Seguro que saboreas ese momento del día en el que llegas a casa, te quitas la ropa de trabajo, dices adiós al sujetador push up y te descalzas. Y aunque quizá pienses que tus extremidades inferiores se ponen igual de contentas que tú, lo cierto es que los profesionales cada vez atienden a más pacientes aquejados de múltiples dolencias.

Los pies suelen ser una de las partes de nuestro cuerpo a las que menos atención prestamos y no hay duda de que son nuestra base. Para Yolanda Ragland, doctora en medicina podológica, en general no estamos acostumbradas a ocuparnos del cuidado de los pies. Solo cuando tenemos algún problema serio recurrimos a profesionales en busca de solución.

Durante el confinamiento también los hemos descuidado y ahora puede que estés sufriendo las consecuencias. Vamos a aprender a cuidarlos: lleva a la práctica estos pequeños consejos y ponte el calzado adecuado en cada momento para sentirte mejor y lograr una base fuerte y sólida para el camino por recorrer.


¿Sabías que 107 ligamentos, 33 articulaciones, 26 huesos, y 20 músculos componen la anatomía de nuestros pies, que son fuertes y flexibles como para soportar el peso de todo nuestro cuerpo?


Cuando descalza estás en la gloria...

Tus pies consiguen pronar de manera natural. La pronación es la inversión del talón durante la marcha y, si es moderada, es necesaria para que el pie cumpla su correcta función. Cuando llevas mucho descalza, tus pies perciben ese movimiento durante más tiempo y con más intensidad que habitualmente. "Esto altera la distribución de la presión y el peso en el pie, y permite que colapse, lo que puede generar mucho estrés en el cuerpo", explica el podólogo cirujano Miguel Cunha, doctor en medicina podológica. Además de causarte dolor, semejante desequilibrio proyecta este malestar a otras partes del cuerpo, como la espalda y las rodillas. Otras lesiones asociadas a una pronación excesiva son los calambres en las piernas y las tendinitis de Aquiles.

Haz esto:

Usa unas buenas zapatillas de estar en casa, pero huye de las típicas flojuchas de pelo. "Las zapatillas planas de felpa pueden, a priori, parecer cómodas, pero a la larga pueden causar un daño no intencionado, como es la fascitis plantar", dice Ragland. Elige modelos con un pequeño tacón de unos 2,5 centímetros, para que cuentes con el apoyo que necesitas durante el día.

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Si sales a correr por la ciudad...

Si sigues una rutina HIIT, practicas cardio dance o corres en el asfalto siempre corres el riesgo de sufrir una lesión en la zona de tus pies. "Hacer ejercicio al aire libre supone un esfuerzo extra para tus articulaciones y pies", advierte la doctora Ragland. Cuando el entrenamiento no es el adecuado, se corre el riesgo de sufrir fascitis plantar o metatarsalgia (que causa dolor intenso en el metatarso del pie).

Haz esto:

Añade este ejercicio a tus estiramientos: haz rodar la planta del pie sobre una pelota pequeña durante cinco minutos tanto por la mañana como por la noche, entre 30-60 segundos con cada pie, y alternando uno y otro. Siempre que puedas entrena sobre superficies blandas como una alfombra, hierba o arena. De hecho, el doctor Cunha reitera que "esto potenciará la circulación y activará los músculos y los huesos del pie".

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Si pasas muchas horas sentada...

Ya lo sabes: estar mucho tiempo en reposo no es bueno. Y el teletrabajo no juega a tu favor. "Al quedarte quieta en un mismo sitio, impides que la sangre fluya e incrementas la retención de líquidos en pies y tobillos", destaca el doctor Cunha, señal de que el dolor y la hinchazón aumentan. "En los casos más graves, el moverse poco provoca un edema en las extremidades inferiores, enfermedad que afecta a los pies y a todos sus aledaños, como los tobillos y las rodillas", aclara la doctora Ragland.

Haz esto:

Muévete cada poco tiempo. "La circulación significa movimiento",señala la doctora Ragland. Para estimular un correcto flujo sanguíneo, ponte de pie más o menos cada hora, camina durante un minuto y siéntate otra vez. Y no te olvides de hacerte algún mimo: mezcla cuatro partes de agua, una parte de vinagre de manzana y tres cucharadas de sales de Epsom (ricas en magnesio y sulfato), y pon los pies en remojo 20 minutos, al menos una vez por semana, sugiere el doctor Cunha. Este baño de pies acaba con el dolor y la inflamación, alivia los calambres y cura las ampollas.