mítica al proyecto con el paso del tiempo. Sus integrantes tomaron rumbos diferentes y la música de RBD tardó años en llegar a las plataformas de streaming debido a un conflicto de renovación de derechos de la licencia del grupo que debía ser adquirida por la discográfica de Universal Music, luego de adquirir su catálogo en 2012. Todo eso generó una reacción generalizada entre los fans: la anticipación. ‘Todo lo que sube tiene que bajar, entonces cuando llegamos a este punto tan alto, tan álgido, tan importante, pues ya tenía que venir un poco una decadencia o un bajón de la historia. Creo que fue el momento justo y eso fue alimentando esto del reencuentro de una manera muy importante’, apunta Pedro Damián, un argumento que coincide con el de Carlos Lara: ‘yo creo que hizo crecer aún más la nostalgia, porque los fans buscaban desesperadamente alguna manera de de volver a escuchar canciones que en algún momento los hicieron vibrar, y hoy eso es lo que estamos viendo, una generación ávida, sedienta. El asalto brutal que ha dado el urbano en nuestros países no ha permitido el crecimiento de otras corrientes musicales, y entonces la gente echa mano del pasado, sobre todo de aquellos años donde tú fuiste más feliz o te percibiste más feliz’.

Soy millennial, mi generación es abierta y a veces hasta dolorosamente nostálgica, repetimos constantemente esa frase de ‘éramos felices y no lo sabíamos’, revisitamos las series, películas y música que nos acompañaron en nuestra niñez y adolescencia, tratando de revivir un poco de aquella paz que no encontramos en la vida adulta. La nostalgia no solo es poderosa en la cultura pop, también es rentable. La gira del regreso de RBD ha tenido llenos totales en las más de 30 fechas que repartieron en Estados Unidos, Colombia, Brasil y México; lo hicieron de nuevo, ahora como quinteto, han vuelto a romper récords, se viralizó el de haber conseguido la gira más taquillera en Estados Unidos, un logro que ostentaba One Direction en 2014, con su When We Are Tour. Volvamos a la pregunta inicial: ¿por qué? Y la respuesta también está en mi generación, esa que se aferra al pasado y lo recuerda cada que puede.

‘Es un acto nostálgico porque los chicos que los oían eran niños a veces de 10 años, de 12, de 15, y a veces eran chicos de 20, la misma edad de ellos [los integrantes de RBD], y ahora tienen 30, ya son padres de familia, tienen hijos y tienen capacidad de compra. Entonces repiten este fenómeno de comunicación y emocional. Lo que está pasando es una verdadera locura’, destaca Damián sobre el momento que vive la banda que, actualmente, se encuentra bajo la dirección del productor Guillermo Rosas.

Al hablar con Carlos Lara, un fragmento de nuestra conversación resume perfectamente el factor nostalgia, el último y más poderoso ingrediente del impacto de RBD, quiero concluir con este: ‘Tú tienes seguramente en tu casa los álbumes de tu escuela, esos anuarios que hacían, fotos, o algunas cosas que te recuerdan ciertos momentos de tu vida, RBD siempre va a estar presente porque esos cuatro o cinco años que te siguieron, probablemente fueron transicionales y muy importantes, por eso hoy RBD sigue siendo eso. Pocos artistas lo tienen, pasa –y guardando las distancias– con los Rolling Stones, con Bruce Springsteen, son artistas que llevan décadas subiéndose al escenario, y quienes crecieron con ellos ahora llevan a sus nietos a ver a The Rolling Stones, o a Bruce Springsteen, a mostrarles a sus nietos por qué se emocionaban con esa música. Te puedo asegurar que si ellos vuelven [RBD] dentro de 10 años vas a volver a ver el mismo fenómeno de tu generación, tu generación va a tener hijos y vas a ir con ellos a verlos, porque forman parte intrínseca de tu vida. Hay artistas que pasan de noche en nuestra vida de los cuales nos acordamos de una o dos canciones, RBD no, fue más allá que un artista, fue más allá que una teleserie, fue más allá que un concepto, RBD fue un movimiento y los movimientos se quedan para siempre, esa es la realidad’.

Cuando RBD se terminó, decían que, en realidad, perduraría ‘hasta que el último corazón rebelde deje de latir’. Hoy creo que es verdad.